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ОглавлениеIV. Problemas de las bases y de la retaguardia en la guerra popular
“Para hacer la guerra con seriedad, es preciso tener una retaguardia sólidamente organizada”3. La retaguardia es un factor permanente de victoria, porque es la que provee al frente de hombres, víveres, materiales y la que lo alienta constantemente desde el punto de vista político y moral. Sin una retaguardia sólida, el frente no podría vencer: esa es la ley general de toda guerra.
El problema con que se enfrentó nuestro partido es el siguiente: ¿Cómo conducir a un pueblo partiendo de cero, sin una pulgada de tierra libre, en un país de dimensiones modestas, poco populoso y con una economía agrícola atrasada, para lograr su liberación, organizar bases de retaguardia sólidas, a fin de vencer a los imperialistas agresores?
Nuestro partido resolvió ese problema en forma original. En el curso de una larga lucha revolucionaria, acumuló una valiosa experiencia en la organización de las bases políticas, de las bases de retaguardia y de la retaguardia para la insurrección del pueblo y la guerra del pueblo, en las condiciones concretas de nuestro país.
1. Apoyarse totalmente en el pueblo, comenzar a organizar bases políticas de masas para arribar a la organización progresiva de las bases de retaguardia y de una retaguardia cada vez más sólida.
Cada vez que nuestro pueblo se levantó para reconquistar o proteger la independencia nacional, nuestros antepasados supieron constituir una base de apoyo. Contaban con ventajas fundamentales para establecerla —la buena moral del pueblo y el perfecto conocimiento del terreno— ya sea en regiones montañosas, pantanosas o en la llanura, aprovechando los recursos humanos y materiales disponibles para organizar y desarrollar las fuerzas armadas.
Desde su fundación, nuestro partido, aunque eligió el camino de la revolución violenta, de la insurrección armada y de la guerra revolucionaria para conquistar el poder y acabar con los enemigos de clase y de la nación, planteó igualmente el problema de la organización de una base de apoyo. Al ritmo del desarrollo de la lucha revolucionaria, partimos de la organización de las bases políticas hasta llegar a la creación de las bases de retaguardia y de la retaguardia. Esas bases primeramente fueron pequeñas, pero luego se fueron ampliando progresivamente; al comienzo estuvieron aisladas, pero después se unieron poco a poco hasta convertirse en una gran retaguardia, es decir, en lo que actualmente es el Norte socialista, dotado de una defensa nacional popular formada por la totalidad de sus habitantes.
En los primeros tiempos de la preparación para la lucha y la insurrección armada, no teníamos ni un pedazo de tierra libre. Nuestro único apoyo era entonces la organización revolucionaria del pueblo, el patriotismo candente de las masas y su fidelidad ilimitada a la revolución. Por medio de incesantes esfuerzos de agitación revolucionaria, de educación y de organización, nuestro partido llamó a las masas a llevar a cabo la lucha política de múltiples formas. Para ese trabajo, aumentó y reforzó sus propias filas, creó y desarrolló organizaciones políticas de masas, organizó por todas partes bases políticas de acuerdo con la consigna “Allí donde hay masas, es preciso construir bases políticas y organizaciones revolucionarias”. A partir de esas bases políticas y, aplicando directivas impartidas por el presidente Ho Chi Minh a las primeras unidades guerrilleras —realizar la propaganda armada y conceder mayor atención a la acción política que a las actividades militares—, el partido se esforzó en organizar bases armadas secretas e impulsar la lucha política en coordinación con la lucha armada según formas cada vez más perfeccionadas. Luego desencadenó la guerrilla e insurrecciones armadas parciales, constituyó la región liberada del Viet Bac y bases guerrilleras en otras regiones desarrollando vigorosa y ampliamente las bases políticas en todo el país, provocando un impulso revolucionario en las masas. Así nuestro pueblo organizó la insurrección general, conquistó el poder a escala nacional y fundó la República Democrática de Vietnam.
En la larga guerra de resistencia contra el imperialismo francés, tratamos de mantener y reforzar vastas regiones libres para ser usadas como bases sólidas para la guerra del pueblo, y luchamos por ampliar incesantemente las zonas de guerrilla y las bases guerrilleras en la retaguardia enemiga. El continuo fortalecimiento de nuestra retaguardia en todos los sectores constituyó un poderoso estímulo político y moral para el pueblo y una fuente considerable de aprovisionamiento para las necesidades cada vez mayores del frente. En las regiones temporariamente ocupadas por el enemigo, la regla de organización de las bases de retaguardia era, en lo esencial, la misma : a partir de las bases políticas clandestinas de masas, y en el curso de una lucha encarnizada que iba desde las formas simples a las más elevadas, de la acción legal a la acción ilegal, de las reivindicaciones económicas y políticas a la lucha armada, se transformaba poco a poco las regiones ocupadas en zonas o bases guerrilleras; las cuales cada día eran más grandes.
