Читать книгу Una historia del movimiento negro estadounidense en la era post derechos civiles (1968-1988) - Valeria L. Carbone - Страница 11
Оглавление1 Milcíades Peña, Antes de mayo. Formas de trasplante español al Nuevo Mundo (Buenos Aires: Ediciones Ficha, 1970), 54.
2 Agente Rupert Anderson, en Mississippi Burning, Dir. Alan Parker (USA: Orion Pictures Corporation, 1988).
3 En sus propias palabras: “I am White; I am all white. I was raised as a white child. I went to white schools. I married White twice”, Susie Guillory Phipps, en “What makes you black? Vague definitions of race in the bases for court battle”, Ebony Magazine, (38), n° 3, 115-118 (Ene 1983), 116, https://books.google.com.ar/books(consultado en 20 Feb 2014).
4 En una Encuesta Nacional de Hogares realizada en 1976 por el IGBE (Instituto Brasilero de Geografía y Estadística) se introdujo una importante innovación. En lugar de las cuatro categorías raciales tradicionales – blanco, negro, amarillo, y pardo (mestizo, negro de piel clara)-, se dejó abierta la opción a la auto-identificación racial. El resultado reveló que en Brasil parecían existir 135 categorías raciales diferentes. El 94% de la población se consideró ‘blanco’, ‘clarito’, leonado, moreno, pardo y negro; mientras que el resto se dividió entre otras 129 categorías. De las 6 categorías predominantes, 47% se consideraron ‘blancos’ y 32% ‘morenos’. En encuestas anteriores, donde sólo figuraban las categorías tradicionales, 55% se auto-identificó como blanco, 34% pardo, 8% negro y 3% amarillo. En 1995, de 62 categorías, 43% se identificó como ‘moreno’, 39% ‘blanco’, 7% ‘negro’, 1% ‘amarillo’, 1% ‘mulato’, 6% ‘pardo’. Sin embargo, la auto-clasificación condujo a que “por increíble que pueda parecer ... intelectuales brasileños se declaran incapaces de descifrar quién es negro en Brasil, a pesar de que la policía, el sistema judicial, los empleadores privados y públicos, medios de comunicación y otros grupos e instituciones sociales pueden al instante identificar a los negros cuando los atacan física o simbólicamente, cuando les niegan empleos para los que están calificados, y cuando los castigan con mayor severidad que a los blancos que cometen delitos de igual o equiparable gravedad”. Sales Augusto Dos Santos y Obianuju C. Anya, “Who Is Black in Brazil? A Timely or a False Question in Brazilian Race Relations in the Era of Affirmative Action?”, Latin American Perspectives (33), N° 4 (Jul 2006), 37 y 45.
5 Fabio Reis, en Ídem, 41.
6 Karen R. Humes, Nicholas A. Jones, Roberto R. Ramirez, Overview of Race and Hispanic Origin: 2010 Census Briefs, (U.S. Department of Commerce, Economics and Statistics Administration, US Census Bureau, 2011), 3, http://www.census.gov/prod/cen2010/briefs/c2010br-02.pdf (consultado en 8 Oct 2013).
7 “The Census Bureau defines ethnicity or origin as the heritage, nationality group, lineage, or country of birth of the person or the person’s parents or ancestors before their arrival in the United States. People who identify their origin as Spanish, Hispanic, or Latino may be of any race”, U.S. Census Bureau, Questions and Answers for Census 2000 Data on Race from U.S. Census Bureau, Public Information Office (14 Mar 2001), https://www.census.gov/census2000/raceqandas.html (consultado en 8 Oct 2013).
8 George M. Fredrickson, “The Historical Construction of Race and citizenship in the United States”, en Identities, Conflict and Cohesion Program, n°1 (Switzerland: United Nations Research Institute for Social Development, 2003), 10.
9 Es en base a esto que en la presente obra se apela a las categorías de “negro estadounidense” o “afroestadounidense” como sinónimos intercambiables para referir al colectivo referido.
10 U.S. Census Bureau, Questions and Answers for Census 2000 Data on Race from U.S. Census Bureau, op. cit.
11 Ídem.
12 Barbara J. Fields, “Slavery, race and ideology in the USA”, New Left Review, n° 181 (May-Jun 1990), 100.
13 Tomamos la noción de ideología racial de la historiadora Barbara J. Fields. En palabras de la autora, “es el vocabulario de la vida cotidiana, a través del cual las personas comprenden medianamente la realidad social en la que viven y que construyen día a día. Es el lenguaje de la conciencia adecuado al modo particular en el que los seres humanos se relacionan con otros seres humanos. Es la interpretación de las relaciones sociales a través de las cuales esos seres humanos crean y recrean su ser colectivo en todas las variantes que pueda asumir: familia, clan, tribu, nación, clase, partido, empresa comercial, iglesia, ejército, club, y otras. Como tales, las ideologías no son ilusorias sino reales, tan reales como las relaciones sociales que sostienen. Las ideologías son reales, pero eso no significa que sean científicamente acertadas, ni que proporcionen un análisis de las relaciones sociales que pudiera parecer lógico a cualquiera que no tenga una participación ritual en esas relaciones”. Ídem, 110.
14 Jeffrey Kluger, “Who’s White? Who’s Black? Who Knows?”, TIME, 10 de diciembre de 2010, http://healthland.time.com/2010/12/10/whos-white-whos-black-who-knows/ (consultado en 2 de mayo de 2017).
15 La religión fue uno de los primeros elementos de identificación “racial” en las colonias británicas. Usualmente, los esclavos traficados por españoles y portugueses eran bautizados y convertidos al cristianismo como parte del proceso evangelizador y civilizador. Algunos de los esclavos llegados a las colonias británicas en América del Norte eran cristianos y otros se convirtieron como estrategia de resistencia. Sin embargo, una ley de 1670 que había definido como “esclavos de por vida” a todos aquellos “sirvientes no cristianos traídos por barco”, también prohibió la libertad de los siervos a través de la conversión al cristianismo. Estos “sirvientes no cristianos” convertidos en “esclavos de por vida” eran, casi sin excepción, africanos o indígenas.
16 Dorothy E. Roberts, “Fatal Invention: The New Biopolitics of Race”, conferencia en Vanderbilt University, Nashville (Tennessee), 30 Oct 2012, http://news.vanderbilt.edu/2012/10/video-dorothy-roberts/ (consultado en Mar 2014).
17 Dorothy Roberts, Fatal Invention: How Science, Politics and Big Business Re-Create Race in the Twenty First Century (New York: The New Press, 2011), x.
18 Dorothy E. Roberts, en Jenée Desmond-Harris, “The Biggest Lie about Race? That it’s real”, The Root, 26 July 2011, http://www.theroot.com/articles/culture/2011/07/lies_about_race_dorothy_roberts_and_fatal_invention.htm (consultado en 19 Mar 2014).
19 Dorothy Roberts, Fatal Invention, op. cit., 5.
20 Michel Omi y Howard Winant, “Racial Formations”, en Michel Omi y Howard Winant, Racial Formation in the United States: From the 1960s to the 1990s (New York: Routledge, 1994), 10-12.
21 Barbara J. Fields, “Ideology and Race in American History”, en J. Morgan Kousser y James M. McPherson (eds.), Region, Race and Reconstruction: Essays in Honor of C. Vann Woodward (New York: Oxford University Press, 1982), 150-151.
22 Eugene Genovese, “Interpretaciones de Marx sobre el Sur esclavista”, en B. J. Bernstein, at alia., Ensayos inconformistas sobre los Estados Unidos (Barcelona: Ediciones Península, 1976), 101-156, 112.
