Читать книгу La Procedencia - Ruthy Garcia - Страница 11

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Un tiempo atrás

–Está loca por ti, ¿viste cómo se quedó cuando la ayudaste a levantarse?

–Estáis locos, la chica es solo una mariposita que no sabe volar... –Toma el pitillo de marihuana con dos dedos y fuma intensamente mientras lanza hacia arriba parte del humo.

–Podrías enseñarle que tiene alas íen sus cómplices, fuman hierba en la parte trasera de la escuela).

–¿Habéis visto su ropa interior rota? –Todos se ríen a carcajadas a causa de la sustancia que están fumando.

–Claro, lo vieron en Marte... ja, ja, ja. –Se burlan.

Jack regresa a la realidad tras escuchar la voz de la madre de Klaire.

–¿Por qué no se sienta de una vez?

Jack vuelve en sí y toma asiento frente a la mujer, en todo momento tiene la sensación de que le puede ver.

–¿Puede ver algo, aunque solo sea un poco?

–No, no puedo ver nada con los ojos, pero puedo sentir con todo mi ser, se sorprendería usted de las cosas que puedo saber.

–Ah, ¿sí?, ¿como qué? –Se muestra incrédulo.

–Como que la cocaína es una amiga a la cual le debe fidelidad diaria.

Jack tose por la sorpresa. “¿Cómo sabe esta mujer que consumo esa sustancia?”.

–¿Quién le ha dicho eso?

–Hay cosas que se saben con solo tocar a las personas, algunos dicen que es un don, me sucede desde que perdí la visión.

–¡Vaya don!

–Que conste que no lo juzgo, es solo que... hubo duda en usted ante mis palabras, debo demostrarle que sé cosas, algo que no entiendo, al tocar a la gente siempre me pasa su vida por delante como una película. Cuando salgo y camino por la calle, al rozar o tocar por accidente a algunas personas, percibo cosas siniestras. Por eso casi no salgo, solo para visitar a mi doctor, por obligación.

–Vamos al grano, mis adicciones no son relevantes, ahora lo que importa es cómo encontrar a su hija, vine en cuanto he podido, tengo muchas obligaciones.

–Duda de este don. Lo sé, aunque debe considerar la posibilidad de una desintoxicación, eso le haría bien a su carrera, evadir exámenes de pruebas de sustancias ilegales no será suficiente, un día podrían sorprenderle, lo perdería todo, todo, incluyendo su vida, esa vida que paga sus vicios y su desordenada manera de vivir, sería triste verse obligado a empezar de nuevo, a su edad, sin familia, solo...

Esas palabras fueron como puñaladas, pero debía ser fuerte, debía ser fuerte y admitir que tenía una buena comunicación con su madre. Aquello, aquello que hablaba, debía ser producto de las revelaciones de Klaire a su querida madre, estaba seguro de que Klaire había estado pendiente de su vida durante todo este tiempo, estaba seguro de que conocía sus círculos corruptos, tenía la certeza de que a Klaire no le era indiferente su vida desordenada.

–¿Quiere que encuentre a su hija o quiere ayudarme con mis adicciones y vicios?

La mujer suspira y se levanta, camina hacia la ventana, sus pies saben cómo llegar, conoce la casa perfectamente.

–¿Y si le digo que ambas cuestiones?

–No necesito ayuda.

–Es el primer paso para hundirse en las drogas: la negación.

–Si no me dice lo que quiero saber, creo que no podré encontrar a Klaire, lo siento, debo irme.

–Espere, Jack, le necesito. Usted es mi única esperanza, hace más de siete días que no sé de ella, estoy desesperada, la policía dice que Klaire estuvo en el Sanatorio y que se llevó al chico Cooper con ella, estoy muy nerviosa, ella estuvo aquí aquella mañana. Escuchaba una grabación, era la voz de Bramdtom, decía cosas muy extrañas relacionadas con su madre biológica. Klaire estuvo recientemente intentando dar con el paradero de la familia de ese muchacho, hizo algunos viajes, investigó algunas pistas, pero nunca lo compartió conmigo, usted sabe, las visitas a esta vieja ciega no son muy frecuentes.

–¿Se lo dijo a la Policía? ¿Qué dicen ellos?

–No les dije nada, no quería que tildaran de loca a mi niña bella.

–¿Y cree que es para menos? Mire en lo que se ha convertido su hija por una obsesión.

–¿Y usted, en qué se ha convertido por una adicción? No existe mucha diferencia entre usted y Klaire. –Se quedó en silencio y aceptó que la señora Morgan tenía razón.

–Está bien, dígame exactamente lo que escuchó.

–No, no se lo diré.

–¿Por qué?

–Porque escuchará usted sus propias palabras, tenga. –Sacó una grabadora del bolsillo de su chaqueta gris y se la entregó.

Era la grabadora de Klaire.

–¿Cuándo se la dio su hija?

–No me la dio... se la saqué yo del bolsillo aquella mañana, mientras me saludaba, también pude percibir que realizaría un largo viaje.

–¿A dónde?

–Eso no tuve tiempo de sentirlo, todo fue muy rápido, apenas tuve tiempo de sacar la grabadora de su chaqueta.

–Bien, escuchemos pues, tal vez de esta grabadora salga una luz que nos ayude.

–Eso espero…, espero que así sea, Jack.

–Pero… es evidente que.... podríamos escuchar cosas privadas de ella, no creo que debamos...

–Deje de hacer suposiciones, Jack, ansía tanto como yo escuchar qué sale de esa grabadora, mi hija ha desaparecido, en lo menos que pienso ahora es en un respeto innecesario.

Jack se levanta y procurando no rozar a la mujer, se pone a su lado.

–¿No tiene miedo de estar tan cerca de mí?

–No, no, pero ¿cómo supo que me levanté?

–Jack, mi oído es muy fino, la ceguera nos da la oportunidad de desarrollar los demás sentidos, los ciegos tenemos buen olfato, un excelente sentido auditivo y...

–Buen tacto.

–Sí, sobre todo, por eso lo del...

–Lo del "Don".

–Sí, eso... el don.

–No conozco el miedo –dice su boca, pero algo por dentro de él afirma que sí, que teme profundamente que la mujer descubra al oscuro detective Jack, un tipo sin escrúpulos que no le ha vendido el alma al diablo porque no sabe su dirección.

–Está bien. –Suspira–. Manténgase alejado de mí, no quiero ver cosas que me desagraden demasiado, no quiero perder la fe en que usted puede encontrar a mi hija.

La Procedencia

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