Читать книгу Ciudad y arquitectura de la República. Encuadres 1821-2021 - Wiley Ludeña - Страница 9
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Cristina Dreifuss Serrano
¿Dónde se encuentra la arquitectura?
Esta es una pregunta que frecuentemente se escucha en las escuelas y en las oficinas. Los problemas de taller debían resolverse «con la arquitectura», los ejercicios de investigación deberían apuntar «a la arquitectura», el centro de las preocupaciones de la disciplina debía ser, pues, la propia disciplina.
Es curioso escuchar estas afirmaciones en la actualidad, luego de que la herencia posmoderna nos invita a un mundo en el que «las delimitaciones clásicas de los diversos campos científicos quedan sometidas a un trabajo de replanteamiento causal: «[…] se producen usurpaciones en las fronteras de las ciencias, de donde nacen nuevos territorios» (Lyotard, 1984, p. 33).
La arquitectura parece no haberse encontrado a sí misma dentro de esta afirmación. Nos hallamos frente a una disciplina con una fuerte tendencia a la endogamia, ejecutada por profesionales que parecen diseñar para sus propios colegas y no para sus clientes (The Prince of Wales, 1984), y con una investigación casi inexistente.
¿Si arquitectura es diseñar, dónde está el espacio para la investigación?
Wiley Ludeña Urquizo es contundente en la respuesta que nos ofrece a lo largo de toda su obra. Su quehacer arquitectónico ha usurpado las fronteras de las ciencias. Sin dejar de lado a la disciplina, nos ofrece lecturas que parten de la historia, de las ideologías en boga y sus significados y significantes, de la cultura en el sentido más amplio.
¿Dónde se encuentra la arquitectura?
Exactamente en medio de todo aquello.
Por ello, la lectura de un volumen como este no es sencilla. No se debe esperar encontrar una historia meramente expositiva, que hable del antes y el después a través de una serie de obras escogidas, colocadas en hilera.
Muchos años atrás, el autor ya nos había ofrecido una herramienta para abarcar la complejidad de los hechos arquitectónicos y urbanos.
El libro Ideas y arquitectura en el Perú del siglo XX, publicado en 1997, sintetiza muchas de las ideas que Ludeña trabaja desde más de una década atrás. En este libro, el autor nos presenta un mapa que él titula «La teoría general de la arquitectura» (Ludeña, 1997, p. 66). En este se hace explícita la relación entre una concepción del mundo amplia, una teoría de la sociedad, más acotada y, finalmente, una teoría general de la arquitectura. En paralelo a esta suerte de árbol gnoseológico, la sociedad.
Un poco más adelante en el mismo libro, el autor distinguirá entre un dominio idealista y un dominio real de la arquitectura. En el primero, la idea, el arquitecto y la obra parecen flotar en un vacío, una suerte de tabula rasa tan irreal como desconcertante. El segundo, el dominio real por el que el autor apuesta, «está constituido por todos aquellos objetos, sujetos, procesos, ideas e instituciones que participan en la producción edilicia» (Ludeña, 1997, p. 78). Es en este concepto que encontramos la segunda herramienta para dar lectura a su propuesta historiográfica.
Este volumen, como el mismo autor señala en su introducción, no pretende ser un relato exhaustivo de la arquitectura y el urbanismo de nuestros doscientos años de historia republicana. Lo titánico de la tarea, ante la extensión del objeto de estudio y la falta de fuentes de información, se combina con la dificultad para trazar todas las rutas posibles de un fenómeno no unitario y que, posiblemente, aún no hemos llegado a entender. ¿Qué significó nuestra independencia? ¿De qué manera la categoría de República cambió nuestra percepción del mundo? ¿Qué roles jugaron los diferentes autores en la construcción de esta nueva patria? ¿Cuáles son las posibles periodificaciones y tendencias identificables?
Sin dejar de proponer respuestas a estas y muchas otras preguntas, Ludeña nos ofrece una serie de viñetas: personajes y eventos claves para narrar nuestro urbanismo y nuestra arquitectura republicanos. Es interesante notar, en primer lugar, cuáles son los aspectos narrados y cuáles se dejan de lado.
