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Composición y propiedades de las algas

Gracias a su alto contenido en clorofila, las algas transforman, con la ayuda de la luz solar, el gas carbónico y el agua en oxígeno y en glucosa. Este proceso, denominado fotosíntesis, es el factor que permite que la vida se desarrolle sobre la tierra. Las algas extraen el CO2 de la atmósfera y expulsan oxígeno y gases sulfurosos que propician la condensación de las nubes. Contribuyen de esta manera a regular el clima, a disminuir el efecto invernadero y a depurar el aire que respiramos.

Constituyen un alimento sano y completo, ideal para nuestra época, en la que los malos hábitos dietéticos, los alimentos procesados y el uso de sustancias químicas en la agricultura desvirtúan el sentido de la nutrición y debilitan nuestro organismo. Las algas nos revitalizan y rejuvenecen: tienen todos los nutrientes básicos que necesitamos, nos depuran por dentro y nos ayudan a conservar la salud. Pero… ¿son también apetitosas?

La gastronomía de los pueblos que las consumen desde hace miles de años ha demostrado sobradamente que son exquisitas y adecuadas para la preparación de muchísimas comidas y bebidas.

¿QUÉ CONTIENEN LAS ALGAS?

Según Hipócrates, el médico griego del siglo IV a. C. considerado el padre de la medicina, nuestro alimento debería ser nuestra medicina. En el caso de las algas es difícil separar el valor nutricional del terapéutico. Por ser uno de los alimentos más nutritivos del planeta resultan ideales tanto para prevenir como para combatir enfermedades. Veamos cuáles son sus valores nutricionales y qué principios activos contienen.

Proteínas de fácil asimilación

Las algas son un alimento muy rico en proteínas, que representan por término medio el 25 % de su peso en seco. Algunas especies, según la estación y lugar de crecimiento, contienen más del 50 % de este nutriente. Dichas proteínas son especialmente valiosas, ya que contienen gran número de aminoácidos esenciales, es decir, aquellos que nuestro organismo no puede sintetizar sino que debe asimilar a través de la alimentación. Estos aminoácidos resultan fáciles de digerir debido a la particular composición de las algas, ricas en sales minerales y en algunas enzimas. Ello hace que alcancen un coeficiente de digestibilidad de hasta el 95 % y que se digieran cuatro o cinco veces más deprisa que las proteínas animales. Además, no contienen colesterol, grasas saturadas, residuos de antibióticos, pesticidas ni hormonas de síntesis como ocurre con las proteínas de la carne.

Carbohidratos bajos en calorías

Estos vegetales son relativamente pobres en carbohidratos y azúcares. Por eso se consideran un complemento ideal en la fase de crecimiento, en períodos de convalecencia, en el embarazo y durante una dieta adelgazante. De especial interés entre los carbohidratos mayoritariamente presentes en ellas es el manitol (estimulante hepático y ligeramente laxante), que no incrementa la glucosa en sangre, razón por la cual su consumo es perfectamente apto para diabéticos.

Las algas son un alimento claramente poco calórico. Los azúcares que contienen son en su mayor parte mucilaginosos, es decir, tienen la propiedad de inflarse en agua, pero no los asimila el organismo. Esta característica evita que se eleve el nivel de azúcar en sangre y, a su vez, es útil para quienes sufren estreñimiento.

Por otra parte, la toxicidad de los metales pesados a los que estamos expuestos diariamente se reduce por la presencia de los polisacáridos que contienen estas verduras marinas. Esto es lo que han demostrado experimentos con animales de laboratorio alimentados con extractos de algas, que habían absorbido dosis masivas de bario, cadmio y cinc.

Ácidos grasos poliinsaturados

El promedio del contenido en grasas de las algas está por debajo del 5 % de su peso en seco, factor que contribuye a su bajo contenido calórico. Los lípidos que contienen son fundamentalmente ácidos grasos poliinsaturados. Estos ácidos favorecen la permeabilidad de las membranas celulares, transportan el colesterol evitando la formación de placas de ateroma y estimulan la formación de linfocitos. También son los precursores obligados de las prostaglandinas, sustancias hormonales que regulan la agregación de las plaquetas en la sangre, reducen la hipertensión y tienen un efecto antiinflamatorio y regulador del sistema inmunitario.

