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APÉNDICE DE 1914.
ОглавлениеLa justificación que antecede fue descrita en 1909. Desde esta fecha han variado mucho las cosas. Mi aportación a la interpretación de los sueños no es omitida ya en los nuevos trabajos sobre esta materia. Pero la nueva situación me hace imposible continuar la información precedente. La Interpretación de los sueños ha hecho surgir toda una serie de nuevos problemas y afirmaciones, que han sido muy diversamente discutidos, y, como es lógico, no puedo analizar los trabajos de esta índole hasta haber desarrollado aquellas de mis opiniones a que los autores se refieren. De lo que en esta literatura me ha parecido más valioso trato en los capítulos de la presente edición.
Hasta 1900, fecha de la primera edición de la presente obra, en su original alemán.
Las consideraciones que siguen están tomadas del concienzudo estudio de Büchsenschütz.
En alemán existen términos diferentes para designar el suelo -fenómeno onírico- y el acto de dormir (Traum y Schlaf). Igualmente en francés y en inglés (rêve y sommeil; dream y sleep). Pero en castellano no poseemos sino un mismo término -sueño- para ambos conceptos. Como esto pudiera originar confusiones, diremos tan sólo sueño refiriéndonos al fenómeno onírico, y emplearemos para designar el acto de dormir la palabra reposo. (N. del T.)
También Hipócrates dedica un capítulo de su famosa obra médica a las relaciones entre los sueños y las enfermedades. (Nota de 1914).
Sobre la interpretación onírica en la Edad Media, cf. la obra de Diepgen y las investigaciones especiales de M. Foerster, Gotthard y otros. Almoli, Amram, Lewinger, y recientemente, desde el punto de vista psicoanalítico, Lauer, han estudiado la interpretación de los sueños entre los judíos; Drexi, F. Schwarz y el misionero Tfinkdji, entre los árabes; Miura e Iwaya, entre los japoneses; Secker, entre los chinos, y Negelein, entre los indios.
«…y cualquiera que sea el propósito al que uno se aferre con devoción, cualquiera el asunto que nos ha tenido ocupado en exceso en el pasado, más diligente se hace la mente sobre tal propósito, generalmente son las mismas cosas que parecemos encontrar en los sueños: abogados que alegan sus pleitos y comparan leyes, generales que combaten y se trenzan en batalla…» (Nota del E.)
«Así es como los restos de pensamientos y acciones se movilizan y agitan dentro del alma.» (Nota del E.)
También Vaschide afirma haberse observado con gran frecuencia que en nuestros sueños hablamos los idiomas extranjeros con mayor soltura y corrección que en la vida despierta.
Como resultado de investigaciones posteriores, añadiré aquí que no es cosa tan rara el que el sueño reproduzca inocentes y poco importantes ocupaciones del día, tales como hacer los baúles, preparar la comida, etc. Pero en tales sueños no acentúa el sujeto el carácter de recuerdo, sino el de realidad: «Todo eso lo estuve haciendo realmente durante el día.» (Nota de 1909.)
Chauffeurs, nombre dado en la Vendée a una cuadrilla de ladrones que aplicaban a sus víctimas la tortura descrita.
La aparición de personas gigantes en un sueño indica que en el mismo se evoca una escena de la infancia del durmiente. (Nota de 1911.)
Adición de 1925: «Incidentalmente, la interpretación consignada que apunta a una reminiscencia de Los viajes de Gulliver, es un buen ejemplo de lo que una interpretación no debe ser. El interpretador de un sueño no debe darle rienda suelta a su imaginación y olvidarse de las asociaciones del soñador.» (Nota del E.)
Además de este valor diagnóstico de los sueños (por ejemplo, en Hipócrates), debemos recordar la importancia terapéutica que en la antigüedad se les concedía.
Entre los giegos había onirocríticos, a los que acudían principalmente enfermos en demanda de curación. El paciente penetraba en el templo de Apolo o Esculapio y era sometido a diversas ceremonias -baño, masaje, sahumerio, etc.-, que provocaban en él un estado de exaltación. En seguida se le dejaba reposar dentro del templo, tendido sobre la piel de un carnero sacrificado. En esta situación soñaba con los remedios que habían de devolverle la salud, los cuales se le aparecían con toda claridad o bajo una forma simbólica, interpretada luego por los sacerdotes.
Sobre estos sueños terapéuticos entre los griegos, cf. Lehmann, I, 74; Bouché-Leclercq, Hermann, Gottesd, Altert, d. Gr., párr. 41; Privatalert, párr. 38, 16; Böttinger, Beitr., z. Geschichte d. Med. (Sprengel), II, págs. 163 y ss.; W. Lloyd, Magnetism and mesmerims in antiquit, Londres, 1877; Döllinger, Heidentum und Judentum, pág. 130.
