Читать книгу Guerra del pueblo, Ejército del pueblo - Vo Nguyen Giap - Страница 10

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Prólogo

Consideramos un alto honor prologar este libro basado en los escritos del general Vo Nguyen Giap, actualmente viceprimer ministro, ministro de la Defensa Nacional y comandante en jefe del Ejército Popular de la República Democrática de Vietnam. El general Giap habla con la autoridad que le confiere su larga experiencia personal y la del Partido en la lucha de liberación. La obra, que tiene de por sí una actualidad permanente, reviste más interés, si cabe, debido a la tumultuosa serie de acontecimientos ocurridos en los últimos tiempos en esta región de Asia y a las controversias surgidas sobre el uso adecuado de la lucha armada como medio de resolver las contradicciones insalvables entre explotadores y explotados, en determi­nadas condiciones históricas.

Los combates que, exitosamente, llevaran durante lar­gos años los heroicos ejércitos y el pueblo entero de Vietnam, se repiten ahora; Vietnam del Sur está en pie de guerra; la parte del país arrebatada a su legítimo dueño, el pueblo vietnamita, está cada vez más cerca de la victoria. Aun cuando los enemigos imperialistas amenacen con enviar miles de hombres, los desaforados hablen del uso de la bomba atómica táctica y el general Taylor sea nombrado embajador en la llamada “República de Viet­nam del Sur” y, tácitamente, comandante en jefe de los ejércitos que tratarán de liquidar la guerra del pueblo, nada impedirá su derrota. Muy cerca, en Laos, se ha encendido la guerra civil, provocada también por las maniobras de los norteamericanos, apoyados de una mane­ra u otra por sus aliados de siempre, y el reino neutral de Camboya, parte, como sus hermanos Laos y Vietnam, de la antiguamente llamada Indochina Francesa, está sujeto a violaciones de sus fronteras y a ataques permanentes, por su posición enhiesta en defensa de la neutralidad y de su derecho a vivir como nación soberana.

Por todo esto, la obra que prologamos rebasa los límites de un episodio histórico determinado y adquiere vigencia para toda la zona; pero, además, los problemas que plantea tienen particular importancia para la mayor parte de los pueblos de América Latina sometidos al dominio del imperialismo norteamericano, sin contar con que sería de extraordinario interés el conocimiento de ella para todos los pueblos del África que día a día sostienen luchas cada vez más duras, pero también repetidamente victoriosas, contra los colonialistas de diversa índole.

Vietnam tiene características especiales; una civilización muy vieja y una larga tradición como reino independiente con particularidades propias y cultura autóctona. Dentro de su milenaria historia, el episodio del colonialismo francés apenas es una gota de agua. Sin embargo, sus cualidades fundamentales y las opuestas del agresor, igua­lan, en términos generales, las contradicciones insalvables que se presentan en todo el mundo dependiente, así como la forma de resolverlas. Cuba, sin conocer estos escritos, así como tampoco otros que sobre el tema se habían hecho narrando las experiencias de la Revolución China, inició el camino de su liberación por métodos parecidos, con el éxito que está hoy a la vista de todos.

Por tanto, esta obra plantea cuestiones de interés general para el mundo en lucha por su liberación. Pueden resumirse así: la factibilidad de la lucha armada, en condiciones especiales en que hayan fracasado los méto­dos pacíficos de lucha de liberación; el tipo que debe tener ésta, en lugares con grandes extensiones de terreno favorable a la guerra de guerrillas y con población campe­sina mayoritaria o importante.

A pesar de que el libro está basado en una recopilación de artículos, tiene buena hilación y ciertas repeticiones no hacen más que darle mayor vigor al conjunto.

Se trata en él de la guerra de liberación del pueblo vietnamita; de la definición de esta lucha como guerra del pueblo y de su brazo ejecutor como ejército del pueblo; de la exposición de las grandes experiencias del Partido en la dirección de la lucha armada y la organización de las fuerzas armadas revolucionarias. El capítulo final versa sobre el episodio definitivo de la contienda, Dien Bien Phu, en el que ya las fuerzas de liberación ganan en calidad y pasan a la guerra de posiciones, derrotando también en este terreno al enemigo imperialista.

Se empieza narrando cómo, después de acabada la guerra mundial con el triunfo de la Unión Soviética y de las potencias aliadas del Occidente, Francia burló todos los acuerdos y llevó a una situación de extrema tensión a todo el país. Los métodos pacíficos y racionales de resolver las controversias fueron demostrando su inutilidad, hasta que el pueblo tomó la vía de la lucha armada; en ésta, por las características del país, el peso fundamen­tal recaía en el campesinado. Era una guerra de caracterís­ticas campesinas, por los lugares fundamentales de acción y por la composición fundamental del ejército, pero estaba dirigida por la ideología del proletariado, haciendo válida una vez más la alianza obrero-campesina como factor fundamental de la victoria. Aunque en los primeros momentos, por la característica de la lucha anticolonialis­ta y antiimperialista, era una guerra de todo el pueblo y una gran cantidad de gentes cuya extracción no respondía exactamente a las definiciones clásicas de campesino po­bre o de obrero, se incorporaba también a la lucha de liberación, poco a poco se definían los campos y comen­zaba la lucha antifeudal, logrando entonces su verdadero carácter de antiimperialista, anticolonialista, antifeudal, dando como resultado el establecimiento de una revolu­ción socialista.

