Читать книгу Historias reales - Urla A. Poppe - Страница 15
Оглавление—Puede que esta vez hayas ganado, pero no te saldrás con la tuya, Jack. Sabes que lo que has hecho no es lo correcto y lo vas a pagar.
Ardos desapareció entre la niebla de la noche. La pareja permaneció un rato en silencio por si sus enemigos regresaban. Luego de ver que no se escuchaba nada ni se sentía el olor a vampiro, se tranquilizaron. Pero dentro de cada uno las cosas habían cambiado. Anne empezó a tener ciertas preguntas de las que algún día tendría que hablar con Jack. Tendría que explicarle por qué lo acusaban de ese modo, y de qué.
Esa misma noche salieron de la ciudad y se acomodaron en una vieja cabaña ubicada en un pueblo casi olvidado. Nadie los molestaría allí por un tiempo, luego ya pensarían qué hacer. Pero sus continuas matanzas en el pueblo llegaron a los oídos de los miembros del Consejo. No podían escapar de ellos, pero esta vez irían con una estrategia. Ardos también fue en la expedición, pero se ocultó entre los árboles para que no lo vieran.
Entraron a la casa en silencio y los atacaron sin que pudiesen defenderse. Jack fue el primero en caer, le golpearon la cabeza y lo dejaron inconsciente. Anne no pudo ayudarlo, dos grandes espectros la sostuvieron. Por más que gritaba y trataba de liberarse, era inútil. Le pedía a Jack que despertase, que la ayudase, pero él no podía hacer nada, y así se los llevaron a los dos. Al rato, Anne no vio nada, cayó inconsciente por un golpe.
Cuando despertó, Anne observó que estaba en una especie de habitación o celda. Las paredes eran de piedra y no había techo, sino una reja enorme, por donde pasaba la luz. Estaba encadenada a una pared y apenas podía moverse. Le dolía la cabeza e intentó levantarse, pero no pudo hacerlo.
Al otro lado de la habitación estaba Jack, que parecía inconsciente. En un momento, cuando el aturdimiento había desaparecido, ella se dio cuenta de que no era de noche, sino de día. Se asustó y trató de refugiarse en la sombra de la pared. Empezó a temblar de miedo, los querían matar con la luz del sol, que poco a poco inundaba el recinto. Jack aún estaba en la sombra, pero ella casi no podía moverse al encontrarse al filo de la luz. Trató desesperadamente de quitarse las cadenas, pero no reunía la suficiente fuerza. Se le acababa el tiempo.
—¡Jack! ¡Jack! —gritaba, pero este no la escuchaba. Anne pensaba que quizá no estaba inconsciente, sino débil por la luz del sol. Entonces ella se preguntó por qué se había despertado, por qué no le afectaba el sol como a los otros vampiros. Algo dentro de ella la movió, y puso su mano en la luz que entraba por aquella reja. La retiró rápidamente, pero se dio cuenta de que no tenía quemaduras. No le había afectado, ¡era increíble! La expuso otra vez, sin miedo. La dejó un momento, luego se levantó, arrastró las cadenas y se acercó a la luz.
Levantó los ojos llenos de lágrimas y alzó los brazos. Su poder era más grande de lo que pensaba. Se dio cuenta de que tenía un don, algo crecía en su interior y era más grande que cualquier cosa. Había sido Jack quien la había ayudado a sentir esa fuerza y a descubrir quién era en realidad.
—Jack… —susurró para sí. Se acercó a él y lo protegió de los rayos, que poco a poco empezaron a inundar la habitación. Y ahí se quedó, cuidándolo hasta que llegase la noche.