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La guerra de liberación del pueblo vietnamita contra los imperialistas franceses y los intervencionistas norteamericanos (1945-1954)

I. Algunos datos geográficos e históricos

Vietnam es uno de los Estados más antiguos del sudeste asiático.

Se extiende como una S inmensa sobre el borde del Pacífico. Comprende el Bac Bo al norte, que forma, con el delta del Río Rojo, una región rica de posibilidades agrícolas e industriales; el Nam Bo al sur, vasta llanura aluvial regada por el Mekong y esencialmente agrícola, y el Trung Bo al centro, larga y estrecha banda de tierra que une los dos deltas. Para describir la configuración de su país, los vietnamitas se complacen en evocar una imagen familiar: la de una pértiga con una cesta cargada de arroz en cada extremo.

Vietnam tiene una extensión territorial de 330.000 kilómetros cuadrados y alrededor de 25 millones de habi­tantes. En el curso de su historia muchas veces milenaria el pueblo vietnamita se ha distinguido por sus tradiciones de lucha heroica contra la agresión extranjera. En el siglo XIII logró detener la invasión de los mongoles que habían extendido su dominación a toda la China feudal.

Hacia mediados del siglo XIX los imperialistas franceses emprendieron la conquista del país. Pese a una resistencia que duró muchas décadas, Vietnam fue reducido progresi­vamente al estado de colonia para formar después, con Camboya y Laos, la Federación de Indochina Francesa. Pero desde el establecimiento de la dominación de los imperialistas franceses el Movimiento de Liberación Nacio­nal del pueblo vietnamita se desarrolló continuamente. Se produjeron numerosos alzamientos, reprimidos uno tras otro, pero cada vez más potentes. Después de la primera Guerra Mundial un poderoso movimiento de masas que ganó a amplias capas intelectuales y pequeñoburguesas penetró profundamente en los trabajadores agrícolas y en la clase obrera que comenzaba a surgir. El año 1930 señaló un nuevo desarrollo de la lucha por la liberación nacional con la fundación del Partido Comunista Indochi­no —el actual Partido de los Trabajadores de Vietnam—, que asumía la misión de dirigir la lucha del pueblo vietnamita contra los imperialistas y la casta de los terratenientes feudales, por el triunfó de la revolución nacional y democrática.

En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial. Francia fue rápidamente ocupada por los nazis, y Vietnam se transformó en colonia de los fascistas japoneses. El Partido Comunista analizó certeramente la nueva situación: se iniciaba un nuevo ciclo de guerras y revoluciones. Fijó como objetivo de todo el pueblo la ampliación del Frente Nacional Unido Antiimperialista, la preparación de la insurrección general armada y el derrocamiento de los imperialistas franceses y japoneses para reconquistar la independencia nacional. Se funda el Vietnam Doc Lap Dong Minh (Frente de la Independencia del Vietnam) —en abreviatura Viet Minh, absorbiendo a todas las clases y capas sociales patriotas. Se inicia la guerra de guerrillas en la región montañosa del Bac Bo. Se constituye una zona liberada.

En agosto de 1945 el Ejército Rojo soviético y las fuerzas aliadas derrotaron al ejército japonés. Termina la guerra mundial. La liquidación de los fascismos alemán y nipón provocó un serio debilitamiento del sistema capita­lista. Con la gran victoria de la Unión Soviética nacen numero­sas democracias populares. El sistema socialista desborda las fronteras de un solo país. En el mundo se abre un nuevo periodo histórico.

En Vietnam, frente a esta nueva coyuntura interna­cional, el Partido Comunista Indochino y el Frente Viet Minh llamaron al país a la insurrección general. En todas partes el pueblo se levantó en masa. Potentes manifesta­ciones y demostraciones se sucedieron sin interrupción. En agosto estalla la revolución que neutraliza a las tropas niponas en pleno desastre, derriba a la administración feudal projaponesa e instaura el poder popular en Hanói y en todo el país, desde el Bac Bo al Nam Bo. En la capital, Hanói, el 2 de septiembre, el gobierno popular provisio­nal, presidido por el presidente Ho Chi Minh, se presentó ante la nación, proclamó la independencia de Vietnam y llamó a la nación a unirse, a mantenerse presta a defender el país contra toda tentativa de agresión imperialista. Se creó la República Democrática de Vietnam, primera de­mocracia popular en el sudeste asiático.

Pero los imperialistas pretendían matar, al nacer, el régimen democrático y hacer nuevamente de Vietnam una colonia. Tres semanas después, el 23 de septiembre de 1945, el Cuerpo Expedicionario Francés abrió el fuego en Saigón. Toda la nación vietnamita se alzó contra la agresión. Ese día comenzó una guerra de liberación nacio­nal que duró nueve años con heroísmo inusitado y en medio de dificultades inimaginables, y que finalizó con la victoria de nuestro pueblo y la severa derrota de los agresores en Dien Bien Phu.

Pero cuando, con el entusiasmo extraordinario provoca­do por la Revolución de Agosto, el pueblo vietnamita se agrupa en torno al gobierno provisional, se producen nuevos hechos que hacen más difícil y compleja la situación política. Cumpliendo los acuerdos adoptados por los aliados para lograr el desarme de los japoneses, las fuerzas del Kuomintang chino5 entran en la parte de Vietnam situada al norte del paralelo 16 y las fuerzas inglesas desembarcan en el sur. Las tropas de Chang Kai-shek aprovecharon la ocasión para despojar a la población y saquear el país, mientras ayudaban por todos los medios a los elementos más reaccionarios de la burguesía y de los terratenientes vietnamitas, afiliados al Vietnam Quoc Dan Dang (el Kuomintang vietnamita6) y al Fue Quoc projaponés (Partido de la Restauración Nacional Vietnamita). Con la ayuda china estos elementos provocaron tumultos en todas partes, ocuparon cinco provincias cerca de la frontera, promovieron incidentes en el mismo corazón de la capital y se prepararon febrilmen­te para derribar el poder popular. En el sur los ingleses se dedicaban activamente a apresurar el retorno de los imperialistas franceses. Jamás hubo tantas tropas extranje­ras en el suelo de Vietnam. Pero nunca el pueblo vietna­mita había estado tan decidido a luchar.

