Читать книгу Los caminos de la música - Rodrigo De la Mora Pérez Arce - Страница 6
ОглавлениеIntroducción
Una primera versión del presente trabajo se presentó como tesis doctoral en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Unidad Occidente, con la finalidad de obtener el grado académico en Ciencias Sociales con especialidad en Antropología Social. El interés central del libro es comprender la realidad sociocultural del pueblo wixárika
a través de la observación de la música en sus diversas manifestaciones, con la pretensión de acreditar el papel de esta como factor significativo en las dinámicas de interacción que conforman y trasforman la cultura y la sociedad wixárika.
En la perspectiva de análisis me ocupo de la música no como objeto en sí mismo sino como proceso social; es decir, enfatizando el estudio de las prácticas musicales (1) en los diferentes contextos en que tienen lugar, destacando como elementos de interés especial las trasformaciones creativas de dichas prácticas musicales, en correlación con las dinámicas sociales y culturales.
El trabajo de campo lo realicé durante un periodo que abarca los años 2006 a 2009, tanto en comunidades wixáritaari de la Sierra Madre Occidental en el estado de Jalisco, como en la ciudad de Guadalajara. Específicamente trabajé en las comunidades de Taateikíe, San Andrés Cohamiata y Tuapurie, Santa Catarina Cuexcomatitlán, ambas en el municipio de Mezquitic, Jalisco.
La principal pregunta que orientó esta investigación es:
¿De qué manera las diferentes prácticas musicales (canto de mara’aakame, sones de xaweeri y kanari, música regional), en sus diversos contextos espaciales se relacionan con los procesos de reproducción y trasformación social y cultural al interior de las localidades de los wixáritaari, como también al exterior, en el mundo no indígena?
Como posible respuesta a esta pregunta, a manera de hipótesis de trabajo establecí que:
Las distintas prácticas musicales de los wixáritaari, más allá de ser un mero reflejo de los procesos sociales, comportan en sí mismas procesos de conformación, reproducción y trasformación del mundo social y cultural de este pueblo, al involucrar el carácter de agencia de los sujetos inmersos en dichas prácticas (Seeger 1979, 1994; Stokes 1994).
En cuanto a la decisión de realizar esta investigación, puedo afirmar que a pesar de que hacer música es una práctica inherente al quehacer social humano, el desarrollo de los estudios de la música como fenómeno social y cultural es, aún, relativamente escasa dentro de las humanidades y de las ciencias sociales. Apenas hace 40 años, el antropólogo estadunidense de formación funcionalista, Alan Merriam (1964), desarrollaba el concepto “Antropología de la música” y sentaba las bases para el desarrollo de un tipo de estudio centrado en el carácter contextual y procesal de la música —más allá de los estudios centrados en la forma musical de expresiones no occidentales, ya estudiados por la llamada Musicología histórica. En un intento de comprender de manera sintética las dos grandes tendencias en la etnomusicología, puede señalarse, por un lado, una que privilegia el estudio de la forma musical por sobre el estudio del carácter social de la música, y otra que, por el contrario, privilegia el estudio de lo social o contextual por sobre lo formal–musical.
La mayoría de los trabajos realizados sobre música y sociedad en México presentan perfiles de documentación ya sea musicológica (Mendoza, 1984 [1956]; Estrada, 1984); historiográfica (Turrent, 1993) o etnomusicológica (Stanford, 1984; Varela, 1987; Chamorro, 1994). Sobre estos últimos, de manera general, puede establecerse que han buscado documentar y explicar fenómenos musicales enmarcados dentro de procesos sociales y contextos culturales, y solo algunos trabajos han abordado la música desde perspectivas antropológicas con la pretensión de comprender procesos sociales a partir de fenómenos musicales (Lemaistre, 1997; García de León, 2002).
El presente trabajo se ubica en la tradición del estudio de lo social, lo contextual, antes que lo formal musical, y tiene como antecedentes directos estudios como los de Seeger (1979), Turino (1993) o Lemaistre (1997). Es decir, se adscribe a los trabajos de orden antropológico sobre la música. A decir de Antonio García de León:
La música tiene pues una naturaleza auténtica determinada por los medios sociales, culturales y económicos, está sujeta a cambios individuales y está bullendo en relaciones de significación que dependen de una enorme multitud de factores. Por ello, su función primera no debe ser buscada en la estética abstracta sino en la eficacia de su participación en una regulación social históricamente determinada (2002, p.158)
En el caso de México, son pocos los estudios que han profundizado en el tema de la música como elemento de construcción de la realidad cultural y social entre la sociedad mexicana en general y en particular entre los pueblos indígenas. Considero que el estudio de la música como factor constitutivo de la realidad social Wixárika es un tema relevante dentro del ámbito de los estudios antropológicos de México.
