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Por qué soy narrador
ОглавлениеFernando Iwasaki
INTUÍ LOS FUNDAMENTOS de la narratología mucho antes de leer a Genette, Todorov o Barthes, porque los cómics, los dibujos y las películas me enseñaron a seguir la secuencia de las historias, a comprender los puntos de vista de los distintos personajes y sobre todo a descubrir que no había nada más normal que dar un salto temporal, porque entre una viñeta y otra alguien viajaba al futuro, el tiempo se suspendía o leíamos el pensamiento de los protagonistas. Y los niños lo comprendíamos todo sin necesidad de saber lo que era una elipsis.
De hecho, los cómics de Marvel me prepararon para leer literatura fantástica, porque en Fantastic Four # 19 (1963) el Dr. Doom vagaba por la galaxia cuando fue recogido por la pirámide estelar del poderoso Rama-Tut, Faraón de los Siete Soles y futuro avatar del propio Dr. Doom, quien le dijo: "Doom, tú eres mi antepasado, porque dentro de mil años tú serás Rama-Tut”. Es decir, lo mismo que Jorge Luis Borges fantaseó en "El Otro", primero de los cuentos de El libro de arena (1975), aunque dentro del Yard de la Universidad de Harvard y no flotando por la Vía Láctea, que habría sido lo más verosímil.
El siguiente salto narratológico lo di cuando leí Rayuela (1963) a fines de los setenta, porque las instrucciones de lectura propuestas por Julio Cortázar me descubrieron un fascinante abanico de posibilidades que el cine ha explotado de maravilla a través de numerosas películas como Memento (2000), The Butterfly Effect (2004) y Source Code (2011), por citar tres de las más recientes, aunque el cruce más potente volvió a darse en los cómics, cuando el Aleph de Borges se convirtió en el cristal M’Kraan de la Era de Apocalipsis (1995), aquella memorable saga de los X-Men que transcurría en un futuro distópico alternativo.
Debo ser uno de los últimos humanistas analógicos que todavía puede presumir de haber leído más libros y cómics que visto series y películas, y por eso tiendo a detectar en lo audiovisual el eco de todo lo que he leído. ¿Cómo no reconocer The Turn of the Screw (1898) de Henry James en The Sixth Sense (1999) de Shyamalan y en Los Otros (2001) de Amenábar? Sin embargo, la hegemonía del cine y las series es tan abrumadora, que resulta más eficaz explicar la narrativa a través de lo audiovisual que recurriendo a lo textual. Por eso este Narrativa(s) en ficción televisiva y cinematográfica de Sergio Cobo Durán y Javier Lozano Delmar se me antoja un manual imprescindible.
Narrar supone un proceso que consiente la existencia de un "punto ciego"; es decir, un espacio de ambigüedad donde el lector-espectador se apodera de la obra que lee o contempla. Aquel último salto narratológico lo di después de jugar un partido de fútbol donde fui sustituido de mala manera por un rústico entrenador que sin querer me dio un gran consejo: "¿Por qué no te dedicas a narrar, carajo?”. Y en eso estoy.
Fernando Iwasaki
Sevilla, primavera (apocalíptica) de 2020