Tales son, a grandes rasgos, los datos geográficos e históricos indispensables para la comprensión del desarro­llo de la guerra de liberación nacional del pueblo vietna­mita.

II. Breve exposición del desarrollo de la guerra de liberación nacional

Al terminar la guerra los franceses pensaban apoyarse en las tropas británicas para reconquistar el Nam Bo y utilizarlo después como trampolín para preparar su mar­cha sobre el norte. Habían capitulado ante los japoneses, pero, terminada la guerra, consideraban que tenían un derecho indiscutible a volver como señores a su antigua colonia. Se negaban a admitir que en ese periodo de tiempo la situación había cambiado radicalmente.

En septiembre de 1945 las tropas coloniales francesas, armadas por los ingleses y reforzadas rápidamente por el Cuerpo Expedicionario Francés, bajo el mando del general Leclerc, desencadenaban la agresión en Saigón con el apoyo directo del ejército inglés. La población del Nam Bo se lanzó enseguida al combate. Dada la extrema debilidad de sus fuerzas armadas, el poder popular tuvo que retirarse al campo, después de duros combates calleje­ros en Saigón y en las grandes ciudades. La casi totalidad de las poblaciones y vías de comunicación del Nam Bo y del sur del Trung Bo caían sucesivamente en manos del enemigo.

Los colonialistas creían estar a punto de acabar la reconquista del Nam Bo. El general Leclerc declaraba que terminaría la ocupación y la “pacificación” en diez sema­nas. Pero los acontecimientos siguieron otra dirección. Fortalecida por el apoyo de todo el país, la población del sur continuaba la lucha.

En toda la campiña del Nam Bo las guerrillas se reforzaron, sus bases se multiplicaron y extendieron, el poder popular se mantuvo y afirmó a lo largo de los nueve años de la resistencia, hasta el restablecimiento de la paz.

Sabiendo que la invasión del Nam Bo no era más que la primera fase del plan de agresión de los franceses, nuestro Partido guiaba a la nación hacia la preparación de una resistencia prolongada. A fin de concentrar todas las fuerzas hostiles al imperialismo francés, adoptó una lúcida política: Unidad de todos los susceptibles de participar en esta unidad, neutralización de todos los que pudiesen ser neutralizados, ampliación del Frente Nacional Unido con la creación del Lien Viet (Frente de Unión Nacional de Vietnam), organización urgente de las elecciones generales con sufragio universal para constituir la primera asamblea nacional de la República Democrática de Vietnam, encar­gada de votar una Constitución y formar un gobierno de resistencia ampliamente representativo, hasta con la parti­cipación del Vietnam Quoc Dan Dang (el Kuomintang vietnamita). Evitábamos en ese momento todo roce con las tropas de Chiang Kai-shek.

El problema que se planteaba entonces al Cuerpo Expedicionario Francés era saber si le sería fácil volver al norte de Vietnam por la fuerza. Indudablemente no, ya que nuestras fuerzas eran allí más poderosas que en el sur. Por su parte, nuestro gobierno quería salvaguardar a toda costa la paz a fin de consolidar el poder popular apenas constituido y reconstruir el país devastado por largos años de guerra. Por ello se celebraron entre nuestro gobierno y los franceses negociaciones que dieron por resultado el Acuerdo Preliminar del seis de marzo de 1946. Según los términos de este convenio, se autorizó a contingentes limitados de tropas francesas a estacionarse en cierto número de localidades del norte de Vietnam para conjun­tamente con el ejército vietnamita, relevar a las tropas de Chiang Kai-shek. A cambio, el gobierno francés recono­cía a Vietnam como un Estado libre con su gobierno, su asamblea nacional, su ejército y sus finanzas propios, y se comprometía a retirar sus tropas de Vietnam en un plazo de cinco años. En cuanto al status político del Nam Bo, debía ser fijado por un referéndum.

Las relaciones entre la República Democrática de Vietnam y Francia se hallaban entonces en una encrucijada. ¿Se consolidaría la paz o se reanudarían las hostilidades? Los colonialistas consideraban el Acuerdo Preliminar co­mo un recurso para introducir una parte de sus tropas en el norte de Vietnam, una maniobra dilatoria en el marco de su plan de generalización de las hostilidades. Por ello, las conversaciones de la Conferencia de Dalat tuvieron un resultado negativo y las de la Conferencia de Fontainebleau sólo lograron un frágil modus vivendi7. Durante todo ese tiempo los colonialistas, partidarios de la guerra, persistían en su táctica de usurpaciones locales. En lugar de cumplir el armisticio continuaban sus operaciones de limpieza del Nam Bo y establecían un gobierno títere local, mientras en Bac Bo se lanzaban a provocaciones, atacaban varias provincias, saqueaban y mataban a los habitantes del centro minero de Hongai, creando en todas partes un ambiente de tensión y preparando golpes de fuerza.

