Читать книгу El misterio de la fe - Tadeusz Dajczer - Страница 7
ОглавлениеLa Iglesia habla de la vocación universal a la santidad1, y esta vocación significa un llamamiento universal al camino de la vida interior. La vida interior y la vida sacramental están mutua y profundamente unidas y dependen la una de la otra. Por una parte, en la base de la vida interior se encuentra la vida sacramental, que nos introduce en un contacto directo y objetivo con la salvación consumada en Jesucristo. Por otra parte, no basta con participar en la santa Misa, con recibir su Cuerpo eucarístico, para alcanzar la santidad. Es necesario abarcar este acto con la vida interior, con la vida de la humildad, de la fe, con la vida de las tres virtudes teologales2.
La Eucaristía es continuamente una tierra no descubierta, un mundo desconocido. Al querer vivir de la Eucaristía, es necesario escuchar atentamente la voz de la gracia que exhorta: Coloca el pie sobre esta tierra no descubierta, da un paso, dos, tres, y Él te conducirá. Él, tu Dios, que resucitó y, por lo tanto, ha vencido todos los obstáculos y ahora quiere introducirte en la verdad asombrosa que tiene lugar sobre el altar.
Por medio del acto de fe –que de hecho es una gracia y la respuesta a esa gracia– puedo comunicarme con Dios que se acerca, que viene a mí en la Eucaristía.
Y cuando ya descubra, al menos un poco, el mundo extraordinario de la actuación de Dios sobre la tierra, su relación personal con nosotros, quizá me admire de ello y aparezca en mí una fascinación por ser Él tan maravilloso. Dijo que no nos dejaría huérfanos y de hecho se quedó de manera personal. Es como si nada hubiera cambiado, para que nada pierda por vivir en otros tiempos, en otra época, sino que reciba aún más.
Es fascinante que la Iglesia haya recibido el gran don de que pueda convertirme en contemporáneo de Jesús caminando por la tierra palestina. No cabe duda de que aquí, sobre el altar, algo ha cambiado, porque Jesús está aquí glorificado, pero de hecho será todavía más maravilloso el descubrimiento de su amor, que quiso permanecer con nosotros hasta el fin de los tiempos, para que esa Presencia salvífica, escondida a nuestra razón no iluminada por la fe, pueda comunicárseme siempre.
[El autor utiliza con frecuencia en el texto la primera persona, sin embargo su intención no es exteriorizar confidencias personales, simplemente quiere respetar al lector, no instruirlo ni aleccionarlo].