Читать книгу ¡Hazlo… así sea con miedo! - Ruth Soukup - Страница 11

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Capítulo 3

El complaciente

Cuando tu mayor miedo es lo

que pensarán los demás

“Lo más probable es que no te preocuparías tanto por lo que la gente piense de ti si supieras lo poco que a ellos les preocupa lo que hagas o dejes de hacer”.—Olin Miller

Todos aman a Mandy.

Ella es así… agradable, reflexiva, amable, generosa y siempre dispuesta a contribuir. De hecho, rara vez, dice que no, porque odia decepcionar a los demás.

Desafortunadamente, ese es un rasgo que, a veces, hace fácil que la gente se aproveche de ella. Ya sea en el trabajo o en la iglesia o incluso en la Asociación de Padres de Familia de la escuela de sus hijos, todos saben que Mandy es la persona más indicada a la cual acudir cuando alguien necesita ayuda o un favor, porque ella siempre ayudará más allá de lo que le pidan que haga. A veces, sus amigos hasta se preguntan cómo Mandy encuentra tiempo para dormir.

Mandy trabaja como administradora de una gran empresa de construcción y su jefe la adora. ¿Cómo no adorarla? Ella es la empleada modelo, llega temprano y se queda hasta tarde, siempre asegurándose de haber hecho el mejor trabajo posible, a veces, haciendo el trabajo de compañeros que no dieron la talla en lo que se les pidió que hicieran.

Mandy odia los conflictos y la tensión, así que pasa mucho tiempo tratando de suavizar las cosas y asegurándose de que nadie esté molesto o enojado. A veces, su jefe la molesta y la llama Pollyanna, porque ella siempre está tratando de ver el lado positivo de todo.

Mandy ha sido así desde que era una niña. Ella creció en una familia relativamente feliz. Eran casi perfectos —una madre y un padre con dos hijos, una niña y un niño, que vivían en los suburbios de una cómoda casa de rancho de dos niveles—. En aquel entonces, su hermano mayor comenzó a rebelarse cuando ingresó a la escuela secundaria donde siempre parecía estar en problemas. Las peleas en casa eran épicas y Mandy pasó la mayor parte de su tiempo tratando de ser la hija perfecta y evitando que la tensión brotara.

Mandy le presta mucha atención a su apariencia física y a lo que lleva puesto, pues siempre le preocupa lo que los demás piensen sobre ella. Le gusta mantenerse al día con las tendencias, pero no le gusta ser demasiado vanguardista. También se enorgullece mucho de la decoración y el cuidado de su hogar. ¡Nunca querría que nadie pensara que ella no es una buena ama de casa!

Mandy siempre ha tenido una vida social activa y muchos amigos. Es divertido estar cerca de ella y realmente ilumina con su sonrisa. La mayoría de las veces, Mandy y su esposo se llevan muy bien, sobre todo, porque Mandy odia discutir y, por lo general, acepta lo que él quiera en lugar de defender su propia opinión.

De vez en cuando, Mandy sueña con comenzar su negocio propio —le encantaría abrir una pequeña cafetería en el centro de la ciudad—, pero no tiene ni la menor idea de dónde, ni cómo encontrar el tiempo disponible para dedicarse a hacerlo. Y además, no cree que pueda soportar la idea de lo que la gente diría, sobre todo, si el negocio fracasa. Se sentiría muy mortificada.

A veces, Mandy siente que su vida es agotadora. Pasa tanto tiempo tratando de hacer felices a los demás que no le queda mucho tiempo para concentrarse en sus propios anhelos y sueños. Siendo honesta, ni siquiera está segura de saber lo que quiere.

Mandy es una persona complaciente con los demás.

EL ARQUETIPO DEL COMPLACIENTE

Naturalmente atraído por la aprobación de los demás, el arquetipo del complaciente lucha más que todo con el miedo a ser juzgado —lo que también se manifiesta como el miedo a decepcionar a los demás y al qué dirán—. En esencia, la mayor preocupación del complaciente se resume como el miedo a la reacción de quienes lo rodean.

Debido a que el complaciente tiene tanto miedo de ser juzgado o, peor aún, a que se burlen de él o ella o a ser ridiculizado(a) y debido a que es muy consciente y teme cómo reaccionará la gente o lo que esta pueda decir, a veces, duda en seguir adelante, se siente paralizado por la indecisión e incapaz de actuar. Y, sobre todo, le teme a la idea de hacer el ridículo.

