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Los confundidos

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Los confundidos son a menudo miembros de iglesia bien intencionados.

En verdad le atañen a algunas cosas más importancia de la que en realidad poseen. Las protestas de los miembros de la iglesia por el nuevo púlpito es un ejemplo clásico de los confundidos que se resisten al cambio. Consideran el púlpito como algo sagrado en sí mismo. Por lo tanto, cambiar el púlpito es una violación sagrada.

A veces, entre los confundidos se incluyen aquellos que desean conservar alguna tradición por su propio sentido de seguridad y comodidad.

Estos pueden creer sinceramente que la tradición es de vital importancia. No comprenden que estos elementos no poseen un valor intrínseco o doctrinal.

He trabajado con varias iglesias que tienen un grupo de estos resistentes al cambio con respecto al orden del servicio. Si la toma de la ofrenda se cambia en su orden del culto, alguien puede sentir que se comete herejía.

En pocas palabras, los confundidos le confieren una alta prioridad a aquellas cosas que no son de alta prioridad. La creencia en la resurrección corporal es un principio no negociable. Dejar de cantar la doxología una semana no traerá consigo una condenación inmediata. Para ser receptivos al cambio, los confundidos deben deshacerse de su confusión; y esto no siempre es tarea fácil.

¿Quién me movió el púlpito?

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