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Introducción

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El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española define la palabra “iglesia” como:

1. Congregación de los fieles cristianos en virtud del bautismo. 2. Conjunto del clero y pueblo de un país donde el cristianismo tiene adeptos. Iglesia latina, griega. 3. Estado eclesiástico, que comprende a todos los ordenados. 4. Gobierno eclesiástico general del Sumo Pontífice, concilios y prelados. 5. Cabildo de las catedrales o colegiatas. 6. Diócesis, territorio y lugares de la jurisdicción de los prelados. 7. Conjunto de sus súbditos. 8. Cada una de las comunidades cristianas que se definen como iglesia. Iglesia luterana, anglicana, presbiteriana. 9. Templo cristiano.

Estas definiciones de la palabra iglesia revelan la confusión que existe en nuestros días con respecto a esa institución. Nosotros reflejamos estas definiciones cuando decimos cosas como: “ya es hora de que pintemos la iglesia”, “hoy disfruté mucho de la iglesia”, “mi iglesia es la iglesia luterana”, o “yo creo en la separación de iglesia y estado”. Pero ninguno de esos significados se puede encontrar en la Biblia. Por el contrario, la palabra griega traducida de esa manera (ekklesia) es usada más de cien veces en el Nuevo Testamento, y siempre se refiere a “un grupo de adoradores”, que es [en parte] la primera definición del Diccionario de la Lengua Española.

La iglesia, según la Escritura, no es un edificio, una denominación, o una actividad; es un grupo de personas. Esto es cierto tanto de la iglesia universal (o invisible), que es el que grupo de personas que por todo lo largo y ancho del mundo creen verdaderamente en Jesucristo (Mateo 16:18; Efesios 5:25-27), como de la iglesia local (o visible), que es el grupo de personas que profesan conocer a Cristo y se reúnen en un lugar particular para la adoración (Mateo 18:17; 1 Corintios 1:2). La palabra ekklesia se usa en ambas maneras en el Nuevo Testamento, pero el segundo significado es mucho más frecuente. Así que a lo largo de este libro nos referiremos a “la iglesia” en ese sentido: el cuerpo local de creyentes que se reúnen para adorar a Dios y servirse unos a otros.

Técnicamente hablando, esas personas no adoran “en una iglesia” o participan “en la iglesia”; ¡ellos son la iglesia! Y si tú eres un miembro del cuerpo de Cristo, tú no “vas a la iglesia”, ni “te sientas en la iglesia”; tú eres una parte de la iglesia que se reúne para adorar con el resto del cuerpo. Es importante entender esto porque la calidad de una iglesia no se mide, por lo tanto, por la condición de su edificio o lo atractivo de sus cultos, sino por el estado de la propia gente. Ellos son la iglesia, así que la iglesia sólo es tan buena como ellos.

Esta es la razón por la que este libro es “una guía para los miembros de la iglesia local”. La mayor parte de las personas en una congregación particular no son líderes de la iglesia; son simplemente miembros de la iglesia, o “laicos” como se les ha llamado con frecuencia. Pero casi todos los libros escritos acerca de la iglesia local han sido orientados hacia los líderes. Uno tendría que investigar por todas partes para encontrar otro libro como éste que hable directamente y de manera extensa de las responsabilidades de la gente “común” que son parte de una iglesia local.

Puesto que este libro está escrito para satisfacer esa carencia específica, no contiene, por lo tanto, ninguna discusión sobre ciertos asuntos sobre los que los líderes de la iglesia deben decidir, tales como el modo del bautismo o la forma del gobierno de la iglesia. La verdad contenida aquí se aplica a los miembros de cualquier cuerpo local que trata de obedecer las Escrituras, sin tener en cuenta a qué denominación están afiliados ni otros distintivos.

En nuestros días no sólo se entiende de manera equivocada la palabra “iglesia”, sino que muchos cristianos son ignorantes o están confundidos con respecto a su papel y sus responsabilidades en un cuerpo local. Por ejemplo: ¿Sabes por qué la mayor parte de las iglesias tienen un procedimiento para la membresía? ¿Hay una diferencia sustancial entre un “miembro” y “una persona que asiste regularmente”? ¿A que qué clase de iglesia debe asistir un cristiano, y que buenas razones hay para dejar una iglesia por otra? ¿Qué clase de relación deberías tener con los líderes de tu iglesia, y qué papel deben desempeñar ellos en tu vida? ¿Cómo puedes evitar que los cultos del domingo se conviertan en una rutina? ¿Y cómo puedes tú causar o evitar una “división de iglesia”?

Estas preguntas y muchas otras son respondidas concienzudamente en las páginas siguientes. Esperamos que para cuando hayas terminado de leer este libro, entiendas completamente lo que Dios quiere que tú hagas como una parte de la iglesia local, y cómo Él quiere que lo hagas. Nuestra oración también es que pongas en práctica cada verdad que aprendas, de tal manera que tu Vida en la casa del Padre le sea agradable a Él.

La Vida en la Casa del Padre

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