En la actualidad la población sudvietnamita que se sublevó en pos de su liberación, se apoya en una grande y sólida retaguardia: el Norte socialista. Al mismo tiempo, se dedica a construir en el lugar bases de retaguardia y su retaguardia inmediata en las regiones liberadas. Esas regiones cada vez más vastas desempeñaron y desempeñan un papel muy grande, en múltiples aspectos, en la guerra revolucionaria. Aplicando de manera original y desarrollando la experiencia adquirida en el contexto histórico actual, la población sudvietnamita construyó no solo fuertes bases de retaguardia en las montañas y en los llanos, sino también seguros trampolines de asalto en sectores neurálgicos próximos a los centros urbanos, a los puestos y hasta en algunas ciudades. Aparecieron “regiones liberadas con enclaves enemigos” aún en lugares muy cercanos a las grandes bases militares enemigas. Son regiones donde los norteamericanos y los fantoches, a pesar de la existencia de una red bastante densa de puestos y el empleo combinado de medidas militares de una crueldad inconcebible y de maniobras demagógicas extremadamente perversas, no lograron poner en funcionamiento un aparato coercitivo. Merced a una lucha tenaz, valerosa y plena de iniciativa, esas regiones siguen en poder de la población; la cual, de esa manera, mantiene un bloqueo y una presión muy fuertes sobre las bases militares y la retaguardia enemigas.
Luego del clamoroso triunfo de la resistencia contra la agresión de los colonialistas franceses, el Norte comenzó la revolución socialista y se convirtió en un Estado independiente y socialista, con todas las estructuras propias de un Estado. Se dedicó a fortalecerse desde todo punto de vista, a consolidar la defensa nacional con la participación de todo el pueblo y se convirtió en una base de retaguardia poderosa y segura para la lucha revolucionaria de todo el país; firme retaguardia para el gran frente del Sur, desempeña un papel muy importante en el combate que sostiene la nación contra la agresión norteamericana.
2. Apoyarse en las fuerzas revolucionarias, tanto en el campo como en las ciudades, organizar bases de retaguardia y una retaguardia sólidas en el campo, como así también bases revolucionarias en las ciudades, y coordinar las retaguardias locales con la retaguardia nacional.
Nuestra guerra revolucionaria se basa en la potencia de todo el pueblo, cuyas fuerzas principales están constituidas por los obreros y los campesinos. Dado que combatimos al enemigo en nuestro propio suelo, combinamos los ataques por todos los medios posibles en el campo y en los centros urbanos. Por eso debemos apoyarnos en las fuerzas revolucionarias tanto rurales como urbanas, construir bases de retaguardia sólidas en el campo y bases revolucionarias en las ciudades.
Las regiones rurales —las zonas montañosas y las llanuras— son regiones donde existen grandes fuerzas revolucionarias —las masas campesinas trabajadoras— animadas de un fuerte espíritu revolucionario y que constituyen el 90% de la población. Su economía, capaz de abastecer las necesidades regionales, es particularmente favorable al desencadenamiento y mantenimiento de una guerra popular contra un agresor material y técnicamente más fuerte. Su terreno es apto para las operaciones de nuestras fuerzas armadas; en cambio, el aparato del poder enemigo es débil o relativamente débil y presenta numerosas fallas. Las regiones montañosas con superficie muy accidentada son de gran importancia estratégica desde el punto de vista militar. Las minorías étnicas que las habitan son muy fieles a la revolución. Por el contrario, el dispositivo enemigo en esas zonas es por lo general más débil que en otras partes y está insuficientemente protegido. Esa es una base de retaguardia particularmente sólida de la revolución y de la guerra revolucionaria. Apoyándose en ellas, nuestro pueblo puede organizar, mantener y desarrollar sus fuerzas, sostener una guerra prolongada en las peores condiciones y disponer de trampolines seguros para avanzar hacia el llano. Las regiones rurales del llano, muy pobladas y ricas, son regiones que el agresor trata constantemente de ocupar para apoderarse de nuestros recursos, en hombres y en bienes, con el pretexto de “hacer combatir a los vietnamitas con los vietnamitas y sostener la guerra con la guerra”.