Fiel a su política de paz e independencia, nuestro gobierno trató por todos los medios de arreglar amistosa­mente los conflictos; en diversas y sucesivas apelaciones demandó que el gobierno francés, presidido entonces por el Partido Socialista Francés (SFIO), cambiase de política a fin de evitar una guerra perjudicial para ambas partes. Al mismo tiempo nos dedicábamos activamente a fortalecer nuestra retaguardia y a prepararnos para la eventualidad de una guerra de resistencia. Obtuvimos buenos resultados en el aumento de la producción. Pusimos gran atención al fortalecimiento de la defensa nacional. Reprimimos con éxito a los del Vietnam Quoc Dan Dang, liberando a todas las regiones que habían caído en sus manos.

En noviembre de 1946 la situación se agravó. Los colonialistas atacaron Haiphong. Después de librar com­bates callejeros, nuestras tropas se retiraron a los arraba­les. En diciembre los franceses provocaron un clima de tensión en Hanói: matanza de civiles, ocupación de ciertos servicios públicos, envío de un ultimátum exigiendo el desarme de nuestros grupos de autodefensa y el derecho de asegurar por sí mismos el orden en la ciudad. Final­mente extendieron el conflicto armado. Habían escogido deliberadamente el camino de la guerra, que debía ser también el de su propia ruina.

El 19 de diciembre la resistencia se extendió a todo el país. Al día siguiente, en nombre del Partido y del gobierno, el presidente Ho Chi Minh llamó al pueblo a levantarse para aplastar al enemigo y salvar a la patria, a combatir hasta la última gota de sangre y rechazar categóricamente toda nueva esclavitud.

En el momento en que las hostilidades se generalizaron en todo el país, ¿cuál era la correlación de fuerzas? Desde el punto de vista material el enemigo era indiscutiblemente más fuerte que nosotros. Nuestras tropas recibieron, pues, la orden de combatirlo en todas partes donde tuviera guarnición, para debilitarlo e impedirle desplegarse dema­siado rápidamente; seguidamente, cuando las condiciones llegasen a ser desfavorables para nosotros, replegar la mayor parte de nuestros efectivos hacia la retaguardia para preservar nuestras fuerzas con el objetivo de una resistencia prolongada. Los combates más destacados se desarrollaron en Hanói, donde nuestras tropas lograron sostener sólidamente un vasto sector durante dos meses enteros antes de retirarse indemnes de la capital.

En esos días en que la patria estaba en peligro, todo el pueblo vietnamita permanecía indisolublemente unido en un combate a muerte. Respondiendo al llamamiento del Partido, había escogido resueltamente el camino de la libertad y la independencia. El gobierno central se había retirado a las bases de la región montañosa del Viet Bac; se crearon zonas militares —pronto unidas por interzonas— y se reforzaron los poderes de las autoridades locales para movilizar al pueblo y organizar la resistencia. Nuestro gobierno continuaba invitando al gobierno francés a no obstinarse en el error y volver a las negociaciones pacífi­cas. Pero, bajo el pretexto de la negociación, el gobierno francés exigió el desarme de nuestras tropas. Respondimos a esa obstinación intensificando la resistencia.

De hecho, el alto mando francés reagrupaba tropas y preparaba febrilmente una gran ofensiva relámpago con la esperanza de terminar la guerra. En octubre de 1947 lanzaba una gran campaña contra nuestra base principal, el Viet Bac, para decapitar la resistencia y aniquilar nuestras fuerzas regulares. Pero esta gran operación fraca­só rotundamente. Las fuerzas del Cuerpo Expedicionario sufrieron graves pérdidas sin llegar a inquietar a nuestros órganos dirigentes ni quebrantar nuestras unidades regula­res. El enemigo fracasó en su estrategia de una ofensiva relámpago para una decisión rápida. Nuestro pueblo esta­ba decidido a resistir prolongadamente.

A partir de 1948, habiendo comprendido que la guerra debía prolongarse, el enemigo cambió de estrategia. Em­pleó sus fuerzas reagrupadas en la “pacificación” y en la consolidación de las regiones ya ocupadas, sobre todo en el Nam Bo, aplicando el principio de que fuesen los vietnamitas los que combatiesen contra los vietnamitas, e intentando mantener la guerra a toda costa. Creó un gobierno central títere, organizó activamente unidades auxiliares, se dedicó al pillaje económico. Ampliando poco a poco su zona de ocupación en el norte, controló la mayor parte del delta del Río Rojo. Durante todos esos años el Cuerpo Expedicionario Francés, en un proceso de extrema dispersión, disemina sus fuerzas en millares de posiciones de importancia para la ocupación y el control. Pero las dificultades militares y financieras, cada día más numerosas, llevaban poco a poco a los franceses a dar paso a la intervención de los norteamericanos.

Ante el cambio de estrategia del enemigo, preconiza­mos intensificar las guerrillas, hacer de su retaguardia nuestras propias posiciones avanzadas. Nuestras unidades se dispersaban en compañías autónomas que operaban en profundidad en la zona controlada por el enemigo, para desencadenar la guerrilla, establecer bases y proteger el poder popular local. Se trataba de una guerra extremada­mente dura y generalizada en todos los terrenos: militar, económico y político. El enemigo realizaba operaciones de limpieza y nosotros luchábamos dificultándolas. Orga­nizaba tropas auxiliares vietnamitas e instalaba autoridades títeres; nosotros manteníamos firme el poder popular local, liquidábamos a los más importantes colaboracionis­tas, eliminábamos a los traidores y hacíamos una activa propaganda por la desintegración de las fuerzas auxiliares. Paciente y progresivamente creábamos bases guerrilleras grandes y pequeñas. En el mapa del teatro de operaciones, fuera de la zona libre, “zonas rojas”8 que se extendían y se multiplicaban incesantemente comenzaban a aparecer en el corazón mismo de las regiones ocupadas. El territo­rio nacional era liberado pulgada a pulgada en la retaguar­dia enemiga. En esta guerra no había frente definido. El frente estaba donde se encontraba el enemigo. En todas partes y en ninguna. A consecuencia de nuestra nueva estrategia, la tentativa enemiga de mantener la guerra por la guerra y que los vietnamitas combatiesen a los vietnamitas tropezó con serias dificultades y fracasó.

