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El origen de la creación

Un mensaje del arcángel Rafael al unísono con el coro de los ángeles en presencia del arcángel Gabriel

I. Preludio

Hijas e hijos del altísimo. Hoy hemos venido a hablaros acerca del origen de la creación.

Antes de desarrollar el tema que hemos venido a compartir, quisiéramos pediros que nos permitan pasar a solas un tiempo juntos. Un tiempo lleno de amor y verdad. Un tiempo que se transmite y experimenta de un corazón trino a un corazón trino. Os hablo en plural para que sepáis a ciencia cierta que somos muchos, muchos los que hemos venido y estamos aquí y ahora.

A ti que lees estas palabras, te digo: has de saber que un número incontable de seres celestiales te está rodeando en este mismo instante. Tantos que no puedes nombrarlos. El mismísimo Jesús de Nazaret, el Dios humanado, te está mirando con amorosa devoción. La madre del amor te está abrazando y absorbiendo en su corazón inmaculado dando calidez a tu corazón y a todo lo que eres. Los ángeles te rodean por todas partes y las sinfonías del cielo se reúnen en un coro de alabanza envolviendo todo tu ser y toda tu existencia. Las armonías del cielo inundan la tierra con su amor y misericordia por medio de esta manifestación que aquí y ahora se hace presente. Siente el batir de las alas de los serafines. Siente la dulzura del amor.

Tú que lees estas palabras, tú que has sido elegida en el designio por aquel que es tres veces santo para recibir y dar estas palabras en un acto de creación perfecta, has de saber que el cielo ha descendido hacia ti y desde esa unión es desde donde se realiza todo lo que en esta obra bendita se materializa por medio de los símbolos de estas palabras. Símbolos que son la manifestación creada en la forma de un diálogo entre tú y la creación. Entre tú y el cielo.

Eres tú quien les da vida a estas palabras. Hazte consciente de esta unión entre el cielo y tu ser, pues literalmente te estamos rodeando por todas partes y llenando todo tu ser, tu vida y tu existencia de amor infinito. De luz. De sosiego. De paz. Siente la ternura del amor. Siente la paz y el descanso que brotan de este refugio de amor divino en el que estamos juntos. Disfruta de este tiempo de unión mientras desarrollamos el tema de hoy. Siéntete abrazada por el amor pues el amor te está abrazando.

II. El ser como fuente

Toda creación tiene un origen. Comienza con algo. Tú mismo tienes un origen y tienes que haber comenzado por algo. Algo tiene que haberte antecedido. Esta verdad eterna está implícita incluso en la forma, la cual imita el contenido. Todo surge desde un algo o un alguien. Los cuerpos surgen de otros cuerpos. Las flores surgen de otras flores. Las ideas se concatenan unas tras otras dando vida a su contenido y creando así nuevas ideas. Nuevos umbrales de la mente.

La mente es un medio creativo. Es un medio, por medio del cual toda creación es creada. La creación es expresión literal de un algo a través de la mente y el corazón. La mente pensante no es fuente de creación, por más que parezca serlo. El corazón no es fuente de creación, por más que los sentimientos y emociones parezcan crear un estado emocional o clima.

En verdad tiene que haber algo que antecede a la mente y al corazón a la hora de crear y que se vale de ambos para su expresión. La consciencia tampoco es fuente de creación, ya que la consciencia es simplemente esa parte del ser que hace que te percates de lo que la mente y el corazón están manifestando, expresando. Es la ventana del ser por medio de la cual miras, y de este modo te conoces a ti misma. Podemos entonces argumentar que la voluntad y su libre albedrío son fuente de creación. Y que toda creación es el resultado de una voluntad creadora. Sin embargo, la voluntad y su libre albedrío, en el grado en que este sea, ya que puedes limitarlo, tampoco pueden ser fuente de creación ya que son medios y no fines. No se crea para la voluntad. Tampoco para la mente, ni para el corazón, ni para la consciencia.

Si toda creación tiene un origen, debe tener un fin. No en el sentido de un final sino en el sentido de un propósito. La mente, el corazón, la consciencia, la voluntad, el libre albedrío no pueden ser el fin de la creación, no pueden ser su propósito.

¿Qué sentido tendría crear toda la creación con el solo fin de dar existencia consciente a la mente, el corazón, la voluntad, el libre albedrío y la consciencia misma? ¿Puedes con tu mente pensante crear una estrella? ¿Puedes con tu voluntad humana crear un sol? ¿Puedes hacer que las montañas cambien de lugar y se planten en el océano por medio de tus sentimientos y emociones? ¿Cuántas veces deseas que algo sea de un determinado modo y sin embargo es de otro modo? Es lo que es.

III. El ser unificado

Hijos a hijas de la pureza, la mente pensante y no pensante, es decir, la imaginación, la memoria y la capacidad de pensar junto con el corazón que siente y se expresa en sentimientos y emociones, la voluntad, el libre albedrío y la capacidad de ser conscientes (consciencia) son simplemente facultades del alma. Así como un cuerpo físico tiene pies para caminar y boca para hablar y muchas otras partes que tienen una función, del mismo modo ocurren con el alma.

