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“¿Es posible que se arrepienta y quiera volver?”

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Es posible, siempre es posible: lo que no sabemos es si vale la pena. Cuando haces esta pregunta, estás esperando una respuesta afirmativa, ¿verdad? Una luz al final del túnel, mantener viva la ilusión de que todo volverá a ser como al principio. Lo que quieres es aferrarte a la esperanza de una resurrección afectiva que aplaque el dolor y recupere “lo que antes fue”. Te pido que te detengas un momento y pienses qué es exactamente “lo que antes fue”. Analízalo con cuidado, por favor. “Lo que antes fue”: ¿era bueno?, ¿era extraordinario?, ¿te hacía crecer como persona?, ¿vivías con angustia o alegremente? Repásalo y pregúntate: ¿volverías atrás con tranquilidad, sabiendo lo que sabes ahora respecto a la relación? Reflexiona sobre esta pregunta: si él o ella se arrepintiera: ¿qué seguridad tendrías de que no se produciría una nueva crisis? Personalmente le tengo pánico al “arrepentimiento” de los ex, porque muchos, tarde o temprano, repiten el desamor. Además, ¿de qué se arrepentiría? ¿De haberte dejado de amar?

Recuerda que uno no puede traer o quitar el amor a voluntad. Habría que imaginarse que en la cabeza de tu ex se produjo un proceso similar al siguiente: te dejó de amar, luego volvió a amarte y se siente arrepentido o arrepentida de haberte dejado de amar. Es decir: se dio cuenta de que aquel desamor no tenía sentido y quiere volver contigo. Muy complejo para mi gusto, muy enredado para que entres allí.

Muchos de los que regresan con la cola entre las piernas creen amar a la pareja, lo creen sinceramente y después de un tiempo despiertan a la misma realidad afectiva. No digo que las “segundas oportunidades” siempre sean un fracaso: algunas arrancan y se mantienen en pie. Lo que sostengo es que no importa lo que diga y lo que sienta el ex, el amor de “segunda ronda” hay que verlo en el campo de acción, hay que evaluarlo en el ciclo de la vida cotidiana y en los hechos: hay que probarlo.

Otras veces, quien se fue y desea volver argumenta lo siguiente: “Me arrepiento de no quererte, así que quiero volver a ver si logro amarte nuevamente, porque me di cuenta de que vales mucho como persona”. Como dije, uno no entra y sale del amor como entra y sale de su casa. Spinoza y luego Comte-Sponville decían que no amamos a las personas porque son valiosas, sino que las vemos valiosas porque las amamos. Pregúntate si tu ex necesitó perderte para “descubrir” que te amaba. Si fue así, ¿no cuestiona lo anterior la calidad de su amor? ¡Muchísima gente no necesita perder a su pareja para tomar consciencia de que la ama!

Algunos de mis pacientes se cuestionan: “¿Cómo no darle otra oportunidad?”. Una mujer me decía: “¡Una más, por favor, sólo una, y si no funciona se acaba, lo juro!”. Finalmente, por su cuenta y riesgo, volvió con el exmarido. El intento generó un juego de “perdones”, “cortes” y “reinicios” que duró varios meses hasta que no pudieron más. La vida tiene que ser algo más que resolver problemas a toda hora. El amor dubitativo, que en el fondo es un desamor que no se decide, es agotador, y ellos no lo soportaron.

No vuelves con tu ex teniendo amnesia afectiva, no arrancas de cero como si nada hubiese pasado: llevas tu historia a cuestas. Las segundas oportunidades deben ser científicamente organizadas y sesudamente trabajadas. Así que no te hagas muchas ilusiones: no basta con abrir el corazón, también es preciso activar la mente y poner en práctica las competencias necesarias de conciliación. No basta con la “inspiración”, se necesita una gestión inteligente y una buena administración de recursos emocionales. ¡En las lides del amor es tan fácil confundir el norte con el sur! Recuerdo el caso de un hombre separado que llamaba a su ex cada vez que le dolía la espalda y, según él, quedaba inmovilizado. Mientras duraba la “invalidez”, ella se hacía cargo de él y colaboraba con él en todo. Cuando le pregunté a la mujer por qué asumía ese papel, me respondió: “Para mí es como un hijo”. Y cuando hablé con el señor, me respondió sin dudar: “Ella me ayuda porque todavía me ama”.

Analiza lo siguiente con cuidado:

Lo que debes tener en cuenta, entonces, no es sólo el arrepentimiento del otro, sino también la razón por la que te dejó. Podrías decirle algo así: “¿Quieres regresar? Pues primero explícame con claridad por qué te fuiste, y si no te es posible darme una explicación convincente, mejor quédate donde estás”. Si la causa de su desamor sigue viva, es posible que tu pareja recaiga una y mil veces, y una y mil veces empezarás un duelo desorientado e inconcluso. Las segundas oportunidades tienen una mayor probabilidad de éxito cuando se tiene total claridad de lo ocurrido, por ejemplo: por qué se produjo la separación, cómo se mejoraría la relación, qué tanto amor queda, si se cuenta o no con una ayuda profesional, saber cuánto resentimiento hay y cómo manejarlo, y otras tantas.

Ya te dije adiós, ahora cómo te olvido

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