23 Manning Marable, “La historia y la conciencia de los negros: la cultura política de la población negra”, en Huellas de Estados Unidos: Estudios, Perspectivas y Debates desde América Latina, n° 2, Feb. 2012, 46. http://www.huellasdeeua.com.ar/ediciones/edicion2/articulo%203.pdf (consultado en 9 Dic 2012).
24 Eugene Genovese, “El Sur esclavista: una interpretación”, en Eugene Genovese, La economía política de la esclavitud (Barcelona: Editorial Península, 1970), 28.
25 Edmund Morgan, Esclavitud y libertad en los Estados Unidos: de la colonia a la independencia (Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2009).
26 Barbara J. Fields, “Slavery, race…”, op. cit., 102.
27 Richard S. Dunn aborda el debate historiográfico relacionado con la sustitución masiva de mano de obra servil por mano de obra esclava y afirma que “Morgan argumenta que para los plantadores de Virginia el trabajo servil resultó más ventajosa [que el trabajo esclavo] hasta la rebelión de Bacon (1676). Yo diría, por el contrario, que los plantadores virginianos se vieron excluidos del comercio de esclavos hasta 1680 porque, siendo menos acaudalados que los de Barbados, no podían permitirse el lujo de comprar grandes remesas de esclavos; y porque los traficantes de esclavos africanos preferían mantenerse alejados del continente, siempre y cuando pudieran vender sus esclavos en forma expeditiva en las islas. (…) fue la dramática expansión del comercio de esclavos después de 1689 la que dio a los virginianos su oportunidad”. Richard S. Dunn, “American Slavery--American Freedom: The Ordeal of Colonial Virginia by Edmund S. Morgan”, en The William and Mary Quarterly (33), n° 4 (Oct 1976), 671.
28 Ira Berlin, “Tiempo, espacio y evolución de la sociedad afroamericana en Nueva Inglaterra”, en Víctor A. Arriaga, et. Al. Estados Unidos visto por sus historiadores (I) (México: Instituto Mora, Universidad Autónoma Metropolitana, 1991), 103-151, 140.
29 Edmund Morgan, op. cit., 369-370.
30 Los funcionarios coloniales y la elite terrateniente diseñaron políticas para apropiarse de las tierras fértiles en la zona costera. Los siervos libres se vieran obligados a arrendar tierras a los terratenientes (y de ese modo continuar trabajando para su enriquecimiento) o radicarse en las zonas fronterizas, alejadas del transporte de agua y expuestas a las represalias de los indígenas, quienes resentían esa nueva usurpación de los que los habían expulsado de las costas. Barbara J. Fields, “Slavery, Race…”, op. cit., 105.
31 Según la “Declaración del Pueblo de Virginia”, los rebeldes (“blancos pobres y negros libres y descontentos”) exigieron la expulsión de los indígenas de la frontera, así como el fin del “corrupto” y “tirano” gobierno de Berkeley: un gobierno que se negaba a adoptar medidas para proteger a los colonos de los ataques nativos, tenía capitales e intereses invertidos en el comercio de pieles indígenas, y cobraba impuestos coloniales excesivos e injustificados. Nathaniel Bacon, “Declaration of Nathaniel Bacon in the Name of the People of Virginia, July 30, 1676”, en Massachusetts Historical Society Collections (9), 4th Ed. (1871), 184–87, Van Pelt Library, UPENN.
32 Edmund Morgan, op. cit., 319.
33 Dorothy Roberts, Fatal Invention, op. cit., 10-11.
34 Edmund Morgan, op. cit., 375.
35 Mientras que Morgan rastrea los orígenes del racismo estadounidense en las colonias inglesas de América del Norte del siglo XVII, otro clásico de la historiografía, Reginald Horsman, afirmó que aunque el concepto de una raza anglosajona distinta y superior, con una dotación innata que la capacitaba a alcanzar la perfección en sus instituciones gubernamentales y el predominio mundial, fue producto de la primera parte del siglo XIX (período de la expansión hacia el oeste), las raíces de esta idea se remontan a los siglos XVI y XVII. Si bien el autor no analiza cómo esta ideología fue utilizada para proteger los intereses de una clase o grupo dentro de la sociedad estadounidense, sino que se enfoca específicamente en “cómo afectó el curso de la expansión norteamericana”, resulta relevante exponer brevemente su argumento para comprender los orígenes del anglosajonismo racial norteamericano. Según Horsman, entre 1530 y 1730 se creó una visión mítica del buen gobierno y del pasado inglés absorbida, naturalizada y reproducida por los colonos ingleses. Esta visión mítica era un “consenso general en que la Inglaterra de los anglosajones había sido un país cuyos ciudadanos estaban protegidos por buenas leyes y en que habían florecido las instituciones representativas y el juicio por jurados”, una visión de una heroica Inglaterra sajona, democrática, amante de la libertad y donde prevalecían los derechos naturales del hombre. Según el autor, esta idea se vio reconfigurada en la segunda mitad del siglo XVIII siguiendo un nuevo mito racial: la noción de que características raciales superiores eran el origen de instituciones poderosas, y que – por ende – características raciales inferiores eran la razón de instituciones débiles. Reginald Horsman, La raza y el destino manifiesto (México: Fondo de Cultura Económica, 1985), 21-44.
36 Theodore Allen, The Invention of the White Race (New York: Verso, 2012), 249.
37 Richard Dyer, White (New York y Londres: Routledge, 1997), 19-20.
38 Ídem, 52.
39 Barbara J. Fields, en “Presentation at a ‘School’ for the producers of RACE” (Mar 2001), en Race: The Power of an Illusion (California: PBS, 2003), http://www.pbs.org/race/000_About/002_04-background-02-02.htm#top(consultado en 24 Sept 2012).
40 Barbara Fields, “Slavery, race…”, op. cit., 107.
41 Manning Marable, “The Racial Contours of the Constitution”, en Manning Marable, Black Leadership, Four great American Leaders and the Struggle for Civil Rights (New York: Penguin Books, 1999), 7.
42 La información sobre la cantidad de esclavos que Jefferson tuvo en su vida fue extraída de la página oficial de su plantación “Monticello”, hoy convertida en museo y centro de investigación dependiente de la Universidad de Virginia. Al respecto, ver: https://www.monticello.org/site/plantation-and-slavery/property (consultado en 10 Ene 2016).
43 Henry Wiencek, “The dark side of Thomas Jefferson”, en Smithsonian Magazine, Oct. 2012, www.smithsonianmag.com/history-archaeology/The-Little-Known-Dark-Side-of-Thomas-Jefferson-169780996.html#ixzz2Ce41rpB2 (consultado en 19 Nov 2012).
44 Thomas Jefferson, “Notes on the State of Virginia: Query XV (1787)”, en Jan E. Lewis y Peter S. Onuf, editors, Sally Hemings and Thomas Jefferson: History, Memory, and Civic Culture (Charlottesville: University Press of Virginia, 1999), 264-268.
45 En uno de sus discursos realizados durante su campaña electoral por la presidencia, Lincoln afirmó: “I will say, then, that I am not, nor ever have been, in favor of bringing about in any way the social and political equality of the white and black races; that I am not, nor ever have been, in favor of making voters or jurors of negroes, nor of qualifying them to hold office, nor to intermarry with white people… there is a physical difference between the white and black races which I believe will forever forbid the two races living together on terms of social and political equality. And inasmuch as they cannot so live, while they do remain together there must be the position of superior and inferior and I as much as any other man am in favor of having the superior position assigned to the white race”; Abraham Lincoln, “4th Joint Debate at Charleston” (18 Sept 1858), en Political Speeches and Debates of Abraham Lincoln and Stephen Douglass, 1854-1861 (Chicago: Scott Foresman & Co., 1900), 283.