Al ser esta obra una antología de textos que el autor escribió en diferentes momentos de las tres últimas décadas, la compilación responde, evidentemente, a los intereses personales que han guiado su carrera. Podemos leer aquí una curiosidad historiográfica casi iconoclasta, que apunta a los periodos menos estudiados de la historia de la arquitectura y el urbanismo o, en su defecto, a caminos poco transitados. Donde otras historias hablan de edificios protagónicos y de grandes nombres, la narración de Ludeña busca el cuestionamiento de las verdades asumidas, el replanteo de dicotomías, la construcción de historias que es, finalmente, la tarea de la historia.
El libro, dividido en cinco partes, nos presenta once temas. Muchos de ellos, previamente publicados, se combinan dentro de un arco narrativo que presenta dos ideas principales. La primera es la afirmación de la importancia de los primeros años de la República como un periodo de gestación y de establecimiento de ideas y posturas que guiaron el siglo XX. La segunda idea presenta la construcción de una identidad propia, mestiza, que, con aciertos y desaciertos, es también la construcción de nuestra modernidad, que pasa por Piqueras Cotolí y la Agrupación Espacio, y termina en nuestro presente neoliberal y desordenado.
Es de gran importancia recalcar cómo, en su construcción de una historia de la arquitectura y el urbanismo peruanos, para Ludeña las ideas son tan o más importantes que lo construido. Y es así como debe ser, puesto que las ideas trascienden las limitaciones materiales y pueden llegar a convertirse en parte de nuestro imaginario, de la «ciudad ideal» que una sociedad hace propia. Los planes nunca llevados a cabo y los proyectos que quedaron en el tablero alimentan nuestro imaginario y los mitos sobre quiénes fuimos, que finalmente no dejan de construir a quiénes somos actualmente.
Agregaría un aspecto adicional que, de manera constante pero poco explícita, está presente en todo el texto: la actitud crítica del autor frente a lo narrado. Ludeña es un crítico, aun desde el rol de historiador, y es así como, en la elección de ejemplos, en la argumentación social y política que los contextualiza, y en la exposición que hace de la arquitectura y del urbanismo nos ofrece su punto de vista que parte de una objetividad histórica. En una sociedad en la que el rol del crítico parece desaparecer o confundirse con otros discursos una lectura que cuestione no solo el presente sino también el pasado es vital.
En la primera parte, «Ciudad y arquitectura, siglo XIX: de la modernidad política a la “modernidad práctica”», se sientan las bases de un discurso que se consolidará a lo largo del libro.
La historia de la República es, al mismo tiempo, la historia de nuestra modernidad. La apertura de mercados y la llegada de la ilustración, factores que permiten el cuestionamiento del régimen virreinal, son al mismo tiempo manifestaciones que heredamos de la sociedad europea, que sin proponérselo, nos ofrece las herramientas sociales y culturales para empezar nuestro propio proceso de autonomía frente a ella.
El primer encuadre se centra en el mito de la ciudad como sinónimo de civilización idealizada que, en el Perú colonial, no pasa de ser un constructo teórico. Es así que la República, como primer esfuerzo de modernización, comienza idealizada e idealizadora, con personajes que se inventan la ciudad más como una utopía formada, por el momento, de proyectos puntuales, que como un sistema articulado propiamente urbano. Una «escenografía incidental», en palabras de Ludeña.
A continuación, Teodoro Elmore y su Lecciones de Arquitectura sirven de hilo narrativo para exponer el nacimiento de nuestra profesión y la coyuntura que lo hace posible. Invita a la reflexión en torno a la segunda mitad del siglo XIX, en la que la República cada vez más consolidada, oscila entre los ideales y la realidad tangible. La patria soñada debe convertirse en territorio administrado. La arquitectura y su teoría son reflejo de esta realidad.
Es significativo que el segundo encuadre esté dedicado no a la obra construida sino a las ideas y a su enseñanza, a través del análisis de la gestación y contenidos de Lecciones de Arquitectura. En su edición original, este texto encabeza un proyecto editorial meritorio dentro de nuestra historia: la publicación de la colección Clásicos peruanos. Arquitectura y pensamiento (Ludeña, 2014), que consiste en la reimpresión de cuatro textos fundamentales en la construcción de nuestro pensamiento arquitectónico nacional.