Una vez revisada la bibliografía relativa al tema de la música entre los huicholes (Yurchenco, 1993 [1963, 1964]; Téllez Girón, 1964; Benzi, 1993 [1972]; Mata Torres, 1974; Jáuregui, 1992, 1996, 2003, 2006, 2007; Ramírez de la Cruz, 1994, 2004; Lemaistre, 1997; Luna, 2004, 2005; De la Mora, 2005; Chamorro, 2007), reconocí la ausencia de trabajos que abordaran de manera sistemática y problematizando el universo musical wixárika: la mayoría de los trabajos existentes no proporciona elementos suficientes para la comprensión de la música wixárika como factor constitutivo del sistema simbólico y social, y particularmente como elemento que brinde claves para la comprensión tanto del cambio como de la complejidad cultural del mismo pueblo en su interior y en sus relaciones interétnicas.
Por todo lo anterior, consideré conveniente el desarrollo de este trabajo como aporte al conocimiento de los significados de la música en la realidad social de este pueblo; como estrategia para profundizar en el conocimiento de la compleja realidad de la cultura wixárika, y como aportación a la investigación de las culturas indígenas de la región occidente de México; en tanto documentación y análisis de este tipo de comportamiento social, el musical, que como práctica compleja que es, engloba espacio, lenguaje, ideología, cosmovisión, emoción, estética (2) y vínculos sociales, y que participa en la conformación, en último término, del sentido social y cultural.
Como principal objeto de estudio en esta investigación se encuentran, en primer lugar, las relaciones sociales en y alrededor de las prácticas musicales entre los wixáritaari; en segundo, las propias prácticas musicales, entendidas como performances, que a su vez derivarán en los significados sociales asociados a la música wixárika, y, en tercer lugar, el espacio como un elemento que en su estudio permitirá vincular claramente lo musical a lo social; es decir, al estudio del vínculo entre los contextos y las prácticas musicales.
Así pues, más allá de abordar tan solo las representaciones sociales de los wixáritaari sobre su mundo y su música, me ha interesado estudiar y analizar las prácticas en las que este grupo pone en juego dichas representaciones: analizo las diferentes formas de articular (3) las relaciones sociales en diferentes contextos y espacios físicos, desde lo local hasta lo translocal, (4) abarcando lo regional, lo nacional, lo transnacional, lo mediático y lo hipermediático. (5)
Este libro se divide en tres partes. La primera, enfocada a la exposición y explicación del contexto de estudio, así como de los conceptos teóricos y la manera en que se aplican al análisis de los casos de estudio. La segunda, encaminada a la descripción de los diferentes géneros musicales wixáritaari y los contextos en los que tienen lugar. Y la tercera, centrada en el análisis de casos y regiones en los que se interrelacionan la música, el espacio y diferentes formas de relación social.
Específicamente, en el capítulo 1, titulado “Cultura y espacio wixáritaari: territorio, mitología, ciclo ritual y sistema de cargos”, presento una contextualización sobre la realidad sociocultural del pueblo indígena en estudio, con una exposición general sobre sus concepciones del territorio, su sistema de creencias, ciclos rituales y formas de organización social.
Así también, en la primera parte, en el capítulo 2, titulado “Perspectivas teóricas sobre espacio y performance”, expongo aspectos centrales del tratamiento teórico, que integra básicamente dos disciplinas: la antropología social y la etnomusicología. El modelo de análisis de espacio social de Henri Lefebvre (1991 [1975]), complementado por las concepciones de cultura regional y cultura de relaciones sociales propuesto por Claudio Lomnitz–Adler (1995), brindaron claves conceptuales, filosóficas y antropológicas para abordar el espacio y las relaciones sociales en este trabajo. Por otra parte, el enfoque etnomusicológico de Thomas Turino (2009) sobre tipificación de performances musicales, y el modelo etnográfico de análisis de performance musical propuesto por Regula Qureshi (1987), constituyeron las principales propuestas analíticas relacionadas a performance musical que se emplearon para abordar con claridad el problema de la música y las relaciones sociales.