46 “There is a natural disgust in the minds of nearly all white people to the idea of indiscriminate amalgamation of the white and black races (…) A separation of the races is the only perfect preventive of amalgamation, but as an immediate separation is impossible, the next best thing is to keep them apart where they are not already together”; Abraham Lincoln, “Speech at Springfield, Illinois” (26 Jun 1857), en Ídem, 47-50.
47 “I have said that the separation of the races is the only perfect preventive of amalgamation. (…) Such separation, if ever effected at all, must be effected by colonization; and no political party, as such, is now doing anything directly for colonization. Party operations, at present, only favor or retard colonization incidentally. The enterprise is a difficult one; but ‘where there is a will there is a way;’ and what colonization needs most is a hearty will. Will springs from the two elements of moral sense and self-interest. Let us be brought to believe it is morally right, and, at the same time, favorable to, or, at least, not against, our interest, to transfer the African to his native clime, and we shall find a way to do it, however great the task may be”; Ibidem, 51.
48 “I have no purpose, directly or indirectly, to interfere with the institution of slavery in the States where it exists. I believe I have no lawful right to do so; and I have no inclination to do so. (…) There is much controversy about the delivering up of fugitives from service or labor. The clause I now read is as plainly written in the Constitution as any other of its provisions: ‘No person held to service or labor in one State under the laws thereof, escaping into another, shall, in consequence of any law or regulation therein, be discharged from such service or labor, but shall be delivered up on claim of the party to whom such service or labor may be due.’ It is scarcely questioned that this provision was intended by those who made it for the reclaiming of what we call fugitive slaves; and the intention of the lawgiver is the law”, Abraham Lincoln, “Lincoln’s First Inaugural Address” (4 Mar 1861), Political Speeches and Debates of Abraham Lincoln, op. cit., 530-531.
49 “My paramount object in this struggle is to save the Union, and is not either to save or destroy slavery. If I could save the Union without freeing any slave, I would do it, and if I could save it by freeing all the slaves, I would do it; and if I could save it by freeing some and leaving others alone, I would also do that. What I do about slavery and the colored race, I do because I believe it helps to save the Union”; “Facsimile of text of Lincoln's letter of August 22, 1862 to Horace Greeley, editor of the New York Tribune”, en Robert Morgan, “The ‘Great Emancipator’ and the Issue of Race: Abraham Lincoln’s Program of Black Resettlement”, The Journal of Historical Review (13), N° 5, Sept.-Oct. 1993, http://www.ihr.org/jhr/v13/v13n5p-4_Morgan.html
50 Theodore Draper, El nacionalismo negro en los Estados Unidos (Madrid: Alianza Editorial, 1970), 13. Esto dio lugar a importantes movimientos de “Retorno a África”, como el encabezado por la American Society for Colonizing the Free People of Color in the United Sates; la Free American Society, la empresa “repatriadora” de Paul Cuffe, las African Institutions de Baltimore, Filadelfia y Nueva York, e incluso el nacionalismo emigracionista de Martin Delany, el de la Asociación Africana de Emigración y la Sociedad Internacional de Emigración. En 1831 se celebró en Filadelfia la primera Convención Nacional Negra que resolvió apoyar los intentos de emigración a Haití o Canadá, pero condenó la emigración a Liberia como perjudicial para el negro estadounidense. En 1833, la Tercera Convención Nacional Negra se pronunció en contra de la emigración, salvo como recurso desesperado para escapar de la esclavitud. Esto respondió a que, hasta para los más fervientes emigracionistas, la emigración no se presentaba como una solución práctica para la totalidad de la población negra residente en territorio estadounidense.
51 Manning Marable, “Race and Revolution in Cuba: African American Perspectives”, en Souls: A Critical Journal of Black Politics, Culture, and Society, Center for Contemporary Black History (Columbia University: Spring 1998), 7.
52 Karen E. Fields y Barbara J. Fields, Racecraft: The Souls of Inequality in American Life (New York: Verso, 2014), 17.
53 Fue durante la guerra de independencia cuando la concepción predominante de “libertad” se centró en el derecho de una comunidad a ejercer su propia autodeterminación política. En el siglo XIX, la democracia política (definida hasta después de la guerra civil como el sufragio universal para los hombres de raza blanca) adquirió categoría de referencia central para entender el significado de la libertad, y fue a través del lenguaje de la libertad que los grupos excluidos reclamaron el derecho al voto. Esta premisa nos permitirá comprender los objetivos y demandas primarios de los afro-estadounidenses durante la primera mitad del siglo XX. Eric Foner, La historia de la libertad en Estados Unidos (Barcelona: Península, 2009), 36.
54 Barbara J. Fields, “Of Rogues and Geldings”, en Karen E. Fields y Barbara J. Fields, Racecraft, 95-109.
55 Alexander Saxton, The Rise and Fall of the White Republic: Class Politics and Mass Culture in Nineteenth Century America (London: Verso, 1990), 1-6.
56 Jonathan Marks, en “What it means to be 98% Chimpanzee”, 68, en Dorothy Roberts, Fatal Invention, op. cit.,
57 Robert H. Zieger, For Jobs and Freedom: Race and Labor in America since 1865 (USA: The University Press of Kentucky, 2007), 2.
58 Michael Omi, “The changing meaning of Race”, en Neil J. Smelser, William Julius Wilson y Faith Mitchell (eds.), America Becoming: Racial Trends and Their Consequences, Vol. 1 (Washington D.C.: National Academy Press, 2001), 251.
59 Stokely Carmichael y Charles V. Hamilton, Black Power: The Politics of Liberation in America (New York: Vintage Books, 1967), 3-4.
60 Para esta definición, tomamos como referencia a los sociólogos Francis Fox Piven y Richard Cloward, y al historiador Thomas Sugrue. Los dos primeros afirman: “in each period ascendant elites employed the powers of the national and local governments to enforce the subjugation of blacks. The entire apparatus of government – its legislatures, its judiciaries, its executive’s branches – has been mobilized to perpetuate cast arrangements in the South and segregation and discrimination in the North”. Por su parte, Sugrue entiende la raza en tanto construcción política que permitió asignar a un segmento de la población (y privar a otro) del poder político, los recursos económicos y los derechos ciudadanos. Francis Fox Piven y Richard Cloward, op. cit., 184-185. Thomas Sugrue, Sweet Land of Liberty: The Forgotten Struggle for Civil Rights in the North (New York: Random House Trade Paperback, 2009), xxiii.
61 Manning Marable, Race, Reform and Rebellion: The Second Reconstruction in Black America, 1945-1990 (Jackson & London: University Press of Mississippi, 1991), 4.