Si bien es posible que no se vean a sí mismos como extrovertidos, quienes son complacientes suelen ser populares y bien aceptados por quienes los rodean. Debido a que son muy conscientes de cómo podrían ser percibidos, tienden a elegir sus palabras con cuidado e incluso, a veces, esconden sus verdaderos sentimientos sobre otras personas en particular si estos parecen ir en contra del consenso general.

Dicho esto, el complaciente suele ser gregario, divertido y atractivo, el alma de la fiesta, pues esa es una forma de obtener la aprobación y el aprecio de la gente. Además, le pone gran empeño en su apariencia y se preocupa por mostrar su status, por ejemplo, teniendo un buen auto, un hogar bien equipado y ropa de diseñadores.

El complaciente tiende a adquirir el hábito de ser el tipo de persona que le dice sí a todo, que siempre está de acuerdo y que incluso está dispuesto a cambiar sus propios puntos de vista con tal de apoyar a otra persona. Le agrada llevarse bien con los demás y es reacio a hacer cualquier cosa que pueda causar enojo, desilusión o sentimientos heridos en los demás.

Las personas complacientes están demasiado interesadas en lo que piensan otras personas, lo que las hace susceptibles a la presión de grupo. Tienen un profundo deseo de encajar y ser parte de la multitud.

Si bien no necesariamente parecen mansos, los complacientes tienen dificultades para decir que no y establecer límites saludables, porque tienen mucho miedo de decepcionar a quienes los rodean. Otros tienden a verlos como “donantes”, como individuos serviciales, amables y generosos con su tiempo y energía.

Si bien estas características son positivas en ellos, también pueden hacer que los complacientes se comprometan demasiado o permitan que las prioridades y solicitudes de otras personas anulen sus propias metas y sueños, y esto genera en ellos sentimientos profundos de resentimiento o amargura que, a veces, saldrán a la superficie de maneras inesperadas.

Ser complaciente con los demás es el tercer arquetipo de miedo más común, pues el 21% de las personas muestra que este es su arquetipo dominante y para el 63% este arquetipo está entre sus tres primeros temores más influyentes.

ATRIBUTOS POSITIVOS

Por lo general, los complacientes se encuentran entre las personas más amables, reflexivas y generosas que existen. Son atentos y considerados y se desviven por ayudar. Tienden a ser populares y apreciados y, a menudo, son divertidos, amigables y atractivos.

Esto hace que ellos sean gente maravillosa para tenerla como amiga. Son grandes aliados y empleados fantásticos, pues son confiables, profesionales y bien hablados. Además, encajan en casi cualquier carrera, pero son especialmente buenos en roles de apoyo o profesiones que les permitan trabajar con la gente. Entre sus ocupaciones más comunes se encuentran la administración, la enfermería, la enseñanza, el trabajo social, el servicio al cliente y la venta minorista.

HÁBITOS Y COMPORTAMIENTOS

 Se preocupa demasiado por parecer tonto, estúpido o ingenuo

 Nunca quiere decepcionar a la gente

 Pasa una cantidad excesiva de tiempo preocupándose por lo que otras personas puedan pensar o decir

 Tiende a ser popular y agradable

 Está demasiado preocupado por su apariencia externa y por mostrar su status social; tiende a “vestirse para impresionar”

 Prefiere no ir en contra de la opinión popular, ni del consenso general; oculta o cambia sus opiniones personales con tal de encajar

 Siente miedo a perder amistades o a ser juzgado; evita cualquier cosa que pueda poner en riesgo una amistad

 Dice sí con demasiada frecuencia y, como resultado, se compromete demasiado

 Se preocupa profundamente por lo que otras personas piensan

 A menudo, es percibido como divertido, cálido, generoso y amable

 Tiene un profundo deseo de encajar y ser parte de la multitud

LA VOZ DEL COMPLACIENTE CON LOS DEMÁS

Estos son algunos de los pensamientos y creencias expresados por los encuestados que recibieron alta puntuación como complacientes durante la investigación realizada sobre el miedo:

 “Le tengo miedo al fracaso y a ser ridiculizado o a que se burlen de mí. Me preocupa perder a mis amigos”.

 “Sé que no debería estarlo, pero tengo miedo de lo que otros piensen de mí y de lo que estoy haciendo. Me preocupa que no lo aprueben”.