Cuando la revolución domina las regiones rurales dispone de un apoyo seguro, gracias al cual puede movilizar hombres y bienes para desarrollar sus fuerzas y combatir largo tiempo, aumentar su poderío en el curso de los combates y desbaratar todos los malignos proyectos del enemigo. Le es posible crear una situación ventajosa que permita a las regiones rurales de la montaña y del llano sostener poderosamente al movimiento revolucionario de las ciudades, que golpea al enemigo hasta en sus centros neurálgicos y sus guaridas.
Es evidente que las regiones rurales son bases de apoyo y puestos de combate seguros y duraderos de la guerra revolucionaria en nuestro país; apoyarse firmemente en ellas y establecer allí bases de retaguardia sólidas, es un imperativo de gran importancia estratégica en la guerra revolucionaria en nuestro país.
A la vez que organiza bases de retaguardia seguras en el campo, nuestro partido asigna gran importancia a la implantación de bases revolucionarias en las aglomeraciones urbanas donde se concentran los obreros, la clase más revolucionaria, la clase dirigente que conforma junto con los campesinos trabajadores, el cuerpo de batalla de la revolución. También en las aglomeraciones urbanas se hallan los diferentes sectores de trabajadores, los estudiantes y los colegiales, los intelectuales progresistas, todos animados de un patriotismo y de un sentimiento antiimperialista bastante elevado. Las aglomeraciones urbanas, sobre todo las ciudades y las grandes capitales de provincia, son centros políticos, militares, económicos y culturales donde el enemigo concentra sus órganos de dirección y sus aparatos de dominación y de represión; allí es relativamente más fuerte que en el campo, aunque presenta sin embargo, puntos débiles en el plano militar y sobre todo político.
El enemigo trata ante todo de transformar las ciudades en una retaguardia segura para llevar a cabo su guerra de agresión. Por nuestra parte, para lograr la victoria de la guerra revolucionaria, debemos organizar activamente bases revolucionarias en las ciudades, crear condiciones para atacar allí al enemigo con todos los medios apropiados, impidiéndole que constituyan retaguardias seguras. Debemos coordinar estrechamente las fuerzas revolucionarias urbanas con las del campo para sorprender al enemigo en sus propias guaridas, permitir que la guerra revolucionaria liquide lo más rápidamente posible sus fuerzas armadas y políticas, que el pueblo extienda la toma del poder a regiones cada vez más vastas, para conseguir finalmente la victoria.
El establecimiento coordinado de bases de retaguardia seguras en las regiones rurales y de bases revolucionarias en las ciudades, contribuyó a imprimir una forma original a nuestra insurrección luego de la Revolución de Agosto; a asegurar, después de la primera resistencia, el éxito de la estrategia de guerra prolongada; guerra que llevamos a cabo apoyándonos en las masas rurales e impulsando la lucha en las ciudades. Esta coordinación contribuyó en gran medida a la obtención de los importantes éxitos que la guerra revolucionaria obtuvo actualmente en las tres regiones estratégicas del sur.
De acuerdo con la ley del desarrollo de la retaguardia en una guerra revolucionaria, planteándonos el objetivo de emplear y de movilizar nuestros recursos nacionales en todos los dominios, sacándoles el mejor provecho posible, hemos preconizado la coordinación entre la creación de las retaguardias locales y de la retaguardia nacional.
De nuestra experiencia se deduce que es necesario tener una base, una retaguardia para todo el país, y también bases y retaguardias en distintos lugares para cada frente, para cada región. La organización de las bases y de las retaguardias en distintos lugares para cada frente, cada región, cada sector, está vinculada con la línea general de nuestro partido en lo que se refiere a la movilización de toda la nación para el combate; a la creación en todas partes de poderosas fuerzas locales para servir a la guerra del pueblo. Responde a las dimensiones de nuestro país, que no son muy grandes, y a nuestra forma de llevar a cabo la guerra popular: mantenernos firmes en el lugar, atacar al enemigo en todas partes, no retroceder un solo paso. Favorecer la toma y la consolidación del poder por parte del pueblo, permite explotar al máximo y desarrollar el poderío del nuevo régimen social que está tratando de consolidarse en las regiones liberadas, para responder rápidamente a las necesidades de la guerra en esa región.
