Читать книгу Cartas a Thyrsá II. Las granjas Paradiso - Ricardo Reina Martel - Страница 10
Оглавление2. El puente
Las Madres Mariposas aguardamos con premura el fin de la maldición. Estaba escrito que así habría de ser. Desde lo de las Cruzadas de las Mujeres permanecemos atentas a que un soldado comandador instaure el antiguo orden. Sien, mi hermana, apenas dice nada. Sus ojos se mantienen silenciosos. Ella vivió el mundo con mucha más intensidad que yo, amó de verdad y arriesgó su vida por una idea; sin embargo, por mi parte apenas conozco cuanto ocurre más allá de esta decrépita aldea que se derrumba. Entonces, decidme si os atrevéis: ¿quién soy yo?
Me toca escribir esta historia y dejar constancia del paso del comandador por Paradiso. No soy pues Thyrsá, a ella le toca relatar su propia leyenda. Repito las mismas palabras que manifesté en el primer pergamino; aquella no era mi historia. Yo tan solo soy la voz del comandador. ¿Quién soy pues? Eso es lo que menos importa ahora, dado que tuve un papel secundario en toda esta historia y creedme si os digo que perfectamente prescindible. Soy la voz de Ixhian, la voz del comandador. Dejadme pues comenzar, dado que el tiempo apremia y, sin embargo, dispongo de todo el tiempo del mundo. ¡Qué tremenda ironía!
Paradiso no es un lugar físico ni concreto, nada de eso; es un estado de conciencia, aunque parezca lo contrario. Es el lugar donde las Madres nos hallamos confinadas. Cada granja es un reino en donde habita una de nosotras.Vivimos en una cárcel, tan solo compensada por nuestros recuerdos en el mejor de los casos. Ese fue el precio que hubimos de pagar las Mariposas por no morir y dejar que todo sucediese tal como estaba establecido.
El Gris y el comandador llevan dos días de travesía, dos días sepultados bajo un mar que, de manera engañosa, parece brindar una aparente calma. Cruzan un puente donde solo habita el silencio; el olor a sal es poderoso y el viento otorga una frescura sin semejanzas; las nubes se han convertido en paradojas y el cielo se cubre de un velo transparente. El Gris apenas habla mientras avanza cabalgando por delante del comandador y sobre un extraño caballo llamado el Cabalganieblas.
Partieron de Casalún y cruzaron la Isla hasta alcanzar los acantilados del oeste, y tal como predijeran los magos en Casalún, el Paso de la Valsyria volverá a alzarse de nuevo bajo el santuario de Arduria Muzá.
«Hay que llegar a Paradiso, el puente se abrirá una última vez. La solución no se halla en el combate, ahí no disponéis de opción alguna. Hay que despertar a las Madres Mariposas, aquellas que duermen».
Cruzar Paradiso significa la gran aventura de nuestro tiempo, de eso no cabe la menor duda. Nuestros hombres vacilan a cada paso que dan, dado que el recelo y la desconfianza forman parte del camino.Atrás queda toda esperanza de llevar una vida placentera. Y delante, sin que ellos lo sepan, se ofrece una trayectoria que deshace cualquier tipo de coherencia.
Algunos puentes son viejos y otros acabados de levantar; cruzan ríos, vaguadas o desfiladeros y salvan siempre zonas comprometidas. Un puente es el paso hacia un nuevo territorio y lo más probable es que tras cruzarlo cambie el sentido de las cosas. El comandador tiene miedo, ya lo he dicho. Hubiese preferido la posibilidad de la huida o poder mirar hacia otro lado. Pero, conforme avanza, los temores se diluyen y del miedo pasa a ese insólito júbilo que ofrece toda novedad y descubrimiento. El mar se agita y el puente se sumerge bajo el océano. Tres días de travesía, comienza a llover y no hay donde protegerse. El agua lo anega todo y el mar lo absorbe todo. El cielo se vuelve negro y las olas cruzan el puente sin permiso, hasta que llegado el momento Ixhian grita desesperado, aferrándose a Dulzura, que se alza en rebeldía.