La lucha de masas fue utilizada durante todo el transcurso de la guerra por el Partido vietnamita. Fue utilizada, en primer lugar, porque la guerra de guerrilla no es sino una expresión de la lucha de masas y no se puede pensar en ella cuando ésta está aislada de su medio natural, que es el pueblo; la guerrilla significa, en este caso, la avanzada numéricamente inferior de la gran mayoría del pueblo que no tiene armas pero que expresa en su vanguardia la voluntad de triunfo. Además, la lucha de masas fue utilizada en las ciudades en todo momento como arma imprescindible para el desarrollo de la lucha; es bien importante significar que nunca en el transcurso de la acción por la liberación del pueblo vietnamita, la lucha de masas nada entregó de sus derechos para acoger­se a determinadas concesiones del régimen; no parlamentó sobre concesiones mutuas, planteó la necesidad de obtener determinadas libertades y garantías sin contrapartida algu­na, evitando así que, en muchos sectores, la guerra se hiciera más cruel aún de lo que la hacían los colonialistas franceses. Este significado de la lucha de masas en su carácter dinámico, sin compromisos, le da una importan­cia fundamental a la compresión del problema de la lucha por la liberación en Latinoamérica.

El marxismo fue aplicado consecuentemente a la situa­ción histórica concreta de Vietnam y por ello, guiados por un Partido de vanguardia, fiel a su pueblo y consecuente en su doctrina, lograron tan sonada victoria sobre los imperialistas.

Las características de la lucha, en donde hubo que ceder terreno y esperar muchos años para ver el resultado final de la victoria, con vaivenes, flujos y reflujos, le dan el carácter de guerra prolongada.

Durante todo el tiempo de la lucha se pudo decir que el frente estaba donde estaba el enemigo; en un momento dado, éste ocupaba casi todo el país y el frente estaba diseminado por donde el enemigo estuviera; después hubo una delimitación de líneas de combate y allí había un frente principal, pero la retaguardia enemiga constituía constantemente otro escenario para los bandos en lucha, de manera que la guerra fue total y que nunca los colonialistas pudieron movilizar cómodamente, en un te­rreno de base sólida, sus tropas de agresión contra las zonas liberadas.

La consigna “dinamismo, iniciativa, movilidad, deci­sión rápida ante situaciones nuevas”, es la síntesis suma de la táctica guerrillera, y en esas pocas palabras está expresado todo el dificilísimo arte de la guerra popular.

En ciertos momentos, las nuevas guerrillas, alzadas bajo la dirección del Partido, estaban todavía en lugares en los cuales la penetración francesa era muy fuerte y la pobla­ción estaba aterrorizada; en esos casos, practicaban cons­tantemente lo que los vietnamitas llaman la “propaganda armada”. La propaganda armada es simplemente la presen­cia de fuerzas de liberación en determinados lugares, que van mostrando su poderío y su embatibilidad, sumidas en el gran mar del pueblo como el pez en el agua. La propaganda armada, al perpetuarse en la zona, catalizaba las masas con su presencia y revolucionaba inmediatamen­te la región, agregando nuevos territorios a los ya obteni­dos por el ejército del pueblo. Es así como proliferaron las bases y las zonas guerrilleras en todo el territorio vietnamita; la táctica, en este caso, estaba resumida en una consigna que se expresa así: Si el enemigo se concentra, pierde terreno, si se diluye, pierde fuerza; en el momento en que el enemigo se concentra para atacar duramente, hay que contraatacar en todos los lugares donde renunció al empleo disperso de sus fuerzas; si el enemigo vuelve o ocupar determinados lugares con peque­ños grupos, el contraataque se hará de acuerdo con la correlación existente en cada lugar, pero la fuerza funda­mental de choque del enemigo se habrá diluido una vez más. Esta es otra de las enseñanzas fundamentales de la guerra de liberación del pueblo vietnamita.

En la lucha se ha pasado por tres etapas que caracteri­zan, en general, el desarrollo de la guerra del pueblo: se inicia con guerrillas de pequeño tamaño, de extraordinaria movilidad, diluibles completamente en la geografía física y humana de la región; con el correr del tiempo se producen procesos cuantitativos que, en un momento dado, dan paso al gran salto cualitativo que es la guerra de movimientos. Aquí son grupos más compactos los que actúan, dominando zonas enteras, aunque sus medios son mayores y su capacidad de golpear al enemigo mucho más fuerte; la movilidad es su característica fundamental. Después de otro periodo, cuando maduran las condicio­nes, se llega a la etapa final de la lucha en que el ejército se consolida e, incluso, a la guerra de posiciones, como sucedió en Dien Bien Phu, puntillazo a la dictadura colonial.

