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Un siglo del invencible general Giap1

Por Charly Morales Valido2

Vo Nguyen Giap parece desconocer el significado de rendirse o retroceder: ni siquiera el tiempo ha podido vencer a este mítico general vietnamita, que recién celebró su cumpleaños 100.

Llegar al siglo de existencia es asombroso, más aún si se trata de un protagonista de la historia, sagrada reliquia de las luchas vietnamitas contra japoneses, franceses y estadounidenses.

Genio logístico, convincente político y firme pastor de masas, la leyenda rodea la vida de este hijo de campesinos que acabó siendo un gran amigo y aprendiz del legendario presidente Ho Chi Minh.

Casi tan venerado como el Tío Ho, Giap redefinió varios conceptos de la lucha armada, en particular la guerra de guerrillas, y explotó como pocos esos detalles que hacen al vietnamita tan peculiar.

De hecho, así se lo dijo personalmente a Robert MacNamara, el ex-secretario estadounidense de Defensa durante la guerra: “Ustedes perdieron en Vietnam, porque ustedes no conocen al vietnamita”.

Fuerte crítico de los proyectos de extracción de bauxita, este menudo hombre aún es una voz respetada en Vietnam, aunque hace años salió de las altas esferas del poder para retirarse a su villa.

Con sagacidad autóctona, el también llamado Napoleón Rojo suplió sus lagunas como táctico con un tesón a prueba de balas, al punto que sus aportes estratégicos se estudian en academias militares.

Pero sobre todo, legó un ejemplo de voluntad inquebrantable de avanzar a cualquier precio en pos de la victoria, enseñando que nada importa más que la Patria, ni siquiera la propia vida.

Las siempre engrasadas guillotinas galas decapitaron a su cuñada, y su primera esposa, la tailandesa Dang Thi Quang, murió mientras cumplía cadena perpetua, pero Francia no rindió al incómodo Giap.

Él mismo experimentó la prisión por su militancia política y su activa participación en las conspiraciones contra la metrópoli gala, que incluso mató a su padre cuando era apenas un niño de ocho años.

Poco después moría una hermana, víctima de vejaciones y torturas sufridas en prisión, así como una cuñada que recién había regresado de estudiar en la antigua Unión Soviética.

Hombre extremadamente inteligente, que habla francés con fluidez, Giap fue un autodidacta que llevó durante casi cuatro décadas las riendas del ejército vietnamita, y por ende del pueblo.

Se forjó en la doctrina guerrera de Mao y la adaptó a la insondable idiosincrasia del vietnamita, fortaleza que explotó casi tan magistralmente como las debilidades enemigas.

Además, a veces un revés militar redundó en contundente victoria política, que a la postre inclinaban la balanza a su favor, como ocurrió durante la Ofensiva del Tet, en 1968.

Quizás toda la ebullición interna que ocultaba su rostro sereno le valió el apodo “Ge Luo” o “Volcán bajo la nieve”, como llamaban al héroe de Dien Bien Phu y de la huída yanqui de Saigón.

Licenciado en Derecho y profesor de Historia, admiró las gestas nacionalistas de su país, vencedor ante las recurrentes invasiones chinas gracias a la guía de generales como Tran Hung Dao.

En junio de 1940 conoce en China a Ho Chi Minh, quien le confió el brazo armado del movimiento Viet Minh, impresionado por sus vastos conocimientos de historia militar y su carácter.

En 1945, el Viet Minh luchaba simultáneamente contra la ocupación japonesa y el colonialismo francés, con unos cinco mil combatientes que fueron el núcleo del Ejército de Liberación Nacional.

Ya promovido a general, Giap es ministro del interior del primer gobierno democrático de Vietnam, el 2 de septiembre de 1945.

El fracaso de las negociaciones de Fontainebleu reactiva la guerra con Francia y Giap vuelve al campo de batalla, donde derrota a generales de elite, como Le Clerc, Revair y De Lattre de Tassigny, el único que pudo vencerlo en varios combates.

Los franceses perdieron más de 300 mil hombres en esa guerra, y Paris apuesta por el general Navarre para guiar la legión en Indochina, aunque su mayor debacle estaba por llegar.

El 13 de marzo de 1954, los vietnamitas abrieron fuego contra el bastión galo de Dien Bien Phu, lanzando varias oleadas cuya última, el primero de mayo, aniquiló a un enemigo ya desmoralizado.

El 7 de mayo, el general Giap aceptó la capitulación del general Christian de Castries, tomando prisioneros a 16 mil hombres, y tras derribar 62 aviones enemigos.

La movida genial de Giap fue dispersar a 70 de los 84 batallones móviles que tenía Francia en Indochina, impidiéndoles apoyar a los cercados en Dien Bien Phu, en una paciente guerra de desgaste.

Después vendría la guerra contra el gobierno títere de Saigón, y de nuevo Giap, como comandante en jefe del Ejército Popular, tuvo que enfrentarse ante tropas mejor equipadas, de nuevo las derrotó.

La realidad le demostró que el enfrentamiento directo no era la solución, y retomó la guerra de guerrillas, poniendo la naturaleza al servicio de la lucha contra un invasor incapaz de adaptarse.

Tras la victoria del 30 de abril de 1975, Giap admitía que “el armamento norteamericano era el más moderno del mundo, pero el factor determinante en la guerra, es el hombre”.

El héroe de Dien Bien Phu organizó la defensa del Norte y dirigía las operaciones en el Sur, amplió la ruta de suministros Ho Chi Minh y preparó minuciosamente la gran ofensiva del Año Nuevo Lunar.

Aunque las graves pérdidas humanas sugieren una derrotar militar, la Ofensiva del Tet advirtió a Estados Unidos y al mundo que el “Viet cong” jamás sería derrotado y la guerra se eternizaría.

En 1972, Giap organizó la Ofensiva de Pascua y después comenzó a cederle protagonismo a su compañero y sucesor, el general Van Tien Dung, quien comandó la Ofensiva de Primavera y la toma de Saigón en 1975.

En 1980, tras derrotar la invasión china a las provincias de Cao Bang, Loa Cai y Lang, Giap sale del Ministerio de Defensa y un año después del Buró Político del Partido Comunista, dedicándose de lleno a escribir.

En julio de 1992, recibe la orden de Estrella de Oro, el honor más alto de Vietnam, como reconocimiento a sus aportes históricos a la independencia, reunificación y defensa de la soberanía nacional.

Ahora lo consideran el “hermano mayor” del Ejército Popular, al que dotó de tal movilidad que llegó a decirse que intentar frenarlo era como “intentar sacar sangre de una piedra”.

A sus 100 años, el mítico general aún se niega a rendirse, aunque la muerte solamente podrá lograr una victoria aparente llevándose su cuerpo, pues hace rato Giap conquistó la inmortalidad histórica.

1 Esta nota fue escrita desde Hanói en Agosto de 2011, cuando se conmemoraba el centenario del natalicio del general Giap (25 de Agosto). La primera edición de Cienflores se publicó pocos días antes de su fallecimiento a los 102 años. Una multitud, en todo el territorio vietnamita, asistió a su ultima despedida. En todo el mundo también se rindieron homenajes póstumos.

2 Charly Morales Valido es periodista de Prensa Latina. Al momento de escribir este artículo era Corresponsal en Vietnam y para la cobertura en todo el sudeste asiático. Actualmente es miembro de la Redacción de Cultura de PL. (N. del Ed.)

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