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ОглавлениеIII. Fuerzas políticas y fuerzas militares en la guerra popular
En una guerra del pueblo, es necesaria una línea correcta de organización de las fuerzas. Dicha línea consiste en movilizar y armar a todo el pueblo, en hacerlo participar de la insurrección y de la guerra en todas sus formas, en organizar las inmensas fuerzas políticas de masas y las fuerzas armadas populares con las tres categorías de tropas como estructura de la guerra del pueblo.
Esta línea constituye la aplicación creadora a las condiciones concretas en nuestro país del pensamiento marxista-leninista concerniente a la movilización y al armamento del pueblo, y a la construcción de un ejército revolucionario de nuevo tipo. Es la expresión concreta, en la organización de las fuerzas de la guerra revolucionaria, de la tesis según la cual la violencia revolucionaria es la violencia de las masas. Continúa y desarrolla las tradiciones de nuestra nación en sus guerras de liberación y de salvación nacional, tradiciones ilustradas por los siguientes refranes: “Cada habitante es un soldado” y “Cuando los piratas saquean el hogar, hasta las mujeres deben combatir”.
Para llevar a cabo la guerra del pueblo, es necesario movilizar a toda la nación. Este es un criterio fundamental en la línea de nuestro partido en lo relativo a la organización de las fuerzas de la guerra del pueblo. Lenin dijo: “Para hacer la guerra, es necesario movilizar todas las fuerzas del pueblo. Todo el país debe transformarse en un campo revolucionario. Todos deben ayudar”1. “Todas las fuerzas y recursos del país deben ser puestos a disposición de la defensa revolucionaria”2.
La movilización y la organización de toda la nación para participar en la insurrección y en la guerra, es un proceso ininterrumpido de educación y de organización de las masas realizado por nuestro partido, pasando de las formas inferiores a las formas superiores según una línea revolucionaria justa.
Desde su fundación, el partido llevó a cabo un gran trabajo de propaganda, de organización y de dirección de las masas en pos de la conquista del poder por medio de la violencia revolucionaria. A la movilización y organización de las grandes masas durante el ascenso revolucionario de 1930-1931, durante el período del movimiento democrático de 1936-1939 y del movimiento para la liberación nacional en 1940-1945, nosotros debemos el surgimiento de las grandes fuerzas insurreccionales de la Revolución de Agosto, la movilización de toda la nación en la resistencia contra los colonialistas franceses, como también en la actual lucha, contra los imperialistas norteamericanos.
En momentos en que se producían insurrecciones parciales, apoyándose en bases políticas clandestinas y en organizaciones armadas igualmente clandestinas, nuestro partido movilizó a las masas populares para liquidar al poder enemigo y remplazarlo por el poder revolucionario. Luego lanzó una guerrilla localizada, intensificó la lucha política y armada, desarrolló rápidamente las fuerzas políticas de masas y las fuerzas armadas revolucionarias, impulsando el auge revolucionario en todo el país y acelerando los preparativos para la insurrección general. Durante la insurrección general, todo el pueblo movilizado y reunido en un amplio Frente Nacional Unido bajo la dirección del partido, se sublevó en las ciudades y en el campo, rompiendo el yugo de los imperialistas y de los señores feudales y apoderándose del poder a escala nacional.
Durante la guerra revolucionaria ya disponíamos de una retaguardia estatal y de un poder popular. En esas condiciones, la movilización y la organización del pueblo para la lucha se operaban en todos los dominios con mayor profundidad y amplitud; con un grado de organización más elevado. Con las consignas “la resistencia por todo el pueblo, la resistencia en todos los planos” y “todo por la victoria”, las múltiples fuerzas de la nación fueron movilizadas al máximo. Durante la guerra, nuestro partido acordó constantemente una gran atención al trabajo de propaganda, de agitación, de organización de las fuerzas del pueblo; no cesó de aumentar las fuerzas políticas y de desarrollar las fuerzas armadas con el objeto de obtener una movilización cada vez mayor de las capacidades del pueblo para asegurar la victoria total.
La movilización de la nación en la insurrección y en la guerra exige la construcción de amplias fuerzas políticas de masas y de fuerzas armadas populares que actúen como nervaduras de la guerra del pueblo.