Complejos vitamínicos

Las algas son muy ricas en vitaminas C, E, del grupo B y provitamina A. De especial interés es la riqueza en vitamina B12, sobre todo para vegetarianos o vegetalianos (es decir, personas que se alimentan solamente de vegetales y excluyen también de su dieta los huevos y los lácteos). Si se quiere aprovechar al máximo su aporte vitamínico, es recomendable consumir las algas crudas o después de haberlas tenido en remojo, en el caso de las desecadas.

La mayoría de las algas suelen tener mayor porcentaje de vitamina E que el germen de trigo. Esta vitamina es esencialmente un agente contra el envejecimiento celular y la arteriosclerosis, ya que reduce la oxidación de los ácidos grasos del cuerpo y previene así la formación de radicales libres.

Las algas constituyen asimismo uno de los alimentos más ricos en provitamina A o betacarotenos. La vitamina A es necesaria para la vista, el crecimiento y el desarrollo del esqueleto y los tejidos; protege la piel y las mucosas; incrementa la resistencia a las infecciones y también actúa contra los radicales libres. Además hay que tener en cuenta que el betacaroteno es completamente atóxico y no hay ningún riesgo de hipervitaminosis. No es el caso de la vitamina A de procedencia animal, que se aconseja consumir bajo control médico.

Sales minerales y oligoelementos

Las algas son ricas en calcio, hierro, sodio, potasio, fósforo y magnesio. El contenido mineral de algunas llega al 36 % de su peso en seco, lo que las convierte en el alimento con mayor aporte de estas sustancias. Durante la cocción en agua, las sales minerales tienden a quedarse en el líquido. Por eso no se debe tirar el «caldo» de las algas sino utilizarlo para tisanas o sopas.

Otra fuente de salud la constituyen los denominados oligoelementos o elementos traza, que están suscitando un creciente interés en cuanto a su función clave en todos los procesos metabólicos vitales y también para combatir el envejecimiento precoz. Los oligoelementos son asimismo los principales responsables de las virtudes desintoxicantes de las algas. De especial interés son el yodo, el cinc, el silicio, el cobalto, el cromo y el manganeso. Veamos cómo influyen pequeñas dosis de estas sustancias en nuestra salud:

• Cinc. El cuerpo humano contiene en total de 2 a 3,5 gramos de cinc. Si baja el nivel de cinc en el páncreas se produce un desequilibrio en la secreción de insulina, aumentando el azúcar en sangre. Para que la insulina sea eficaz debe contener cinc. La falta de este mineral provoca fatiga y dificultad de concentración.

• Cobalto y hierro. Esenciales para producir hemoglobina (la sustancia de los glóbulos rojos que transporta oxígeno a las células). Su carencia puede provocar anemia grave.

• Cromo y manganeso. En cantidades infinitesimales hacen bajar el nivel de glucosa en sangre (glucemia) en la diabetes juvenil, ya que desempeñan un papel muy importante en el metabolismo de los glúcidos.

• Silicio. En combinación con el calcio fortalece los huesos y los mantiene flexibles. Forma parte de la composición de las uñas, de los cabellos y de la piel. Las dermatosis (afecciones de la piel) se curan más rápidamente cuando se aporta silicio suplementario en la alimentación. El silicio ayuda a mantener el cabello fuerte y brillante y evita su caída.

• Yodo. Para que la glándula tiroides funcione con normalidad necesita 150 microgramos (μg) de yodo al día. Por ejemplo, en Suiza —un país desarrollado pero lejano al mar—, a pesar de que la sal común de cocina está enriquecida con esta sustancia, se ha comprobado que el aporte de yodo en la nutrición humana es insuficiente en la mayoría de la población. En habitantes de algunos poblados de países subdesarrollados es frecuente encontrar múltiples casos de hipotiroidismo debido a esta carencia.

Una tiroides con actividad mermada por falta de yodo ejerce una acción desfavorable sobre el páncreas. Además, el yodo descongestiona los ganglios linfáticos, activa la secreción de las glándulas endocrinas y facilita el metabolismo celular.

Las algas marinas son cinco veces más ricas en yodo que la propia agua de mar. Por ello, las personas afectadas de hipertiroidismo no deben consumir complementos alimenticios a partir de algas marinas sin consultar previamente con su médico. Solo pueden ingerir sin problemas las de agua dulce.

