Читать книгу El árbol del inglés - Roger Wolfe - Страница 15

Оглавление

DOS VIDAS, DOS VIAJES

Es interesante hacer una lectura comparada de Luis Cernuda y de Cesare Pavese: dos solitarios melancólicos; dos fantasmas venidos de otro mundo que parecen deambular, con paso triste y cansino, por este; dos seres encerrados en la mónada de su propia angustia, encarcelados en la soledad, atenazados por el anhelo imposible. Dos seres cautivos, llenos de tristeza y desamparo, pergeñadores de hermosísimos versos y de no menos hermosas prosas.

Uno de ellos murió en México, repentinamente, de un ataque al corazón, cuando curiosamente había recuperado algo de esperanza y vislumbraba, a través de la frágil luz naciente del amor, una posibilidad de resurrección, como queda expresado en el penúltimo poema de Variaciones sobre tema mexicano.

El segundo, Cesare Pavese, muere en Turín, en una habitación de hotel, en 1950, tras anotar aquellas famosas palabras en un trozo de papel: «Basta ya. Todo esto da asco. No escribiré más. Un gesto»; y a continuación, a la mañana siguiente, como dice Juan Luis Panero en el poema que le dedica a la muerte del italiano, «Cesare Pavese no pidió el desayuno».

Si han existido dos seres heridos por la falta de amor, han sido sin duda ninguna Luis Cernuda y Cesare Pavese.

Me gustaría ir a México algún día, y visitar el lugar que fue la última morada de Cernuda. El poeta vivió en Ciudad de México, en un barrio llamado Coyoacán, que creo que es delicioso, y que debe de seguir siendo bastante parecido a como era en tiempos de Luis Cernuda.

Y luego —aunque yo ya he estado en el Piamonte, en territorio del autor de «Vendrá la muerte y tendrá tus ojos»—, volver de nuevo a Italia, y peregrinar a Santo Stefano Belbo, el pueblo norteño de Pavese, que en mis anteriores estancias en el país de la bota no tuve ocasión de conocer.

Son dos viajes. Quizá, como tantas otras veces, tenga que hacerlos circulando alrededor de mi cuarto; y quizá, quién sabe, sea esa la mejor forma de hacerlos...

Luis Cernuda, Cesare Pavese; aquí reunidos, en la incierta intensidad de esta tarde de junio, en Madrid: cielo ligeramente encapotado; temperatura templada, de verano incipiente y todavía un tanto fresco. Si ahora se pusiera a llover, el broche final de estos párrafos sería perfecto.

El árbol del inglés

Подняться наверх