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PREÁMBULO

Quienquiera que alguna vez haya tratado de exponer un tema científico a un público no especializado sabe lo difícil que resulta. O bien consigue hacerse ininteligible al ocultar la esencia del problema, y ofrece así al lector tan sólo aspectos superficiales y alusiones vagas, y lo engaña así haciéndole creer que lo ha entendido; o bien le brinda una explicación experta del problema de tal índole, que el lector carente de preparación especial no logra entenderla y pierde las ganas de leer. Si omitimos estas dos clases de intento de divulgación científica actual, queda muy poca cosa.

Sin embargo, este pequeño remanente es muy valioso.

Me parece muy importante facilitar al público la oportunidad de darse cuenta, de manera consciente e inteligente, de los esfuerzos y resultados de la investigación científica. No basta con que unos cuantos especialistas comprendan, elaboren y apliquen cada resultado. Restringir a un grupo reducido el acceso al campo del conocimiento mata el espíritu filosófico de la gente y conduce a la pobreza espiritual.

ALBERT EINSTEIN

En septiembre de 1985, en un parque repleto de jazmines en la isla de Menorca, Eduard Salvador, catedrático de Astronomía de la Universitat de Barcelona, explicaba ante un público muy variado lo que se sabía por entonces acerca del origen y la evolución del universo. Yo formaba parte del auditorio y había estudiado relatividad y cosmología en la Universitat de València. Conocía bien, por tanto, las ecuaciones que describen nuestro modelo del universo, pero hasta aquel momento no fui consciente de que era posible explicar su contenido de una manera comprensible, y de que en verdad había muchas personas interesadas por conocer los descubrimientos científicos y las ideas centrales que se habían utilizado para construir nuestro modelo cosmológico: el del Big Bang. Y, aún más importante: ¡aquella historia resultaba fascinante!

Meses después acudí a un instituto de investigación en Copenhague para elaborar la tesis doctoral. Durante aquel periodo leí artículos y libros especializados, pero también algunos libros clásicos de divulgación sobre astronomía y cosmología: Los tres primeros minutos del universo (1978) de Steven Weinberg, o Paciencia en el azul del cielo (1982) de Hubert Reeves. Estas lecturas me animaron a tratar de explicar los asuntos relacionados con mi investigación en conferencias y artículos de divulgación, principalmente en el suplemento de ciencia de La Vanguardia, dirigido por Vladimir de Semir.

La importancia de la divulgación científica de calidad ha constituido un punto de encuentro con muchos colegas de disciplinas variadas, y nos ha servido para llevar a cabo iniciativas como la

Cátedra de Divulgación de la Ciencia de la Universitat de València. He tenido la fortuna de moverme entre científicos que consideran que la comunicación social de la ciencia es una labor importante que

los científicos profesionales deben considerar entre sus actividades.

John Mitton lo explica con sencillez: «El contrato social no se completa hasta que se comunican los resultados». También Virginia Trimble, ex vicepresidenta de la Unión Astronómica Internacional, lo remarcaba hace poco: «Dado que nuestro trabajo viene costeado por casi la totalidad de nuestros conciudadanos, todos tenemos la responsabilidad de hacerlos conocedores de lo que han obtenido con su dinero».

Éste ha sido el objetivo fundamental de los ciclos de conferencias que he organizado durante los últimos años, como por ejemplo «Nuestros científicos» o «La ciencia en el cambio de milenio», que nos han permitido disfrutar en la ciudad de Valencia, y con estilos diferentes y enriquecedores, de disciplinas tan diversas como la física de partículas, la química, la botánica, la biología molecular o la meteorología. Hemos tenido ocasión de observar que todas estas materias despiertan el interés del público si los comunicadores se esfuerzan por contagiar el entusiasmo que ponen día a día en investigar sus respectivas disciplinas.

La astronomía y la cosmología gozan, además, de una gran aceptación por parte del público. Por un lado, se trata de especialidades que se ocupan de aspectos relacionados con los orígenes y con las grandes preguntas de la humanidad. Por otro, las imágenes tan llamativas que llegan cada día desde los observatorios y desde las agencias espaciales contribuyen a incrementar nuestra fascinación por el universo. Considerando el carácter visual de la astronomía, he introducido imágenes y diagramas que hacen más comprensible el discurso empleado.

A la hora de escribir este libro he tenido presente el contenido de las conferencias que he impartido en escuelas, institutos, aulas de cultura, planetarios y universidades, así como las respuestas a las preguntas que con mayor frecuencia me ha formulado el público. Todo ello se ha ido articulando de manera coherente en este libro, en el que intento explicar lo que hoy sabemos del universo, rindiendo homenaje a los viajeros cósmicos que, con telescopios, sondas espaciales y la imaginación, se han adentrado en nuestros orígenes cosmológicos: son los marineros que surcan los cielos.

VICENT J. MARTÍNEZ

Marineros que surcan los cielos

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