62 Manning Marable, The Great Wells of Democracy (New York: Perseus Book Group, 2002), 3.
63 Michael Omi, “The changing meaning of race”, op. Cit., 244.
64 Manning Marable, “The racial contours of the Constitution”, op. cit., 3-4. Otros autores comparten el enfoque de la revolución estadounidense como un proceso protagonizado por los sectores populares, y cuestionan los postulados de la historiografía tradicional que la entiende como una revolución de la elite de la colonia. Peter Linebaugh y Marcus Rediker refieren a la revolución como una “experiencia proletaria” conducida por una “cuadrilla variopinta” (multiétnica) cuyos intereses de clase se vieron desplazados por la elite política y económica que llevó adelante una “contrarrevolución”. Howard Zinn concuerda, y refiere a las numerosas revueltas populares para derrocar a los “abusivos” gobiernos coloniales, las rebeliones de negros en las plantaciones, los levantamientos contra la recaudación de impuestos y el reclutamiento forzoso para la milicia. Jesse Lemisch cita las revueltas de esclavos de 1776, las huelgas de jornaleros blancos, y en particular, la oposición popular a la Ley del Timbre (1765). Si bien la elite colonial se sumó a los tumultos con la estrategia del boicot, Lemisch considera que los sectores populares no fueron manipulados (como interpretaron no sólo los ingleses de la época sino la historiografía), sino que la “revolución de los de abajo” fue un acto de oposición tanto al poder real y como al colonial. Peter Linebaugh y Markus Rediker, La hidra de la revolución. Marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del Atlántico (Barcelona: Crítica, 2005), 271. Howard Zinn, A People's History of the United States: 1492-Present (USA: Harper Perennial Modern Classics, 2005). Jesse Lemisch, “La revolución americana vista desde el fondo”, en B. J. Bernstein, op. cit., 15-56.
65 Es importante aclarar que el artículo 1, sección 2 de la Constitución refería a “hombres libres” (ya fuesen afrodescendientes o de ascendencia europea) y a “otros hombres” (como sinónimo de esclavos). Si bien la referencia es implícita, el documento no refiere a “blancos” o “negros”, siquiera a esclavos. El tema era determinar si los propietarios de esclavos tenían ventaja sobre los ciudadanos que no tenían esclavos. Los delegados que se oponían a la esclavitud habían propuesto que sólo contaran (para el pago de impuestos y proporcionalidad en términos electorales) los habitantes libres de cada estado. Los delegados esclavistas, por su parte, abogaron por considerar a “otros hombres” en su totalidad, dándoles la ventaja de una mayor representación (establecida en base a la cantidad de habitantes). El Compromiso de los 3/5 redujo el poder de los estados esclavistas en relación a su propuesta original en términos de representación electoral, pero las aumentó en relación a la propuesta de los estados del norte. Asimismo, les dio una ventaja a los estados libres en cuestión tributaria, ya que estableció un acuerdo mayor a los 0/5 que los esclavistas hubiesen preferido en este punto. Manning Marable, “The Racial Contours of the Constitution”, op. cit., 8-9.
66 En los Estados Unidos, el racismo se dirigió también contra otros grupos “no-blancos”. Se sancionaron leyes que limitaron y luego prohibieron la inmigración de trabajadores chinos y japoneses; se cuestionó por motivos de raza la conveniencia de la inmigración del sur y este de Europa, se sancionó la primera ley anti-mestizaje (1905) que prohibió las uniones entre “caucásicos” y “mongólicos” (un término lo suficientemente vago como para englobar genéricamente a inmigrantes provenientes de Asia), y en la década de 1920 se aprobaron leyes inmigratorias que establecieron un sistema de cuotas basado, en parte, en creencias acerca de las características innatas de diversas poblaciones. Asimismo, se aprobaron leyes que prohibían a los chicanos (mexicanoestadounidenses) asistir a escuelas blancas, acceder a determinados puestos de trabajo e incluso poseer tierras.
67 Sam Erman, “An unintended consequence: Dred Scott reinterpreted”, en Michigan Law Review (106), Abr 2008, 1160-1161, Van Pelt Library, UPENN.
68 “Dred Scott connected four ideas: race, status, citizenship, and community. It connected race to status by arguing that blacks were necessarily and properly of lower status-and that whites should enjoy higher status because of their respective races; indeed, it assumed that blacks could be enslaved because of their race. It connected race to citizenship by arguing that by virtue of their race blacks could never be citizens. It connected race to community by associating the people of the United States with its citizens, so that those who could not be citizens were forever outside the political community: "The question before us is, whether the class of persons described in the plea in abatement compose a portion of this people, and are constituent members of this sovereignty? We think they are not, and that they are not included, and were not intended to be included, under the word 'citizens' in the Constitution, and can therefore claim none of the rights and privileges which that instrument provides for and secures to citizens of the United States”, Jack M. Balkin y Sandford Levinson, “13 ways of looking at Dred Scott”, en Yale Law School, Paper 229 (2007), 53-54.
69 En 1819, los territorios de Louisiana y Missouri solicitaron al Congreso su reconocimiento e incorporación a los Estados Unidos como estados esclavistas. Esto preocupó a los representantes de los estados libres (aquellos donde no existía el sistema de producción esclavista), ya que su admisión rompería el equilibrio en la representación en el Senado entre los delegados de los estados libres y esclavistas. Tras un intenso debate, se decidió admitir a Missouri a condición de que la esclavitud quedara prohibida al norte de una línea que cruzaba todo el territorio del país a la altura del paralelo 36° 30’ (el Compromiso de Missouri), pero la incorporación de nuevos estados pronto rompió ese “equilibrio”: en 1830, 12 de 24 estados eran esclavistas, pero hacia 1860 lo eran 15 de 33.
70 Paul Finkelman, Dred Scott v. Sandford: A Brief History with Documents (Boston: Bedford, 1997), 1-4.
71 John S. Vishneski III, “What the court decided in Dred Scott vs. Sandford”, American Journal of Legal History, n° 32, (Oct 1988), 373–390.
72 Según el autor, su investigación intentó “to meet the need, which has become increasingly evident in recent years, of depicting in realistic terms the response of the American Negro to his bondage. The data herein presented make necessary the revision of the generally accepted notion that his response was one of passivity and docility. The evidence, on the contrary, points to the conclusion that discontent and rebelliousness were not only exceedingly common, but indeed characteristic of American Negro Slaves”. Herbert Aptheker, American Negro Slave Revolts, 6th Ed. (USA: International Publishers, 1993), 374.
73 Manning Marable, The Great Wells of Democracy, op. cit., 38.
74 Molefi Kete Asante está en desacuerdo con la denominación de “nacionalista negro” de Marable para caracterizar a Delany. Según Asante, “Delany was not a Black Nationalist. There was neither a black nation nor a black country that he found to which he attached himself. To Delany there were only the African people recently freed from 246 years of bondage who needed to be elevated. Thus, the label “Black Nationalist” serves to belittle Delany’s intellectual and activist philosophy, to consign him to a marginal space, and to defeat the attempt at selfdetermination and independence. (…) Delany was a transformatist…. If one reads his books and essays one finds throughout his writings that he was advancing a theory of African liberation based on a commitment to selfdefinition, sacrifice, and the willingness to be bold enough to create one’s own world. (…) He was a campaigner for transforming identity and creating within the oppressed, that happened to be largely black, a response based on self-determination”. Molefi Kete Asante, “Martin Delany: The First Transformatist”, ponencia en Temple University, 9 May 2012, http://stillfamily.library.temple.edu/historical-perspective/martin-delany-first-transforma(consultado en 13 ene 2016).
75 Eric Foner, A Short History of Reconstruction (New York: Harper and Row, 1990), xvi.
76 “1. Ni en los Estados Unidos ni en ningún lugar sujeto a su jurisdicción habrá esclavitud ni trabajo forzado, excepto como castigo de un delito del que el responsable haya quedado debidamente convicto. 2. El Congreso estará facultado para hacer cumplir este artículo por medio de leyes apropiadas”. “Constitution of the United States: Amendments 11-27”, The Charters of Freedom, U.S. National Archives & Records Administration: http://www.archives.gov/exhibits/charters/constitution_amendments_11-27.html (consultado en 20 Jun 2015).
