Читать книгу Cómo luchamos por nuestras vidas - Saeed Jones - Страница 10

III 7 de junio de 1998 Jasper, Texas

Оглавление

Tras una larga jornada de trabajo, James Byrd Jr., un hombre negro, accedió a que tres hombres blancos le acercaran en coche a casa. Tres supremacistas blancos, como descubrió demasiado tarde. Le dieron una paliza, le encadenaron a la parte trasera de la furgoneta y le llevaron a rastras durante más de un kilómetro a través de un camino rural desierto. Jasper, donde Byrd había vivido y muerto, está a cuatro horas en coche desde el salón en el que mi madre y yo nos encontrábamos aquella tarde.

Separados por un silencio abrumador, mirábamos cómo la boca del presentador de las noticias se transformaba y se torcía en busca de la forma apropiada para pronunciar la palabra «descuartizado». No recuerdo si entonces nos miramos, después de que mi madre cogiera el mando del televisor y lo apagara. Ojalá lo recordara. Espero que lo hiciéramos. Me gustaría creer que juntos fuimos capaces de ponerle nombre al miedo que anidó en nosotros aquella húmeda tarde.

Yo era la clase de niño que coleccionaba piedras. En la cama, siempre tenía al alcance de la mano un libro rojo de mitología griega «para niños», al lado de una libreta de, bueno, no poemas, pero sí frases sueltas que anotaba cuando me cansaba de repetírmelas a mí mismo. Aquella noche, cuando me fui a la cama, en vez de coger mi libreta, rebusqué en mi colección de piedras hasta que encontré mi trozo de jaspe. La piedra pulida era suave al tacto y de color rojo óxido. Vi la imagen de tres chicos con ramas en las manos, dando pisotones mientras se adentraban en el bosque. Durante un instante no fui tan inocente. No estaba aterrorizado; más bien sentía que yo mismo podía encarnar el terror. Durante un instante, fui el lobo al otro lado de la puerta. Pero entonces volví a ser un niño negro en Estados Unidos, tumbado en posición fetal sobre la cama, con una piedra del color de la sangre en las manos y el golpeteo de las cadenas zumbándome en los oídos. En silencio, atormentado e impotente.

Al igual que algunas culturas tienen cien palabras para decir «nieve», debería haber cien palabras en nuestro idioma para todas las formas en las que un niño negro puede permanecer despierto por la noche.

Cómo luchamos por nuestras vidas

Подняться наверх