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Estrella

Hablar de esta persona en particular no es nada fácil. Una mujer que crió a sus hijos sin miedo, sin tener siquiera un marido para ayudarla, como muchas que conozco y he conocido, que viven en apariencia en una porquería de matrimonio, siendo maltratadas por no tener el valor de seguir adelante y terminan humillándose y sufriendo diversos tipos de abusos por parte de su compañero. Son en situaciones como esta en donde nos damos cuenta de que en este mismo momento cuántas mujeres están sufriendo todo tipo de maltrato y por miedo no denuncian al opresor.

Pero con Estrella no fue tan diferente. Su ex marido, del que no perderé mi tiempo diciendo su nombre, la maltrataba mucho delante de su hijo. Hasta que un día ella se escapó de su ciudad de origen para no ser asesinada por él. Los celos enfermizos que sentía este hombre eran demasiado, podía pasar a otro nivel. Estrella desde muy joven tenía lo que llamamos mediumnidad, ahora es bastante complicado hablar sobre ese tema porque algunos laicos dirán que es cosa del diablo, pero no voy a entrar en ese asunto.

En algunas oportunidades Estrella me contaba que toda esta espiritualidad que sucedió en su vida fue muy repentina. Desde los siete años ella podía curar a las personas y siempre mi madre habla de que ni siquiera recuerda lo que realmente ella dijo en la oración que hacía. Pero eso ahora no es tan importante. La cuestión es que sus habilidades de curar y ayudar espiritualmente a las personas la llevaron a cambiar del país tropical por Argentina, rumbo a Resistencia, Chaco, en el nordeste del país.

En fin, para mi madre fue un comienzo bueno y para mí fue un verdadero infierno. No hablaba el idioma. No tenía voluntad de aprender. Era una cultura totalmente diferente a mi realidad. Empezar mi vida en Argentina no fue nada bueno, tener que conocer personas y generar una convivencia no fue algo de la noche a la mañana. Realmente fue muy complicado, ya que yo no conocía a nadie y ni siquiera entendía lo que ellos hablaban. Adquirí un escaso conocimiento del idioma en dos semanas porque tenía que ordenar mi mente, dependía solamente de mí y de nadie más para la integración social. Sinceramente fue poco después de que comencé la escuela, entonces conseguí integrarme un poco más.

Diariamente iba aprendiendo palabras nuevas, de personas nuevas escuché tanta estupidez como quién mejor si Pelé o Maradona. Eso llegó a un punto tan irritante que ya no podía soportarlo. Lo peor era mi madre, tratando de concretar que los hijos de sus clientes fuesen mis amigos. Eran personas sin nada para contribuir, solo decían tonterías. Su mentalidad a los 16 años era la mía a los 12. Así que, en lugar de ser divertido, era monótono. Menos mal que después de un tiempo una compañera me presentó a su hermano, Mauro. Él terminó siendo como un hermano para mí. Salíamos a jugar fútbol en los lugares más insólitos.

Y fue así como por lo menos, ahora, era más agradable vivir en aquel lugar, donde recibí mucho prejuicio por ser brasilero y principalmente ser negro. No digo nada para no denigrar la imagen de nadie menos el país, pero sí hay algunas personas sin sentido común de la humanidad.

Pero con el pasar del tiempo conocí muchas personas maravillosas que fueron parte de momentos únicos en mi vida en Argentina. Aprendí a respetar mucho ese país.

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