 “Tengo miedo de parecer estúpido, de hacer que la gente piense que estoy desperdiciando dinero y de decepcionar a mis seres queridos o hacerlos enojar de alguna manera”.

 “Tengo miedo de sentirme abrumado y luego decepcionar a la gente. Me encanta tratar de aprender cosas nuevas, pero cuando alguien más depende de eso, me pongo nervioso. Ya antes, he decepcionado a la gente por falta de tiempo, falta de resistencia o falta de fuerza de voluntad y eso me hace desconfiar de mis límites. Esa es la razón por la que, a menudo, subestimo o rechazo las oportunidades que se me presentan”.

 “Siempre estoy nervioso por lo que otros dirán y por cómo responderán”.

 “Me inscribí en varios talleres sobre cómo tener una autoestima saludable y superar la debilidad emocional, y luego, los cancelé todos. Dejé que mi miedo a ser visto y juzgado como una persona no calificada me detuviera”.

 “Tengo miedo de revelar mis falencias frente a otras personas o a parecer alguien poco genuino. Me preocupa sobresalir entre mis compañeros y ser peor en mi trabajo que los que son realmente ‘profesionales’”.

 “Me preocupa cometer errores y decepcionar a las personas. No quiero avergonzarme a mí mismo”.

CÓMO TE RETRASA ESTE ARQUETIPO DE MIEDO

Siendo una persona complaciente enfrentas el peligro de permitir que los pensamientos, opiniones y necesidades de los demás te impidan perseguir tus propios sueños, pasiones y objetivos.

Las siguientes son algunas formas en que ser complaciente con los demás te retrasa y te afecta de maneras negativas:

 Tiendes a evitar tomar medidas radicales o a perseguir una meta, porque te preocupa y temes lo que otros piensen o digan al respecto.

 Sueles ser susceptible a la presión de grupo o a aceptar una idea o punto de vista popular por el simple hecho de que eso parece ser lo que todos los demás están haciendo y porque quieres encajar.

 Tienes dificultades para decirles no a las solicitudes de otros, lo que te deja comprometido en exceso y con poco tiempo para alcanzar tus propios objetivos y sueños.

 Permites que las personas se aprovechen de tu amabilidad y generosidad y que te pasen por encima.

 Tu miedo irracional a decepcionar a quienes te rodean hace que cedas ante las demandas de los demás en lugar de adoptar una posición firme o usar tu propio juicio.

 Sientes ansiedad y miedo cuando percibes que estás siendo juzgado o afrontas la posibilidad de ser juzgado de alguna manera.

 Estás más preocupado por ser amado y obtener la aprobación de los demás que por perseguir tus propios objetivos y sueños.

ESTRATEGIAS PARA SUPERAR ESTE TEMOR

A continuación, encontrarás algunas estrategias aptas para superar tu miedo a ser juzgado o a decepcionar a los demás.

Replantear

Una gran parte de tu miedo a ser juzgado o a decepcionar a la gente proviene del guion que se reproduce en tu interior —un guion que dice que la gente podría no amarte o aceptarte si no actúas de la manera que tú crees que ellos desean que lo hagas—. Si quieres liberarte de este miedo, debes comenzar por modificar esa voz interna. Busca algunas afirmaciones nuevas y motivantes para que te las repitas a ti mismo a diario y te ayuden a cambiar ese mensaje que se está reproduciendo una y otra vez en tu mente.

Si en el fondo crees que otros pueden juzgarte o no como tú lo haces por decir que no, entonces, tu nueva afirmación deberá ser algo así como: “Está bien tener mi propia opinión y que otras personas no estén de acuerdo conmigo. Estar en desacuerdo no significa que yo no les agrado”. Del mismo modo, si temes que la gente se decepcione de ti, trata de repetirte algo como: “Las personas que me importan no están decepcionadas de mí cuando yo establezco límites. Solo es cuestión de hacer pequeños cambios en mis pensamientos”.