77 La Enmienda XIV (9 de julio de 1868) había proclamado que las personas nacidas o naturalizadas en el país, y sometidas a su jurisdicción, son ciudadanos de los Estados Unidos y de los estados en que residen. Determinó además que ningún estado podría dictar ni dar efecto a ley alguna que limite los derechos de los ciudadanos, o negarles la protección igualitaria de las leyes. La Enmienda XV (3 de febrero de 1870) estableció que ningún estado o el gobierno federal podría desconocer ni menoscabar el derecho de sufragio de los ciudadanos de los Estados Unidos por motivo de raza, color o previa condición de esclavitud. The Charters of Freedom, op. cit.
78 W. E. B. Du Bois, Black Reconstruction in America, 1860-1880 (New York: Harcourt, Brace and Company, 1935), 357-58, The Internet Archives: https://archive.org/details/blackreconstruc00dubo (consultado en 10 Ene 2013).
79 “the white group of laborers, while they received a low wage, were compensated in part by a sort of public and psychological wage. They were given public deference and tides of courtesy because they were white. They were admitted freely with all classes of white people to public functions, public parks, and the best schools. The police were drawn from their ranks, and the courts, dependent upon their votes, treated them with such leniency as to encourage lawlessness. Their vote selected public officials, and while this had small effect upon the economic situation; it had great effect upon their personal treatment and the deference shown them. White schoolhouses were the best in the community, and conspicuously placed, and they cost anywhere from twice to ten times as much per capita as the colored schools. The newspapers specialized on news that flattered the poor whites and almost utterly ignored the Negro except in crime and ridicule… in the same way, the Negro was subject to public insult; was afraid of mobs; was liable to the jibes of children and the unreasoning fears of white women; and was compelled almost continuously to submit to various badges of inferiority. The result of this was that the wages of both classes could be kept low, the whites fearing to be supplanted by Negro labor, the Negroes always being threatened by the substitution of white labor”. Ídem, 700-701.
80 W.E.B. Du Bois, “Dusk of Dawn: An Essay toward an Autobiography of a Race Concept” (1968), 103, en Dan S. Green y Earl Smith, “W.E.B. Du Bois and the Concepts of Race and Class”, Phylon (44), No. 4; fourth Qtr. (1983), 262-272.
81 W.E.B. Du Bois, Black Reconstruction…, op. cit., 352-353.
82 W.E.B. Du Bois, “The nucleus of class consciousness”, The Pittsburgh Courier, 5 Jun 1937, en Dan S. Green y Earl Smith, op. cit.
83 David R. Roediger, The Wages of Whiteness: Race and the Making of the American Working Class (New York: Verso, [1991] 2007), 9.
84 “Low-browed and savage, groveling and bestial, lazy and wild, simian and sensual – such were the adjectives used by many native-born Americans to describe the Catholic Irish ‘race’ in the years before the civil war. The striking similarity of this litany of insults to the list of traits ascribed to antebellum Blacks hardly requires comment. Sometimes Black/Irish connections were made explicitly. In Antebellum Philadelphia, according to one account, ‘to be called an Irishman has come to be nearly as great an insult as to be called a ‘nigger’ (…) Recently peasants (in Ireland) now overwhelmingly laborers and servants, they settled in slums and shantytowns in cities in the U.S., where large nativist political movements resented their religion, their poverty and their presence”, Ídem, 133-139.
85 Esta idea es desarrollada por Noel Ignatiev, quien analiza como los católicos irlandeses “se convirtieron en miembros de la raza blanca” y cómo la cuestión racial ha sido central en la formación de la clase obrera estadounidense. Ignatiev se enfoca en cómo, a pesar de que el color de su piel los hacía miembros posibles de la raza blanca, los irlandeses fueron primero considerados “negros”, para luego ser admitidos y aceptados como parte de la “raza blanca dominante”. Noel Ignatiev, How the Irish Became White (New York: Routledge, 1996).
86 Ronald Takaki, Strangers from a Different Shore: A History of Asian American (New York: Little, Brown and Company, 1989), 13–15. Los armenios, clasificados originalmente como “asiáticos”, se convirtieron legalmente en blancos en 1909 gracias a una sentencia judicial. Lo mismo sucedió con los sirios en 1909 y 1910, para – por decisión de un tribunal – convertirse en no-blancos en 1913, y nuevamente en blancos en 1915. Los nacidos en India fueron clasificados legalmente como blancos en 1910 para luego ser considerados no-blancos en 1923.
87 “The Race question a class question”, The Worker (1904), en Manning Marable y Leigh Mullings, Let Nobody Turn Us Around: An African American Anthology (USA: Rowman & Littlefield Publishers, 2009), 188.
88 Joyce Appleby, Lynn Hunt y Margaret Jacob, La verdad sobre la historia (Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 2000), 133.
89 En 1890, el estado de Louisiana había aprobado la Ley 111, que estableció la legalidad de la segregación racial en el transporte ferroviario sobre la base de que si los servicios e instalaciones eran “iguales” podían mantenerse “separados”. A pesar de la oposición que la ley generó en la comunidad negra, y las apelaciones que se introdujeron desde el Committee to Test the Separate Car Act, la ley entró en vigencia. En 1892, Homer Plessy se convirtió en un “caso testigo” para desafiar esta ley en la justicia. Plessy, un octoroon, abordó el vagón para blancos de primera clase de un ferrocarril. Si bien sus rasgos físicos no delataban necesariamente su “condición racial”, la misma era conocida por trabajadores del ferrocarril, quienes le exigieron trasladarse al vagón para “personas de color”. Plessy inició una demanda judicial que llegó a instancias de la Corte Suprema, que en su famosa sentencia “separados, pero iguales”, determinó que la separación racial era legal, constitucional y compatible con la XIV Enmienda.
90 Las “Cláusulas del Abuelo” fueron un artilugio para impedir el ejercicio del derecho electoral a los afrodescendientes. Aprobada por primera vez en Louisiana en 1898, eximió a personas cuyos abuelos ejercieron ese derecho antes de 1860 de cumplir con requisitos de empadronamiento tales como pruebas de alfabetización, impuestos electorales, requisitos residenciales o de propiedad. En la inmediata posguerra civil, e incluso hasta mediados del siglo XX, un porcentaje ínfimo de afro-estadounidenses (nulo en algunos distritos) podían cumplir con esta cláusula, lo que automáticamente los excluyó de la participación electoral.
91 W.E.B. Du Bois, Black Reconstruction…, op. cit., 694.
92 Entre 1882 y 1946 más de 4700 afro-estadounidenses fueron linchados por resistir al sistema de Jim Crow, un sistema “diseñado para eliminar las alternativas que en las primeras décadas después de la guerra civil existieron para los afro-estadounidenses, cuando estos últimos disfrutaron de ciertas oportunidades y el racismo podría haber sido mitigado o eliminado”. Greta De Jong, Invisible Enemy: The African American Freedom Struggle after 1965 (Malden, MA: Wiley-Blackwell, 2010), 20.
93 Manning Marable, “La historia y la conciencia…”, op. cit., 42.
94 Manning Marable y Leith Mullings, op. cit., 343-352.
95 “El ascenso y avance de un grupo selecto de negros educados, prósperos, y/o poderosos a posiciones de poder, ayudaba a desmantelar los modelos y las estructuras de la discriminación racial. La teoría es que, si los negros están bien representados en el gobierno, en empresas e instituciones sociales, entonces las prácticas tradicionales de desigualdad y los modelos de discriminación se reducirán”. Manning Marable, “La historia y la conciencia…”, op. cit., 43.