El centro de gravedad del frente se desplazaba progresi­vamente hacia la retaguardia del enemigo. Durante ese tiempo la zona libre no cesaba de consolidarse. Nuestro ejército crecía en la lucha. En la medida en que se desarrollaba la guerrilla, crecían nuestras formaciones loca­les y estábamos en mejores condiciones para reagrupar nuestras fuerzas. A fines de 1948 y comienzos de 1949 nos lanzamos por primera vez a pequeñas campañas que causaron al enemigo pérdidas sensibles. Los franceses empezaron a inquietarse seriamente. La comisión investi­gadora presidida por el general Revers terminó sus traba­jos con un informe bastante pesimista, llegando a la conclusión de que era necesario solicitar una ayuda más amplia de los Estados Unidos.

1949 fue el año del extraordinario triunfo de la Revolu­ción China y del nacimiento de la República Popular China. Este gran acontecimiento histórico, que modificó la fisonomía de Asia y del mundo, ejerció una influencia considerable sobre la guerra de liberación del pueblo vietnamita. Saliendo del aislamiento que le había impues­to el enemigo, Vietnam se encontraba desde ahora geográ­ficamente unido al campo socialista.

A comienzos de 1950 la República Democrática de Vietnam fue reconocida oficialmente por la República Popular China, la Unión Soviética y los otros países hermanos. Al año siguiente, en el curso de su II Congreso, el Partido Comunista Indochino decidió cambiar de nom­bre y se convirtió en el Partido de los Trabajadores de Vietnam. El Frente Viet Minh y el Lien Viet (Frente de Unión Nacional de Vietnam) se fusionaron. En 1953 el Partido y el gobierno decidieron realizar la reforma agraria para liberar las fuerzas de producción y dar un impulso más vigoroso a la resistencia. El conjunto de todos estos hechos contribuyó a modificar a nuestro favor la fisono­mía de la guerra.

En efecto, el año 1950 señaló un nuevo desarrollo de nuestra prolongada resistencia. Durante el invierno, en la campaña de la frontera, abrimos nuestra primera contra­ofensiva relativamente importante que logró la liberación de las provincias de Cao Bang, Lang Son y Lao Kay. Enseguida desatamos una serie de operaciones ofensivas en el frente del delta.

El enemigo sufrió nuevas derrotas. El general De Lattre de Tassigny fue enviado a Indochina. La ayuda militar concedida por los Estados Unidos después de un convenio firmado en 1950, aumentaba sin cesar. La guerra de agresión, lanzada inicialmente por los colonialistas france­ses, se convertía cada vez más en una guerra hecha con los dólares norteamericanos y la sangre francesa. Era verdaderamente una guerra sucia.

En su plan, aprobado por Washington, el general De Lattre preconizaba el establecimiento de una sólida línea de bunkers9en el delta del Río Rojo para contener nuestros ataques y un reagrupamiento de fuerzas para realizar violentas operaciones de limpieza a fin de “pacifi­car” a todo trance la zona ocupada. Esperaba poder crear así las condiciones para una ofensiva que permitiría a las fuerzas francesas recuperar la iniciativa y atacar nuestra zona libre. En octubre de 1951 el enemigo ocupaba Hoa Binh. Respondimos desatando inmediatamente la campaña de Hoa Binh: por un lado lo conteníamos y aniquilába­mos frontalmente; por otro, aprovechando la debilidad de su dispositivo, nuestras divisiones se infiltraban en la misma retaguardia del delta del Río Rojo para desarrollar allí ataques frontales. Nuestras vastas bases guerrilleras se ampliaban más, liberando a casi dos millones de habitan­tes. Hoa Binh fue liberada. Así fracasó el plan de De Lattre.

En 1952 nos lanzamos a una campaña en el noroeste y liberamos vastos territorios hasta Dien Bien Phu. A comien­zos de 1953 las unidades de voluntarios vietnamitas, coope­rando con el ejército de liberación del Pathet-Lao, desenca­denaron la campaña del Alto Laos que logró la liberación de la provincia de Sam Neua.

En resumen, he aquí la situación de los diversos teatros de guerra:

El frente principal era el del norte de Vietnam, donde se había desarrollado la mayor parte de las batallas importantes. A comienzos de 1953 la casi totalidad de la región montañosa, o sea más de dos tercios del territorio del norte de Vietnam, estaba liberada. El enemigo ocupaba todavía Hanói y el delta del Río Rojo, o más exactamen­te las grandes ciudades y las vías de comunicación más importantes; nuestras bases guerrilleras —nuestra zona libre— abarcaban ya a cerca de los dos tercios de las aldeas y localidades situadas en esa región. En el centro y en el sur de Vietnam manteníamos todavía muy sólida­mente grandes zonas libres mientras continuábamos desa­rrollando poderosamente nuestras bases guerrilleras en la zona ocupada.

La fisonomía de los teatros de operaciones se había modificado seriamente: la zona ocupada por el enemigo se reducía gradualmente, mientras que la principal base de la resistencia, la zona libre del norte de Vietnam, se amplia­ba y consolidaba de día en día. Nuestras fuerzas conserva­ban constantemente la iniciativa de las operaciones. El enemigo se encontraba arrinconado en un peligrosísimo callejón sin salida.

