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I Constitución del fenómeno onírico: disolución de la relación con la realidad externa inmediata y emergencia de la realidad psíquica con su modo particular de funcionamiento.
Análisis del trabajo de Freud
“Adición metapsicológica a la teoría de los sueños”
ОглавлениеAl despojarnos durante el dormir de todas las adquisiciones culturales, psicológicas y materiales, nos colocamos en una situación similar a la que teníamos en el estado intrauterino. Es una regresión temporal, regresión tanto por parte del Yo como por parte de la libido: el Yo regresa a la satisfacción alucinatoria del deseo, la libido al narcisismo: la actividad del Yo como tal, aunque alucinatoria, es ya la excepción al narcisismo absoluto (tomado como absoluto lo que suponemos del estado intrauterino), al retiro de todas las investiduras psíquicas. La permanencia en la realización alucinatoria del deseo implica que hay investiduras libidinales de objeto que aún se mantienen activas: aquí, como en otros trabajos de Freud de la misma época luego de “Introducción al narcisismo”, la diferencia entre Yo y libido tiende a desvanecerse y esas dos regresiones (del Yo y de la libido) corresponderán más bien a un retorno a dos momentos del desarrollo libidinal y del Yo: narcisismo y realización alucinatoria del deseo, momentos que no son necesariamente contrapuestos sino que coexisten al comienzo de nuestra vida psíquica.
El soñar señala una perturbación del dormir y aquellas exigencias internas perturbadoras son resueltas por medio de la proyección. La oposición operante aquí es, como de costumbre, la que se da entre el Yo y lo que escapa a su dominio, en particular lo reprimido: lo que escapa al Yo escapa al deseo de dormir y escapa, por lo tanto, al retiro general de investiduras. Podemos establecer un paralelismo entre el retiro de las investiduras y el de los vestidos: se retiran todos los revestimientos culturales y lo que escapa a este retiro son también revestimientos culturales (restos diurnos) reforzados por investiduras desiderativas reprimidas; el soñar, al implicar el acto de dormir, es un desvestirse que se reviste de nuevas investiduras, o, mejor dicho, de viejas investiduras reprimidas e inconscientes para el Yo oficial.
El Yo trata de retornar al narcisismo absoluto, o sea, trata de hacer abstracción de todas sus adquisiciones culturales; este intento de retorno a lo absoluto del narcisismo no es más que una ilusión: “este propósito no puede ser conseguido sino a medias”, el anhelo de lo absoluto sólo se cumple relativamente. Y ese retorno es relativo a la presión que ejerce lo reprimido, frente a la cual el Yo tiene que ubicar una contrainvestidura de una magnitud relativa a la investidura reprimida.
El soñar crea una nueva formación, una formación transaccional en la que los impulsos inconscientes se expresan a través de los restos diurnos preconscientes; esta nueva formación es el deseo onírico preconsciente, deseo realizado con material preconsciente e impulso inconsciente y que muestra el carácter irracional o, más bien, la racionalidad propia de lo Inconsciente. “Examinemos ahora los destinos subsiguientes de este impulso optativo, representante de una tendencia instintiva inconsciente, que se ha formado como deseo onírico (fantasía realizadora de deseos) en el sistema Preconsciente”. De estas palabras se puede extraer un esbozo de estratificación.
Los destinos posibles de este deseo onírico preconsciente son:
1) Pasar del Prec. al Cc.: esta posibilidad no se da en el estado de reposo ya que los sistemas vaciados de investidura, en este caso el sistema Cc., no son susceptibles de ser excitados. ¿Qué quiere decir esto? Por lo que Freud plantea ulteriormente en este trabajo, al hablar del sistema Cc. debemos incluir el juicio de realidad, por lo tanto la posibilidad de descargas de pequeñas cantidades que vayan dando los índices de realidad, así como el acceso a la palabra, y es justamente el sistema motor el que se encuentra desinvestido. Aunque a veces se da:
2) El sonambulismo, o sea el acceso a la motilidad esquivando al sistema Cc. Estando el acceso a la motilidad “normalmente más allá de la censura de la conciencia”, hay un rodeo del sistema Cc.