Clorofila

Se trata de un pigmento de color verde presente en plantas y algas. Su actividad biológica es fundamental, ya que hace posible la fotosíntesis, proceso por el que las plantas transforman, con ayuda de la luz solar, el gas carbónico y el agua en oxígeno (O2) y en diversos elementos orgánicos como la glucosa. Este proceso es indispensable para el desarrollo de la vida sobre la tierra.

La clorofila actúa como captor solar, atrayendo y capturando las partículas de luz, ricas en energía. En las algas la clorofila se encuentra en los cloroplastos y absorbe, únicamente, el rojo y el azul del espectro solar —que llegan a la tierra incluso con tiempo cubierto— y refleja el verde. Al mismo tiempo, la clorofila protege las células de los vegetales, enfriándolas y preservándolas de la radiación ultravioleta. De esta manera impide que las plantas se sequen y, al mismo tiempo, estimula la producción de nutrientes. El ser humano, que se encuentra al final de la cadena alimentaria, aprovecha todos estos componentes concentrados. Es una sustancia terapéutica que evita el estreñimiento, aumenta la reparación de tejidos dañados, ayuda a disminuir el colesterol y los triglicéridos, combate el mal aliento, desintoxica y tiene propiedades anticarcinogénicas.

Ácido algínico y alginatos

La presencia de ácido algínico en las algas es elevada, especialmente en las fucales. Este ácido se halla sobre todo en la pared celular de las algas pardas como sal insoluble de calcio, asociado de modo predominante con varios cationes de calcio (Ca), magnesio (Mg) y sodio (Na), o bien en forma libre. La cantidad de ácido algínico contenido en las algas marrones o pardas varía de un 10 a un 25 % en relación con el peso en seco. Esta variabilidad depende de la profundidad en la que el alga crece y está además sujeta a las variaciones estacionales.

Las sales solubles de sodio, amonio y potasio del ácido algínico se denominan alginas. El ácido algínico puede absorber de diez a veinte veces su propio peso en agua. Al ser un ácido débil forma una amplia variedad de alginatos con propiedades y usos muy diversos. La principal aplicación es la absorción de determinadas sustancias, entre las que se destacan los metales pesados, el colesterol y la glucosa.

Los alginatos han demostrado también tener un efecto protector frente a metales radiactivos —en concreto al estroncio—, ya que forma con esta sustancia un compuesto que el organismo elimina con facilidad. El alginato sódico es capaz de disminuir la absorción intestinal de este metal sin interferir en la del calcio, con lo cual se reduce así hasta en un 75 % la concentración en plasma y orina de ese isótopo radiactivo.

Ácido fucínico y fucanos

El ácido fucínico, al igual que el algínico, se halla en las algas pardas. Se presenta en forma de sal de calcio, junto con el ácido algínico no completamente libre. Entre el 5 y el 20 % del total de materia seca de muchas algas marrones es fucoidina. La sustancia fue aislada por primera vez en 1915 a partir de un compuesto hidrolizado. Más tarde se demostró que este carbohidrato contenía calcio y sulfato.

Los fucanos son una familia de polisacáridos sulfatados asociados a la superficie celular y están implicados en diversas propiedades biológicas como el reconocimiento celular, funciones de adhesión, regulación y recepción celular, entre otras. Tienen gran interés desde el punto de vista médico por sus propiedades farmacológicas:

• Los metales pesados tienen gran atracción para el sulfuro. Las enzimas de nuestro organismo son ricas en sulfuro, lo que da lugar a combinaciones diversas con metales pesados que producen efectos tóxicos. Los más agresivos se combinan con las membranas celulares e interfieren en el transporte de las sustancias químicas. El elevado contenido de grupos sulfúricos que presentan las moléculas de los fucanos asegura la integridad de las proteínas y las membranas celulares, al bloquear su unión con dichos metales pesados.

• Los polisacáridos sulfatados de bajo peso molecular han demostrado tener también propiedades contra la formación de coágulos y trombos. Pero uno de sus efectos más apreciados es su capacidad anticancerígena para inhibir la proliferación de ciertos tipos de metástasis. Los fucanos se fijan en la superficie de la membrana de las células que provocan el cáncer de colon y de pulmón e inhiben su crecimiento.

Cómo curan las algas

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