Nuestra resistencia a la agresión norteamericana asocia las bases y retaguardias locales del Sur con la gran retaguardia nacional, la del Norte socialista, que está por su parte vinculado al vasto campo socialista. Esta coordinación permite movilizar ampliamente las fuerzas de toda la nación vietnamita, del régimen socialista en el norte y del nuevo régimen social en las regiones liberadas del sur, así como de todas las realizaciones que nuestra revolución obtuvo durante varios decenios de lucha ininterrumpida y victoriosa contra el jefe de turno de los imperialismos. Este es un punto fundamental que evidencia elocuentemente que, en la actual guerra de resistencia, nuestro pueblo dispone de fuerzas y de una posición mucho más importante que en el momento de la primera resistencia.
3. Elevar al máximo el espíritu de ofensiva, consolidar en todos los planos nuestras bases de retaguardia y nuestra retaguardia; combatir activamente para defender nuestra retaguardia y a la vez atacar sin descanso la del enemigo para transformarla en frentes de combate; ampliar incesantemente nuestras bases de retaguardia y nuestra retaguardia.
En una guerra revolucionaria en la que la organización de la retaguardia parte de cero, la aparición de las primeras bases de retaguardia es sólo un comienzo. Para mantener y desarrollar ese éxito inicial, y permitir que esas bases resistan todas las pruebas y desempeñen un papel cada vez más importante, es indispensable consolidarlas constantemente en todos los planos.
En una guerra del pueblo, la solidaridad de las bases de retaguardia y de la retaguardia reposa en los factores políticos, económicos, militares, geográficos, pero en primer lugar en los factores políticos: la moral del pueblo y el régimen social. La organización de la retaguardia debe continuarse en todos los planos —político, económico, militar y cultural— pero sobre todo en el plano político, reforzando la cohesión política y moral del pueblo haciendo prevalecer la superioridad del nuevo régimen social en todos los aspectos; realizando activamente, paso a paso, las reformas democráticas tendientes a mejorar las condiciones de vida materiales y morales de la población; reforzando incesantemente el potencial de la retaguardia. Es así como la retaguardia puede asegurar su propia defensa y desempeñar un papel importante en relación a la guerra.
Las bases de retaguardia de la guerra del pueblo, constituyen una permanente amenaza para el enemigo que trata de atacarlas incesante y despiadadamente. Su consolidación debe ir ligada a los combates llevados a cabo para defenderlas, ampliarlas y permitirles el desempeño de su papel en todos los órdenes. Es preciso desarrollar el espíritu de ofensiva activa, combatir decididamente para proteger nuestra retaguardia y a la vez atacar sin descanso la retaguardia enemiga, transformándola en campo de batalla. La ofensiva activa, esa es la mejor manera de defender y ampliar nuestra retaguardia, de limitar la retaguardia enemiga. Es un imperativo inevitable de la organización partiendo de cero, de las bases de retaguardia y de la retaguardia, de la lucha del pueblo para conquistar, mantener y ampliar el poder.
Durante nuestra primera guerra de resistencia, el principio fundamental para defender nuestra zona libre consistía en impulsar las actividades ofensivas contra la retaguardia enemiga, desarrollar la guerrilla, consolidando incesantemente nuestra retaguardia en todos los dominios y rechazando eventualmente todos los ataques del adversario. De ese modo, pudimos mantener y consolidar nuestras regiones libres, implantar cada día más bases y zonas guerrilleras en la retaguardia enemiga, ampliar nuestra retaguardia y limitar la del enemigo.
Esta experiencia está siendo aplicada por las fuerzas armadas y la población del Sur. Animadas de un poderoso espíritu ofensivo, se dedican a reforzar la zona liberada en todos los órdenes, luchan activa y pacientemente por hacer fracasar todas las tentativas enemigas de atacarla, sacarle ventaja, rastrillarla o sabotearla. Llevan resueltamente la guerra hasta la retaguardia enemiga, coordinan la lucha armada y la lucha política, los ataques militares y las sublevaciones masivas para permitir a la población de la zona ocupada ejercer sus derechos soberanos en formas diversas según las circunstancias, para mantener la inseguridad en la retaguardia enemiga y transformarla progresivamente en campo de batalla y en retaguardia de la guerra del pueblo.
En estos últimos años el Norte, la gran retaguardia nacional, fue sólidamente defendido y desempeñó un papel considerable en la lucha de la nación contra la agresión norteamericana. Eso lo debemos al fortalecimiento continuo de su poder en todos los órdenes, lo que le permitió resistir ante los agresores y organizar a las fuerzas revolucionarias del Sur que, gracias a su estrategia ofensiva, fueron de victoria en victoria.