De manera complementaria al apartado teórico, la primera parte concluye con la presentación del capítulo 3, “Entramado metodológico: aplicación de la teoría al diseño de investigación”, en la cual explico la manera en que se integraron los modelos teóricos mencionados dentro del diseño de investigación, así como también hago mención del tipo de trabajo de campo, sus alcances y limitaciones.
En la segunda parte, que he titulado “Géneros musicales wixáritaari, contextos y espacios para el performance”, abordo el contexto musical en sus dimensiones fundamentales y que corresponden a tres diferentes géneros musicales, estudiados en sus características formales y simbólicas; de este modo, en el capítulo 4, titulado “Jalar vida: canto sagrado y relaciones sociales”, realizo una recapitulación sobre los estudios relacionados al canto de mara’aakame; propongo una tipología de dicho canto y desarrollo una descripción general de las ocasiones en las que tiene lugar esta práctica ritual. Continúo con el capítulo 5, “Esperar el mensaje: música tradicional y relaciones sociales”, en el que expongo los elementos característicos de este género musical y los contextos en los que opera, para terminar la segunda parte del libro con el capítulo 6, “Mandar música: el género regional wixárika”, en el que abordo la música llamada regional o de mariachi tradicional en sus aspectos formales y contextuales.
En la tercera parte del libro, titulada “La música wixárika en las regiones de interacción cultural”, presento tres capítulos más, orientados cada uno a mostrar de qué maneras, las prácticas musicales confluyen con diferentes espacios en los que, desde de la cultura local hasta el espacio virtual de la Internet, se generan y articulan diferentes formas y estrategias de interacción social. Así, en el capítulo 7, titulado “Lo local: elementos performativos de la música en la ceremonia de Patsixa, Cambio de Varas”, presento la etnografía de una de las ceremonias wixáritaari en la que los tres tipos musicales estudiados, intervienen de manera significativa y particularmente ligada a las formas de ocupación y movilización por el espacio local, con un claro vínculo con el entorno regional.
Posteriormente, en el capítulo 8, titulado “Trayectos cruzados: peregrinación y migración en la canción wixárika”, desarrollo un análisis en el que contrasto dos formas en las que los wixáritaari interactúan con el espacio de manera móvil: analizo la correlación entre las prácticas migratorias y las de peregrinación, a través de las prácticas de enunciación discursiva de topónimos, en los repertorios de la canción del género tradicional (particularmente “de Wirikuta”) y de la canción correspondiente a la música regional wixárika.
En el último capítulo del libro, el 9, titulado “Lo transnacional y lo hipermediático: música regional y el caso ‘Cusinela’”, presento un estudio detallado de una composición del grupo regional El Venado Azul —el más importante intérprete del género regional wixárika. Alrededor de la pieza cumbia “Cusinela” analizo diferentes estrategias seguidas para la realización de cuatro versiones en video de la pieza, por parte de diferentes grupos musicales y productores audiovisuales, y distingo diversos matices presentes en los videoclips, que hacen evidentes variadas estrategias en el uso de la identidad étnica, (6) en la relación entre los wixáritaari y sujetos no indígenas, destacando entre juegos alrededor de los valores tradicionales, los intereses políticos y económicos de los músicos y sus productores frente a la sociedad nacional y transnacional.
Finalmente, concluyo el libro con en el apartado de “Consideraciones finales”, en el que expongo tanto una recapitulación de los principales elementos expuestos en los capítulos anteriores, así como una reflexión en la que íntegro y discuto las ideas finales que responden a las preguntas planteadas en la introducción.
La presentación del contenido de los capítulos incluye, como complemento documental, mapas, tablas, fotografías y ejemplos, tanto auditivos como en video que se presentan en enlaces de la Internet.
En cuanto a la escritura de los términos wixáritaari, empleo los criterios propuestos por el Departamento de Estudios en Lenguas Indígenas de la Universidad de Guadalajara, que establecen el uso de la grafía “x” equivalente al fonema /rr/ del castellano, y /sh/ del inglés; el uso de la grafía “i” equivalente a la vocal /i/ (“herida”) —que se pronuncia como una combinación de la i con la u—; las grafías “ts” equivalentes al fonema /ch/ del castellano; la grafía “w” equivalente al fonema /w/ del inglés, y el uso de la grafía “ ’ ” que indica cierre glotal o saltillo. Las demás consonantes y vocales se pronuncian de manera similar que en el castellano. Los fonemas de la lengua son: a, u, i, i, e; y, w; ’, p, t, k; kw, ts, h; m, n; r, x. Dentro de textos en castellano, las palabras en wixárika aparecen en cursivas con excepción de los nombres propios. He respetado en su versión original las citas textuales en las que aparece una escritura del wixárika distinta a la que empleo.
