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Presentación

El homenaje a Rosemary Rizo-Patrón se justifica en sí mismo. De modo que hacer una presentación es, si se quiere, redundante. Y, no obstante, decidimos hacerla sobre todo para expresar nuestro cariño a nuestra —vamos a llamarla así— maestra de la Fenomenología en América Latina. No solo es, más allá de toda consideración, una muy competente investigadora; también ha transitado todos los caminos y recodos de la enseñanza, ha sido una pulcra editora —de libros, de revistas, etc.—, una conferencista sin igual, una traductora generosa con las fuentes y con la acogida en nuestra lengua de textos complejos raramente al alcance del público hispanohablante.

No obstante todo lo anterior, también sentimos la urgencia de este homenaje a una mujer que, para todos nosotros, ha sido la encarnación del diálogo, de la generosidad no solo con su saber, sino con la apertura de su casa a la comunidad filosófica nacional, latinoamericana y, en general, internacional. Esa generosidad ha sido la de la apertura de sus espacios académicos a propios y extraños a la Pontificia Universidad Católica del Perú, ha sido la promoción de cada una de las personas de su entorno para que lleguen tan lejos como quieran o puedan.

Para los latinoamericanos dedicados a la fenomenología, y en general a la filosofía, Rosemary es un testimonio de vida, de entrega a las cosas mismas: su disciplina sin par, su diligencia con las tareas grandes y pequeñas, su sentido inagotable de la responsabilidad son un ejemplo para propios y extraños.

Nuestra maestra no solo fue, con otros colegas, gestora y fundadora del Círculo Latinoamericano de Fenomenología (clafen) sino que, además, luego de entrar como miembro del Husserl Circle, fue promotora como pocas de la Organización de Organizaciones de Fenomenología. Sí, se trata de «personalidades de orden superior» que tienen, en sí, la potencia de congregar la voluntad de las personas que aman la investigación, que ponen en el centro de sus vidas las cosas mismas y, cuando es el caso, todas las exigencias de la erudición, justamente para que el rigor sea lo primero en ese acercamiento a esas cosas.

La doctora Rizo-Patrón es autora de diversas obras —algunas de ellas comentadas en este volumen colectivo—. Su estela de escritora ha pasado por diversas lenguas y, acaso, por las más relevantes publicaciones especializadas. Su prosa es no solo precisa, sino también clara, fruto de un esfuerzo tanto por enseñar como por dar a conocer lo más cribado de la que se puede llamar investigación de frontera.

Si algo caracteriza el magisterio de nuestra maestra es, justamente, el motivar a diversas generaciones de jóvenes investigadores a que se involucren en este horizonte de investigación; pero, igualmente, la diligencia de su enseñanza se complementa con un compromiso personal con todas y cada una de las personas que han llegado a sus aulas o su oficina. Hay la evidencia incontestable de un haz de, ahora, competentes profesionales que han sido, en rigor, sus discípulos; a quienes ha acompañado con la escucha, la orientación, la lectura paciente y exigente; y, sobre todo, con su promoción humana y profesional.

De su vida personal —que es el caso hacer mención aquí— nos llegan datos que son igualmente edificantes: una pareja y una familia que se nos ofrece como tesoro para consentir y respetar desde la distancia y la cercanía. No es solo un testimonio de entrega a la familia nuclear: el calor de su cuidado se extiende a la familia extensa. Es, también, en esta esfera, una mujer que nos ha enseñado como maestra de la vida y de los libros.

La profesora Rizo-Patrón ha sido solidaria con todas y cada una de las aventuras de la fenomenología que se han incentivado en la región latinoamericana y en el mundo. Ha hecho presencia en los más remotos lugares de las más diversas condiciones. Es como si su magisterio y su investigación no se pudieran apartar, vamos a decirlo así, de un apostolado; no un apostolado de la erudición, sino de la luminosidad del pensamiento.

Para nosotros, esta mujer es un testimonio de cómo hacer una vida completa, ética en todos los campos de la experiencia humana, y cómo las distintas facetas de esa vida se tienen que complementar e integrar en una orientación vocacional, sí de la fenomenología, pero más allá de ella: de las más altas exigencias de la razón, de la ética, esto es, de la cordialidad y de la acogida.

Este volumen empezó como una iniciativa en el pasado viii Coloquio Latinoamericano de Fenomenología que tuvo lugar en la ciudad de Puebla, México, en el 2019. De entonces a hoy, hemos contado con la benevolente acogida de los autores que integran este volumen. Muchos otros, no incluidos en esta obra, también han querido participar en este homenaje. Razonables limitaciones de espacio nos han hecho determinar una mínima muestra de todos aquellos que se han querido unir a esta iniciativa.

El volumen se conforma de cuatro secciones: «La tarea de la razón», tema central en la investigación de nuestra maestra y colega; «Reflexiones husserlianas», motivo de la inspiración de nuestra autora; «Lecturas y diálogos», puesto que sin el amplio espectro del mundo intelectual de la filosofía sería imposible comprender la magnitud de la tarea del filosofar; y «Resonancias», una suerte de despliegue del diálogo implícito al que convoca la obra y la autora homenajeada.

Contribuciones de nuestra región y del mundo han estado a la orden del día para este homenaje. La pequeña muestra de acogida es solo un índice no únicamente del afecto personal, humano, que todos y cada uno de los colaboradores tiene por Rosemary, sino también del respeto intelectual que le profesan, aquí y allá, unas y otras personas: compañeras de trayectos de nuestra investigadora; algunas de las personas que han gozado del influjo de su magisterio; y, sin más, algunas de las muchas personas que admiran su trayectoria.

Cierto, esta obra es un intento modesto de acotar temas y problemas que han basculado en el trasegar de nuestra colega; pero no puede verse como un intento —ni siquiera lejano— por dar cuenta de los estudios críticos y sistemáticos que amerita el arco de su producción intelectual. Es, más bien, un intento de acotar, desde la gratitud, algo —así sea mínimo— de lo mucho que le debe nuestra lengua, nuestra disciplina y nuestra vocación a esta maestra de filosofía.

Germán Vargas Guillén y Mariana Chu García

Razón y responsabilidad. Homenaje a Rosemary Rizo-Patrón de Lerner

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