4. Organizar y consolidar la gran retaguardia: el Norte socialista.
Luego de la victoria de Dien Bien Phu, el Norte, totalmente liberado, se lanzó por el camino del socialismo, convirtiéndose en la retaguardia de la causa revolucionaria de todo el país. Es un gran viraje, un salto en la organización y el desarrollo de la retaguardia de la guerra del pueblo en Vietnam. Por primera vez desde que el partido asumiera su papel dirigente en la lucha por la independencia y la libertad, tenemos una mitad del país totalmente liberada; en la cual construimos exitosamente el Socialismo, el régimen social más avanzado de nuestra historia milenaria, para asegurar una base de retaguardia completa y sólida a la lucha revolucionaria de la nación.
El partido destacó, después de la victoria de la primera guerra de resistencia, que había que fortalecer el Norte en todos los planos. La resolución del Tercer Congreso del Partido —en 1960— decía: “Cuanto más vigorosamente avanza el Norte hacia el Socialismo, son más consolidadas sus fuerzas en todos los dominios y es más beneficioso para la revolución de liberación del Sur, para el desarrollo de la obra revolucionaria a escala nacional, para el mantenimiento y el fortalecimiento de la paz en Indochina y en el mundo entero. El Norte es la base común de la revolución en todo el país”.
La consolidación y el fortalecimiento del Norte han tornado a su defensa más invencible, una defensa nacional popular organizada por el propio pueblo; basada en la potencia del pueblo en todos sus aspectos. Una defensa que preserva los intereses del pueblo, las adquisiciones de la revolución: el régimen socialista. La concepción de una defensa nacional-popular fue claramente definida por primera vez en la resolución del 12° Plenario del Comité Central del Partido en 1957. Es la aplicación de la tesis de la guerra del pueblo en la defensa del Norte socialista, a fin de mantenerlo en condiciones de impedir todas las tentativas de agresión imperialista y de permitirle, a la vez, desempeñar su papel de base de retaguardia para la obra revolucionaria de todo el país. Es un nuevo desarrollo de la teoría de la organización de la retaguardia de la guerra del pueblo en condiciones nuevas.
La organización de una defensa nacional del pueblo en el Norte debe hacerse en todos los planos.
Para poseer una poderosa defensa nacional-popular, es preciso consolidar y fortalecer incesantemente en el plano político, el papel dirigente del partido, reforzar el Estado de dictadura proletaria, consolidar el régimen socialista y reforzar la unión del pueblo trabajador: obreros, campesinos, cooperativas e intelectuales socialistas, sobre la base de la alianza obrero-campesina. Es preciso elevar permanentemente en las masas la conciencia socialista, el patriotismo y el amor al Socialismo, la conciencia de ser el amo colectivo y la voluntad de reunificar al país. Sobre esta base, llamar a todo el pueblo a aumentar la producción; a construir el Socialismo estando siempre dispuestos a combatir heroicamente si es necesario, para defender el Norte; a dedicarse a todas las tareas relativas a la lucha revolucionaria en el Sur; a contribuir al cumplimiento de nuestras obligaciones internacionales. Es preciso aplicar correctamente las resoluciones sobre el reclutamiento, la política con respecto a los heridos de guerra, a los militares enfermos, a las familias de los militares muertos por la patria, a las familias de los combatientes, etc.
Como la defensa nacional del pueblo en el Norte debe apoyarse en una potente economía socialista, la organización económica reviste una gran importancia. Para ello, debemos coordinar la economía y la defensa nacional, las necesidades en tiempos de paz y en tiempos de guerra, las necesidades inmediatas y las necesidades a largo plazo. Dicha coordinación debe concretarse no solamente en el plan estatal en general, sino también en los planes de cada sector de la actividad (industria, agricultura, transportes y comunicaciones, etc.) a escala nacional y a escala local; de manera que a cada etapa del desarrollo económico corresponda un fortalecimiento del potencial de defensa y que, en caso de agresión extranjera, se pueda poner rápidamente a la economía en pie de guerra. Es preciso definir una línea correcta para el reajuste de la organización económica en función de las condiciones de guerra según el siguiente principio: coordinar el combate y la producción a fin de que ésta continúe aumentando y la economía se desarrolle para satisfacer las necesidades de la resistencia y las del pueblo mismo, en tiempos de guerra.