1- En el sentido expuesto por John Connell y Chris Gibson: “las prácticas musicales incluyen constelaciones de usos sociales y significados, con complejos rituales y reglas, jerarquías y sistemas de credibilidad que pueden ser interpretados en muchos niveles” (2003, p.3).
2- En lo relativo al concepto estética, siguiendo a Jan Mukarovsky, asumo que: “1) Lo estético no es una característica real de las cosas, ni tampoco está relacionado de manera unívoca con ninguna característica de las cosas. 2) La función estética no está plenamente bajo el dominio del individuo, aunque desde el punto de vista puramente subjetivo cualquier cosa puede adquirir (o al contrario carecer de) una función estética, sin tener en cuenta el modo de su creación. 3) La estabilización de la función estética es un asunto de la colectividad, y la función estética es un componente de la relación entre la colectividad humana y el mundo [...] La manera como este conjunto social concibe la función estética, condiciona finalmente también la creación objetiva de las cosas, con el fin de conseguir un efecto estético y la actitud estética subjetiva respecto a las mismas” (1977, pp. 56–57). “La función estética significa, pues, mucho más que algo flotante en la superficie de las cosas y del mundo, como se suele considerar a veces. Interviene de manera importante en la vida de la sociedad y del individuo, tomando parte en la gestión de la relación —no sólo pasiva, sino también activa—, entre el individuo y la sociedad, por un lado, y la realidad en el centro de la cual están situados, por otro” (1977, p.59).
3- Stuart Hall afirma: “Con el término ‘articulación’ me refiero a una conexión o vínculo que no se da necesariamente en todos los casos, una ley o realidad de la vida, pero que requiere condiciones concretas de existencia para aparecer de alguna manera. Que tiene que estar positivamente sustentada por procesos específicos, que no es “eterna” sino que tiene que ser constantemente renovado. Que puede desaparecer o ser derrocada bajo determinadas circunstancias y que es importante para la desarticulación de las viejas conexiones y para la fragua de nuevas conexiones o re-articulaciones. También es importante que una articulación existente entre diferentes costumbres no signifique que éstas se volverán idénticas o que una se desvanecerá en la otra. Cada una de ellas conserva sus determinaciones distintivas y sus condiciones de existencia. De todas formas, una vez que se ha producido la articulación, las dos costumbres pueden actuar conjuntamente, no como una “identidad principal” [...] sino como “distinciones dentro de la unidad” (Hall, 1998, pp. 30–31)
4- Con respecto al uso del concepto translocal, estoy consciente de que el término puede aludir a la teoría de la globalización en la que el concepto puede referirse tanto a “fuera de la localidad”, como a los procesos que la globalización impone en la trasformación de prácticas y rituales al insertarse en los flujos de la globalización; en este caso, solo será empleado para hacer referencia a las prácticas que se realizan fuera del territorio agrario de los wixáritaari, considerado como el espacio de “lo local”.
5- De acuerdo con María Lapuente: “Los sistemas hipermedia se basan, en la suma de las potencialidades hipertextuales y multimediáticas. Y se aplican, sobre todo, a un soporte abierto u on line, cuyo máximo exponente es la World Wide Web ya que permite interconectar e integrar, casi sin límites, conjuntos de información de diferentes materias expresivas: texto, imágenes, sonidos, vídeos, bases de datos, etc. La hipermedia se caracteriza por sus posibilidades interactivas y por las posibilidades que ofrece un nuevo medio de comunicación en red” (Lapuente, 2009).
6- De acuerdo con Gilberto Giménez: “La identidad puede definirse como un proceso subjetivo (y frecuentemente autorreflexivo) por el que los sujetos definen su diferencia de otros sujetos (y de su entorno social) mediante la autoasignación de un repertorio de atributos culturales frecuentemente valorizados y relativamente estables en el tiempo [...] la autoidentificación del sujeto del modo susodicho requiere ser reconocida por los demás sujetos con quienes interactúa para que exista social y públicamente” (2008, p.61).