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Un sonido me sacó de pronto de un sueño profundo. Era muy tarde. Lo primero que vi cuando abrí los ojos fue al perrito amarillo que me miraba entre las cortinas que cubrían la ventana de delante. No estaba muy seguro de si el teléfono había sonado, pero entonces volvió a sonar. Había un supletorio en mi habitación y me preocupaba que el bebé se despertara, así que respondí rápidamente, pensando que serían Christmas o Mouse, que llamaban desde alguna arriesgada situación en la calle.

—¿Sí? —dije con voz ronca.

—¿Easy?

La habitación desapareció un momento. Yo flotaba, caía en la oscuridad de la noche.

—¿Bonnie?

—Lo siento, me parece que es muy tarde —murmuró, con aquel acento suyo isleño tan dulce—. Puedo llamarte mañana… ¿Easy?

—Sí. Hola, cariño. Ha pasado mucho tiempo.

—Casi un año.

—Me alegro mucho de oírte, de oír tu voz —dije—. ¿Cómo estás?

—Bien. —Su tono era reservado.

«Claro —pensé yo—. Se arriesga mucho al llamarme. La última vez que hablamos yo la eché de mi casa».

—Estaba aquí sentado delante de la tele —le dije—. Jesus y Benita duermen en mi cama. También está aquí Easter Dawn. Tú no la conoces; es la hija de un amigo mío.

Bonnie no respondió a todo aquello. Recuerdo que pensé que probablemente Feather le había hablado a Bonnie de Easter Dawn. Ella y Christmas nos habían visitado unas cuantas veces. El exsoldado pensaba que su niña necesitaba amigas, y como la pequeña estudiaba en casa, le preocupaba que tuviera una influencia excesiva de él, que era un hombre.

—Es curioso que me llames —dije con la voz y la animación de un hombre totalmente ajeno a mí—. He estado pensando en ti. No todo el tiempo, claro, quiero decir que he pensado en lo que pasó…

—Me voy a casar con Joguye en septiembre —anunció ella.

Noté como si un disonante genio del bebop tocase el xilófono en mi espina dorsal. Me puse en pie y contuve el aliento, mientras las vibraciones discordantes atravesaban todo mi cuerpo. Los espasmos llegaron de repente, como una catarata o una explosión, pero Bonnie continuaba hablando como si el mundo no se hubiese acabado.

—… quería decírtelo porque Jesus y Feather asistirán a la boda y yo…

¿Era aquello lo que había visto en los ojos de Juice? ¿Sabía acaso que Bonnie planeaba aquello, aquella traición? ¿Traición? ¿Qué traición? Yo la había echado. No era culpa suya.

—Esperaba que me llamases…

Tenía que haberla llamado. Sabía que debía hacerlo. Sabía que lo haría, algún día. Pero no lo bastante pronto.

—¿Easy? —preguntó.

Yo abrí la boca, intentando responderle. Los temblores remitieron y me arrellané en el sofá.

—¿Easy?

Apreté el teléfono contra mi pecho, agarrándome a una vida entera que podía haber sido, si hubiese cogido el teléfono y hubiese abierto mi corazón.

Rubia peligrosa

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