Las fuerzas políticas son las fuerzas patrióticas de la nación que participan en la insurrección y en la guerra organizadamente bajo la dirección del partido de vanguardia. Dichas fuerzas comprenden las clases revolucionarias, los sectores sociales patrióticos, los diversos grupos étnicos, todos reunidos en un amplio frente nacional unificado, sobre la base de la alianza obrero-campesina y bajo la dirección de la clase obrera. Constituyen una sólida base para construir y desarrollar, tanto en el frente como en la retaguardia, las fuerzas de la guerra revolucionaria en todos los planos: material y moral, político y militar, económico y cultural.
Las fuerzas políticas constituyen la base para formar y desarrollar las fuerzas armadas revolucionarias populares. Sin el pueblo revolucionario, sin sus grandes fuerzas políticas, sin el ejército político de las masas —cuyo cuerpo de batalla está constituido por los obreros y campesinos organizados y dirigidos por el partido— no podrían existir fuerzas armadas populares poderosas. Desde los primeros grupos de autodefensa de los soviets del Nghe Tinh (1930-1931) a los destacamentos del Ejército de Salvación Nacional; desde la Brigada propagandística del Ejército de Liberación de Vietnam y de los guerrilleros de Ba To, a los millares de grupos de autodefensa y grupos de choque formados por todas partes antes de la Revolución de Agosto hasta las poderosas unidades de nuestro ejército actual, las fuerzas armadas populares se desarrollaron rápidamente con el régimen del ingreso voluntario y sobre todo con el servicio militar obligatorio. Su crecimiento siempre está relacionado con el crecimiento de poderosas fuerzas políticas del pueblo revolucionario organizado, que ha adquirido una conciencia política cada vez más elevada.
Todo esto explica el carácter revolucionario de nuestras fuerzas armadas así como su rápido desarrollo en los grandes momentos de la revolución y en los virajes de las guerras de resistencia.
La práctica revolucionaria en nuestro país demuestra además claramente que las fuerzas políticas de masas también son capaces de atacar al enemigo por medio de la violencia revolucionaria —tanto en la guerra revolucionaria como en la insurrección, pero sobre todo en ésta última— actuando junto con las fuerzas armadas bajo formas muy variadas y eficaces.
Llevando a un nivel más elevado las experiencias de la insurrección general de agosto de 1945 y de la primera resistencia en una situación histórica nueva, las fuerzas políticas populares en Vietnam del Sur, bajo la bandera del Frente Nacional de Liberación, combatieron valerosamente en la larga y encarnizada lucha contra todas las maniobras de dominación y las formas de guerra de agresión del neocolonialismo norteamericano. Ahora más potentes que nunca desempeñaron un papel decisivo, un papel esencial en el gran movimiento de las insurrecciones en cadena. Esas insurrecciones hicieron fracasar la estrategia de la “guerra especial” y, en coordinación con las fuerzas armadas populares, están por acabar con la estrategia de la “guerra local” de los imperialistas norteamericanos.
El ejército político es una notable creación en la forma de organización de las fuerzas de la guerra revolucionaria de Vietnam del Sur en la actualidad; el mismo está organizado sobre la base de poderosas fuerzas políticas de masas cuyo núcleo central está constituido por los obreros y los campesinos, posee los mejores y más valientes elementos de las organizaciones populares; incluye a personas de todos los sectores sociales y de todas las edades, cuenta con organizaciones de base en todas partes: en el llano y en la montaña, en las ciudades y en el campo. Admirablemente organizado y militarizado, lleva a cabo la lucha con gran arte empleando variadas y múltiples formas. Constituye el nervio de la lucha política de masas en la guerra revolucionaria de Vietnam del Sur.
La insurrección armada y la guerra revolucionaria son las formas más elevadas de la lucha revolucionaria por la conquista y salvaguarda del poder, implicando necesariamente la acción de las fuerzas armadas. Además, para preparar y llevar a cabo la insurrección armada y la guerra revolucionaria, nuestro partido a la vez que organizaba las fuerzas políticas, se dedicó particularmente a constituir fuerzas armadas populares, núcleo vital de la guerra del pueblo.
