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EL HOMBRE VIOLENTO

La característica principal del hombre violento es su inestabilidad emocional; es una persona racional cuando, en soledad, planifica el momento para luego dar rienda suelta su instinto maltratador; después se transforma en irracional cuando inventa cualquier excusa para iniciar el conflicto. No tiene miramientos hacia lo que pueda suceder más adelante. En el caso de un grupo familiar las consecuencias no se limitan a la víctima, sino a todos los que conforman el grupo y además se extiende hacia otros familiares no convivientes con el violento; como ser los vecinos, quienes muchas veces tienen que escuchar los gritos y golpes, sin poder hacer demasiado para evitarlos. Un niño que ve cómo es maltratada su madre recibe lesiones cerebrales de gran importancia que es muy probable que nunca se sanen, ese mismo niño en la adultez quizás resuelva los problemas de la misma manera que vio como lo hacían con su madre, o también puede trasladar estas formas de solucionar sus diferencias en el campo laboral o cualquier espacio de la vida diaria. Si por alguna razón tuviera que conducir o decidir sobre conjuntos grandes de personas, estas también sentirán el rigor de sus decisiones. Por ejemplo, en la administración de personal, en la política, en el deporte, o en cualquier lugar donde haya gente que dependa de sus decisiones.

Quien maltrata sabe del daño que ocasiona a la víctima, porque ese es su objetivo, producir daño; también conoce y planifica el momento del ataque. El violento por lo general saca a su probable víctima afuera del entorno familiar, donde es el lugar natural para la protección de la mujer; la lleva a un espacio en donde no podrá ser socorrida, allí comienza a desenvolver su plan, desplazada ya del entramado familiar cercano, donde la víctima no cuenta con posibilidades de defensa, aquí se encuentra acorralada y nada puede hacer para pedir ayuda; cuanto más lejos pueda separarla de su grupo íntimo, lo hará. Pero en cambio es posible que no conozca las consecuencias por las que pasarán los familiares, pero eso no le interesa, el sufrimiento del otro no está en sus planes, él ya padeció esos sufrimientos, por ello planifica su venganza (esta venganza lo más probable es que él no la conozca, pero sí lo sabe su inconsciente y actúa acorde con ello); eso no lo puede sentir porque antes él también fue víctima y nadie sintió nada por su tortura, aquí la crueldad que aplique puede ser equivalente a los dolores y humillaciones que él sintió cuando en su infancia recibió los castigos de sus mayores, o, en muchos casos esto se puede potenciar y adquirir niveles de inhumanidad, donde también es factible que se produzcan muertes.

Muchos hombres violentos, especialmente los que desarrollan la violencia invisible, se reúnen en diferentes espacios para acordar formas de presionar a sindicalistas, diputados, senadores y lograr que sus deseos se transformen en realidad a través de las leyes del parlamento. Así modifican sistemas educativos, mueven montañas para juntar un poco de oro, contaminan el agua y los campos de grandes poblaciones que las necesitan; se realizan monumentales desmontes, simplemente sentados muy cómodos en un buen almuerzo, en una excelente cena, en un lugar privado, también trabajan dentro de los grupos políticos, y los sindicatos; son innumerables los lugares en donde se instalan con el fin de desarrollar sus instintos de maldad y avaricia.

Muchos padres optan por criar a sus hijos de manera tosca, les exigen que aprendan rápidamente cosas para las cuales aún no están los niños preparados, que no forman parte todavía de su actividad. Ellos necesitan un tiempo prudencial y un espacio que sea adecuado y coherente con su edad para incorporar los conocimientos que les permitan desarrollar su mente, no todos comprenden en el mismo tiempo, unos aprenden rápidamente, otros necesitan lapsos o períodos mayores para lograr un entendimiento adecuado; además tienen que crecer en un ambiente familiar apropiado a las normas comunes de convivencia.

