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Capítulo 1 El retorno de la espiritualidad

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El 10 de agosto de 1793 una multitud se reunió en la Plaza de la Bastilla, en París, para la primera fiesta en homenaje a la nueva diosa occidental: la Razón, aclamada por el espíritu revolucionario de la época como instrumento de liberación. En el centro de la plaza, se erigió una estatua colosal de ella. Mientras tanto, se organizó una segunda fiesta en el Palais-Royal. Aprovechando el impulso anticlerical producido por la renuncia del obispo de París, se decidió que la ceremonia tuviera lugar en un lugar que no dejara dudas sobre su carácter de ritual religioso sustitutivo: la Catedral de Notre Dame. Como parte de la ceremonia, se abrió la puerta del templo, dando paso a una figura femenina con un vestido blanco y una capa azul. En trajes deslumbrantes, la actriz Thérèse Angelique Aubry representaba la nueva diosa (ver Rouanet, 1996, p. 285).

El homenaje público en París materializaba el gran cambio en la forma de ver el mundo, que ya había tenido lugar desde el Renacimiento. En este nuevo escenario, el ser humano estaría en el centro de la realidad. El papel de Dios y la religión sería ejercido por la ciencia y la filosofía.

Los pensadores de la Ilustración relacionaron la religión, en sus más diversas manifestaciones, con la ignorancia. La fe pasó a ser vista, en el mejor de los casos, como propia de una fase anterior al progreso científico. Los racionalistas entendían que el mundo occidental adquiría entonces su madurez, con el descubrimiento de la razón como el medio de obtención de conocimiento y como instrumento de desarrollo. Esa pretendida madurez parecía dar fin a un largo período de predominio de la religión, especialmente sus formas más primitivas y supersticiosas.

Durante casi tres siglos, el hombre racional y “maduro” rechazó la religiosidad, aunque esta permaneciera latente y manifestándose en los momentos de crisis. Para sobrevivir en el mundo de la razón, el cristianismo tuvo que adaptarse al patrón racional ilustrado, negando el aspecto sobrenatural de la fe y enfatizando sus valores éticos.

Sin embargo, desde la década de 1960, el mundo ha sido testigo de un declive en el racionalismo como modelo de adquisición de conocimientos y como perfil de comportamiento cultural. Aunque se reconoce desde hace siglos como la edad de la madurez humana, “la edad de la razón” desde entonces parece eclipsarse. Los postulados de la ciencia y su capacidad para proteger la vida en la Tierra han sido golpeados por el relativismo a medida que los seres humanos han comenzado a mirar su propio mundo interior, dominado por el caos.

¿Cuáles son las causas de este cambio de paradigma? ¿Hacia dónde va el mundo que intercambia la razón por el relativismo, la ciencia por la intuición, la racionalidad por la cultura primitiva? Un análisis de esta coyuntura histórica y filosófica es necesario para comprender los cambios que la religión y la liturgia cristianas atraviesan en este contexto posmoderno y relativista.

El cambio cultural y religioso se asocia con el cambio en la forma en que vemos y entendemos el mundo y la vida; una transformación en las ideas. El desencanto con el progreso científico a lo largo del siglo XX ha allanado el camino para un nuevo modelo de realidad que privilegia la diversidad por encima del concepto de verdad absoluta.

Este modelo de realidad, conocido como “posmodernismo”, favorece el retorno de la religiosidad y la superstición, nuevamente atractivas para un mundo dominado por el sentimiento de inseguridad.

La religiosidad posmoderna es indiferente al concepto bíblico de verdad absoluta, mientras busca la experiencia y la sensación del milagro, del contacto con lo sobrenatural y con la trascendencia.

El estudio de los orígenes de la religiosidad posmoderna, marcado por la búsqueda de las experiencias de la trascendencia, proporciona un panorama amplio y esclarecedor para la comprensión de los cambios filosóficos y litúrgicos del culto cristiano contemporáneo.

Este capítulo hace algunas observaciones sobre la centralidad del ser humano en lugar de Dios en la cultura moderna, y la naturaleza del conocimiento científico en oposición a la verdad religiosa. Luego analiza las características socioculturales de la posmodernidad y su concepto de verdad relativa y pluralista.

En busca de éxtasis

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