Читать книгу Relatos indisciplinados - Victoria Alonso Gutiérrez - Страница 5

Оглавление

CABARET PARA DOS

No sé si pensabas que podrías echarme de tu lado tan fácilmente. Después de todo lo que hemos pasado juntos, creo que es bastante obvio que no me voy a dejar. No pienso volver sin ti, no quiero estar sin ti y no te voy a permitir que me apartes de tu vida.

No entiendo por qué te fuiste tan deprisa, de esa manera y sin despedirte. Si al menos me hubieras explicado todo lo que descubrí después. Tuve que empezar a buscarte porque me volvía loco de celos, de desesperación por no verte. Pregunté a todos nuestros amigos, pero parecía como que se te hubiera tragado la tierra. Por la discoteca tampoco habías vuelto. Tu puesto en el show sigue vacante. No han encontrado nadie para sustituirte.

Tu vecina del minipiso de la Barceloneta me dijo que no te había vuelto a ver y que el casero lo ha puesto en alquiler de nuevo. No me lo creí, claro. Ella tenía instrucciones de tener la boca cerrada y nada más. Será para lo único que la tiene cerrada la señorita garganta profunda. Al final, tuve que sobornar al puertas de la sauna donde te conocí. Se hacía el duro, pero yo era un gran cliente y ese garito sucio y patético podía recibir una visita inesperada del inspector amigo mío que te presenté por entonces.

Por fin he llegado; no sé si no quiero notar un poco de disgusto en tu cara. Tus ojos no me miran con demasiado entusiasmo. Además he aparecido justo en el momento en que va a empezar tu show. Estupendo. A ver qué novedades me esperan.

Me encanta mirarte cuando te estás maquillando. Ya casi has terminado y estás tan bello. Si te das la vuelta, te hago una foto. Adoro esos ojos negros enmarcados por el khol, brillando alrededor de esa línea precisa que los hacen parecer más grandes, más tristes. No me mires así porque me derrito. Si vuelves a mover los labios de nuevo, dejo la cámara y te beso. Esos labios tuyos me vuelven loco. Tanto tiempo sin ellos.

No te preocupes; no hay prisa. Tu espectáculo no comienza hasta dentro de diez minutos y solo falta encajarte el vestido en esa divinidad de cuerpo casi adolescente y así estarás perfecto. Siento que los demás también disfruten de esa belleza y de tu sensibilidad. Siempre me dices que soy celoso, pero cómo no voy a serlo.

No sé por qué tienes que estar siempre atado a ese tío; ¿no puedes parar de tocarlo? No sé si sabes que no te hace ni caso. Eres solo trabajo para él. Hacer caja y de la grande.

Me gustas tanto así, sin terminar de arreglar; justo en este momento es cuando más morbo me das. Me gustaría parar el tiempo y que no tuvieras que salir a escena. Nos iríamos lejos a disfrutar de la vida; de este momento sincero de ahora mismo. Tengo que decirte algo pero, sí, ya sé que ahora no tenemos tiempo.

Acaban de llamar a la puerta unos nudillos que anuncian que en solo cinco minutos dará comienzo el espectáculo. Te espera tu cabaret. Estarás espléndido y mágico como siempre, y yo babearé al verte. Te esperaré aquí para lavarte la cara, para llevarte a casa, para comerte con la mirada primero, con la boca después. Calla, no digas nada.

Está bien, me voy a la sala. Te veré desde la mesa de la segunda fila a la derecha y no te preocupes, no beberé más de la cuenta, si tú me prometes que no mirarás el paquete del mulato más de lo necesario. Te pierden esos ojos. No tienes arreglo.

Ya se oyen los gritos del cachas que anuncia que salgas al escenario. No sé cómo lo haces, pero siempre estás a tiempo y perfecto. Enfundado en ese vestido negro que te hace parecer… Vale, vale; ya me voy. No sigo. Ya te he encontrado y tenemos todo el tiempo para hablarnos y contarnos y prometernos y comernos y bebernos…

Relatos indisciplinados

Подняться наверх