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Honrar las plantas medicinales

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Mucho antes de que existieran bases de datos electrónicas o compendios científicos sobre plantas medicinales, los seres humanos ya conocían y comprendían sus propiedades curativas. Estoy convencida de que este conocimiento procedía de nuestra relación innata con la naturaleza, no solo de un proceso de ensayo y error, como se suele creer. Imagina por un momento a nuestros ancestros con fiebre, difteria o heridas graves, intentando averiguar por ensayo y error qué planta funciona en cada situación. En cada región del planeta crecen cientos de miles de especies. Documentar la extensa información de que disponemos sobre sus propiedades habría supuesto muchísimo tiempo, más del que llevamos en este planeta. ¿Acaso experimentamos hasta que dimos con la respuesta? No. Aunque el método de ensayo y error fuera importante, fueron las plantas quienes nos revelaron casi todo lo que sabemos sobre sus propiedades.

La cuestión de la seguridad en el uso de plantas medicinales

Recientemente han aflorado muchos informes sobre los peligros de la fitoterapia. Incluso plantas medicinales totalmente benignas, como la manzanilla o la menta, se ven relegadas a la lista negra. ¿Acaso hemos descubierto de repente que son peligrosas? No; pero hoy podemos ingerir plantas en formatos extremadamente potentes. Antaño las plantas se tomaban en infusiones, tinturas o jarabes. En la actualidad, en cambio, tenemos a nuestra disposición cápsulas que permiten ingerir con facilidad la cantidad que queramos, y preparados estandarizados, con extractos mucho más concentrados de lo que nos ofrecen las plantas en su estado natural.

En realidad, pocas plantas son tóxicas, pero prácticamente cualquiera de ellas puede provocar una reacción atípica en un individuo. Por ejemplo, las fresas son un dulce manjar para muchas personas, pero a algunas les sientan mal. Esto no significa que esta fruta sea tóxica; simplemente, no es adecuada para determinadas personas. No dejes que unas pocas historias dramáticas te asusten a la hora de utilizar la fitoterapia. Aplica el sentido común. Las plantas son una medicina poderosa, pero no siempre provocan los mismos efectos en todas las personas. Tómate tiempo para conocerlas y observar qué efectos tienen en ti; a cambio, obtendrás energía, salud y vitalidad por muchos años.

Las plantas tienen la capacidad innata de comunicarse. Cualquiera puede aprender a escucharlas, pero determinadas personas — como las curanderas, los fitoterapeutas, los sanadores, los botánicos y los amantes de la naturaleza— están más predispuestas. En las culturas tradicionales, los recolectores pedían permiso a las plantas para arrancarlas y utilizarlas con fines medicinales. Además de ser un gesto de respeto, se consideraba esencial para aprender y retener su poder curativo. A veces, cuando trato de encontrar el remedio más apropiado, les pido ayuda y, de algún modo, presiento cuál es la planta adecuada. No se trata de un don especial; mucha gente lo tiene, pero la mayoría se olvida de cómo utilizarlo. A medida que nos familiarizamos con las plantas medicinales y sus propiedades, perfeccionamos esta capacidad de escucha; aunque no pueda sustituir lo que se aprende en los libros, sí puede guiar tu comprensión.

Plantas medicinales para toda la familia

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