Читать книгу La prodigiosa trama - Sonia Abadi - Страница 5
ОглавлениеDel círculo a la red
¿acaparar o compartir?
Finalmente entendimos que el futuro es asociativo, conectivo y colaborativo. En los negocios, las artes, la ciencia y la tecnología. Y que nuestras redes humanas trascienden los círculos de poder y nos abren infinitas posibilidades.
Sin embargo, cuando iniciamos un nuevo proyecto solemos aspirar a ser parte de un grupo influyente, esperando recibir favores, ventajas o beneficios. Y si queremos hacer crecer nuestro emprendimiento o empresa, tratamos de encontrar el respaldo de ese capital de contactos importantes. Ésos se cuidan, se reservan, se trata de no agotarlos, ya que una vez que se los utiliza, no es fácil volver a recurrir a ellos.
Entonces, si estamos en la primera etapa y necesitamos ayuda, no los vamos a convocar hasta que el proyecto tome forma definitiva, para no incomodarlos. Tampoco compartimos ni prestamos nuestros contactos a otras personas, ya que nos los podrían gastar o quemar. El efecto Bala de Plata se reserva para un solo impacto.
Algo bien diferente sucede con las conexiones informales, amigos, compañeros de deportes, conocidos de un viaje, amigos de mis amigos. Toda gente diversa, con intereses en ámbitos alejados de mi trabajo, con quienes tenemos afinidades y complementariedades de vida.
Estas conexiones, siempre interesantes, tienen la cualidad de que cuanto más las convocamos, más vitales y activas se mantienen. Por eso, nos conviene compartirlas y hasta prestarlas, ya que es así como se fortalecen.
Podemos hacer de puente, de facilitadores, de celestinos, entre dos o varias personas. También podemos contarles un proyecto que recién comienza y aprovechar sus propuestas y sugerencias para mejorarlo, así como colaborar desinteresadamente en el proyecto de otro aportando nuestras ideas, recursos y conexiones.
Esta disponibilidad es gratificante, pero además nos brinda una pertenencia y un prestigio que resultará atractivo para otros que podrían interesarse en colaborar con nuestros proyectos. ¿Qué ganamos? Que nos conozcan, recuerden y nos tengan en cuenta. Y el hacer de intermediarios nos posiciona como conectores, como nodos que conectan a los demás entre sí.
Pero no se trata sólo de acumular conexiones informales y variadas en el trabajo, en el gimnasio o en un viaje, sino de la disposición a integrar lo diverso de un modo creativo y original. De entender por dónde pasan los lazos posibles entre las ideas, las personas y los proyectos, y hacerlos jugar.
Si vamos a todos los after office de networking, ¿estamos creando redes? No necesariamente, ya que puede que vayamos sólo en busca de contactos útiles y poco dispuestos a abrirnos a lo imprevisto, a aquello que nos pueda sorprender, motivar o inspirar.
Si tenemos un millón de amigos en Facebook, ¿pensamos en red? No necesariamente. Para eso hace falta crear una trama, tejer vínculos, conectar a nuestra gente y sus ideas, no sólo con nosotros sino también entre ellos.
Este modo de estar en el mundo, ¿nos hace mejores? ¿Más generosos? ¿Más solidarios? Sin duda. Pero más aún, nos hace ser parte del nuevo paradigma en el que el más valioso no es el que más tiene sino el que más aporta al espacio común. Nos posiciona en nuestro mundo social y laboral como nodos atractivos, convocantes y prestigiosos.
Atesorar los contactos o las ideas responde a la vieja lógica de fronteras, lo que es mío debo vigilarlo y cuidar que no me lo roben. Compartir las conexiones y co-crear, responde a la lógica de las redes, lo que se comparte se multiplica, revitaliza y crece.
La red promueve y facilita un modelo de pensamiento conectivo, trabajo colaborativo y hasta una economía colaborativa. Esta lógica está presente también en la web, no sólo como espacio compartido de información, sino como lugar de encuentro de las inteligencias y de creación conjunta de oportunidades.
Hoy sabemos que este modo de moverse y pensar no sólo es interesante como experiencia, también lo es en la forma en que se genera la innovación en nuestras vidas, profesiones o empresas.
Las personas en red no buscan contactos, sino que tejen conexiones formales e informales. Así encuentran, ofrecen, intercambian, capitalizan, generan recursos a mediano y largo plazo, tanto para fines puntuales como para fines diversos.
Y lo más sorprendente de esta modalidad es que vamos encontrando ideas y personas que no son consecuencia de lo que estamos buscando ahora, sino que terminan siendo el origen de un proyecto en el que aún no habíamos pensado.