Читать книгу Peces y dragones - Undinė Radzevičiūtė - Страница 9
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ОглавлениеEn el momento en que el quinto emperador de la dinastía Qing subió al trono, volvió la esperanza.
Todos los jesuitas se pusieron muy nerviosos.
Incluso los franceses estaban nerviosos.
Los nervios en la Misión decayeron a los pocos meses.
¿Es el quinto emperador demasiado mayor o no es demasiado mayor?
La pregunta sigue sin respuesta.
Si es demasiado mayor, que deje al menos que eduquen a su joven príncipe.
Castiglione también se puso nervioso.
Los nervios siguieron ahí y no le abandonaron hasta pasados cuatro años.
Hasta ahora que el quinto emperador de la dinastía Qing lo ha trasladado al taller de los pintores.
Así que Castiglione ha decidido esperar.
Esperar y no escribir al general.
***
Giuseppe Castiglione ya desenrolló una vez y midió el rollo de seda destinado al cuadro Cien caballos.
Casi ocho metros de longitud.
Solo ha sido poco a poco que Castiglione ha llegado a comprender del todo el encargo y los deseos del quinto emperador de la dinastía Qing. El emperador intenta con todas sus fuerzas ser chino y apoya incluso el confucionismo para ocultar su naturaleza medio mongola ante los demás y ante sí mismo. Pero no por eso deja de ser medio mongol.
Y el caballo es lo más importante en la vida de todo mongol.
A Castiglione le han contado, incluso: los oficiales del ejército mongol les cortaban los pies a sus soldados.
Para que nunca más pudieran bajarse del caballo.
No se puede decir lo mismo de los chinos.
El principio de la centena no es nuevo en la pintura china.
Uno de los ancianos paisajistas chinos le habló una vez a Castiglione del célebre cuadro llamado Infancia.
Que representaba a cien niños.
Y lo importante aquí no es el número.
Uno de los pintores de caballos más famosos de la dinastía Sung pintó más de mil caballos, copiando la obra de otro pintor de caballos de la dinastía Tang.
Eso fue hace más de seiscientos años.
Ese pintor de la dinastía Tang también fue el más famoso de su tiempo.
Si acaso el pintor de la dinastía Sung hizo una copia exacta o mejor que la original: no está claro.
Después de la copia, el primer cuadro desapareció y la copia se convirtió en el auténtico.
Bueno, como íbamos diciendo.
El maestro de la dinastía Sung copió sobre el rollo de seda mil doscientos ochenta y seis caballos, vigilados por ciento cuarenta y tres hombres.
En el cuadro, todos los caballos avanzan como uno solo.
Semejante a un mar de caballos.
Como el ejército del emperador de la China.
Los Cien caballos y los Cien niños se guían por principios totalmente distintos.
El mismo Giuseppe Castiglione lo comprendió.
Pintó más de doscientos bocetos de caballos y solo entonces.
Lo comprendió.
Para entender de verdad qué es un caballo y qué es un niño, no bastan un caballo y un niño.
Un caballo puede ocultarle al espectador la esencia del caballo.
Porque el espectador verá solo el carácter y las carencias de un caballo concreto.
Es igual que si a partir de una única mujer… Qué pensamiento más inapropiado…
Mejor: es igual que si a partir de un único denunciante chino juzgaras las costumbres de todos los pintores chinos.
***
El cuarto emperador de la dinastía Qing recibía denuncias contra los jesuitas de parte de todos: dominicos y franciscanos.
El quinto emperador recibe en su mayor parte denuncias contra él.
Solo contra Castiglione.
Y lo denuncian no como sacerdote, sino como pintor.
El principal denunciante es un chino, de nombre Tsou I-Kuei.
Pero Castiglione no quiere pensar en él.
Ni pensar en él, ni preguntarse qué contará de él ese denunciante a la comisión de expertos en arte.
Eso haría la vida de Castiglione insoportable del todo allí.
Claro que peor sería que… Castiglione no quiere ni pensar en lo peor. Lo peor sería que el emperador lo enviara a casa.
Como a aquellos…