Los franceses se atascaban cada vez más en su guerra de agresión. La ayuda norteamericana, que cubría solamente el 15% de los gastos de esa guerra en 1950 y 1951, llegaba en 1952 al 35 % y al 45 % en 1953, para alcanzar el 80 % en 1954. Pero la situación del Cuerpo Expedicio­nario no tenía salida. En el otoño de 1953, aprovechando el armisticio de Corea, norteamericanos y franceses se dedicaron a aumentar sus fuerzas armadas en Indochina con el objetivo de continuar y extender las hostilidades.

Aprobaron el plan Navarre, que se proponía aniquilar nuestras fuerzas regulares, ocupar todo el Vietnam y transformarlo en colonia y en base militar franco-americana; tenían la esperanza de terminar victoriosamente la guerra en dieciocho meses. Era de hecho el plan de los ultras Laniel-Dulles. Para realizar precisamente la primera parte de ese plan, el general Navarre concentró en el norte más de la mitad de las fuerzas móviles del teatro de guerra indochino, incluidos los refuerzos recientemente llegados de Francia, lanzó ataques contra nuestra zona libre y arrojó tropas paracaidistas en Dien Bien Phu para transformarlo en base de una ofensiva ulterior.

El enemigo quería concentrar sus fuerzas. Nosotros le forzamos a dispersarlas. Al desatar una serie de fuertes ofensivas en los puntos que dejaba relativamente descu­biertos, le obligábamos a diseminar sus tropas por todas partes para contener nuestros ataques. Creamos así las condiciones favorables para el ataque a Dien Bien Phu, el campo atrincherado más poderoso de Indochina, conside­rado inexpugnable por el Estado Mayor franco-americano. Decidimos estrangular al enemigo en Dien Bien Phu. Fue­ron llevadas allí nuestras mejores unidades. Movilizamos los recursos humanos y materiales de la retaguardia para garantizar nuestras victorias en primera línea. Después de 55 días y 55 noches de combate, el Ejército Popular de Vietnam realizó el más alto hecho de armas de toda la guerra de liberación: la destrucción de la guarnición de Dien Bien Phu. Esta batalla, que modificó el curso de los acontecimientos, contribuyó de manera decisiva al éxito de la Conferencia de Ginebra.

En julio de 1954 la conclusión de los acuerdos de Ginebra restablecía la paz en Indochina sobre la base del respeto a la soberanía, la independencia, la unidad y la integridad territorial de Vietnam, Camboya y Laos. Por esos acuerdos, el norte de Vietnam, poblado por más de 13 millones de habitantes, es hoy enteramente libre. Este triunfo venía a coronar casi un siglo de lucha por la liberación nacional y particularmente los nueve años de la dura guerra de resistencia llevada a cabo por el pueblo vietnamita. Señaló la vergonzosa derrota de los imperialistas franceses y norteamericanos y de sus lacayos. Pero actualmente la mitad de nuestro país vive todavía bajo el yugo de los norteamericanos y las autoridades de Ngo-Dinh-Diem. Lejos de haber terminado, la lucha de nuestro pueblo por su liberación nacional prosigue, ahora, por métodos pacíficos10.

III. Los problemas fundamentales de nuestra guerra de liberación

La guerra de liberación del pueblo vietnamita era una guerra justa, que tenía como objetivos reconquistar la independencia y la unidad de la patria, dar y asegurar a los campesinos el derecho a la tierra y defender las conquistas de la Revolución de Agosto. Por ello, fue ante todo una guerra del pueblo. Una cuestión decisiva fue educar, movilizar, organizar y armar a todo el pueblo para que participara en la resistencia.

El enemigo de la nación vietnamita era el imperialismo, al que debíamos derrotar. Pero como desde hacía mucho tiempo se había ligado a los terratenientes feudales, la lucha antiimperialista no podía de ninguna manera separar­se de la lucha antifeudal. Por otra parte, en un país colonial atrasado como el nuestro, donde los campesinos representaban la inmensa mayoría de la población, la guerra del pueblo era esencialmente una guerra realizada por los campesinos bajo la dirección de la clase obrera. Por ello, movilizar y organizar a todo el pueblo venía a ser prácticamente movilizar y organizar a las masas campe­sinas. El problema de la tierra era aquí de una importan­cia decisiva. Así, a la luz de un análisis completo, la guerra de liberación del pueblo vietnamita aparece, en su esencia, como una revolución nacional democrática popu­lar realizada militarmente, cuyas dos tareas fundamentales y esenciales eran el derrocamiento del imperialismo y de los terratenientes feudales. La tarea antiimperialista era la primordial.

El Vietnam atrasado, país colonial que acababa de rebelarse para proclamar su independencia e instaurar el poder popular, no disponía más que de fuerzas armadas recientemente organizadas, inexpertas y mal equipadas. Su enemigo, en cambio, era una potencia imperialista que conservaba un potencial económico y militar bastante considerable, pese a la reciente ocupación alemana y que contaba, además, con el apoyo activo de los Estados Unidos. La correlación de fuerzas en el aspecto material hacía resaltar nuestra debilidad y la potencia del enemigo. La guerra de liberación del pueblo vietnamita para poder crear condiciones de victoria, debía ser una guerra de prolongada resistencia especialmente difícil. Toda concep­ción nacida de la impaciencia que pretendiese una victoria rápida hubiera sido un grave error. Había que aplicar resueltamente la estrategia de la resistencia prolongada, exaltar la decisión de lograr la libertad por el propio esfuerzo, preservar y aumentar poco a poco nuestras fuerzas, hostigando y destruyendo progresivamente las del enemigo. Era preciso acumular millares de pequeños éxi­tos para llegar a una gran victoria. A este precio podíamos modificar paso a paso la correlación de fuerzas, pasar de la inferioridad inicial a la superioridad y obtener la victoria decisiva.