Sin embargo, se han observado también sueños que se repitieron periódicamente; cf. la colección de Chabenaix.
Citado por Benini (1898).
H. Silberer ha mostrado en varios interesantes ejemplos cómo incluso pensamientos abstractos se transforman, en estado de adormecimiento, en imágenes plásticas que aspiran a presentar idéntico significado. Jahrbuch v. Bleuler-Freud, I, 1909.
Análogamente intenta Haffner explicar la actividad onírica por la transformación que en la correcta función del intacto aparato anímico tiene que provocar una condición introducida en él de un modo anormal, pero describe esta condición en forma distinta a la de Delboeuf. Según Haffner, la primera característica del sueño es la carencia de lugar y tiempo, esto es, lal emancipación de la representación del puesto que el sujeto ocupa dentro del lugar y tiempo. Con éste se enlaza el segundo carácter fundamental del sueño; la confusión de las alucinaciones, imaginaciones y combinaciones de la fantasía con las percepciones exteriores. «Dado que la totalidad de las fuerzas anímicas superiores, y especialmente la formación de conceptos, el juicio y la deducción, por un lado, y por otro la autodeterminación contingente, se unen a las imágenes fantásticas sensoriales y tienen siempre a éstas como base, habrán de participar asimismo estas actividades de la falta de reglas de las imágenes oníricas. Y decímos que participan porque, tanto la energía de nuestro juicio como la de nuestra voluntad no experimentan en sí, durante el sueño, alteración ninguna. Por lo que a la actividad se refiere, somos, durante el reposo, igualmente libres y poseemos igual penetración que en estado de vigilia. Ni aun en sueños puede el hombre burlar las leyes del pensamiento; esto es, identificar lo que se le representa como opuesto, etc., ni tampoco desear sino aquello que se representa como un bien (sub rationi boni). Pero en esta aplicación de las leyes del pensar y del querer es inducido a error el espíritu humano, en el sueño, por la confusión de una representación con otra. Así, establecemos y cometemos en él las mayores contradicciones, mientras que al mismo tiempo podemos formular los más penetrantes juicios, deducir las más lógicas conclusiones y tomar las decisiones más virtuosas y santas. La falta de orientación es todo el secreto del vuelo que nuestra fantasía sigue en el sueño, y la ausencia de reflexión crítica y de contraste con otras inteligencias constituye la fuente principal de la extravagancia de nuestros juicios, esperanzas y deseos en el sueño» (pág. 16).
Compárese con este punto de vista el désintêret, en el que Claparède (1905) ve el mecanismo de la conciliación del reposo.
«No hay cosa imaginada demasiado absurda, demasiado enredada o demasiado anormal para nuestros sueños.» (Nota del E.)
Más adelante se nos revelará el sentido de estos sueños llenos de palabras que comienzan con la misma sílaba.
Cf. Haffner y Spitta.
El inteligentísimo místico Du Prel, uno de los pocos autores cuya omisión en anteriores ediciones de este libro quisiera reparar, manifiesta que el acceso a la metafísica no es, por lo que el hombre se refiere, la vida despierta, sino el sueño (Philosophie der Mystik, página 59).
Nota de 1914: «Una bibliografía ulterior y una discusión crítica de estos problemas puede encontrarse en Tobowolska (1900).»
Cf. la crítica que de esta hipótesis hace Havelock Ellis (World of dreams, pág. 268).
Grundzüge des Systems der Anthropologie, Erlangen, 1860.
No deja de ser interesante conocer la actitud que la Inquisición adoptase ante este problema. En el Tractatus de Officio sanctissimae Inquisitionis, de Tomás Careña (edición de Lyon, 1659), se dice: «Si alguien profiriese herejías en sueños, deberán los inquisidores abrir información sobre su vida, pues en los sueños suele retornar aquello que nos ha ocupado durante el día» (Dr. Ehniger S. Urban, Suiza).
Idénticamente se expresa el poeta Anatole France (Le Lys rouge): Ce que nous voyons la nuit, ce sont les restes malheureux de ce que nous avons négligé dans la veile. La rève est souvent la revanche des choses qu’on méprise ou le reproche des êtres abandonnes.
Entre los autores que con posterioridad a los citados han tratado de estas relaciones se encuentran Feré, Ideler, Lasègue, Pichon, Régis, Vespa, Giessler, Kazowsky, Pachantoni y otros. (Nota de 1914).
H. Swoboda: Die Perioden des menschlichen Organismus, año 1904.
Nota de 1930: «Ver mi trabajo sobre Josef Popper-Lynkens y la teoría onírica» (En estas Obras Completas).