Читать книгу Herencia - Sandra Lorenzano - Страница 14

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Buscan la vena, clavan la aguja en la que se ve más fuerte, sólo unos minutos, mientras se llena el tubo de ensayo, y en un par de semanas están los resultados. Listo. ¿Qué es lo que preferiría no saber? Tengo que recuperar algo de la herencia del cuerpo que no sea ese maldito gen. Alguien me escribe: «Muchos de los judíos que decían haber nacido en ciudades lo habían hecho en aldeas. Era difícil que fueran aceptados en una ciudad rusa importante en esa época». No sabemos con certeza la fecha de nacimiento y ahora tampoco el lugar. Qué frágil memoria trajeron los inmigrantes. O será que nadie quería saber. Puedo pedir una cita para el próximo martes y de ahí me voy a la comida que tengo, como si fuera algo de poca importancia. Sí, creo que eso es lo que voy a hacer. O mejor el martes de la siguiente semana. Total, he pasado tantos años sin hacerme ese análisis que no creo que las cosas cambien mucho en una semana. Hay árboles truncos. Árboles que han sido cortados para no olvidar. Así es como muchos le rinden homenaje a los suyos, a los de su sangre. La misma que llena el tubo de ensayo.

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