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Presentación

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Horacio Sanguinetti*

Por lo común, quienes aman ciertos lugares se interesan en su historia, en conocer quienes los apreciaron, vivieron y conformaron. Por eso muchos argentinos procuran saber de los pueblos indígenas que los habitaron antes de la conquista, de sus costumbres y de la relación con los espacios que hoy sentimos nuestros.

El centro de la actual República Argentina fue hogar de las comunidades comechingonas, acerca de cuyos caracteres se ignora tanto, mucho más que en relación con los de otras poblaciones precolombinas.

Sobre los comechingones, por eso mismo, se han creado las más fantásticas leyendas: hay quienes los suponen totalmente barbados, de piel blanca, de ojos celestes… pero poco de eso tiene mayor seriedad.

Desde niño frecuento una zona de Córdoba donde existió un pisadero comechingón (en el que se fabricaba adobe a partir del barro) y los utensilios de su uso se encontraban entonces a flor de tierra. Personalmente y a muy corta edad, hallaba trozos de barro cocido, con precarias formas humanas o acaso divinas, aparentes armas y, en cierta cantidad, puntas de flechas; una de ellas, de estética destacable, muy completa y bien tallada, la conservo hasta hoy.

El pisadero de marras estaba en un sitio muy bien escogido, próximo a un arroyo, con declive adecuado para su drenaje y fácil acceso.

Espero que este ingenioso libro, que recoge prácticamente cuanto se sabe sobre los comechingones, ilumine el tema, y provoque entusiasmo en ampliarlo y profundizarlo. Intuyo que esa etnia era más avanzada de lo que se pretende y que sus condiciones de vida habían ido progresando al nivel de sus vecinos contemporáneos.

Es un enorme tema, cuyo abordaje puede fascinar a cualquiera; en primer lugar a los autores que aquí presentamos con el aprecio y el alto respeto que merecen.

* Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Academia Nacional de Educación. Real Academia Española. Universidad de Buenos Aires.

Los señores del Uritorco

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