El tratado de Elmore, que coincide con sus inicios como docente en la Escuela Especial de Construcciones Civiles y de Minas del Perú (EECCM), es parte de un esfuerzo prácticamente nacional por cultivar una elite intelectual de la que carecía, con el fin de poder constituir efectivamente el Estado moderno con el que los movimientos independentistas habían soñado. Ludeña, además, tomando el mencionado tratado como hilo conductor, nos presenta un panorama de la tratadística de la época, como eco de este proceso modernizador que tiene en las ciencias y las artes un motor fundamental.
Como se señala en el texto aquí presentado, Elmore proyecta, en una obra marcada por el positivismo, una de las grandes dicotomías a las que se enfrenta la arquitectura a partir de la Ilustración y del cuestionamiento a Vitruvio: la de la arquitectura como objeto estético y como problema constructivo. El tratado es, además, uno de los primeros dentro de un movimiento de institucionalización de la educación que dio origen, en 1910, a la Sección de Arquitectos Constructores, primer paso en la autonomía de nuestra disciplina.
La segunda parte, «Ciudad y arquitectura, siglo XX: de la “República Aristocrática” a la “Patria Nueva”», inicia enfocándose en el higienismo y en su rol fundamental a inicios del siglo XX.
En ese sentido, es interesante iniciar el relato del siglo XX peruano con una peste (tercer encuadre). Sin embargo, fue la peste bubónica de 1903, una más entre muchas otras de las décadas previas, la que impulsó a los primeros higienistas a proponer reformas dentro de la ciudad con especial énfasis en las viviendas y los precarios servicios públicos. Ludeña, enérgicamente, desmitifica así la idea romantizada de una Lima como ciudad jardín, que no existió sino en el imaginario de algunos discursos históricos oficiales.
Este periodo nuevamente reconcilia una dicotomía: por un lado, los estudios, debates y discusiones, que apuntaban a la baja calidad de la vivienda como razón principal de los problemas de salud (la teoría); por otro lado, los esfuerzos tangibles del Estado, que se traducen en edificios y mejoras en infraestructura (la práctica).
En fuerte contraste, el cuarto encuadre, dedicado a Manuel Piqueras Cotolí, deja de lado la reflexión en torno a las grandes políticas y a los cambios sociales, y se enfoca en una figura, a modo de hilo conductor de las reflexiones de la primera mitad del siglo XX. El quehacer de Piqueras Cotolí como urbanista sirve para explicar el fenómeno de la aparición de los suburbios limeños y del crecimiento de la ciudad, a la par de la consolidación del centro a través de espacios públicos diseñados como tales.
Estos proyectos urbanos van de la mano con otro de los temas centrales en la obra de Piqueras Cotolí: la consolidación de un enfoque cultural nacional reflejado tanto en el arte como en la arquitectura. El indigenismo de la pintura y de la literatura es así transformado en forma y espacio a través de los estilos neocolonial y neoperuano, en obras públicas de gran envergadura que colaboran con la creación de un nuevo imaginario urbano.
Como ya hemos mencionado, el objetivo de los ejemplos seleccionados para este volumen es dar un lugar a aquellos que la historiografía tradicionalmente ha dejado de lado, en lugar de recorrer rutas ya trazadas. Es así que, en lugar de ofrecernos una sección dedicada al Oncenio de Leguía y a sus obras —tema bastante estudiado— Ludeña habla de los diez años que le siguieron, marcados por amenazas de insurrecciones y gobiernos que, para evitarlas, se vieron forzados a volverse paternalistas y asistencialistas (quinto encuadre). Esta lectura aleja a la vivienda obrera de este periodo de un aura glamorosa de solidaridad que podríamos encontrar en otros textos, y la coloca como un medio práctico para evitar problemas tangibles de sanidad y tugurización, mientras que se buscaba aplacar a las masas disconformes.