Bajo la gloriosa bandera del partido, nuestras fuerzas armadas surgieron y crecieron en la lucha revolucionaria de la nación, apoyadas en las fuerzas políticas del pueblo: nuestro ejército del pueblo, surgido del pueblo y que combate para el pueblo. En el curso de estos últimos decenios, nuestras fuerzas armadas populares se desarrollaron a partir de los grupos guerrilleros y de los grupos de autodefensa de masas hasta convertirse en organizaciones militares especializadas; a partir de pequeños grupos de guerrilleros hasta agruparse en unidades cada vez mayores y formar a la vez las tropas regulares, las tropas regionales y las milicias populares; a partir de las unidades de soldados de infantería mal equipados hasta convertirse finalmente en un ejército con fuerzas de mar, aire y tierra, dotado de un armamento cada vez más moderno. Durante este proceso, la línea y las concepciones del partido en lo referente a la organización de las fuerzas armadas populares, fueron perfeccionadas paulatinamente.
En la concepción teórica de nuestro partido, el problema clave de la organización de las fuerzas armadas consiste en darles una plataforma de clase y un carácter revolucionario. Nuestro ejército es un ejército del pueblo, principalmente del pueblo trabajador; en realidad un ejército de obreros y de campesinos, dirigido por el partido de la clase obrera. Posee los mejores elementos de las clases revolucionarias, ante todo de la clase obrera y del campesinado, pertenecientes a todas las nacionalidades de Vietnam. Es el instrumento del partido y del Estado revolucionario en la lucha revolucionaria para realizar las tareas del partido. Constituye las fuerzas armadas del Estado de democracia popular que antes ejercía las funciones de la dictadura obrera-campesina y que, en la actualidad, realiza la misión histórica de la dictadura del proletariado. Defiende todas las conquistas de la revolución y el poder popular contra los enemigos interiores y exteriores. Su carácter de clase es el de la clase obrera, su ideología es la ideología del marxismo-leninismo.
Tanto en la época de las primeras unidades guerrilleras, como en nuestros días, cuando nuestras fuerzas armadas se han convertido en un ejército popular poderoso y moderno, nuestro partido siempre se preocupó por reforzar su carácter clasista, lo que es considerado como la garantía más segura y el factor fundamental de su potencia combativa. El fortalecimiento del carácter clasista reviste una importancia particular en un país donde el campesinado y la pequeña burguesía forman la mayoría de la población, mientras que la clase dirigente —la clase obrera— es menos numerosa.
A comienzos de la formación del Ejército Rojo de obreros y campesinos, Lenin consideraba el aumento del porcentaje obrero en su composición como una de las medidas más importantes tendientes a reforzar el carácter revolucionario de las fuerzas armadas soviéticas. En nuestro país, el fortalecimiento de la dirección del partido, de la educación ideológica proletaria y del trabajo político en el seno de nuestras fuerzas armadas, como así también el fortalecimiento de su organización política constituyen, con el aumento del elemento obrero-campesino sobre todo en las filas de los cuadros, las medidas esenciales para reforzar el carácter revolucionario de esas fuerzas.
Durante el desarrollo y la consolidación de nuestras fuerzas armadas, hemos tenido que resolver los siguientes problemas políticos fundamentales:
– Reforzar continuamente la dirección del partido; una dirección unida directamente y en todos los planos con las fuerzas armadas particulares, siendo este el principio fundamental.
– Reforzar continuamente el trabajo político, causa de la potencia combativa de las fuerzas armadas, también es un principio fundamental.
– Vigilar particularmente la educación política y la dirección ideológica, lograr la asimilación por parte de los cuadros y de los combatientes de la línea y las tareas políticas, la línea y las tareas militares, así como de todas las medidas del partido y la legislación del Estado; inculcarles el marxismo-leninismo; elevar su conciencia de clase en estrecha vinculación con su conciencia nacional; inculcarles el amor a la patria, al Socialismo y al internacionalismo proletario. Sobre esta base, elevar incesantemente su combatividad y su determinación a combatir y vencer.
– Consolidar continuamente la organización del partido y el sistema de trabajo político en todos los niveles.
– Formar un contingente de cuadros absolutamente fieles a la obra revolucionaria del partido, capaces en el trabajo de dirección y de organización.
– Aplicar el centralismo democrático. Aplicar correctamente una disciplina libremente consentida, la disciplina férrea de un ejército revolucionario sobre la base de una mayor democracia interna. Reforzar la cohesión en las filas del ejército, la unión entre el ejército y el pueblo como si fuesen pez y agua, promoviendo una solidaridad internacional fraterna sobre la base del internacionalismo proletario.