En el transcurso de la contienda que, dialécticamente, se va desarrollando hasta culminar, en el ataque de Dien Bien Phu, en guerra de posiciones, se crean zonas liberadas, o semiliberadas del enemigo que constituyen territorios de autodefensa. La autodefensa es concebida por los vietnami­tas también en un sentido activo como parte de una lucha única contra el enemigo; las zonas de autodefensa pueden defenderse ellas mismas de ataques limitados, suministran hombres al ejército del pueblo, mantienen la seguridad interna de la región, mantienen la producción y aseguran el abastecimiento del frente. La autodefensa no es nada más que una parte mínima de un todo, con características especiales; nunca puede concebirse una zona de autode­fensa como un todo en sí, es decir, una región donde las fuerzas populares traten de defenderse del ataque del enemigo mientras todo el territorio exterior a dicha zona permanece sin convulsiones. Si así sucediera, el foco sería localizado, atenazado y batido, a menos que pasara inme­diatamente a la fase primera de la guerra del pueblo, es decir, a la lucha de guerrillas.

Como ya hemos dicho, todo el proceso de la lucha vietnamita debió basarse fundamentalmente en el campesi­nado. En un primer momento, sin una definición clara de los contornos de la lucha, ésta se hacía solamente por el interés de la liberación nacional, pero poco a poco se delimitaban los campos, se transformaba en una típica guerra campesina y la reforma agraria se establecía en el curso de la lucha, cuando se profundizaban las contradic­ciones y, a la vez, la fuerza del ejército del pueblo; es la manifestación de la lucha de clases dentro de la sociedad en guerra. Esta era dirigida por el Partido con el fin de anular a la mayor cantidad posible de enemigos y de utilizar al máximo las contradicciones con el colonialismo de los amigos poco firmes. Así, conjugando acertadamente las contradicciones, pudo el Partido aprovechar todas las fuerzas emanadas de estos choques y alcanzar el triunfo en el menor tiempo posible.

Nos narra también el compañero Vo Nguyen Giap la estrecha ligazón que existe entre el Partido y el ejército; cómo, en esta lucha, el ejército no es sino una parte del Partido dirigente de la lucha; de la estrecha ligazón que existe a su vez entre el ejército y el pueblo; cómo ejército y pueblo no son sino la misma cosa, lo que una vez más se ve corroborado en la síntesis magnífica que hiciera Camilo: “el ejército es el pueblo uniformado”. El cuerpo armado, durante la lucha y después de ella, ha debido adquirir una técnica nueva, técnica que le permita superar las nuevas armas del enemigo y rechazar cualquier tipo de ofensiva.

El soldado revolucionario tiene una disciplina conscien­te. Durante todo el proceso se caracteriza fundamentalmente por su autodisciplina. A su vez, en el ejército del pueblo, respetando todas las reglas de los códigos milita­res, debe haber una gran democracia interna y una gran igualdad en la obtención de los bienes necesarios a los hombres en lucha.

En todas estas manifestaciones, el general Nguyen Giap enseña lo que nosotros conocemos por nuestra propia experiencia, experiencia que se realiza algunos años des­pués de logrado el triunfo por las fuerzas populares vietnamitas, pero que refuerza la idea de la necesidad del análisis profundo de los procesos históricos del momento actual. Este debe ser hecho a la luz del marxismo, utilizando toda su capacidad creadora, para poder adaptar­lo a las cambiantes circunstancias de países, disimiles en todo el aspecto exterior de su conformación, pero iguales en la estructura colonizada, la existencia de un poder imperialista opresor y de una clase asociada a él por vínculos muy estrechos. Después de un análisis certero, llega el general Giap a la siguiente conclusión: “En la coyuntura actual del mundo, una nación, aunque sea pequeña y débil, que se alce como un solo hombre bajo la dirección de la clase obrera para luchar resueltamente por su independencia y la democracia, tiene la posibilidad moral y material de vencer a todos los agresores, no importa quiénes sean. En condiciones históricas determi­nadas, esta lucha por la liberación nacional puede pasar por una lucha armada de larga duración, la resistencia prolongada, para alcanzar el triunfo”.

Estas palabras sintetizan las características generales que debe asumir la guerra de liberación en los territorios dependientes.

Creemos que la mejor declaración para acabar el prólo­go, es la misma que utilizan los editores vietnamitas y con la que estamos identificados: “Ojalá que todos nuestros ami­gos que, como nosotros, sufren todavía los ataques y las amenazas del imperialismo, puedan encontrar en Guerra del pueblo, ejército del pueblo, lo que hemos hallado nosotros mismos: nuevos motivos de fe y esperanza”.

Comandante Ernesto Che Guevara

Prólogo a Guerra del Pueblo, ejército del pueblo,

La Habana, 1964.


El presidente Ho Chi Minh y el general Vo Nguyen Giap junto a las tropas rebeldes.

Guerra del pueblo, Ejército del pueblo

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