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Bion en el Nuevo Mundo
De Los Ángeles a Buenos Aires1

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por Joseph Aguayo

Esta breve introducción abre con dos partes cortas, la primera de la cual comienza con Bion en Los Ángeles en 1967. De ahí en más él continuaría una odisea de seminarios clínicos a través de una larga década en las tres regiones de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Los Seminarios clínicos que dio en Los Ángeles (2013) a su vez constituyeron el contexto para su trabajo en Buenos Aires y ahí algunos analistas, tales como León Grinberg, estaban ya familiarizados con las ideas de Bion, cuando llegó allí a finales de julio de 1968.

Cuando ya Wilfred Bion había vivido y trabajado en Los Ángeles por algunos meses en 1968, él se desvió de unas vacaciones con la familia y se fue a John F. Kennedy en New York para rápidamente cambiar de planes y dirigirse a Buenos Aires. Allí iba a enseñar y supervisar las dos semanas siguientes: a fines de julio/comienzos de agosto (Bion, CW 2, pp. 172-173). Fue recibido por León Grinberg, quien, habiendo escuchado a Bion en congresos internacionales de la Asociación Psicoanalítica Internacional, ya había formado un pequeño grupo de estudios con analistas argentinos interesados en profundizar la comprensión de sus ideas. La mayoría de los analistas sudamericanos que vinieron a escuchar a Bion en 1968 tenían un cierto conocimiento de las ideas de Melanie Klein, mientras que sólo algunos conocían directamente la obra publicada de Bion (Grinberg, en Talamo-Bion, Borgogno & Merciai, 2000, p. xx).

Esta situación en Buenos Aires era un poco diferente de la experiencia que Bion tuvo en abril de 1967 en la Sociedad Psicoanalítica y en el instituto de Los Ángeles, adonde fue a enseñar y supervisar antes de decidir ir a vivir y trabajar allí. El entonces visitante se convirtió en un residente de Los Ángeles. Suponiendo que los analistas de Estados Unidos, formados en el psicoanálisis del Yo, no estarían muy familiarizados con sus ideas sobre el modo kleiniano de comprender y tratar los casos de pacientes psicóticos y border, Bion enfatizó este aspecto al mismo tiempo que también transmitió a los analistas de Estados Unidos las más recientes ideas kleinianas sobre la técnica del “aquí y ahora”. Por otra parte, ya que las ideas de Melanie Klein habían estado muy en boga en la Argentina desde la Segunda Guerra Mundial, allí estaban más familiarizados con su trabajo, más con el de niños que con el de pacientes psicóticos (Etchegoyen & Zysman, 2005).

En Estados Unidos, entre los psicoanalistas de allí, las ideas más recientes de Bion sobre la técnica eran a sus vez fuente de perplejidad y crítica, especialmente entre aquellos a los que se les había pedido que comentaran su breve trabajo “Notas sobre la memoria y el deseo” (Bion, 1967, pp. 272-280; 2013, pp. 133-149). Al instar a los analistas de Estados Unidos a “abandonar la memoria y el deseo”, yo sostuve que Bion sobresaltó a muchos de los que lo escuchaban en Los Ángeles, quienes durante mucho tiempo estaban acostumbrados a los rigores de la definición clásica de la transferencia como un desplazamiento del pasado hacia el presente. Esta comprensión se ajustaba bastante bien con la idea de una lenta y gradual reconstrucción de los conflictos neuróticos infantiles y de los traumas. No obstante lo bien que estas ideas pueden haberse ajustado al tratamiento de pacientes neuróticos, analizables en Estados Unidos, Bion sostenía que los pacientes severamente perturbados requerían una comprensión diferente y un abordaje técnico distinto (Aguayo, 2014).

