Читать книгу El secreto está en tu interior - 2da. edición - Valle Labrada - Страница 8
ОглавлениеJoseph Fadelle respondía al nombre de Mohamme desde su nacimiento en Bagdad donde residía su familia. Mohamme con 23 años, a principios de 1987 viaja de Bagdad a Basora (Irak) cerca del Golfo Pérsico con un destino militar, aunque poco arriesgado, eran tiempos calientes de la preguerra del Golfo que estalló en agosto de 1990.
Mohamme está orgulloso de ser el mayor de los hermanos de una familia que desciende directamente del profeta, él es un sayyid al- Moussaoui, de Bagdad. En Basora Mohamme, contra su voluntad, tiene que compartir vivienda con Massoud, un campesino cristiano que cumple allí su destino militar. El carácter apacible de Massoud, poco a poco derriba las barreras que Mohamme sentía hacia un cristiano y concibe la idea de que le puede ganar para el islam.
Masssoud leía con cariño y asiduidad el evangelio, cuando Mohamme le pide el evangelio para leerlo, Massoud le contesta que sólo se lo dejará después de que Mohamme hubiera leído el Corán. El desafío era grande porque ni lo tenía ni lo había leído en su vida. En el primer permiso de que dispuso, Mohamme cogió un Corán que comenzó a leer y se lo llevó consigo al volver a su destino militar.
En su reencuentro, los dos compañeros, reanudaron las conversaciones sobre el islam y los textos del Corán. En mayo de 1987 Mohamme tiene un sueño que lo recordará y le acompañará toda su vida. “Junto a un río de apenas un metro de ancho, veo a un personaje en la otra orilla hacia quien me siento irresistiblemente atraído, empiezo a atravesar el río hacia él, durante unos minutos, me siento como suspendido en el aire, el hombre que tengo enfrente me tiende su mano para ayudarme a vadear el cauce, posando sobre mí una mirada de infinita dulzura dice: “para cruzar el río tienes que comer el Pan de Vida”.”
Al día siguiente que Massoud regresa de un permiso, le tendió un libro a Mohamme diciéndole: “toma los evangelios”. Hacía cinco meses que Mohamme se los había pedido y ¡por fin se había acordado!
“Me tumbo en la cama con el libro con la intención de desafiarle y el deseo de no plegarme a las órdenes de un cristiano y comienzo a leer la versión de San Juan. Absorto en el texto, me olvido hasta de desayunar y no sé en virtud de que milagro termino leyendo exactamente las palabras “pan de vida”: las mismas que acabo de oír hace unas horas en mi sueño.
Para despejar toda duda, vuelvo a leer despacio el pasaje en el que Jesús dice a sus discípulos: Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá hambre…4
Entonces sucede dentro de mi algo extraño. Una luz brillante alumbró mi vida y le dio sentido. Un sentimiento de fuerza inunda mi corazón; una pasión casi violenta y cargada de amor hacia ese Jesucristo del que hablan los Evangelios me embarga”.
“En mi desprecio hacia el cristianismo, se abre una grieta. Experimento que la religión que consideraba inferior adquiere una nueva perspectiva pues encierra una auténtica fuente de amor, de libertad: multitud de beneficios que hasta ahora han brillado por su ausencia en mi práctica religiosa. Las palabras del Padre Nuestro resuenan como un bálsamo confortador. El afán de convertir al islam a Massoud se desvanece. Solo tengo un deseo: poder comer un día de ese Pan de Vida”.
Cuando Mohamme comunica a Massoud su intención de dar a conocer a su familia su nueva fe en Jesucristo, la reacción de aquél es violenta. ¡Eres un insensato! Te matarán. Mohamme se defendió. ¡Imposible! Mi familia me quiere, sería incapaz de hacerme daño.
Pronto Massoud deja ese destino y su desaparición dejó a Mohamme en la soledad de su fe recién estrenada. Mohamme vuelve a su casa de Bagdad y en 1992 se casó con Anouar, la mujer que eligió para él su padre. Mohamme busca en Bagdad cristianos e iglesias que le cerraban las puertas ante la posible impostura de su conversión. En el verano 1993, Michael, un cristiano que Mohamme reconoce por tener un icono de la Virgen en lugar discreto en su puesto de un Zoco, le acompaña a oír misa el domingo en la iglesia de San Basilio.
En 1994, las ausencias sin explicación de Mohamme, despiertan los celos de su mujer cuando ella descubrió que en sus salidas no estaba con su familia. Anouer le dice: ¡ves a otra mujer! entonces Mohamme le declara: “ya no soy musulmán, no creo en el islam. Ahora soy cristiano y voy a misa los domingos. Ese es mi secreto”.
La mujer despavorida, cogió a los dos hijos del matrimonio y huyó a casa de sus padres. Al cabo de los días Mohamme llama a su mujer para preguntarle si la puede visitar. Ella le dice que sí y para sorpresa de Mohamme, Anouer no había dicho nada a su familia.
A solas Anouer le relata que después de tres días sin comer ni beber, encerrada en su cuarto rezando a Alá, soñó estar con otras personas reunidas alrededor de una especie de pan, cuando se disponía a comer, una voz femenina le dijo: “Lávate las manos antes de comer” ella se levantó, la mujer le vertió un poco de agua para que se lavara la cara y las manos. En ese momento se despertó con el rostro mojado. Ese mismo día has llamado tú y ahora estoy deseando estar contigo para que me cuentes tu secreto.
