Читать книгу Psicoterapia Corporal - Vassilis Christodoulou - Страница 6
Оглавление“Tan poco… tanto dolor...”
“Cielos, necesitamos tan poco, muy poco, para vivir una vida normal y sana… y tanto dolor nos causa cuando no la tenemos”.
Estas fueron las primeras palabras de Nikos en la sesión después de que conectase con la necesidad de ser abrazado por su madre cuando era joven. No necesitaba someterse a terapia para darse cuenta de que su madre no era del tipo de madres que abrazasen.
'Cuidaba de la familia como todas las buenas madres. Nos mantenía limpios y nos alimentaba. ¡Era una buena familia! A menudo, sino siempre, yo estaba solo en el patio o en casa y, a medida que fui creciendo, también en el barrio. Creía por aquel entonces que esta soledad me ayudaba a convertirme en un estudiante eficiente y en un hombre de negocios exitoso en el presente. Nunca se me ocurrió que estaba ocultando tanto dolor...”
Lo que Nikos ocultaba y no expresaba mediante palabras lo delataba su cuerpo. Era fuerte y fornido, pero su tronco, columna y nuca estaban especialmente tensos. Sus pies estaban firmemente plantados en el suelo, como si dijeran “nada puede sacudirme, soy fuerte y saludable”. Su respiración se situaba en su pecho, superficial, con tendencia a contener la respiración externa. Era particularmente prudente, hizo muchas preguntas al principio y era escéptico en las sesiones terapéuticas, además de no ser muy entusiasta del contacto físico. Era especialmente inteligente, lo que le permitió establecerse como la estrella de la familia gracias a su éxito académico y, posteriormente, al profesional.
Vino a mí sobre todo para buscar ayuda con su matrimonio debido a ciertas disfunciones familiares. En efecto, ese “tan poco” mencionado por Nikos resulta de gran importancia para el niño. El contacto corporal, el suave sonido de la voz de la madre, sus pechos y el amamantar, todo ello es, cuando está presente, lo que le da al niño una base firme desde la cual puede comenzar a explorar y a dar sus primeros pasos hacia el mundo. Y la pregunta que el niño repite constantemente es: “¿Soy bienvenido? ¿Es el mundo un lugar acogedor?” La primera vez que se hace esta pregunta es en el útero. Y es aquí donde el niño comienza a abrirse a la vida – o se echa atrás, con la correspondiente contracción manifestándose después en el cuerpo como encogimiento, tensión en los músculos, donde las articulaciones, en vez de servir como puentes para permitir el libre flujo de energía, lo obstruyen y lo retienen.
'En el trabajo de transformar patrones bloqueados de sentimientos y expresión, la herramienta más esencial es la vida receptiva de otro ser humano'.1
Wilhelm Reich llamó a nuestra capacidad de sentir los bloqueos de otras personas en nuestro propio cuerpo “identificación neurovegetativa”. Stanley Keleman se refiere al mismo fenómeno mediante el término “coordinación corporal”.
El tratamiento de Nikos no comenzó con la rememoración de un recuerdo olvidado de su niñez. Su conocimiento sobre cómo creció estaba ahí, “adornado” con una variedad de constructos mentales diseñados para mantener lejos el dolor. El elemento catalítico es realizar la conexión. En terapia, un encuentro con el dolor lo disuelve siempre, literalmente. El dolor, el dolor profundo, existe siempre y cuando la experiencia esté desconectada de la conciencia, excluida de ésta y sin carga emocional. Es éste el mecanismo de defensa que utilizamos para poder esconder la verdad. Es lo que hay en el corazón de la neurosis.
A la hora de reprimir experiencias dolorosas nos fragmentamos, ya que el dolor que experimentamos “entonces”, en el momento en que aquello sucedió, era demasiado grande como para que nuestro sistema psicosomático pudiera lidiar con él. El dolor es profundo y, a menudo, proviene de un tiempo donde no disponíamos de palabras mediante las cuales pudiéramos articular lo que experimentamos. Es por esto que las palabras y los constructos mentales no son productivos.
A medida que el trabajo con Nikos continúa en este nivel, no tiene necesidad de ideas o compulsiones en su intento de controlar la ansiedad emergente, sea cual fuere la forma en la que emerja (problemas sexuales, rabia, pánico, problemas psicosomáticos, etc.). Aquellas necesidades que no fueron satisfechas en el pasado pueden ser la causa de nuestros problemas, de nuestra neurosis. Satisfacer esas necesidades es el objetivo de la terapia. Reprimir aún más esas necesidades solamente proporciona una solución temporal al problema, provocando que nos fragmentemos más de lo que ya lo estábamos.
Reviviendo y satisfaciendo sus necesidades en el presente, la persona se siente más consciente y en mejor armonía con su vida interior. Uno podría, con razón, preguntar: ¿Cómo es posible satisfacer necesidades o deficiencias del tiempo de gestación, o sanar traumas que sucedieron en el nacimiento o durante la infancia?
Aquellos que han trabajado con técnicas como las que se utilizan en Biosíntesis entienden cómo puede darse este hecho, ya que ellos lo han experimentado directamente. Cuando se da una sesión terapéutica trabajamos en el presente, pero al mismo tiempo el pasado emerge en ese mismo presente, en el 'ahora'. En consecuencia, en la sesión terapéutica, el “entonces” se convierte en el “ahora”. Así, tenemos el “ahora” de la sesión terapéutica y el “ahora” del pasado, que es tan poderoso como lo fue originalmente. Y todas nuestras acciones contactan con este eterno AHORA, lo que nos aporta la fuerza que necesitamos para soportar el dolor que no pudimos sostener cuando lo sentimos la primera vez, y es en el “ahora” terapéutico que podemos tomar lo que no tomamos “entonces”. En este contexto, un adulto que revive una experiencia de su infancia y llora como un bebé es, de hecho, un bebé. Y cuando revive experiencias traumáticas de su nacimiento o cualquier otro evento, pueden incluso aparecer contusiones en el cuerpo. La memoria corporal tiene un poder inimaginable.
La terapia hace que los pacientes dispongan de más sensibilidad, tanto en el cuerpo como en la mente. Puede que entristezcan, pero no se sentirán deprimidos. Puede que sientan dolor, pero no se sentirán derrumbados por él. Podrán sentirse en crisis pero no se desesperarán. Harán frente a su vida diaria y sus dificultades con la madurez de una persona que es consciente y con una vitalidad que brota de una energía que ya no se encuentra restringida por viejos bloqueos o experiencias reprimidas.
Cielos, necesitamos tan poco, muy poco, para vivir una vida normal y sana… y tanto dolor nos causa cuando no lo tenemos.
Sí, ese “tan poco” es de gran importancia para el niño.
1 David Boadella, Campos de Vida: Introducción a la Biosíntesis, Londres, Routledge Kegan & Paul, 1987.