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Francisco Sánchez es el propietario de Manley Electromontajes SRL. Heredó de su padre el oficio de todo lo relacionado a trabajos metalúrgicos. Hoy se especializa en el montaje de cañerías y construcciones metálicas para estructuras auxiliares en los pozos de perforación.

Tiene, en las afueras de Ciudad Victoria, un taller con la infraestructura necesaria para la ejecución de los trabajos de prefabricados, que luego traslada para su montaje en campo.

Tiene dos empleados, Luis y Pedro, ambos de 25 años de edad, que están aprehendiendo el oficio metalúrgico.

Luis es un soldador de cañerías, está calificado bajo las normas ASME y se especializa en soldaduras de alta presión, fundamental en el campo de la explotación de petróleo.

Pedro tiene la especialidad de cañista, ha realizado un curso de capacitación laboral y con los años de trabajo junto a Francisco, ha asimilado todo lo relacionado a la construcción de cañerías.

Esa mañana, María Espinosa que era la esposa de Francisco y se encargaba de las tareas administrativas de la empresa, recibe un mail de PetroleoumAmericano, con la invitación para participar de un Concurso Privado de Precios para la ejecución de trabajos de construcción y montaje de un Oleoducto desde la planta PTC de Tamaulipas.

María corre al taller a los gritos...–Francisco…. ¡¡¡Francisco!!!

Francisco está armando junto a Luis y Pedro una pasarela metálica para acceso a un equipo separador de gas.

—¡¿Qué pasa, mujer, por qué tantos gritos…?! –dice Francisco.

—No vas a creer lo que nos acaba de llegar por mail.

—¿Qué? – repite Francisco

—¡¡Una invitación para participar de un concurso privado de precios para construir un oleoducto en la PTC de Tamaulipas!!– expresó María todavía un poco incrédula de lo recibido.

Qué raro – piensa Francisco– nunca nos habían invitado a un trabajo tan importante. Es consciente de que su empresa es un grano de arena en comparación con otras que tienen en la zona de mayor infraestructura y espalda financiera que ellos.

Pero, a pesar de esos pensamientos, no quiere arruinar el gran momento de felicidad que tiene María, que ya se ha unido a Pedro y Luis porque sería su primera gran experiencia laboral.

Pasado un día de la noticia de la invitación, Francisco decide llamar por teléfono al contacto que figuraba a pie de mail.

—Petroleum Americano, buenos días– responde una vos femenina muy suave.

—Buenos días, señorita, necesitaría hablar con el ingeniero Luis Martínez.

—¿De parte de quién?

—De Francisco Sánchez de Manley Electromontajes.

—Un momento, por favor – y escucha la música en espera…

—¿Hola?

—Sí, buenos días, ¿ingeniero Luis Martínez?

—Sí, con él habla.

—Buenos días, Ingeniero, me comunico porque recibimos una invitación para participar en un concurso privado de precios, de la empresa Manley Electromontajes.

—Ahhh sí, sí, cómo está, Francisco.

—Disculpe que lo moleste, pero creo que ha habido un error en enviar la invitación a nuestra empresa…

—¿Por qué dice eso, Francisco?

—Es que somos un taller metalúrgico pequeño, tenemos mucha experiencia en hacer este tipo de trabajos, pero siempre como subcontratista de una empresa mayor. Imagínese el respaldo de capital que se debe tener para comprar solamente las tuberías.

—Bueno, bueno, Francisco, por qué ese espíritu derrotero. Sabemos que son muy buenos armando y montando tuberías y para nosotros eso es lo que vale. Respecto a lo que menciona de los materiales, usted haga un listado de qué puede proveer y qué estaría fuera de su alcance financiero y seguro que una solución vamos a encontrar.

—Bueno, le agradezco la confianza, Ingeniero, me pongo a trabajar en eso y le estaría enviando una propuesta.

—¿Cuándo cree poder tenerla? Estamos con los tiempos muy ajustados…

—¿Le parece este viernes?

—Perfecto, Francisco, espero su propuesta por mail este viernes.

—Bueno, Ingeniero, muchas gracias.

—A usted, Francisco.

El novato

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