96 Manning Marable y Leith Mullings, op. cit. 347.
97 Ídem, xxiv.
98 Manning Marable, “La historia y la conciencia…”, op. cit., 46.
99 Cabe destacar que Marable considera que estas tendencias – o “visiones estratégicas” cómo él las llama – fueron adoptadas por diferentes grupos/líderes en distintos momentos históricos y en muchos casos, se superpusieron o se encontró presente en la práctica de una misma organización. El autor remonta el origen de los inclusionistas a los esclavos que se asimilaron, durante la época colonial, a las sociedades mayoritariamente blancas, olvidaron sus lenguas y tradiciones africanas, y trataron de participar en las instituciones sociales blancas. El nacionalismo negro comenzó con los esclavos fugitivos que establecieron comunidades cimarronas y enclaves fronterizos, siguió con los protagonistas de las rebeliones de esclavos, Marcus Garvey y Malcolm X. Por su parte, los transformacionistas se vieron representados en las propuestas de lucha de personajes como W.E.B. Du Bois, Paul Robeson y Fannie Lou Hamer. Manning Marable y Leith Mullings, op. cit.
100 Los Knights of Labor hicieron numerosos esfuerzos por organizar sindicatos y gremios racialmente integrados, al igual que la Colored Farmer’s National Alliance and Cooperative Union (1888), el United Mine Workers of America, el Brotherhood of Timberworkers (1910-1913), y el New Orleans Dock Workers Union.
101 Philip S. Foner, Organized Labor and the Black Worker, 1619-1973 (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1981), 22-33. Van Pelt Library, UPENN.
102 A pesar de la promesa de implementación de programas federales de redistribución de tierras (“40 acres y una mula” para cada freedman), tan sólo unos 100.000 ex esclavos accedieron a la propiedad de la tierra, siendo estas marginales, aisladas, improductivas y difíciles de explotar rentablemente. Aún en 1910, el censo nacional reveló que alrededor de tres cuartas partes de los afro-estadounidenses sureños trabajaban en la agricultura, y el 60 % de ellos eran aparceros. Robert H. Zieger, op. cit., 18.
103 Charles Sellers, Henry May y Neil McMillen, Sinopsis de la historia de los Estados Unidos (Buenos Aires: Editorial Fraterna, [1985] 1988), 345
104 William F. Holmes, “The Demise of the Colored Farmers' Alliance”, The Journal of Southern History (41), N° 2, (May 1975), 187-200, 187.
105 Ídem. Esta cifra es confirmada por Gerald Gaither, quien afirma que “an 1891 membership analysis by the General Superintendent revealed the following breakdown: 300,000 females, 150,000 males under 21 years of age, and 750,000 adult males-a total membership of 1.200.000 (…) the Colored Alliance exemplifies the difficulty of making any sort of calculated elaboration. Historians have assessed the membership of the order from 800.000 to 1.300.000 depending on the individual and the period of interpretation, but the figure of 1.000.000, in all probability, represents the peak strength of the Colored Alliance”. Gerald Gaither, “Blacks and the Southern Farmers' Alliance Movement”, East Texas Historical Journal (14), Issue 1 (1976), 28-29.
106 Ídem, 32.
107 William H. Chafe, Raymond Gavins y Robert Korstad, Remembering Jim Crow (New York: The New Press, 2001), xxvi.
108 Manning Marable y Leith Mullings, op. cit., 119. En “The Talented Tenth” (1903) Du Bois refiere directamente a la postura de Washington al afirmar que la capacitación y formación de oficio de los negros no era suficiente, sino que se debía apuntar a la educación superior. Para Du Bois se debían formar “líderes de la raza” para continuar con la lucha y resistencia de la comunidad negra: “The Negro race, like all races, is going to be saved by its exceptional men. The problem of education, then among Negroes, must first of all deal with the Talented Tenth; it is the problem of developing the best of this race that they may guide the mass away from the contamination and death of the worst, in their own and other races (…) the man who sets the ideals of the community where he lives, directs its thoughts and heads its social movements”. W.E.B. Du Bois, “The Talented Tenth”, en The Negro Problem: A Series of Articles by Representative American Negroes of Today, 33-75 (New York: James Pott and Co., 1903), 33-34 y 52-54, The Internet Archives: https://archive.org/details/negroproblemseri00washrich (consultado en 29 Dic 2013).
109 Esto dio pie a la creación de otras instituciones negras como la National Bar Association (1903), la National Negro Bankers Association (1906), la National Association of Funeral Directors (1907) y la National Negro Retail Merchants Association (1913).
110 The American Social History Project, Freedom’s Unfinished Revolution: An Inquiry into the Civil War and Reconstruction (New York: The New Press, 1996), 286.
111 Manning Marable, Black Leadership, op. cit., 25.
112 Francis Fox Piven y Richard Cloward, op. cit., 190.
113 “Los recién llegados descubrieron que el norte era mucho más problemático y con más inequidad de lo que les habían hecho creer. Muchos negros norteños desilusionados comparaban su región de manera desfavorable con respecto al Sur”. Thomas J. Sugrue, Sweet Land of Liberty, op. cit., xx-xxi.
114 Jack E. Bloom, Class, Race and the Civil Rights Movement (Indianapolis: Indiana University Press, 1987), 3.
115 Stanley Coben, “El fracaso del crisol de razas”, en Pozzi, Pablo y otros. El conflicto en la historia de Estados Unidos (Buenos Aires: Manuel Suárez Editor, 1992), 222.
116 Francis Fox Piven y Richard Cloward, op. cit., 203.
117 Aldon D. Morris, op. cit.
118 Robert Self, “Negro Leadership and Negro Money: African American Political organizing in Oakland before the Panthers”, en Jeanne Theoharis y Komozi Woodard (eds.), Freedom North: Black Freedom Struggles Outside the South, 1940-1980 (New York: Palgrave MacMillan, 2003), 106.
119 The Crisis hizo su aparición en 1910 como publicación mensual dedicada, tal y como se menciona en el primer editorial, a exponer “los hechos y argumentos que demuestran el peligro del prejuicio racial”. De la mano de W.E.B. Du Bois, se convirtió en una de las publicaciones más importantes, de referencia obligada, un foro desde el que se trataron asuntos candentes de la sociedad y la política, marcando la agenda afro-estadounidense. Amy Helene Kirschke, “Du Bois and ‘The Crisis’ Magazine: imaging women and family”, en Notes in the History of Art (24), n° 4 (Summer 2005), 35-45.
120 The American Social History Project, op. cit., 287.
121 W.E.B. Du Bois, “Race relations in the United States, 1917-1947”, en Phylon (9), N° 3 (1948), 234-237, 234.
122 “Youths who worked in the Civilian Conservation Corps camps where segregated by race; provisions in the Public Works Administration which mandated certain percentages of black workers in the construction buildings were blatantly ignored; benefits from the Agricultural Adjustment Administration were often denied to black rural farmers through fraud and outright corruption. Roosevelt resisted blacks’ demands that the Federal Government should pressure defense contractors to hire greater numbers of minorities”, Manning Marable, Race, Reform and…, op. cit., 14.
123 Durante la segunda guerra, más de 14 millones de estadounidenses sirvieron en las Fuerzas Armadas, alrededor de 10 millones se sumaron a trabajos civiles, 3.8 millones de afro-estadounidenses fueron empleados o accedieron a posiciones antes vedados por cuestiones raciales; y 3 millones de mujeres se incorporaron por primera vez al mercado laboral en puestos tradicionalmente ocupados por hombres (talleres, siderurgias, fábricas de aviones y astilleros). Los niveles de desempleo descendieron notablemente: mientras que en 1942 el desempleo afectaba a 3.5 millones de personas, en 1945 se había alcanzado la cifra de pleno empleo de 65 millones. Willi Paul Adams, Los Estados Unidos de América (Buenos Aires: Siglo XXI, [1979] 2008), 324-330.