Actuar en consecuencia

Para el complaciente, ¡lo más importante es practicar y aprender a decir la palabra no! Después de todo, si te niegas a decir que no, no pasará mucho tiempo hasta que llegues a un punto en el que no podrás darle el 100% a nadie, ni a nada. Peor aún, comenzarás a resentirte por las tareas que has asumido, así como por el resto de las cosas en tu vida que realmente deberías y podrías estar haciendo si aprendieras a decir que no. El exceso de compromiso es una espiral descendente que es mejor evitar diciendo que no. Por supuesto, para el complaciente ¡es más fácil decirlo que hacerlo! Pero como cualquier otra cosa en la vida, cuanto más lo practiques, mejor serás en ello. Entonces, haz lo que sea necesario para estar en control bien sea pedir tiempo para decidir, delegarle la tarea a otra persona o hacer que alguien diga no en tu nombre. Pero di que no. Una y otra y otra vez.

Al mismo tiempo, date permiso para practicar tu cuidado personal y para hacer tiempo para tus propios sueños, metas y prioridades. Aparta tiempo en tu agenda que sea solo para ti. Es posible que, al principio, tengas que comenzar de a poco y que a otras personas les tome algún tiempo adaptarse, pero verás que, cuando te ocupas de tus propias necesidades, también estás mejorando para servirles a los demás.

Siendo una persona complaciente, es probable que hayas estado poniendo las necesidades de otras personas antes que las tuyas durante bastante tiempo y que el hecho de haberte desentendido de tu cuidado personal te esté afectando, pero tal como sucede con las máscaras de aire en un avión, donde el protocolo es ponerte tu propia máscara antes de ayudar a otros, es igualmente importante cuidarte a ti mismo para después poder estar allí para los demás.

Hacer rendición de cuentas

Una de las mejores cosas que puedes hacer para superar cualquier tipo de miedo es encontrar un maestro o mentor que encarne las cualidades y habilidades que esperas desarrollar. Alguien que esté dispuesto a guiarte. Busca a un mentor cuyo arquetipo de miedo sea diferente al tuyo, por ejemplo, del grupo de los marginados, que te ayude a equilibrar tu tendencia a ser tan complaciente con la gente.

Idealmente, procura que se trate de alguien que esté dispuesto a empujarte más allá de tu zona de confort, alguien que también te ayude a practicar a decir no y a cuidarte. Al principio, te parecerá incómodo, pero en determinado momento, sobre todo, con la ayuda de alguien a quien admires y con quien sientas confianza, llegarás a tu meta.

SOBREPONERTE A TU NECESIDAD

DE SER COMPLACIENTE

Mandy estaba, prácticamente, al borde de un ataque de nervios y, sin embargo, tenía miedo de que alguien se diera cuenta por temor a decepcionar a los demás. Ella sabía que tenía que hacer algo al respecto. A medida que intentaba cumplir con todos sus compromisos, se sentía exhausta teniendo tanto por hacer y sin dormir lo suficiente.

Entonces, un resfriado repentino la puso al límite de sus fuerzas. Incapaz de levantarse de la cama, decidió escuchar un podcast sobre autocuidado y cómo decir que no y, finalmente, reconoció que ya era hora de hacer algunos cambios.

Mandy comenzó por tener una relación sincera con su esposo, quien se alegró de saber que ella estaba decidida a dedicarse más tiempo a sí misma. Además, le dijo que la amaría sin importar si ella no siempre estaba de acuerdo con él en todo.

Para Mandy, eso fue enorme.

Luego comenzó a decir que no —cancelando con gentileza algunos compromisos a los que ya les había dicho que sí—. Se quedó estupefacta cuando todos con los que habló parecían entender y ni una sola persona estaba enojada. Fue así como se dio cuenta de que la presión que estaba ejerciendo sobre sí misma podría haber estado principalmente en su mente.

En el trabajo, dejó de tratar de arreglar todos los conflictos y, en cambio, comenzó a alentar a los miembros del equipo a resolver las cosas entre ellos. Además, decidió ser más estricta al establecer límites cuando se tratara de su horario.

Pero el mayor cambio para Mandy ha sido su cambio de mentalidad y el hecho de que ella decidiera darse permiso para que sus propias necesidades sean su prioridad. Todavía no ha reunido el coraje suficiente para abrir su propia cafetería, pero se está acercando cada vez más a hacerlo.

¡Hazlo… así sea con miedo!¿Necesita más consejos para superar el miedo a ser juzgado, a decepcionar a las personas y a dejar atrás tu tendencia de poner las necesidades de otras personas por encima de las tuyas? ¡Asegúrate de leer los capítulos 8, 13 y 19
¡Hazlo… así sea con miedo!

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