El estudio del barrio obrero se vuelve pretexto para entender las lógicas del hacer ciudad y de la incipiente idea de vida comunitaria representadas por la arquitectura y el urbanismo. Son, además, un ejemplo interesante para retratar la adopción, dispar y discontinua en nuestro medio, de las principales ideas del movimiento moderno.
Tal vez la única excepción a la premisa inicial, de mostrar senderos poco recorridos en la historia de la arquitectura peruana, sea el sexto encuadre dedicado a la Agrupación Espacio, tema predilecto no solo de teóricos, sino también de proyectistas, que ven en la agrupación y en sus circunstancias un ejemplo de vanguardia y energía desde la academia, pocas veces presente en nuestra historia. No mencionar a Espacio hubiera sido una grave omisión. Sin embargo, lejos de analizar su influencia en la arquitectura, se opta nuevamente por un terreno poco recorrido al debatir su influencia en el urbanismo moderno peruano.
El sétimo encuadre es, en cierto sentido, complementario al anterior. Luego de reconocer una época de oro en el urbanismo peruano del siglo XX, se destaca la figura de Fernando Belaunde Terry como uno de sus principales impulsadores desde su rol de arquitecto, de editor de El Arquitecto Peruano y, finalmente, desde sus actuaciones en la política.
Nuevamente, es notable la importancia que el autor le da a las ideas, a la par o incluso sobre lo construido. Desde el inicio, él señala cómo la escasa labor proyectual de Belaunde no desmerece su intensa actividad en la «difusión de las ideas modernas del proyecto urbanístico» (p. 270). La ciudad moderna, para Belaunde, es el escenario de la sociedad moderna; nuevamente la arquitectura y lo urbano se muestran intrínsecamente ligados a lo político y lo social.
Si los textos sobre la Agrupación Espacio y sobre Fernando Belaunde Terry nos muestran los inicios del urbanismo privado y estatal, es necesario también considerar la barriada, es decir, el urbanismo informal, como parte esencial de la historia de nuestras ciudades durante el siglo XX (octavo encuadre). En este caso sucede lo inverso a lo observado en encuadres anteriores. Donde primaba lo formal y el análisis al objeto construido, al hablar de la ciudad informal el énfasis recae en las ideas. En este caso, en un campo tan tratado por las ciencias sociales y disciplinas afines como la ciudad informal, el autor hace hincapié en la necesidad de investigación de la morfología y la tipología de la barriada.
Es así que la barriada es estudiada con las mismas herramientas con las que se analizaría la ciudad formal, a partir de la observación sistemática de sus estructuras formales. Se enfatiza así la relación de la ciudad informal con la formal como parte de un mismo fenómeno de expansión urbana.
Al acercarnos a la historia reciente, la exposición y análisis de los hechos se vuelven más complejos. Las reflexiones con respecto a fines del siglo XX son presentadas a través de la correspondencia entre lo construido, el neoliberalismo y la república empresarial (Hidalgo, 2017).
El actual proceso de globalización en el que nos encontramos es analizado con intensidad y, me atrevería a decir, indignada pasión (noveno encuadre). Wiley Ludeña ya no es un historiador de archivo, sino un cronista, y su relato de fines del siglo XX e inicios del siglo XXI es el de un testigo tocado, en las buenas y en las malas, por el proceso en el que el Perú pasa a ser parte del mundo globalizado, con más contras que pros. El término «global barriada» es de una precisión avasalladora.
Este encuadre tiende puentes con ideas anteriormente expuestas: cómo se gesta la ciudad del siglo XIX, cómo se introduce la modernidad sin superar un carácter casi anecdótico de hechos aislados y, finalmente, cómo el siglo XX culmina con un fenómeno de ruralización de las ciudades.
Este mismo análisis se traslada al arte urbano y al manejo del paisaje, a través de la crítica a la concepción y diseño de espacios públicos en las últimas décadas (décimo encuadre). Como ejemplos de la expansión neoliberal, y amparados por leyes que no consideran aspectos éticos ni estéticos, estos nuevos espacios públicos se vuelven la señal más evidente de la consolidación de la ciudad «chicha» del siglo XXI.