124 Jacqueline Dowd Hall, “The Long Civil Rights Movement…”, op. cit., 1247.
125 “Call to the March, July 1, 1941”, The Black Worker (May 1941), en Manning Marable y Leith Mullings, op. cit., 312.
126 A comienzos de la década de 1930, los 35000 miembros del BSCP constituían casi la mitad de todos los trabajadores negros sindicalizados del país. No sólo conformaron un gremio multitudinario que luchó para ser admitido en la Federación Estadounidense del Trabajo (AFL), sino que fue reconocido como representante sindical por la empresa Pullman, forzándola a negociar y logrando mejoras salariales, mejores condiciones de trabajo y reducción de las horas laborales de sus afiliados. American Social History Project, Who Built America?: Working People and the Nation's Economy, Politics, Culture, and Society, Vol. 2 (New York: Pantheon Books, 1992), capítulo 8.
127 Beth T. Bates, “Double V for Victory: Mobilizes black Detroit, 1941-1946”, en Jeanne Theoharis y Komozi Woodard (eds.), Freedom North…, op. cit., 27-30.
128 Ídem, 18.
129 Jacqueline Dowd-Hall, op. cit., 1245.
130 “The Negro worker: a problem of progressive labor action”, The Crisis (37) n° 3 (Mar 1930), 85-83, en Manning Marable y Leith Mullings, op. cit., 277-278.
131 American Social History Project, Who Built America? op. cit., capítulo 7.
132 A. Philip Randolph, en Jervis Anderson, A. Philip Randolph: A Biographical Portrait (Berkeley: University of California Press, 1986), 232, https://books.google.com.ar/ (consultado en 20 ene 2016).
133 En 1944, la afro-estadounidense Irene Morgan fue arrestada por negarse a cederle a un pasajero blanco el asiento que ocupaba en el autobús en el que viajaba. Llevando el caso a la justicia (Irene Morgan vs el Commonwealth de Virginia), en 1946 llegó a instancias de la Corte Suprema que resolvió que la segregación en el transporte interestatal era inconstitucional. La mayoría de los estados sureños hicieron caso omiso de la sentencia.
134 Robert Weaver, “Negro Labor: A National Problem” (1946), en Beth T. Bates, op. cit., 32.
135 “Executive Order 9981”, 26 Jul 1948, General Records of the United States Government; Record Group 11, National Archives, http://www.ourdocuments.gov/ (consultado en 5 Feb 2012).
136 Manning Marable, Race, Reform and…, op. cit., 16.
137 Hacia fines de 1940, al menos 32 casos relacionados con segregación educativa habían sido tratados ya en juzgados estaduales. En 1935 se había ordenado judicialmente el ingreso del primer estudiante negro en la escuela de posgrado de derecho de la Universidad de Maryland (caso Murray), y en 1938 la Corte Suprema había sentenciado que el estado de Missouri no podía negar el ingreso de estudiantes por cuestiones de color o raza (caso Gaines). Si bien las universidades continuaron restringiendo el ingreso de estudiantes negros, muchas comenzaron a incorporar dependencias “para negros”, y admitiendo estudiantes sobre la base de los principios de segregación racial.
138 La Suprema Corte de los Estados Unidos, “Brown contra la Junta de Educación de Topeka, 1954”; en Daniel J. Boorstin (comp.), Compendio histórico de los Estados Unidos (México: Fondo de Cultura Económica, 1997), 728-729.
139 El rechazo a la sentencia fue generalizado y en algunos casos fue necesario que funcionarios federales la impusieran. En 1956, 101 congresistas sureños firmaron una “Declaración de Principios Constitucionales” (el “Manifiesto Sureño”), en la que instaban a ignorar la sentencia del caso Brown. Según el Manifiesto, la Corte no tenía poder para imponer tal medida ya que tales decisiones eran competencia de los gobiernos estaduales. Legisladores sureños aprobaron más de 450 leyes concebidas para eludir el dictamen de la Corte. El caso más paradigmático se dio en 1957, cuando el presidente Dwight D. Eisenhower debió enviar a la Guardia Nacional a Little Rock (Arkansas), luego de que el gobernador Orville Faubus se negara a admitir a nueve estudiantes negros en la Central High School. Hacia 1960, menos del 1% de los estudiantes negros sureños asistían a escuelas integradas, y aun hacia 1965 más del 75 % de los establecimientos educativos sureños permanecían segregados. Howard Zinn, op. cit. 450.
140 Thomas Waring, en “Episode 1: Awakenings (1954–1956)”, 21 de Enero de 1987; Dir. Judith Vecchione, capítulo de Eyes on the Prize: America's Civil Rights Years (1954-1965); (PBS, 1987, PBS).
141 Howard Zinn, op. cit., 451.
142 Sobre las formas de organización de base, estrategias de acción directa no violenta, estrategias legales, ideología de resistencia pasiva y consecuencias a corto y largo plazo del boicot de Montgomery, ver Valeria L. Carbone, “El Boicot de Montgomery, 50 años después”, en De Sur a Norte: Perspectivas sudamericanas sobre Estados Unidos, Vol. 7, N° 14 (Buenos Aires: Fundación Centro de Estudios Americanos, 2006), 57-83.
143 Este Nuevo Negro fue el resultado de un cambio de actitud y reevaluación de los negros de sí mismos, de su lugar en la historia y su rol en el proceso de la lucha. En la misma, valores como “respecto” y “dignidad” adquirieron una relevancia central. “Dignidad” implicó la capacidad de encarar una lucha en la que los métodos utilizados estuvieran lejos de los de grupos blancos radicalizados, dispuestos a todo para evitar cualquier cambio social emergente. Fue la relación pacifismo-dignidad la que se constituyó en el eje articulador que caracterizó a la nueva etapa de lucha. Esta concepción fue perfectamente expresada por Martín Luther King, Jr., quien en la revista Liberation (1956) explicó el cómo y porqué de la lucha, cómo se relacionaba con la evolución de la comunidad negra, y de una nueva actitud y disposición a cambiar la historia: “Hubo épocas en que los negros perdieron la fe en sí mismos y se convencieron eran aquello les habían hecho creer eran... algo inferior a los hombres. La “paz racial” podía mantenerse siempre y cuando estuvieran dispuestos a aceptar esa realidad. No se trataba de una paz fácil de mantener, porque los negros debíamos pacientemente aceptar todo tipo de injusticias, insultos, maltratos y explotación. Pero lentamente las masas negras del sur comenzaron a reevaluarse a sí mismas – un proceso que cambió la naturaleza de la comunidad negra y socavó los patrones sociales sureños. La “paz” sureña se vio rápidamente alterada por la nueva y valerosa forma de pensar de los negros y de su cada vez mayor rapidez para organizarse y actuar... La extrema tensión racial que se vive en el sur hoy se explica en parte por el cambio revolucionario que los negros han hecho de sí mismos, de su destino y de su determinación por luchar por la justicia. Nosotros, los negros, hemos reemplazado la compasión y desprecio, por respeto y dignidad”. Ídem, 71.