Muy pronto nuestro Partido supo caracterizar esta guerra: guerra del pueblo y guerra prolongada. Partiendo de esta apreciación, resolvió a lo largo de la dura resisten­cia todos los problemas planteados por la guerra. La certera dirección del Partido nos ha conducido a la victoria.

Desde el punto de vista de la dirección militar, nuestra estrategia y nuestra táctica debían ser las de una guerra del pueblo y una resistencia prolongada.

Nuestra estrategia fue, como hemos destacado, desarro­llar una lucha potente y larga. Generalmente una guerra así puede tener diversas fases. En principio existe la fase defensiva, la fase de equilibrio de las fuerzas y la de la contraofensiva general. En la realidad, según las condicio­nes particulares propias de cada parte, su desarrollo puede ser más vivo y más complejo. Sólo una guerra prolongada podía permitirnos utilizar al máximo nuestras ventajas políticas, superar nuestra inferioridad material, para salir de nuestra debilidad inicial y llegar a ser fuertes. Preservar y aumentar nuestras fuerzas, tal fue nuestro principio, limitándonos a atacar cuando la victoria era cierta y negándonos a librar batallas que pudiesen causarnos pérdi­das, prohibiéndonos toda acción aventurera; era preciso que aplicásemos imperativamente la consigna: fortalecer­nos sin cesar de combatir.

Las formas de combate debían ser particularmente adaptadas; dicho de otro modo, debíamos elevar al máxi­mo el espíritu combativo y vencer la superioridad material del enemigo por el heroísmo de nuestras tropas. La forma esencial, sobre todo en el comienzo de la guerra, fue la guerrilla. Esta, en el teatro de operaciones vietnamita, ha conseguido grandes victorias: podía ser aplicada en la montaña igual que en el delta, con armas buenas o malas y aun sin armas, y debía permitirnos finalmente aprovisionarnos del enemigo. Toda la población participaba en la guerra dondequiera que se presentara el enemigo, y cada poblado tenía su dispositivo de defensa; cada distrito tenía sus tropas regionales, que combatían bajo la direc­ción del comité local del Partido y del poder popular, en coordinación con el ejército regular, para desgastar o aniquilar a las tropas contrarias.

Con el desarrollo de nuestras fuerzas, la guerrilla se transformó pronto en guerra de movimiento, una forma de guerra de movimiento aún muy impregnada de las características de la guerrilla, que llegaría a ser después, en el frente principal, el del norte, la forma esencial de combate. En ese proceso de desarrollo de la guerra de guerrillas y acentuación de la guerra de movimiento, nuestro Ejército Popular creció sin descanso. De combates librados con efectivos del orden de una sección o una compañía, pasó a campañas de bastante más envergadura en que entraban en acción varias divisiones. Poco a poco su armamento se mejoró, esencialmente con las armas arrancadas al enemigo.

Desde el punto de vista militar, la guerra de liberación del pueblo vietnamita ha demostrado que un ejército popular insuficientemente equipado, pero combatiendo por una causa justa, siguiendo una estrategia y una táctica justas, es plenamente capaz de vencer a un ejército moderno.

En lo que concierne a la dirección de la economía de guerra, en el marco de un país agrícola que emprende una resistencia prolongada, como en el caso de Vietnam, el problema de la retaguardia debía plantearse bajo la forma de la edificación de bases de resistencia en el campo. El aumento y la defensa de la producción, el desarrollo de la agricultura eran problemas de extrema importancia tanto para el aprovisionamiento del frente como para el mejora­miento progresivo de las condiciones de vida de la pobla­ción. El problema de la fabricación de armas evidentemen­te tenía que ser planteado.

En la edificación de las bases rurales y la consolidación de la retaguardia para impulsar la resistencia, la política agraria del Partido desempeñaba un papel determinante. Era, por otra parte, la tarea antifeudal de la revolución. El problema nacional en un país colonizado, por ser esencial­mente una cuestión campesina, determinaba que el creci­miento de las fuerzas de resistencia dependiese esencial­mente del problema agrario.

La Revolución de Agosto había derribado al Estado feudal. Con la reducción de las tasas de arriendo y de los tipos de interés, el poder popular aseguró a los campesi­nos sus primeras ventajas materiales. Las tierras acaparadas por los imperialistas y los traidores fueron confiscadas y repartidas. Las tierras y los arrozales comunales fueron más equitativamente repartidos. A partir de 1953, esti­mando necesario promover más activamente la realización de la tarea antifeudal, el Partido resolvió realizar la reforma agraria en el curso de la guerra de resistencia: línea que probó ser justa pese a ciertas insuficiencias en su aplicación. Esta política fue coronada por el éxito. Al aportar a los campesinos ventajas materiales efectivas, inspiró al pueblo y al ejército un entusiasmo nuevo en la continuación de la guerra de resistencia.

Gracias a esta justa política agraria, la vida del pueblo, pese a las innumerables dificultades de la guerra de resistencia, fue mejorada de una manera general no sola­mente en las vastas zonas libres del norte, sino hasta en las bases guerrilleras del sur.

La guerra de liberación del pueblo vietnamita ha demostrado que la construcción de bases de resistencia en el campo es particularmente importante y que la revolu­ción antiimperialista y la revolución antifeudal están íntimamente ligadas y no pueden ser separadas.

Desde el punto de vista político, la unión de todo el pueblo, la movilización de todas las energías para la resistencia representaban un problema de primera importancia: el del Frente Nacional Unido contra los imperialis­tas y sus lacayos vietnamitas.