La potencia defensiva nacional exige el fortalecimiento del Norte en el plano militar. La potencia militar no depende solamente de la del ejército permanente, sino de la potencia de todo el pueblo con las fuerzas armadas populares como núcleo central, que está distribuida por fuerza de las circunstancias, en todos los planos del nuevo régimen social. La tarea de la organización en el plano militar está centrada en el armamento y la militarización de todo el pueblo, el fortalecimiento de las fuerzas armadas populares con tropas regulares aguerridas y poderosas fuerzas de reserva; la transformación progresiva de los pueblos y de los barrios urbanos en posiciones de combate, como así también el fortalecimiento de la seguridad. Es preciso que todo el país esté preparado en todos los aspectos; que las fuerzas armadas y el pueblo redoblen la vigilancia y estén listos para el combate, siendo capaces de detener todo acto o amenaza de agresión por parte del imperialismo. Se debe definir también la importancia, desde el punto de vista de la defensa nacional, de cada región estratégica; y de concentrar sus esfuerzos para organizar y reforzar en todos los planos las zonas particularmente importantes. Es necesario reforzar la dirección de las diversas instancias del partido y del poder en la consolidación de la defensa nacional y de la organización del ejército.
El desarrollo de la cultura, de la educación, de la ciencia y la técnica, de la salud pública, de la educación física y de los deportes, tiene un profundo significado para la construcción económica; el fortalecimiento de la defensa nacional y la organización del ejército, muy particularmente para la formación de hombres nuevos; cuadros y combatientes poseedores de una elevada conciencia revolucionaria, de buenos conocimientos generales, científicos y técnicos, que gocen de buena salud.
En resumen, la potencia defensiva nacional del pueblo en el Norte está basada en la potencia del régimen socialista en su conjunto y en las conquistas de la revolución socialista. Por eso pudo resistir la prueba de la guerra aérea de destrucción de los Estados Unidos. La cohesión moral y política de nuestro pueblo es más sólida que nunca. La producción se ha mantenido y desarrollado; las vías de comunicación siguen abiertas y los transportes asegurados; las actividades culturales, la educación y la salud pública continúan desarrollándose; la vida de la población, en lo esencial, es estable y las necesidades del ejército están aseguradas; las fuerzas de defensa nacional han sido consolidadas y conocieron un considerable crecimiento. La República Democrática del Vietnam hace frente, valiente y victoriosamente: prosigue con éxito la construcción del Socialismo y lleva a cabo satisfactoriamente sus tareas referidas al Sur. El Socialismo ha demostrado su superioridad. La defensa nacional del pueblo en el Norte puso en evidencia su poderío en el plano político y organizativo, en el de su base material y técnica así como en el plano humano; en lo que hace a la moral, a la inteligencia y a las cualidades del combatiente.
5. Apoyarse en el campo socialista: nuestra gran retaguardia
La revolución vietnamita contó desde un principio con el apoyo de la revolución mundial, de la que es parte integrante; apoyo que fue aumentando con el correr del tiempo. Cercados en un comienzo por los imperialistas conseguimos, sin embargo, sumarnos sólidamente al campo socialista.
En la actualidad, proseguimos la guerra de resistencia contra los agresores norteamericanos en condiciones particularmente favorables: el campo socialista, con mil millones de habitantes y un gran potencial económico y militar, se reforzó considerablemente. Es un apoyo sólido, un sostén seguro para nuestro pueblo y los pueblos del mundo en su lucha por la paz, la independencia nacional, la democracia y el socialismo.
Nuestro pueblo está a la cabeza del combate de los pueblos del mundo contra el imperialismo, sobre todo el norteamericano. Miembro del campo socialista, la República Democrática de Vietnam constituye también su puesto de avanzada en el sudeste asiático. Así, aunque contando esencialmente con nuestras propias fuerzas, podemos y debemos asegurarnos la simpatía, el sostén y la ayuda, en todos los órdenes, del campo socialista. Este es un factor de gran importancia para el fortalecimiento de la capacidad combativa de nuestro pueblo.
Aunque tenemos una retaguardia cada día más grande y poderosa, una retaguardia nacional y retaguardias locales, nuestro pueblo debe apoyarse además en el inmenso potencial de la gran retaguardia constituida por los países socialistas hermanos. Debe desarrollar al máximo sus propias potencialidades económicas y militares, aprovechando a la vez las condiciones favorables que le ofrece la actual situación internacional, para conducir nuestra guerra de resistencia a la victoria total.
3 V. I. Lenin: ob. cit., t. 27.