Mohamme conmovido no puede creer que la crisis se resuelva con tanta facilidad. Es una gran prueba de amor no haberle denunciado a su familia, pero no quiere forzarla. Nadie te obliga a seguir mi fe, le dice. Quiero que te sientas totalmente libre. Pero, si lo deseas, te ayudaré, te mostraré el camino que he recorrido.
Mohamme le recomienda leer el Corán. Después tarda una semana en poder coger los evangelios entre sus manos temblando de miedo. Anouer le apasiona el relato y queda cautivada por este libro que le habla de amor y esperanza.
Algún domingo le acompaña a misa con los hijos, deseosa de conocer la comunidad cristiana, le sorprende el trato que se da a la mujer, tan distinto del islam, y el respeto que se le guarda.
La felicidad del matrimonio no podía ser mayor hasta que llegó lo inevitable. La señal de la cruz que hace uno de sus hijos con toda naturalidad ante sus tíos provoca el registro de la casa donde se encuentra la Biblia, libro prohibido que supone prueba concluyente de delito.
Durante un año y cuatro meses Mohamme, denunciado por su familia, estuvo internado en una cárcel donde fue sometido a torturas con el fin de que delatara las actividades católicas y a los cristianos de Bagdad. La convivencia hacinada, el trato denigrante y la falta de salud, supusieron el gran precio a pagar por su conversión.
Cuando le dejaron en libertad, su familia organizó una gran fiesta por la vuelta del hijo a la vida social. Mohamme pudo comprobar la hipocresía y el montaje de todo aquello, puesto que fueron ellos mismos los que le habían denunciado.
El resultado fue qué sin dinero ni trabajo, Mohammme y su familia quedaron sometidos a una férrea vigilancia familiar. Durante seis meses Mohamme y Anouar decidieron no tentar la suerte ni comprometer a cristianos. “Todas las noches nos arrodillamos y en voz baja suplicamos al Espíritu Santo que nos ayude a llevar esta carga y nos muestre una salida, ahora que el horizonte se nos presenta completamente cubierto”.
En el verano 1999, se relaja la vigilancia y Mohamme, asumiendo gran riesgo decide visitar a su querido instructor cristiano Abouna Gabriel. Ante la sorpresa de Mohamme, Abouna Gabriel le aconseja que se marchen. Es un consejo muy meditado, no hay otra salida. “Si te ocurriera algo aquí, en Irak, no me lo perdonaría nunca. Eres mi amigo más querido”. La Iglesia le pide que se marche a Jordania y de ahí a Francia u otro país europeo. Mohamme necesita tiempo para aceptarlo y como no tienen dinero, venden las joyas de Anouar. ¿Y el bautismo? Más adelante, ya llegará.
En los meses siguientes se llevan a cabo las gestiones y los preparativos de la huida y tras grandes contrariedades, sobresaltos y ayudas del cielo, el 20 de abril del 2000, Mohamme y su familia llegan a suelo jordano. La estancia en Jordania se alarga, acogidos por una comunidad cristiana, llega el momento tan deseado desde hace tantos años: el bautismo, el 22 de julio en Amman, primero los niños y luego los padres son acogidos en la Iglesia y reciben el premio por el que habían corrido tantos riesgos y abandonado sus bienes, su lugar y sus seres queridos.
Horas después, en la celebración de la Santa Misa,” recibo y tomo por primera vez el “pan de vida” y respondo a la llamada realizada por aquel hombre en esa visión cuyo nítido recuerdo he conservado a lo largo de trece años”.
Los meses de verano y primavera transcurren en estado de gracia hasta el 22 de diciembre en que Mohamme abandona el barrio cristiano de Amman para comprar algo en la ciudad. Cuando hace cola para volver a su casa desde un coche ocupado por cinco personas, escucha su nombre y se acerca, reconoce a cuatro de sus hermanos y a su tío. Descienden del coche y le rodean. Ven con nosotros, vamos a hablar y le meten en el coche.
Después de tres horas en que Mohamme les cuenta que es cristiano y trata de ganarlos para Cristo y ellos tratando de convencerle de las ventajas de volver a ser el Mohammed de antes, su tío Karin es el primero en sacar un revolver y apuntarle.
“Lo que sucede a continuación es un misterio. ¿Cómo es posible que la primera bala no dé en el blanco? ¿De dónde procede esa voz femenina que me susurra que huya deprisa? ¿Y las balas disparadas después, ésas que pasaron rozando las orejas, cómo no me han alcanzado?
Cuando me despierto estoy frente a un hospital, tengo la cabeza embotada y noto un dolor lacerante en la pierna. ¿Cómo no me han matado? No cabe duda: ¡alguien me ha protegido!”
La lección está aprendida hay que seguir huyendo. Con la ayuda de la madre Maryam, que hace frente con energía a los gravísimos peligros a los que se exponía Mohamme quién tomó el nombre de Yoessef, el 15 de agosto de 2001, junto con su familia hace el vuelo de Amman –París, desde entonces responde al nombre de Joseph.
Mohamme en la convivencia con Massoud encontró algo de la Verdad que sin saberlo desconocía: Jesucristo. Él ya creía en Dios y tanto es así que admitió la convivencia con el cristiano como una oportunidad de ganarlo para su Dios, pero Massoud, despertó en él un interés por conocer la fuente de Verdad que alimentaba su vida por lo que Mohamme le pidió los evangelios.
Esta lectura penetró las entrañas de Mohamme de tal modo que el fuego del Amor le abrió la Esperanza en su victoria y le impulsó en la Fe para librar todas sus batallas.