No confundáis las potencias del alma con el alma en sí. Las potencias del alma son eso, potencias. Y, por ende, no son nada en acto en sí mismas. Son solo en potencias. Son los medios que permiten la expresión de la potencialidad del alma en la forma. Toda potencialidad del alma es manifestada por medio de sus potencias haciéndose acto. La creación es el acto surgido de una potencialidad por medio de las potencias.

Ahora reemplazamos la palabra alma por la palabra Ser. Usamos la mayúscula en este caso para distinguir por última vez al ser del Ser. Al viejo ser que era una falsa identidad o imagen falsa de ti misma por el verdadero Ser creado por Dios para ser tal como Dios te creó para ser. Ya no es necesario hacer esta distinción entre ser y Ser ya que toda hermana y hermano en Cristo que haya llegado hasta aquí ya ha pasado por el proceso de deshacimiento del ego, y ya no es más el viejo ser que un día fue.

El hombre o la mujer vieja quedaron atrás para siempre y ya han sido abandonados. Ahora sois uno. Un nuevo ser. El verdadero ser que Dios creó a su semejanza. Ahora sois una sola alma. Un solo ser. Un solo corazón. Somos uno con todo lo que somos y con todo lo que es. En efecto, este nuevo ser que eres es lo que aún te genera cierta incomodidad, inquietud e impaciencia. Pues un viejo ser ha desaparecido para siempre, y con ello todo un mundo, regresando al polvo desde el cual había surgido y un nuevo Ser ha comenzado a resplandecer como la luz del mundo. Poco a poco irás acostumbrándote más y más a tu gloria y a tu poder. A la magnificencia del ser que eres en verdad. Para facilitar esto es que no haremos más distinciones entre el ser y el Ser. Ahora hablamos del único ser verdadero. Hablamos de ti, de mí y de todos.

El ser es la fuente de la creación. Es su origen y su fin. La creación no es otra cosa que la potencialidad del espíritu manifestada en la forma. El ser se expresa en razón de ser el que es. Todo ser se expresa y no puede dejar de expresarse. Esa expresión del ser es lo que llamamos creación. Por ende, el origen de la creación es el ser, el espíritu. ¿Pero de qué ser estamos hablando? Del único ser verdadero. Del amor.

El amor es el ser que es origen de la creación. Nada puede ser creado sin el amor, porque fuera del amor no existe nada. El ser amor que es Dios, y procede de Dios como extensión de sí mismo, es lo único en el universo que posee dentro de sí el potencial y el poder creativo verdadero. Núcleo de poder este que reside en todo espíritu por la sola razón de ser. De tal manera que la sola existencia del ser hace que la creación se extienda. No se puede abolir el poder de extensión de la creación porque es con-natural al ser.

IV. Amor y creación

El amor es el origen de la creación porque solo el amor es. El poder de ser causa y efecto que es propio del amor es el poder que hace que todo lo que se pueda crear sea creado. El poder que reside en el amor es el que activa la voluntad para que la potencialidad pase a ser acto, y de ese modo sea manifestado el amor. Sea extendido. El origen de la creación reside en la naturaleza misma del impulso irrefrenable del amor a extenderse a sí mismo para ser conocido. Esa fuerza que creó todo el universo reside en ti. Hay un núcleo dentro de ti que está unido al divino, el cual empuja a vuestro espíritu y lo espolea para que se extienda. Para que salga de la crisálida y comience a volar.

Hijas e hijos de la luz, comprendedlo llanamente. Expresar amor es crear. Expresar amor es ser tal como Dios os creó para ser. Expresar amor es expresarse a vosotros mismos en verdad. Solo los sentimientos compasivos y los pensamientos amorosos son la verdad acerca de vosotros. Solo las memorias felices. Solo las imágenes de belleza y armonía. Solo las miradas limpias. Solo la pureza de vuestros corazones. Solo la alegría de ser. Solo las palabras santas son la verdad acerca de vosotros.

Abrazad el amor dentro de vosotros. Reuníos con el amor que vive en vosotros. Sentid la ternura del amor. Permaneced allí donde mora el amor y dejad que el amor se exprese por sí mismo por medio de sus potencias. El amor, y solo el amor, salvará al mundo, pero no el amor tal como ha sido concebido de modo tergiversado por siglos, sino el único y verdadero amor. El amor que sois en verdad. Vuestro ser.

Todo lo amoroso en vosotros es lo que hoy comenzará a expandirse.

Este es un llamado a la voluntad y a todas vuestras potencias. Este es un llamado a permitir la explosión del poder del amor que sois. Tú que lees estas palabras ya estás lista para dejar que el amor que sois se manifieste, no lo ahogues más. Mira que las alas del espíritu de Dios espolean a tu ser y lo empujan a extender más amor eternamente y de ese modo seguir creando desde tu ser.

Hermanas y hermanos en la luz, permaneced en la presencia del amor que vive en la unión indivisa de los tres corazones ahora y siempre. Y de ese modo salvareis al mundo y creareis nuevos universos de infinitos universos cuyo fundamento será la paz y gozaréis eternamente del juego del amor hermoso, el juego de crear tal como Dios crea. Es decir, de crear un nuevo amor desde el amor, con amor y para el amor. No intentéis amar a vuestro modo. Más bien dejad que el amor que sois se exprese a sí mismo permaneciendo ahora y siempre en la presencia del amor.

Elige solo el amor

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