También al expandir el paradigma kleiniano para incluir el procesamiento subjetivo de las capacidades del analista, deviniendo ahora más popularmente conocido como “continente/contenido”, Bion también introdujo nociones acerca de cómo la sutil complejidad de los propios procesos subjetivos del analista, tenían que ser incluidos como factores en el tratamiento de pacientes severamente perturbados y que a su vez eran perturbadores. Mientras que esos factores del impacto de la propia subjetividad del analista habían sido discutidos y debatidos en la Sociedad Psicoanalítica Británica, desde la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, en trabajos tales como el de D. W. Winnicott, “Odio en la contratransferencia” (1949), el de Paula Heimann “Contratransferencia” (1950), y la versión revisada de Bion de la “dinámica de los grupos” (1955), estas ideas eran aún nuevas en los Estados Unidos, donde las ideas de la psicología del yo de analistas como Annie Reich (1960) todavía persistían. Desde esta perspectiva de la contratransferencia, las reacciones subjetivas excesivas del analista se veían más como problemas del analista, es decir que por lo tanto requerían más supervisión o análisis reparador. En la consideración kleiniana británica del trabajo de Reich sobre contratransferencia, ellos habrían considerado su definición como muy restrictiva, algo que dejaba afuera el impacto sobre el analista de las embrolladas y desorganizadas comunicaciones del paciente psicótico.

Cuando Bion vino a las Américas y transmitió estas más novedosas perspectivas sobre la subjetividad del analista –después de todo, el analista ahora tenía que considerar cómo él o ella oscilaban de aquí para allá desde el terreno caótico de la posición esquizo-paranoide a la posición “depresiva”– esto producía un choque de culturas analíticas. Parecía que los kleinianos británicos como Bion comprendían la teoría estructural de Freud de una manera diferente a la de los analistas formados en la psicología del yo de Estados Unidos. Este punto fue traído con sentido del humor cuando un analista de Los Ángeles le preguntó a Bion si él alguna vez hacía “consideraciones estructurales”. ¡Bion contestó que él consideraba que “continente/contenido” era una tal consideración estructural! (Bion, 2013, p. 92). Este mix de culturas analíticas llevó a una leve confusión de lenguas kleiniana/freudiana, pero pareció que en última instancia Bion encontró su recepción en Los Ángeles a su gusto, porque unos pocos meses después, a la edad de 70 años, dejó la Sociedad Británica de Psicoanálisis y se mudó con su esposa Francesca a Los Ángeles. Idealizado como estaba en Londres, tanto como presidente de la Sociedad Británica desde 1962 hasta 1965, y después como chair del Melanie Klein Trust, él renunció a esos puestos para vivir la última década de su vida en Los Ángeles.

Al mudarse a América, Bion devino un importante transmisor de la diáspora kleiniana, trayendo su versión de las ideas kleinianas a los analistas poco familiarizados con el proyecto de Melanie Klein de 1946 de conceptualizar y tratar psicoanalíticamente a psicóticos y a estados mentales psicóticos. Como la gran mayoría de los analistas formados en Estados Unidos eran médicos psiquiatras, muchos de ellos tenían pacientes psiquiátricos que no se acomodaban o no encajaban en el paradigma americano de la psicología del yo, paradigma más adecuado para aquellos a los que les iba bien. De modo que en su mayoría los psiquiatras de Los Ángeles escucharon muy atentamente a Bion cuando habló de psicosis. El grupo freudiano en Los Ángeles también mantenía una identidad algo disidente, en la medida en que era el único instituto americano que había recibido a analistas kleinianos tales como Hanna Segal, Herbert Rosenfeld, y ahora Wilfred Bion como un visitante regular desde los comienzos de 1960 (Kirsner, 2000).

La atmósfera receptiva inicial se volvió contra el trabajo de ellos al cabo de pocos años después de que Bion decidiera quedarse como un residente permanente en Los Ángeles. En síntesis, mientras que fue bienvenido como un visitante, al quedarse allí su presencia fue considerada por todos, menos unos pocos, con suspicacia y como con desengaño. En los años 1970, el cisma entre los freudianos americanos tales como Ralph Greenson y los pocos kleinianos británicos en Los Ángeles llegó a conocerse como el “tiempo de problemas” (Kirsner, 2000).