Ser violento es sinónimo de ignorancia; ignorancia para saber convencer o llegar a acuerdos de manera pacífica con el otro, ya sea con palabras, con hechos, con ejemplos; a quienes tienen poder, ese poder los enceguece y no pueden ver o intentar tratar las situaciones desfavorables que sufren las personas. Esa ignorancia, ese no tener la capacidad de darse cuenta, genera mucho daño a quien o a quienes involucra. Se demuestra diariamente en todos los ámbitos de la sociedad, por ejemplo: en la calle, cuando se conduce un vehículo de forma irresponsable no haciéndose eco de las normas de tránsito, especialmente cuando no se respetan las velocidades máximas permitidas o se cruzan los semáforos en rojo o se acelera cuando se va a producir un cambio de luz, más otros innumerables tipos de infracciones que generan diariamente altos niveles de muertes que son de público conocimiento, en rutas, también en autopistas. Cuando se realizan tareas y no se tiene el cuidado de hacer las cosas con la debida responsabilidad, además de no cumplir con los momentos adecuados en los tiempos previstos. Cuando en los hospitales no se administran los medicamentos de acuerdo a las dosis indicadas por los profesionales, para cada paciente en particular. Cuando en cada actividad los trabajadores no son precisos al efectuar su tarea. Cuando se procesan los alimentos y no se tienen los cuidados de limpieza e higiene correspondientes. Cuando en la formación e instrucción de los estudiantes no se sigue lo establecido dentro del sistema educativo y se enseñan criterios y temas particulares. También dentro de las ciencias cuando son utilizados los conocimientos para beneficio del mal, lo demuestran diariamente los productores de todo tipo de drogas para el uso perjudicial del ser humano. Todo esto y un sinfín de ejemplos producen grandes daños a la sociedad y muchos, como se puede apreciar, generan de manera silenciosa un gran agravamiento a la salud de la comunidad.

La violencia genera un largo e interminable camino de víctimas y victimarios tal como hoy la realidad lo muestra diariamente. Es necesario interrumpir este circuito del maltrato; intentar minimizar significativamente la cantidad de hombres violentos; a los fines de evitar su continuidad y la multiplicación de generación en generación; puesto que cada vez habrá más gente violenta y será imprescindible dictar cada vez más leyes para controlarla, lo que seguramente producirá efectos contrarios. Cada vez serán más las heridas que hay que curar, es un itinerario ascendente e interminable. No efectuar cambios dentro de la organización familiar es potenciar los daños, es dar vía libre al crecimiento de la violencia. El que sufre, cuando llegue a la edad de compartir con sus propios hermanos pequeños, comenzará a desarrollar actitudes de violencia dentro del mismo conjunto familiar, luego saldrá hacia afuera cuando llegue la edad escolar, aquí de a poco se irá potenciando hasta arribar a la edad adulta, donde tomara represalias que la sociedad tendrá que soportar. Además puede dirigir el maltrato contra sí mismo, cuando bebe alcohol y fuma en exceso, cuando se droga, cuando se propina autogolpes, también de un sinnúmero de formas de autolesionarse. El camino es cada vez más difícil para encontrar una salida y con el tiempo se irá naturalizando o podría llegar al suicidio o al asesinato de gente inocente. El pedido de la familia para que se controle, no haga daño, no será ninguna solución, dado que el momento para educar y no generar estas situaciones negativas era otro, era en el momento de la infancia, ahí es donde no se realizó la conducción que el niño necesitaba; ahora es más complicado, el adolescente o adulto ya no escucha a sus criadores, escucha otras voces como son la de sus amigos o la de quienes los pueden manejar, sea para conducirlo por el sendero del bien o por el sendero del mal. Lo que se tiene que tratar es el problema que originó o dio nacimiento al hombre violento.

Poder expresar el dolor que siente la víctima no es muy sencillo, puesto que no existen los términos para definirlo. El castigo severo a un niño indefenso produce llagas en el alma, ya no heridas físicas, no es posible explicarlas porque no hay en la lengua palabras para nombrar esa pena, esa humillación; una mujer castigada y con todo su ser trillado a golpes no puede decir nada, su persona ha sido reducida a la nada, por eso a las víctimas la única explicación que les queda es el guardar silencio, silencio sepulcral. La falta de respeto, la omisión, la ofensa, la humillación, el atropello, generan en el ser humano una impotencia que produce daños profundos al cerebro, las heridas recibidas no cicatrizan nunca, se traducen en falta de comprensión, una inteligencia limitada, ver una realidad muy distorsionada, son atraídos por la soledad, el silencio, la sumisión. Ya adulto, un niño maltratado, a la edad de lograr su propio sustento con su trabajo, es probable que se encuentre poco capacitado y se vea limitado a tomar lo que el destino le ofrezca y lo condicione. Las decisiones que toma le generan grandes dudas y quizás tome el camino que menos lo favorezca; sus pensamientos son muy rápidos, lo mismo que sus elecciones, que probablemente lo lleven a cometer más errores. De esta manera irá ingresando en un mundo rústico para convertirse en un ser violento.