144 Los sit-ins (sentadas) fueron una forma de acción directa no violenta que surgió hacia 1960 en Greensboro, Carolina del Norte. Estudiantes negros se sentaban en las barras de los restaurantes – espacios reservados a clientes blancos – buscando ser atendidos. Al negárseles el servicio, permanecían allí por horas, soportando violentas agresiones, e incluso siendo detenidos por la policía. Rápidamente esta forma de protesta alcanzó la participación de 50.000 estudiantes en Alabama, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia, Florida, Maryland, Tennessee y Louisiana.
145 La segregación en los medios de transporte y estaciones de autobuses y trenes (espacios comunes, áreas de espera, patios de comida, baños) era una práctica común en todo el sur. En 1961, CORE resucitó los Journey of Reconciliation bajo la forma de los Freedom Rides: viajes interestatales con pasajeros blancos y negros que directamente violaban leyes de varios estados. Ello condujo a algunos de los más sangrientos episodios de violencia contra activistas, ante la absoluta complacencia de autoridades locales, estaduales y federales.
146 Howard Zinn, op. cit., 455.
147 En su discurso al momento de firmar la ley, el presidente Lyndon Johnson la calificó como “a triumph for freedom”, “one of the most monumental laws in the entire history of American freedom”, la ley que permitiría “strike away the last major shackle of those fierce and ancient bonds [of slavery]”. Lyndon B. Johnson, “Remarks on the Signing of the Voting Rights Act”, 6 Ago 1965, http://millercenter.org/president/speeches/speech-4034(consultado en 13 Nov 2015).
148 La “Sección 5” de la ley de derecho al voto específicamente ordenó la supervisión federal del empadronamiento y del ejercicio del derecho electoral en estados históricamente segregacionistas (Alabama, Alaska, Arizona, Georgia, Louisiana, Mississippi, Carolina del Sur, Texas y Virginia), y muchos distritos y ciudades de otros estados. También autorizó al fiscal general de los Estados Unidos a investigar el requisito de pago de impuestos de capitación discriminatorios en elecciones estaduales y locales.
149 “Deacons for Defense Spokesman to Speak at BRIDGE Meeting”, Bay State Banner, 21 ene 1967, Vol. 2, Issue 17, 1, Proquest Historical Newspapers:http://search.proquest.com/.
150 Howard Zinn, op. cit., 456. En el sur, se registraron los siguientes índices de empadronamiento: Alabama pasó de 19.3% a 61.3%; Georgia de 27.4% a 60.4%; Louisiana de 31.6% a 60.8%, Mississippi de 6.7% a 66.5%, en Manning Marable, Race, Reform and…, op. cit., 82.
151 Declaración de un miembro del “Consejo de Ciudadanos Blancos” (White Citizens Council); “Episode 5: Is this America? (1963-1964)”; 18 de febrero de 1987; Dir. Orlando Bagwell, capítulo de Eyes on the Prize: America's Civil Rights Years (1954-1965); (PBS, 1987, PBS).
152 Peniel E. Joseph, The Black Power Movement: Rethinking the Civil Rights-Black Power Era (New York: Routledge, 2006), 3.
153 “Black Power”, Bay State Banner, Vol. 1, Issue 40, 16 Jul 1966, 4, Proquest Historical Newspapers: http://search.proquest.com/.
154 El dirigente negro Stokely Carmichael destacó que “la integración no refiere al problema de la pobreza, sólo al problema de la negritud. Hoy la integración significa el hombre ‘que triunfa’ y que abandona a sus hermanos negros en el gueto con toda la rapidez que le permita su nuevo auto deportivo. La integración no quiere decir nada para el obrero de Harlem o el aparcero que gana tres dólares diarios… la integración aborda de un modo despreciable el problema de la negritud. Como meta se ha basado en la aceptación total de un hecho: para tener una educación o una casa decentes, los negros deben trasladarse a un vecindario blanco o enviar a sus hijos a una escuela blanca. Esto vigoriza, entre negros y blancos, la idea de que ‘el blanco’ es superior de un modo automático y el negro es por definición inferior. De ahí que la integración sea un subterfugio para mantener la supremacía blanca… Tales situaciones sólo se modificarán cuando los negros tengan poder”. Stokely Carmichael, “El Problema Negro”, Punto Final, n° 35 (Santiago de Chile: Prensa Latinoamericana, agosto de 1967), 4.
155 Peniel E. Joseph, The Black Power Movement, op. cit., 3 y 279, nota a pie de página n° 3.
156 El SNCC surgió hacia 1960 para dar cabida a jóvenes estudiantes afro-estadounidenses cuya militancia se veía limitada en la estructura jerárquica y verticalista del SCLC, dominada ésta por líderes religiosos y viejos militantes. Liderado por Ella Baker y Stokely Carmichael, el SNCC comenzó con un fondo de US$ 800 dólares donado por la SCLC. Organizaron sit-ins, participaron de los Freedom Rides, de campañas de empadronamiento electoral, de la Marcha sobre Washington de 1963, y del MFDP.
157 Para muchos dentro del SNCC los blancos ya no tenían lugar dentro de la organización, porque “whites were part of a ‘collective white America’. White activist should devote themselves to the problem of white racism and SNCC should be ‘black-staffed, black-controlled, and black-financed’”. Andrew B. Lewis, The Shadows of Youth: The Remarkable Journey of the Civil Rights Generation (New York: Hill and Wang, 2009), 214-215.
158 Stokely Carmichael y Charles V. Hamilton, op. cit., 44-46.
159 Peter H. Prugh, “Is Civil Rights Taking a Right Turn?”, Wall Street Journal, 11 Ago 1967, 6, Proquest Historical Newspapers: http://search.proquest.com/.
160 Dean KotlowskiSource, “Black Power-Nixon Style: The Nixon Administration and Minority Business Enterprise”, The Business History Review, Vol. 72, No. 3, 409-445 (Autumn 1998), 411-412.
161 Jeffrey O. G. Ogbar, “Rainbow Radicalism: The rise of the radical ethnic nationalism”, en Peniel E. Joseph, The Black Power Movement…, op. cit., 193-194.
162 Manning Marable y Leith Mullings, op. cit., 349-351.
163 “I don't know what will happen now. We've got some difficult days ahead. But it really doesn't matter with me now, because I've been to the mountaintop. And I don't mind. Like anybody, I would like to live a long life. Longevity has its place. But I'm not concerned about that now. I just want to do God's will. And He's allowed me to go up to the mountain. And I've looked over. And I've seen the Promised Land. I may not get there with you. But I want you to know tonight, that we, as a people, will get to the Promised Land!” Martin Luther King, Jr., “I've Been to the Mountaintop” (Memphis, Tennessee: Mason Temple, 3 Abr 1968), The King Center: http://thekingcenter.org/archive/document/ive-been-mountaintop (consultado en 10 ene 2016).
164 Francis Fox Piven y Richard Cloward, op. cit., 30.
165 “cuando los negros adquirieron el derecho al voto en el sur, e influencia en las municipalidades en el norte en respuesta a los tumultos de la década del sesenta, los líderes negros fueron incorporados a la política electoral y burocrática y se convirtieron en los defensores ideológicos del desplazamiento de la protesta a la política”; Francis Fox Piven, Richard Cloward, op. cit., 32-33.
166 Manning Marable, Race, Reform and…, op. cit., 190-191.
167 “Deacons for Defense Spokesman to Speak at BRIDGE Meeting”, op. cit.
168 Barbara Fields, “Slavery, race…”, op. cit., 112.
169 Stokely Carmichael, “Black Power and the Third World”, agosto de 1967, Discurso ante la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), La Habana, Cuba (Ontario: Third World Information Service, 1967), 5, http://www.freedomarchives.org/.