Gracias a todo ese trabajo de educación y de organización, nuestras fuerzas armadas populares adquieren una esencia revolucionaria a toda prueba; siempre “fieles al partido, dedicadas al pueblo, listas para combatir y sacrificarse por la independencia, la libertad de la patria y por el Socialismo”, afirmándose como instrumento eficaz de la dictadura obrero-campesina, en la etapa de la revolución nacional-democrática-popular y de la dictadura del proletariado en la etapa de la revolución socialista.
Nuestro partido resolvió con éxito el problema de la organización de las fuerzas armadas sobre la base de su organización política.
La experiencia que hemos adquirido durante la guerra del pueblo en estos últimos veinticinco años demostró que la organización de las tres categorías de las fuerzas armadas —las tropas regulares, las tropas regionales y las milicias populares— es la forma más adecuada de movilizar y organizar a toda la nación para el combate; que es preciso prestar mucha atención a la organización de las tropas regulares, vigilando la organización de las fuerzas regionales y de las milicias populares; que se debe combinar estrechamente la organización de las tropas regulares y la de las fuerzas regionales, la organización de las fuerzas “estables” y la de las fuerzas móviles. Esto constituye un nuevo desarrollo de las tradiciones de nuestros antepasados en la organización de las fuerzas armadas de la nación.
Las milicias populares, las fuerzas guerrilleras y los grupos de autodefensa, constituyen las fuerzas armadas de las bases trabajadoras. Sin apartarse de la producción, son el instrumento de dictadura del poder popular en la base. Organizadas en las aldeas y poblados, en las fábricas, las calles, etc., para responder a las necesidades del combate y a las características de cada región esas fuerzas forman una vasta red que cubre todo el país. Están siempre listas para combatir con todas las armas apropiadas, tanto rudimentarias como modernas, con métodos de gran eficacia. Así aseguran directamente la protección del pueblo, preservan y desarrollan las bases políticas, realizan mejor su papel de grupo de choque en la producción y proporcionan buenos cuadros y buenos combatientes a las tropas regionales y regulares.
Las tropas regionales constituyen el núcleo fundamental de la lucha armada en una región. Organizadas según las necesidades y las condiciones reales de cada campo de batalla y de cada región, forman unidades fuertes y de gran calidad, dotadas de suficiente armamento; capaces de operar solas en la región o en estrecha coordinación con los guerrilleros y las tropas regulares, llevando a cabo las siguientes misiones: aniquilar al enemigo, promover la guerrilla, defender a la población y preservar el poder popular.
Las tropas regulares son fuerzas móviles que operan en cualquier parte del país o en sectores estratégicos determinados. Incluyen diferentes armas, sobre todo un ejército lo suficientemente poderoso, una aviación y una marina de dimensiones apropiadas. Deben ser muy calificadas y constituir verdaderos puños de acero; deben ser capaces de sostener combates de aniquilamiento de envergadura, de asestar al enemigo golpes cada vez más severos; desde el momento en que se lanzan al combate deben asegurar la victoria, liquidar unidades enemigas cada vez más importantes, provocar cambios considerables en los diversos teatros de operaciones.
De ese modo, las fuerzas armadas populares deben no solamente llevar a cabo con eficiencia su tarea esencial de aniquilamiento del enemigo sino que también deben defender a la población, contribuir a la organización y al desarrollo de las fuerzas políticas de masas, servir de sostén a la guerra del pueblo. Dada las particularidades de la lucha revolucionaria en nuestro país y el creciente encarnizamiento de la guerra, sobre todo en las condiciones de una agresión neocolonialista, debemos, mientras formamos tropas regulares de un valor combativo en aumento, organizar poderosas tropas regionales. Solamente así las tres categorías de tropas están en condiciones de llevar al máximo su capacidad combativa, de coordinar estrechamente sus actividades para aniquilar al enemigo y para defender con eficacia el potencial del pueblo, de asegurar el poder popular a diferentes niveles y de desarrollar vigorosa y plenamente la guerra del pueblo.
