Читать книгу Historia del rap - Ricky Lavado - Страница 7
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
Mayo de 2020. Los Estados Unidos arden. Una oleada de protestas contra la brutalidad policial y el racismo estructural se ha extendido por todo el país, desatada en esta ocasión, a modo de enésima gota que colma el vaso, por el brutal asesinato de George Floyd bajo la rodilla de un agente de la policía local de Mineápolis. El movimiento Black Lives Matter ha tomado las calles con multitudinarias protestas que a menudo vienen acompañadas de disturbios callejeros y enfrentamientos violentos con las fuerzas del orden; los manifestantes sienten que las muertes de ciudadanos negros a manos de la policía son la punta visible de un iceberg gigantesco de discriminación racial que se enraíza en lo más profundo de la estructura social del país. Se recuperan consignas y acciones de protesta que recuerdan a la época de las luchas por los derechos civiles en la década de los sesenta. Las Redes Sociales se inundan de citas de Martin Luther King e imágenes de los Panteras Negras. En pleno siglo XXI la población negra de Estados Unidos siente que su país sigue sin saber, o sin querer, deshacerse de una serie de lastres que se remontan a las épocas más oscuras de esclavitud y segregación racial del siglo XX. Desde la Casa Blanca, el Presidente Donald Trump intenta sacar réditos electorales en medio del polvorín, criminalizando las protestas y los dos grandes grupos que las capitanean (Black Lives Matter y Antifa), y mostrando una controvertida equidistancia entre éstos y un sector de votantes del Partido Republicano que, envueltos en banderas confederadas y retórica supremacista, recuerdan demasiado a los tiempos del Ku Klux Klan.
En medio del clima de tensión que se ha apoderado del país, el colectivo Anonymous lleva a cabo una acción de apoyo a las protestas, acompañada de un mensaje diáfano e inequívoco: «Si la policía no puede contenerse y está disparando a los periodistas, pateando y golpeando a los manifestantes y participando de la violencia, ¿Cómo puede alguien esperar que la gente se contenga?». La acción de Anonymous consiste en el hackeo de las emisoras de radio de la Policía de Chicago para hacer sonar una y otra vez «Fuck Tha Police», una canción publicada treinta años antes por una banda de Rap llamada N.W.A. Paralelamente, en las calles de Nueva York los choques entre manifestantes y policías antidisturbios se suceden con una banda sonora de fondo que también recupera una canción popularizada hace tres décadas por otra banda de Rap. La canción lleva por título «Bring The Noise», la firmaron unos tal Public Enemy, y arranca con la voz de Malcolm X repitiendo «Too black, too strong» («Demasiado negro, demasiado fuerte»).
Curiosamente, estas mismas canciones sonaron hasta la saciedad en la cobertura mediática que se hizo de los disturbios de Los Ángeles en 1992 como reacción a la absolución de los cuatro policías que apalearon a Rodney King. Las imágenes de la brutal paliza, que dieron la vuelta al mundo, encajaban demasiado bien con aquella banda sonora. Resulta paradigmático y para nada casual que ambas canciones surgieran en su día como reacción a una serie de problemáticas con las que, desgraciadamente, una parte importante de la comunidad afroamericana se puede sentir identificada hoy. De la misma manera que canciones de Rap compuestas en los años ochenta siguen resonando hoy en día, manteniendo su relevancia más allá de las coyunturas específicas de su tiempo, esas mismas canciones fueron construidas sobre la base de una tradición musical que arrancaba muchos años antes. Public Enemy y N.W.A. construyeron un discurso musical enraizado en el Funk de James Brown o Funkadelic, y éstos a su vez eran deudores del Jazz de Miles Davis o Art Blakey, que habían crecido rodeados de góspel y de las melodías de blues de Bessie Smith o Robert Johnson.
En su nivel más elemental, el Hip Hop es un producto de la era de las luchas por los derechos civiles en Estados Unidos: un conjunto de elementos culturales surgidos en los barrios más marginales de Nueva York en los años setenta y protagonizado por una juventud que se enfrentaba a la cara más oscura del sueño americano; aquella que mantenía a la comunidad negra lejos de los sueños de prosperidad de los últimos coletazos de la era Carter. A ritmo de funk y música disco en Block Parties clandestinas y batallas de rimas improvisadas en parques públicos; con las paredes de edificios en ruinas a modo de lienzo, y con las aceras de las calles como pistas de baile, surgen los que suelen ser considerados los cuatro elementos fundacionales de la cultura Hip Hop: MC, DJ, Breakdance y Grafiti. De estos cuatro elementos, la figura del MC (Maestro de Ceremonias) y del DJ (Disc-Jockey) dan forma al vehículo de expresión más popular del Hip Hop: la música Rap.
A finales de los setenta el Hip Hop se convierte en la plataforma cultural que se establecerá como principal marco de referencia popular de la comunidad afroamericana en la América de Reagan, y la música Rap se convertirá no solamente en la nueva ramificación de ese larguísimo árbol genealógico que narra la tradición y evolución de la música negra en Estados Unidos en el siglo XX, sino que supondrá una herramienta de interrogación artística que se abrirá paso desde sus raíces de gueto para acabar ejerciendo una influencia sustancial a nivel global en la música, la literatura, el cine, la filosofía, la televisión, el comercio, la publicidad, los medios de comunicación, el lenguaje, la moda, la pintura o la danza en las últimas cuatro décadas. Hablar de Rap es hablar de música, pero es también hablar de política, negocios, violencia, sentido de la comunidad, drogas, integración, materialismo, defensa de la identidad, delincuencia, espiritualidad y todas las costuras al descubierto de la intersección entre raza, clase, sexo y economía en la América contemporánea, y por extensión en el mundo entero.
Sirvan las siguientes páginas a un doble propósito: como humilde homenaje fruto de la admiración y el respeto más profundos a un estilo musical vivo, rico, complejo, relevante a muchísimos niveles diferentes y en continua evolución; y a modo de guía general sin ánimos enciclopédicos de una de las expresiones artísticas más apasionantes e influyentes en la historia de la música a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI.
No están todos los que son, pero definitivamente son todos los que están.
TURN IT UP, BRING THE NOISE