La parte final, centrada en la primera década del siglo XXI, hace una revisión sistemática de procesos de bonanza económica y crecimiento urbano, en una identificación de patrones que parecen recurrentes en nuestra historia republicana. En palabras de Benevolo, «los prototipos y los modelos de la primera revolución moderna se vuelven a proponer en el nuevo siglo, como si no hubiera pasado el tiempo» (2008, p. 405).
El análisis de la situación actual no es alentador. Como el mismo autor reitera, a lo largo de toda su obra, la cantidad, medida en este caso en metros cuadrados o nuevas unidades construidas, no es sinónimo de calidad. Esta debería considerar la planificación de una ciudad más incluyente y ecológicamente consciente, con obras arquitectónicas verdaderamente representativas y que enriquezcan el tejido urbano y la vida de sus habitantes.
Dadas las condiciones actuales, en las que el confinamiento y la realidad de otra peste nos hacen conscientes de nuestro rol en la historia, provoca pedirle al autor un capítulo más, que debería escribirse en unos cuantos años, cuando la distancia temporal nos permita dar sentido al presente.
En esta nota, quisiera rescatar que Wiley Ludeña es uno de los pocos historiadores que dentro de la evolución de la arquitectura y el urbanismo ha considerado factores más allá de su inmediata proximidad. La mención de los higienistas y su importancia dentro del desarrollo urbano de los inicios de nuestra modernidad podría leerse hoy, en abril de 2020, como una premonición a los cambios que sucederían luego de la pandemia de la COVID-19.
Nuevas interrogantes se nos plantean que, como podemos deducir luego de la lectura de este libro, sin duda se reflejarán en la arquitectura y el urbanismo de nuestras ciudades. Los ciclos económicos afectan nuestro modo de habitar y construir, y, tal vez acelerados por circunstancias ajenas a la arquitectura y al urbanismo, nos plantearán retos que, si nos tomamos el tiempo de revisar en nuestra historia, no son del todo nuevos. Este hecho hace que la revisión sea una necesidad.
A doscientos años de la declaración de nuestra independencia vale la pena preguntarnos qué hemos heredado y qué nos hemos inventado, de dónde vienen nuestros ideales y nuestros imaginarios, y con qué recursos hemos construido —o dejado de hacerlo— los espacios donde hoy habitamos.
En la redacción de un texto, aun si se trata de un texto científico, hay siempre una variable personal. La elección del tema, los enfoques, las fuentes consultadas, los ejemplos escogidos.
Este ambicioso volumen de Wiley Ludeña Urquizo, a modo de compendio, es al mismo tiempo un recorrido por sus propios intereses a lo largo de una prolífica carrera que continúa sorprendiendo con descubrimientos, profundizaciones y, sobre todo, enfoques multidisciplinarios que cuestionan aquellos aspectos de la historiografía de la arquitectura y el urbanismo a los que fácilmente nos habíamos acostumbrado.
Él es el primero en reconocer que el libro partió de ideas más ambiciosas y, al hacerlo, nos ofrece con característica generosidad, fuentes por consultar y mapas de ruta por explorar, para quienes queramos seguirle los pasos.
Lima, 27 de mayo de 2020
Referencias
Benevolo, Leonardo (2008 [2006]). L’architettura nel nuovo millenio. Roma: Laterza.
Durand, Francisco (2017). Ahora estamos en la república empresarial [entrevista]. Ojo Público. https://ojo-publico.com/481/francisco-durand-ahora-estamos-en-la-republica-empresarial. Fecha de consulta: 5 de enero de 2020.
Ludeña, Wiley (1997). Ideas y arquitectura en el Perú del siglo XX. Lima: SEMSA.
Ludeña, Wiley (2014). Colección clásicos peruanos: arquitectura y pensamiento. Lima: Fondo Editorial PUCP.
Lyotard, Jean-François (1984). La condición postmoderna. Madrid: Cátedra.
The Prince of Wales (1984). A Speech by HRH The Prince of Wales at the 150th Anniversary of the Royal Institute of British Architects (RIBA), Royal Gala Evening at Hampton Court Palace. https://www.princeofwales.gov.uk/speech/speech-hrh-prince-wales-150th-anniversary-royal-institute-british-architects-riba-royal-gala. Fecha de consulta: 19 de enero de 2020.