Muchas de las enfermedades y heridas que la sociedad posee derivan como consecuencia de hombres violentos; primero se trataba de perjuicios mentales que, al persistir los malos tratos, se transforman en daño físico. Uno de los errores que se cometen es por omisión. Es no hacerse cargo de la familia que han generado, dejarla a la deriva, abandonarla, partir en busca de soluciones fuera del hogar; muchos de estos abandonos son por el regreso a la casa paterna o materna, donde se encontraban más cómodos y tranquilos. Esto es no tener las cosas claras, encontrarse en un estado de confusión muy alto. Iniciar una familia para luego abandonarla; hay mujeres que tienen varios hijos de diferentes padres, todos medio hermanos; hay hombres que no tienen noción de la cantidad de hijos que han generado y muchos hacen vida de solteros, nunca se hacen responsables de sus actos. También hoy en todas partes se dan estas situaciones en donde hay chicos que seguramente nunca sabrán cuántos hermanos tienen o si son hijos únicos. Su historia familiar es muy corta y los vínculos se disipan. Cuando en realidad el hombre tiene la necesidad de conocer sus antepasados, saber su historia personal para poder evolucionar positivamente.

Llevar a las poblaciones a vivir en situaciones de extrema miseria es parte de la violencia invisible. Aquí es donde por omisión, especulación, o avaricia los grandes y pequeños empresarios ejecutan a la gente al no pagar los salarios suficientes para que los trabajadores y su familia puedan salir de las carencias de alimentación, vestimenta, vivienda; a pesar de las ayudas que reciben del Estado. También la clase dirigente, los políticos, los intelectuales, los economistas son responsables de esta violencia, por ocupar espacios para los cuales no están capacitados o estar mirando hacia otro lado y no generar las condiciones para una vida que dignifique al ser humano. Generar cada día más gente carenciada es una burla y una ofensa a la dignidad de las personas.

Ser negligentes es un atentado a toda la población, dado que genera situaciones negativas, por no ser efectivos en su actividad, ser displicentes, estar en un lugar en donde tienen un jefe o bajo la sombra de un familiar oculta su falta de méritos; ocupar espacios para los cuales no están bien capacitados; no poner sus conocimientos al servicio de quienes lo necesiten; no estar dispuestos a trabajar en bien de la comunidad; también la no participación de gente formada y capacitada que decide no actuar y se encuentra ocupando el cargo solo para percibir sus honorarios. Este tipo de violencia se ve especialmente en las oficinas o empleos públicos.

Muchos hombres diariamente viajan por nuestro país, de norte a sur y de este a oeste en búsqueda de trabajo, porque en sus lugares de origen las políticas aplicadas no generaron las condiciones necesarias para que ellos puedan desarrollar sus habilidades y formar allí su familia e instalarse definitivamente en su tierra; en su mayoría son jóvenes que no tienen posibilidades de ingresar en el sistema del trabajo; se ven en la obligación de buscar otros horizontes a pesar del desarraigo que esto genera; sin duda es otro aspecto de la violencia. Muchos de estos jóvenes abandonaron la enseñanza secundaria, al no tener perspectivas de futuro y los que han tenido la posibilidad de culminar su formación media también migran porque no existen espacios para el desarrollo de su especialización o esa especialización se transformó, ya caducó como consecuencia del avance y modernización tecnológicos, por lo que queda una gran población sin trabajo ni posibilidad de actualizarse. En ese camino van dejando familias a medio formar e hijos, y es posible, en algunos casos, que ni ellos sepan que son padres.

Excursión al hombre violento

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