Читать книгу Argumentos - Tomás Miranda Alonso - Страница 5
ОглавлениеPoseer el arte de conversar pertenece a las auténticas personas. En ninguna actividad humana se necesita más la prudencia, pues es la más común de la vida. Aquí se decide el ganar o el perder. Si la prudencia es necesaria para escribir una carta, que es una conversación pensada de antemano y por escrito, ¡mucho más en la conversación ordinaria donde uno se examina de discreción de modo precipitado! Los peritos toman el pulso del ánimo en la lengua, y de ella dijo el Sabio: «Habla si quieres que te conozca». Algunos creen que el arte de conversar es no tener arte y que la conversación debe ser holgada como la ropa. Así debe entenderse entre los muy amigos. Cuando tiene lugar entre personas de respeto debe ser más sustancial e indicar la mucha sustancia de la persona. Para acertar en esto hay que ajustarse al carácter e inteligencia de los que intervienen. No hay que pretender ser censor de palabras, pues será tenido por gramático y pedante; tampoco fiscal de frases, pues todos evitarán el trato. Al hablar importa más la discreción que la elocuencia.
(B. GRACIÁN: El arte de la prudencia, Madrid, Temas de Hoy, 1994, pp. 86-87)