Читать книгу Habitar digno y Nueva Constitución - Valentina Saavedra Meléndez - Страница 13
Lo común como ejercicio del poder constituyente
ОглавлениеEl ciclo actual del capitalismo se basa en la apropiación y financiarización de los recursos para la reproducción social de la vida13. La privatización y mercantilización de derechos básicos como la vivienda, la salud, las pensiones o el agua, hoy forman parte medular en la acumulación de capital14. Lo anterior fractura la proyección de una vida digna para todas y todos, amenazando la reproducción social. El modelo de desposesión y precarización que, en alianza indisoluble con el patriarcado, ataca con más fuerza a mujeres y diversidades, se traduce en deuda, precariedad y vulnerabilidad de quienes a diario luchan por mantener sus vidas. Lo que en algún momento fue miedo, frustración y malestar desplegado en las calles a través de masivas manifestaciones en contra de un sistema patriarcal, la privatización del agua, el abuso inmobiliario o el lucrativo negocio de las pensiones, estalla develando la potencia del poder popular constituyente que dice basta de abusos. Así, el pueblo de Chile abre una ventana de esperanza una Nueva Constitución que sea terreno fértil para la dignidad y la justicia, un marco institucional que asegure una vida que valga la pena vivir.
Esta es una oportunidad excepcional para la transformación radical de nuestro modelo. Es el momento de apostar por una noción de nuestros derechos que supere los límites de lo público y lo privado, que ponga la gestión democrática y colectiva de la vida al centro en tanto ejercicio del poder constituyente en la vida cotidiana. El ejercicio de lo común, como explicamos acá, ancla el futuro en manos del pueblo, alineándose con el bienestar colectivo y evitando que el poder vuelva a cerrarse en manos de unos pocos. ¿De qué hablamos cuando hablamos de lo común? A continuación presentamos cuatro elementos que nos parecen fundamentales para dar este debate. Tomamos prestados los conceptos de adjetivo, sustantivo y verbo de la lingüística para compartir una analogía que pensamos representa con claridad nuestro planteamiento.
Hablamos de lo común entendiendo que es mucho más que una característica o un adjetivo. Lo común es esa línea de fuga que permite superar el binomio público/privado tan manoseado para la designación de los espacios urbanos. Es la recuperación de los recursos necesarios para la sostenibilidad de la vida y la subordinación del mercado a la reproducción social. A la vez, lo común entiende que para una gestión verdaderamente democrática del porvenir no basta con la titularidad del Estado, sino que son necesarios –y urgentes– mecanismos vinculantes que incorporen a la ciudadanía en la toma de decisiones y la producción del hábitat en sí misma, es decir, que las comunidades tengan el derecho de producir y decidir sobre su propio entorno.
Por otro lado, creemos que lo común no es una entidad externa al pueblo. No es una acción acabada, cerrada ni unitaria, sino un proceso abierto y basado en la multiplicidad de sus protagonistas. Lo común no puede sustantivarse. La condición posibilitadora de lo común es la organización social y una gestión horizontal y transparente ante los desafíos. Su fuerza radica en la capacidad de dar respuestas conjuntas a las fragilidades colectivas15 con creatividad y adaptabilidad a las circunstancias. Por lo tanto, una concepción de lo común que intente cristalizar sus fórmulas limitando los procesos de movilización social, está condenado a disminuir su potencial y a perder la legitimidad del pueblo, tal como ha ocurrido en distintos procesos de institucionalización de las movilizaciones sociales que no han dado suficiente espacio para la expresión del poder popular más allá del momento de crear una Nueva Constitución.
De esta manera, entendemos que lo común es por sobre todo acción verbo, y como tal es el ejercicio permanente de un principio político, que pone al centro la gestión democrática de los recursos necesarios para la vida y que ordena al sistema social, político y económico hacia este objetivo16. Lo común concebido como acción nos permite mantener siempre presente que el ejercicio del poder popular constituyente no se agota en un momento puntual de apertura del sistema político que tiene fecha de término en la redacción de la Nueva Constitución. El ejercicio cotidiano del poder popular constituyente es lo que protege la potencia transformadora del pueblo de una posible captura del mercado y refuerza el anclaje de la política institucional en el bienestar colectivo a través de la autogestión, el cooperativismo, la comunalización y la autonomía.
Creemos, a su vez, que no es posible delinear un devenir común desde las prácticas sociales desvinculadas del territorio. Lo común, comprendido como acción que ocurre en y con el territorio, permite trascender el entendimiento del espacio como un ente apolítico, y pensarlo en cambio como dispositivo capaz de articular nuevos modos dinámicos y radicales de imaginar, reclamar y transformar las relaciones entre las personas y sus territorios; por ende, un espacio profundamente político. En específico, esta comprensión del espacio como receptor y agente de las pugnas y anhelos colectivos, permite proyectar que las luchas que han gestado este momento constituyente seguirán consolidándose y disputando con más fuerza la recuperación de la vida digna para todas y todos.
Finalmente, comprendemos que aunque territorial, el ejercicio de lo común ha de mantener siempre una proyección con vista a la disputa global contra el neoliberalismo. La expresión local de las desigualdades en nuestro hábitat es la contracara de la acumulación de capital a escala global17, por lo que la articulación de movimientos sociales a nivel local debe mirar también hacia otras latitudes, buscando tácticas y estrategias para disputar la hegemonía con creatividad, compañerismo y rebeldía18.