En estrecha coordinación con las fuerzas políticas y las fuerzas de seguridad, las tres categorías de tropas son organizadas proporcionalmente y repartidas en forma racional en cada sector estratégico, cada ámbito y cada región, de manera de poder disponer de fuerzas locales importantes, de fuerzas móviles poderosas y combinarlas estrechamente en los puntos claves, en todos los niveles y en todo el país. Esta es una característica de la organización de las fuerzas armadas populares y, a la vez, la notoria superioridad de la guerra del pueblo. Si se dispone de buenas tropas locales, podemos atacar en todas partes con unidades que conozcan bien el terreno, al enemigo y sepan exactamente dónde sorprenderlo. Podemos replicar inmediatamente en cualquier parte, aniquilar, dispersar, detener las fuerzas del enemigo, permitiendo que nuestras fuerzas móviles se centren para aniquilar al adversario en los lugares donde está más expuesto. En un país con un territorio no muy extenso y frente a un enemigo que dispone de una gran movilidad y de tropas numerosas, organización y distribución de fuerzas, se pueden limitar los puntos fuertes del adversario y desarrollar los nuestros, crear un dispositivo estratégico sólido a fin de conservar la iniciativa en toda circunstancia. Eso nos permite tener en todo momento y en cantidad suficiente fuerzas para sorprender al enemigo en todas partes, contando con la posibilidad de realizar una cantidad de maniobras capaz de debilitar las fuerzas móviles estratégicas enemigas y de lograr victorias cada vez más importantes, sin que por ello sea necesario tener una cantidad de efectivos igual o superior a los del enemigo.
Nuestro ejército pasó gradualmente del régimen del voluntariado al del servicio militar obligatorio. De este modo, la movilización del pueblo para organizar las fuerzas armadas populares y lograr la consolidación de la defensa nacional, realizó un nuevo progreso.
Basándonos en la toma de conciencia de las masas populares, aplicamos el régimen del voluntariado para organizar el ejército durante la primera resistencia. Desde 1954 el Norte, totalmente liberado y en vías de construir el Socialismo, se convirtió en un Estado con todas las estructuras de un país independiente. Las nuevas tareas revolucionarias exigen un fortalecimiento de la defensa nacional popular, la organización de un ejército permanente regular de calidad y una poderosa fuerza de reserva; aliar prudentemente la economía y la defensa, elevar la calidad de armamento de todo el pueblo, acentuar su instrucción militar, desarrollar plenamente el derecho del pueblo a ser dueño del país y hacer participar a todos los ciudadanos en la defensa de la patria. Hemos puesto fin a los inconvenientes del voluntariado prolongado y decidido la instauración del servicio militar obligatorio.
Esto significa una nueva expansión, un nuevo éxito en la organización de nuestro ejército popular, en el fortalecimiento de nuestra defensa nacional. Paralelamente a la aplicación del servicio militar, impulsamos el entrenamiento militar de acuerdo con un programa mínimo, la educación física y los deportes, la vulgarización de los conocimientos militares en las masas, en particular en la juventud, para preparar efectivamente al pueblo para que pueda cumplir sus obligaciones militares y estar listos para defender a la patria.
El armamento y el equipamiento constituyen la base material y técnica, y uno de los factores fundamentales de la capacidad combativa de las fuerzas armadas. Para aumentar esta capacidad combativa, es preciso mejorar incesantemente el equipamiento. La concepción marxista-leninista de las relaciones entre el hombre y el armamento considera al hombre como el factor determinante y al armamento y equipamiento como un factor importante, indispensable. Para resolver ese problema, hemos tenido en cuenta las condiciones concretas de nuestro país y las realidades de nuestra guerra revolucionaria.
¿Cuál es la fuente de nuestro equipamiento? Debemos apoyarnos en las masas populares, equiparnos con todo lo que tenemos, esforzarnos por fabricar nosotros mismos armas, quitárselas al enemigo para luego liquidarlo y, cuando las condiciones lo permiten, asegurar en la medida de lo posible la ayuda de los países hermanos para perfeccionar cada vez más nuestro equipamiento.
