Читать книгу Cuando fui humana - Violeta Santos Dai - Страница 8

Оглавление

Recé por volver a casa. Lancé señales, mensajes, auxilios, pero no hubo respuesta ahí afuera.

Sin mucha expectativa, conecté con mi espíritu y lo más profundo de mi presencia, intentando atisbar a lo lejos. Queriendo lanzar destellos y señales todavía más allá de lo que alcanzaban mis ojos. Buscando una señal, un guiño, que me orientara, que me dijera dónde caminar.

Y de pronto, una voz sin palabras, un sentir que se deslizaba ronco y ahumado. Rompiendo con aquel frío hieratismo en el que me hallaba. Levantando muros de confort entorno a mi presencia y dejando entrar un soplo candente que emulaba el calor de mi casa. Me acurruqué cómoda y escuche cómo respiraba el dragón que me guarda. Aquel que, desde el otro lado del cielo, escuchó sollozos y entendió lo que necesitaba:

“...Sí, esta es mi voz. Este soy yo. Y mi melodía. Con la que puedo sonorizar parte de lo que mi alma y la tuya quieren contar, aunque a veces no encuentre el color con el que empezar...

Sí, esta es mi piel. Este soy yo. Y mis ríos. Los que mantienen activo el cuerpo que en esta vida habito y que se encuentra sumido en otro inmenso río, aunque a veces me olvido...

Sí, estos son mis ojos, y los tuyos. Y mi luz. Con la que puedo iluminar, atisbar, entender, avanzar...

Sí, esta es mi aura. Este soy yo. Y mis existencias. Con la que comunico, con la que puedo conectarme a tu fuente, a tu vida, y a la Universal...”

...

Así fue, entonces, cuando entendí, escuchando más allá de sus palabras, que esa voz era tan suya como mía. Era el eco de mis suspiros, rebotando la sabiduría del cielo más allá de las montañas.

Salir y fluir en el cauce de ese río. Era lo que tocaba.

Aquella poza de tranquilidad se estaba colmando de agua y si no salía pronto, terminaría por inundarse y atraparme, ahogándome lentamente en locura, evasión y

emulada paz.

Cuando fui humana

Подняться наверх