En Vietnam, nuestro Partido obtuvo un gran éxito en su política del Frente. Desde los años difíciles de la Segunda Guerra Mundial, creó la Liga de la Independencia de Vietnam. En esta época, como durante los primeros años de la guerra de resistencia, retiró temporalmente la consigna de la revolución agraria y preconizó sólo la reducción de las tasas de arriendo y de tipos de interés, lo que permitió neutralizar a una parte de los propietarios agrarios uniendo a nuestra causa a elementos patriotas de esa clase.

Inmediatamente después de la Revolución de Agosto, con su política de la más amplia unión en un frente unido, el Partido neutralizó a los elementos vacilantes de los propietarios agrarios y limitó así el sabotaje de los partidarios del Vietnam Quoc Dan Dang11.

Más tarde, cuando la reforma agraria se impuso impera­tivamente por el desarrollo de la resistencia, nuestro Partido se dedicó a dividir a los propietarios agrarios previendo para cada categoría de propietarios un trato correspondiente a su actitud política, sobre el principio de la liquidación del régimen de apropiación feudal de las tierras.

El Frente Unido obtuvo igualmente grandes éxitos en la realización de la unión de todas las nacionalidades, e importantes resultados en la adhesión de las tendencias religiosas.

Nuestro Frente Nacional Unido debía ser una amplia concentración; debía unir a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas, neutralizar a todas las fuerzas susceptibles de ser neutralizadas, dirigir la lucha primordial contra el principal enemigo de la revolución, el imperialismo.

Debía establecerse también sobre la base de la alianza de los obreros y los campesinos, y puesto bajo la dirección de la clase obrera. En Vietnam la alianza de los obreros y los campesinos tiene un brillante pasado y sólidas tradi­ciones, habiendo sido el partido de la clase obrera el único partido político resuelto a combatir en todas las circunstancias por la independencia nacional y el primero en lanzar la consigna de “la tierra para los que la trabajan” y en luchar firmemente por traducirla en actos. Sin embargo, en los primeros años de la resistencia, por no calcular toda la importancia de la cuestión campesina, no se concedió una atención suficiente al problema de la alianza de los obreros y los campesinos. Esta falla fue superada posteriormente, especialmente a partir del mo­mento en que el Partido decidió hacer de los campesinos los verdaderos dueños del campo con la realización de la reforma agraria. Con la victoria de la resistencia y el éxito de la reforma agraria, el Partido ha devuelto la indepen­dencia a la mitad del país y dado la tierra a los campesinos; la alianza de los obreros y los campesinos ha ido reforzándose día tras día.

La guerra de liberación del pueblo vietnamita ha probado que, ante un enemigo poderoso, la victoria sólo se asegura con un sólido y amplio frente nacional unido, basado en la alianza de los obreros y los campesinos.

IV. Los factores del éxito

En Vietnam, la guerra de liberación ha obtenido una gran victoria. En el norte, completamente liberado, los impe­rialistas han sido barridos, la clase de los propietarios agrarios ha sido liquidada y la población avanza por el camino de la edificación del socialismo, que al mismo tiempo hará del norte un firme sostén para la reunifica­ción pacífica de la patria.

La guerra de liberación del pueblo vietnamita ha triunfado porque ha sido una guerra justa, librada por la independencia y la unidad de la patria, por los intereses de la nación y del pueblo, que participó activamente en la resistencia y vivió todos los sacrificios por la victoria final.

La guerra de liberación del pueblo vietnamita ha triunfado porque teníamos una fuerza armada revolucio­naria del pueblo, el valiente Ejército Popular de Vietnam. Forjado en la línea política del Partido, ese ejército estaba anima­do por una combatividad a toda prueba, llevó a cabo un perseverante trabajo político entre sus hombres y aplicó una estrategia y una táctica de guerra popular. Habíase desarrollado partiendo de cero, contando en sus filas con los elementos de vanguardia de los trabajadores, los campesinos y los intelectuales revolucionarios, y había salido de las organizaciones patrióticas de las masas popu­lares. Nacido del pueblo, ha combatido por el pueblo. Es un ejército dirigido por el Partido de la clase obrera.

La guerra de liberación del pueblo vietnamita ha triunfado porque teníamos un amplio y sólido Frente Nacional Unido que englobaba a todas las capas revolucio­narias, a todas las nacionalidades que viven en el territorio vietnamita, a todos los patriotas. Ese frente ha sido edificado sobre la base de la alianza de los obreros y los campesinos, bajo la dirección del Partido.

La guerra de liberación del pueblo vietnamita ha triunfado porque disponíamos de un poder popular ins­taurado durante la Revolución de Agosto y cada día más firme. Ese poder era un gobierno de alianza de clases, alianza de las clases revolucionarias y ante todo alianza de los obreros y los campesinos. Era la dictadura de la democracia popular —de hecho, dictadura de obreros y campesinos—, bajo la dirección del Partido. El poder popular había hecho todo lo posible para movilizar y organizar a todo el pueblo para la continuación de la resistencia; había dado al pueblo ventajas materiales efec­tivas no solamente en las zonas liberadas, sino también en las bases guerrilleras que se hallaban en la retaguardia enemiga.