Al comienzo tropezamos con innumerables dificultades; nuestro país estaba económicamente atrasado, desprovisto de bases industriales para la fabricación de armas y, para colmo, rodeado por los imperialistas. Con la consigna “luchar con lo que se tenga” el partido llamó al pueblo a proporcionar a las fuerzas armadas el equipamiento necesario, a superar todas las dificultades para organizar la producción de armas y municiones. Con gran lucidez, destacó que las fuerzas armadas deben equiparse en el mismo frente, tomando las armas del enemigo para luego destruirlo. Durante la primera resistencia, nuestras fuerzas armadas estaban equipadas esencialmente con el armamento moderno tomado del enemigo. Recién a partir de 1950 comenzamos a recibir la ayuda de los países socialistas hermanos.
Desde 1954, contamos con el rápido progreso de nuestra economía socialista y la ayuda fundamental de los países hermanos del campo socialista, para mejorar, en gran escala, el equipamiento de nuestras fuerzas armadas en cuanto a su modernización. Durante nuestra lucha contra el agresor norteamericano, realizamos saltos cualitativos en el mejoramiento de los equipos y de la técnica de las fuerzas armadas. También pudimos desarrollar rápidamente la industria del armamento moderno, sobre todo de la DCA y de la aviación, para asegurarnos de ese modo, la victoria sobre los agresores norteamericanos.
Recurriendo a esas fuentes de equipamiento, adaptándonos a las condiciones concretas de nuestro país, aplicando nuestra línea general de la guerra del pueblo con las técnicas y el arte militar que le son propias, combinamos las armas modernas o relativamente modernas con las armas rudimentarias y siempre seguimos mejorando y elevando el nivel de modernización de los equipos de nuestras fuerzas armadas.
Las tropas regulares y las tropas regionales están equipadas fundamentalmente con armamentos modernos y relativamente modernos pero sin embargo, deben saber extraer el máximo provecho, tanto en el entrenamiento como en el combate, del material rudimentario. Las milicias populares conceden la prioridad a las armas rudimentarias, aunque equipándose gradual y parcialmente con armas modernas y relativamente modernas. La práctica de la guerra en nuestro país demostró claramente que si bien las armas modernas son las más importantes para liquidar al enemigo, las armas rudimentarias también son eficaces y permiten la participación de todo el pueblo en la resistencia. Simultáneamente con el mejoramiento del armamento, desplegamos grandes esfuerzos para elevar el nivel de organización y de gestión, de conocimiento y de manejo de toda clase de armas según la línea y el pensamiento militar de nuestro partido y según las condiciones concretas de los teatros operacionales de nuestro país.
Nuestras fuerzas armadas cuentan en la actualidad con un numeroso conjunto de cuadros, que tienen experiencia de combate y son totalmente fieles a la obra revolucionaria del partido y del pueblo. Templados constantemente por la lucha revolucionaria, por la larga y encarnizada lucha armada de la nación, realizan con éxito todas las tareas que el partido y el pueblo le confían. Forjados por el partido y apoyándose en las fuerzas de masas, han respondido a las necesidades, tanto de calidad como de cantidad, de las fuerzas permanentes y de las fuerzas de reserva y han asumido en el momento preciso las complejas tareas de construcción y de combate tanto en condiciones de guerra como de paz.
En la organización de los cuadros, nuestro partido preconizó una línea correcta, definió una línea de clase, así como también otros criterios, y una política de cuadros concreta y acertada.
Nuestro partido se atiene siempre a esta orientación clasista, manteniendo a los cuadros de origen obrero y campesino como núcleo central. Se dedica a elegir, perfeccionar y promover cuadros de élite entre los elementos obreros y campesinos, y entre los mejores intelectuales que están en estrecha vinculación con la clase obrera y el campesinado, habiendo demostrado ser totalmente fieles a la causa de la revolución. En la aplicación de la línea del partido relativa a la política de cuadros, hemos luchado enérgicamente contra toda tendencia a olvidar la orientación de clase, a subestimar la formación de cuadros de origen obrero y campesino y contra toda manifestación de obrerismo.
Esos cuadros revolucionarios y competentes, dotados de una sólida plataforma proletaria, son ardientes patriotas dispuestos a combatir y sacrificarse por la independencia, por la libertad de la patria y por el Socialismo; totalmente fieles a la revolución, a la línea y a las tareas políticas y militares del partido, están determinados a aplicarlas unidos estrechamente con las masas; siendo altamente calificados desde el punto de vista técnico y profesional y capaces de realizar todas las tareas en cualquier circunstancia. Durante todos los períodos que hemos atravesado, nuestro partido se dedicó a templarlos en la práctica de la lucha revolucionaria de masas.