3) El tercer destino posible de este deseo onírico preconsciente es su regresión tópica al sistema P., el cual atrae a la conciencia.
En la descripción de estos destinos hallamos implícito el esquema del aparato psíquico representado en el capítulo VII de “La interpretación de los sueños”:
Para 1):
El destino 2) es difícil de representar
¿Cómo se produce ese rodeo de la censura? Tal vez debamos vincular el sonambulismo con la epilepsia y referirlo a una disolución, orgánicamente determinada, de las funciones superiores y por lo tanto de la Cc., y sus funciones, posibilitando así el pasaje directo de la excitación a la motilidad.
Para el destino 3)
La regresión tópica no necesariamente coincide con la cronológica, ya que lo más antiguo en el tiempo no siempre es lo más profundo [o sea cubierto por una mayor cantidad de mayor cantidad de estratos de resistencia o de organización (ligadura)]. En el caso de tratarse de una ligadura habría una correspondencia entre tópica y cronología.
Hay también una regresión formal, que va de la representación verbal a la representación cosa o, dicho en otras palabras, los pensamientos preconscientes se transforman en imágenes visuales. Adelantándome a lo que desarrollo en el análisis de “Los dos principios del suceder psíquico” y en un intento de describir la estratificación de los distintos sistemas de huellas mnémicas que recorre la excitación, diré que la regresión desarticula las representaciones preconscientes, o sea, las huellas mnémicas de palabras para traspasar el nivel correspondiente al pensamiento reproductivo (“Proyecto de una psicología…”). Ese pensamiento inconsciente, que sin estar ligado a huellas mnémicas verbales, ya responde a una inhibición por parte del Yo, o sea, trabaja con energía ligada, y por ende tiene en cuenta signos de cualidad así como de realidad (signos de descarga w del “Proyecto …”); va también más allá de ese pensamiento que establece las primeras relaciones entre representaciones, comenzando a articularse en una estructura que supera el nivel de esas “simples representaciones” a las que se refiere en “Los dos principios…” o bien de esas “huellas mnémicas objetivas directas” a las que se refiere en “Lo inconsciente”. Es decir que la regresión traspasa los diversos niveles de huellas mnémicas (Hm del esquema del Cap. VII) hasta llegar a la forma primera, la alucinación, la reactivación regresiva de las percepciones originales: “Las ideas quedan transformadas en imágenes predominantemente visuales, o sea reducidas las representaciones verbales a las objetivas correspondientes” (más literalmente: “a las representaciones-cosas que les corresponden”).
Lo que queda después de completada la regresión son solo investiduras Inc., aquellas en que se transformó el deseo onírico Prec., y sobre las cuales, como sobre una materia bruta (pero que es ya producto de una elaboración), actúan las leyes del proceso primario: condensación y desplazamiento de las investiduras.
Las palabras en sí son exteriores al sueño y cuando, siendo impresiones recientes, no son retraducidas en términos de imagen, no son tratadas en sus cualidades simbólicas específicas sino como mero residuo de impresiones sensoriales. En su transformación en imágenes las palabras de contenido abstracto son generalmente reducidas a su sentido original ligado a las primeras significaciones corporales más inmediatamente representables en imágenes. En el soñar, las operaciones con palabras, esas que nos dan la impresión de chistosas o esquizofrénicas (explotación de doble sentido, puentes de palabras entre diferentes círculos de material), son solo preparaciones para la regresión a la representación-cosa. En la esquizofrenia “son elaboradas” por el proceso primario las palabras mismas: esta elaboración a través de los procesos de condensación y desplazamiento se realiza solo sobre las palabras ya que el tránsito entre Prec. e Inc. Está “coartado”.
En el sueño el contenido del pensamiento es rehecho en una fantasía desiderativa, la cual se transforma regresivamente en una percepción sensible y como tal hecha consciente, percepción sensible sobre la cual actúa la “elaboración secundaria”. “Decimos entonces que el deseo onírico es alucinado y su cumplimiento encuentra, como tal alucinación, completo crédito”.
Se completa así el esquema:
Por lo tanto: 1) la constitución de la fantasía desiderativa y 2) la regresión a la alucinación son los componentes esenciales del trabajo del sueño.