Si la guerra de liberación del pueblo vietnamita ha obtenido una gran victoria ha sido gracias a los factores que acabamos de enumerar, pero ante todo porque fue organizada y dirigida por el Partido de la clase obrera: el Partido Comunista Indochino hoy convertido en Partido de los Trabajadores de Vietnam. Fue éste el que, a la luz del marxismo-leninismo, procedió a un análisis certero de la sociedad vietnamita y de la correlación de fuerzas entre el enemigo y nosotros, para definir las tareas fundamenta­les de la revolución nacional democrática popular y decidir el comienzo de la lucha armada y la línea general de la guerra de liberación: la resistencia prolongada, la libertad por el propio esfuerzo, resolvió certeramente los diversos problemas planteados por la organización y la dirección de un Ejército Popular, de un poder popular, de un Frente Nacional Unido. Inspiró al pueblo y al ejército un espíritu revolucionario consecuente e inculcó a la nación la voluntad de superar todas las dificultades, soportar todas las privaciones y llevar hasta el fin la larga y dura resistencia. Nuestro Partido, encabezado por el presidente Ho Chi Minh, merece plenamente ser el dirigen­te de la clase obrera al mismo tiempo que del pueblo y de la nación. El presidente Ho Chi Minh, líder del Partido y de la nación, es el auténtico símbolo de las tradiciones de lucha del pueblo vietnamita.

Si la guerra de liberación del pueblo vietnamita ha terminado con nuestra victoria es porque no hemos combatido solos, sino con la solidaridad de los pueblos progresistas del mundo entero, en primer lugar la de los países hermanos, con la Unión Soviética a la cabeza. La victoria del pueblo vietnamita no puede separarse de esa solidaridad; no puede aislarse de los éxitos de los países socialistas y del movimiento de liberación nacional, ni de las victorias del Ejército Rojo soviético durante la Segunda Guerra Mundial y del pueblo chino en el curso de los últimos años; tampoco puede estar al margen de la simpatía y el apoyo de los pueblos amantes del progreso, entre ellos el pueblo francés bajo la dirección del Partido Comunista Francés y los pueblos de Asia y África.

La victoria del pueblo vietnamita es la de un país colonial pequeño y débil, sin ejército regular, que se alzó en lucha armada contra la agresión de una potencia imperialista que disponía de un ejército moderno y que era respaldada por los imperialistas norteamericanos. Ese país colonial ha logrado instaurar y mantener un régimen de democracia popular y se ha abierto el camino hacia el socialismo. Es éste uno de los grandes acontecimientos históricos del movimiento de liberación nacional y del movimiento revolucionario proletario en la nueva coyun­tura internacional creada después de la Segunda Guerra Mundial, en la época de transición del capitalismo al socialismo, la época de la desintegración del imperialismo. La guerra de liberación del pueblo vietnamita ha contri­buido a poner en evidencia esta nueva verdad histórica: en la coyuntura internacional de hoy, un pueblo débil que se levanta y combate resueltamente por su liberación es plenamente capaz de vencer a sus enemigos cualesquiera sean y lograr la victoria final.

Esta verdad guía e impulsa actualmente al pueblo vietnamita por el camino de la lucha por la paz, el socialismo, la unidad y la independencia de la patria, camino que lo llevará hacia nuevas victorias.

5 Kuomintang Chino: Partido nacionalista burgués fundado por el Dr. Sun Yat Sen, el cual desempeño un papel determinante en la revolución democrático-burguesa comenzada en China en 1911.

En sus comienzos el Kuomintang mantenía una política progresista cuyos principios eran colaborar con el Partido Comunista Chino, aceptar la colaboración con éste de la Unión Soviética y ayudar a los obreros y campesinos.

Después de muerto el Dr. Sun Yat Sen, dirigente máximo del Kuomintang, Chiang Kai-shek traicionó los postulados del Kuomintang en 1927, poniéndose en contra del Partido Comunista Chino, iniciando una guerra civil en China y realizando una gran matanza en todo el país.

Se convirtió en un partido que respondía a los intereses de la burguesía y los latifundistas así como a los intereses imperialistas.

El Partido Comunista Chino luchó tenazmente contra el Kuo­mintang hasta destruirlo después de 22 años de lucha, dando término así a su dominación sanguinaria y fascista en 1949, año en que se fundó la República Popular China.

6 Kuomintang vietnamita: Organización derechista vietnamita que sigue la línea reaccionaria del Kuomintang chino y a la vez es dirigida por el mismo.

7 El 6 de marzo de 1946 se efectuó una convención prelimi­nar que estableció la base para las negociaciones ulteriores que deberían llegar a un acuerdo oficial entre Vietnam y Francia. Las cláusulas de la convención eran las siguientes:

1. Cese inmediato de las hostilidades en el sur de Vietnam.

2. Que la República Democrática de Vietnam, siendo un miembro de la “Unión Francesa”, era un Estado libre que tenía su gobierno, un parlamento y su ejército propios.

3. Que las fuerzas armadas francesas deberían retirarse de Vietnam en un plazo de 5 años.

Poco tiempo después, el 17 de abril de 1946, se efectuó la Conferencia de Dalat, conferencia preparatoria de la de Fontainebleau en París. En esta conferencia no hubo acuerdos concretos.

En septiembre de 1946 se realizó la Conferencia de Fontainebleau, en la cual se discutieron todos los temas de la Conferencia de Dalat, basados en la convención preliminar. La conferencia fracasó por culpa del gobierno francés.

Después del fracaso de la Conferencia de Fontainebleau el presidente Ho Chi Minh firmó con el gobierno francés un modus vivendi (acuerdo provisional) para salvaguardar la paz en Viet­nam. El modus vivendi estipulaba el cese de las hostilidades y preconizaba el arreglo de los problemas pendientes de negociacio­nes. Este acuerdo provisional se firmó el 14 de septiembre de 1946.

8 Zonas rojas: Bases guerrilleras así llamadas porque estaban representadas por óvalos rojos en los mapas utilizados por los vietnamitas.

9 Bunkers: Fortalezas.

10 Tal era la situación cuando se escribió este artículo. A partir de 1964 Estados Unidos reanudó las hostilidades, invadió en gran escala Vietnam y atacó la región liberada del norte. (N del E.)

11 Partido Nacionalista de Vietnam.

Guerra del pueblo, Ejército del pueblo

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