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Preludio

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Un mensaje de Jesús, identificándose a sí mismo como “el Cristo viviente que vive en ti.”

Amada mía. He venido como el Cristo viviente que vive en ti. He venido a reclamar mi herencia. He venido a reclamar tu ser. He venido a recordarte a ti, alma enamorada, y a los muchos que recibís estas palabras de sabiduría y amor, cuál es el camino de la felicidad y la plenitud. El camino consiste en amar todo lo que surja en tu interior. Todo lo que percibas que experimentas interiormente.

Tu función es bendecir a la creación. En otras palabras, es llevar amor a todo lo que surge en el marco de tu consciencia, sean imágenes, sentimientos, recuerdos, emociones, pensamientos, sensaciones, cosas, cuerpos, circunstancias o acontecimientos. Todo. Sea lo que sea que el espíritu puro, que es aquel a quien habéis dado el nombre de Espíritu Santo y procede del Padre, te muestre.

Soy el Cristo viviente que vive en ti.

Soy el fiel reflejo de tu ser, de tu alma.

Soy la perla de inestimable valor.

Soy la dracma perdida.

Soy el tesoro escondido.

Soy eso que habéis olvidado precisamente porque es verdad.

Soy la luz de la consciencia crística.

Soy tu verdadera identidad.

Soy lo que eres en verdad.

Soy el Cristo en ti.

La blancura de la luz en la que he venido es un pálido reflejo de la inefable gloria y poder que viven en ti, que eres luz de luz verdadera.

Soy el reflejo perfecto de tu ser.

Soy la morada de la luz.

No vengo a ti en cualquier momento sin tu participación volitiva. Nunca irrumpo intempestivamente en vuestras vidas. Estoy siempre a la puerta y llamo. Cuando os disponéis a abrir vuestras mentes y vuestros corazones, haciendo un espacio sereno para mí, entonces sin demoras me hago presente. Me manifiesto en toda mi gloria y todo mi esplendor. Gloria y esplendor que también es vuestra pues yo no me quedo nada para mí mismo. Yo no escucho ni sigo a la llamada codiciosa porque no tengo ni albergo miedo alguno.

Soy puro amor.

Soy la pura potencialidad.

Soy pura inteligencia.

Soy tu alma, radiante, ilimitada, perfecta.

Soy la morada de la luz.

Basta un solo pensamiento para que haga acto de presencia en vuestras vidas y os abrace en la luz, la calidez y el solaz de mi amor. Yo amo todo lo que surge en mí y tú eres precisamente eso que ha surgido de mi divinidad, de mi ser de amor infinito. Eres mi perfecta creación. Eres esa parte de mí que solo tú puedes ser. Eres un pedacito de cielo. Una partícula de amor. Eres una molécula del Dios que soy. Eres mi luz, mi amor, mi verdad.

No existe ningún lugar donde yo no esté.

Allí donde sopla el viento, allí estoy yo.

Allí donde la brisa de una tarde de primavera abraza todo, allí estoy yo.

Allí donde el rocío besa la hierba, allí estoy yo.

Allí donde el perfume del nardo es esparcido por la belleza de su flor, allí estoy yo.

Allí donde nace una estrella, allí estoy yo.

Allí donde hay un corazón roto, y una lágrima brota, allí estoy.

Allí donde mora la dulzura, allí estoy yo.

Allí donde reside la ternura, allí estoy yo.

Allí donde las aguas del cielo se juntan con las de la tierra creando océanos insondables, allí estoy yo.

Allí donde un pensamiento de miedo asoma sobre el horizonte, allí estoy yo.

Allí donde hay una flor, allí estoy yo con todo mi amor.

Allí donde estás tú, allí estoy yo porque tú eres mi luz, mi amor y mi todo.

No hay un lugar donde yo no esté.

No hay un lugar donde tú y yo no estemos por siempre unidos en la luz de la verdad.

Allí donde el rayo de luz que emerge del sol ilumina, allí estamos tú y yo.

Allí donde cae el pétalo de una rosa, allí estamos tú y yo porque somos aquello que ha dado vida a todo lo que ven los ojos y más allá.

Somos la pura potencialidad del amor.

Somos la morada de la luz.

Elige solo el amor

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