En la organización de las fuerzas armadas populares, resolvimos correctamente los problemas de cantidad y de calidad; nos ocupamos simultáneamente de esos dos aspectos pero asignando prioridad a la calidad. Esta es una cuestión fundamental en nuestras tradiciones militares. Es la concepción de Tran Hung Dao y de Nguyen Hue que lograron, con tropas de élite, vencer a ejércitos varias veces superiores en número.
La calidad de las fuerzas armadas es la resultante del factor hombre y del factor armamento, de los aspectos militar, político y logístico como así también de la ideología, de la organización, de los equipamientos y de los métodos de combate. El factor humano, la conciencia política y la moral en el combate, son los factores determinantes.
Las mejores tropas son aquellas animadas de una gran combatividad y de una inconmovible decisión de ataque. Deben poseer un excelente nivel técnico y táctico, buenos métodos de combate, una organización fuerte, eficiente y un buen armamento. Los cuadros y los organismos de mando deben poseer gran capacidad de organización y un espíritu de disciplina elevado. Las tropas deben dar prueba de resistencia y de gran movilidad en todos los terrenos y frente a todas las inclemencias del tiempo. Además, deben estar equipadas en forma adecuada, desde el punto de vista material y técnico. Las tres categorías de tropas tienen exigencias diferentes: las milicias populares deben ser omnipresentes y fuertes; las tropas regionales y las tropas regulares, deben ser tropas de élite con efectivos adecuados.
Dado que nuestra población es poco numerosa, los efectivos de nuestro ejército permanente son, por lo general, inferiores a los del agresor. Por eso la calidad debe manifestarse en una gran eficiencia estratégica, y en una alta eficacia en el combate. Desde el punto de vista estratégico, se trata de vencer a un enemigo numéricamente superior y mejor equipado; desde el punto de vista operacional y táctico, se trata de liquidar al mayor número de enemigos y de asegurar importantes victorias, con fuerzas inferiores en número y en armamento.
Con unidades de excelente calidad que desarrollan una gran eficacia en el combate, y con un número determinado de tropas se puede, multiplicando su fuerza combativa, atenuar los problemas de organización, de dirección, de efectivos complementarios y de abastecimiento; este es para nosotros un problema de importancia estratégica.
Para garantizar a nuestras tropas una potencia de combate siempre en aumento y éxitos cada vez mayores en una guerra prolongada y encarnizada, hemos ido organizando y desarrollando las fuerzas paralelamente con el combate: combatir para organizar y desarrollar, organizar y desarrollar para librar combates cada vez más importantes y lograr mayores victorias. Debemos desarrollar progresivamente nuestras fuerzas y avanzar también a saltos cuando se presentan momentos favorables, susceptibles de conducir a grandes victorias.
Nuestras fuerzas armadas, gracias a la línea correcta de nuestro partido en cuanto a su organización, se desarrollaron, crecieron rápidamente y con paso seguro, hasta lograr en la actualidad una capacidad combativa invencible. Este es el secreto de sus prestigiosos hechos de armas. Esta tesis de nuestro partido en lo concerniente a la organización de las fuerzas armadas del pueblo, demostró ser correcta en la propia práctica de la guerra del pueblo.
Su gran fuerza reside en el hecho de haber movilizado, templado y organizado las fuerzas de todo nuestro pueblo y de toda nuestra nación, para hacer de ella una colectividad férrea a la que le son confiadas tareas de manera racional y científica; desarrollando una gran potencia combativa para atacar sin descanso y vencer a todos los ejércitos de agresión por más feroces, numerosos y bien equipados que sean. Esta tesis fue traducida, de manera vívida y en términos muy emotivos, por nuestro presidente Ho Chi Minh en su histórico llamamiento: “Los treinta y un millones de compatriotas de las dos zonas, tanto los viejos como los jóvenes, las mujeres como los hombres, deben ser treinta y un millones de valerosos combatientes en la lucha contra la agresión norteamericana, firmemente determinados a conseguir la victoria final”.
1 V.I.Lenin, Obras Completas, Editorial Cartago, Buenos Aires, t. 28.
2 V.I.Lenin, Obras Completas, Editorial Cartago, Buenos Aires, t. 27.