Pero ésta es otra historia. Quiero terminar mi introducción señalando algunas continuidades y discontinuidades entre los seminarios de Los Ángeles y los de Buenos Aires. Para comenzar con lo obvio: después de años de escribir monografías epistemológicas densas y opacas, Bion (1962, 1963, 1965) decidió destilar su pensamiento clínico bajo la forma de supervisiones clínicas y presentaciones de casos. Muy pocos de los que asistieron a los Seminarios de Los Ángeles y Buenos Aires se habrían dado cuenta de que durante mucho tiempo Bion estuvo poco inclinado a discutir en sus escritos un material clínico extenso, especialmente durante los años 1960. Muy poco material clínico se podría encontrar en las tres monografías cargadas de teoría, de modo que sería muy difícil –excepto para algunos colegas muy cercanos en Londres– tener alguna idea de cómo exactamente Bion analizaba a sus pacientes (Bion, 1962, 1963, 1965).

Pero en los Seminarios de Los Ángeles, Bion revirtió esta tendencia a través de ocuparse de dar en la mayor parte del Tercer y Cuarto Seminario relatos clínicos de aquello que él había destilado del método kleiniano. La característica organizadora más sobresaliente de los Seminarios de Los Ángeles, junto con una larga supervisión de un caso analítico que le fue presentado (Bion, 2013, pp. 107-131), ciertamente demostró la disposición de Bion de transmitir cómo él trabajaba, especialmente con pacientes muy perturbados, a un grupo de futuros colegas, de quienes él dependería para derivaciones una vez que se hubiera traslado a Los Ángeles dentro de unos pocos meses.2

Este énfasis en la presentación y supervisión de material clínico ahora devino un distintivo de los seminarios clínicos a lo largo de la siguiente década.3 De un particular interés aquí es la presentación de Bion en su Tercer Seminario de Los Ángeles de un caso borderline de un paciente gritón y bastante reprochador, que hacía tal cacofonía emocional en su consultorio que Bion terminó por exasperarse: “No podía siquiera escucharme pensar”. Parecería que podría aducirse que este paciente era tan difícil de tratar que Bion tomó la decisión de seguir presentando material de este caso en el año siguiente en Buenos Aires (véase seminario 5 de Bion). Es esto o hay simplemente un asombroso parecido entre estos pacientes. Al elegir el anterior punto de vista, pienso que este caso efectivamente forma parte de una de las más largas presentaciones de casos de Bion que hasta ahora hemos podido juntar, una que nos ayuda a entender algo de cómo era su implícito método de investigación clínica. También podemos ver qué presentador vulnerable Bion podía ser, en tanto que él estaba exasperado a punto tal que él mismo trajo al paciente el tema de terminar el análisis. Apreciamos el hecho de tener este largo ejemplo clínico que nos da una oportunidad de entender los varios elementos de este abordaje clínico único, un abordaje cuyo estudio cuidadoso retribuye al analista diez veces en cuanto a analizar sus pacientes difíciles de tratar.

1 Traducción de Lia Pistiner de Cortiñas.

2 Aquellos que están familiarizados con los comienzos de Bion en Los Ángeles recuerdan algunos meses preocupantes cuando muy pocos venían a consultar a Bion (James Grotstein, comunicación personal).

3 Un breve ejemplo de los Seminarios de Los Ángeles que es relevante para el material clínico presentado en los Seminarios de Buenos Aires: en respuesta a una pregunta en relación a pacientes excesivamente agradables, Bion brevemente discutió una clase de paciente que parecía estar en un constante acuerdo con el analista, pero en “términos que eran extremadamente ambiguos”. Un paciente en particular ejercitaba un uso magistral del inglés y se las arreglaba para atravesar un número de significados ambiguos (Bion, 2013, p. 17). En los Seminarios de Buenos Aires, Bion discutió el problema de la contratransferencia de sentirse enojado con un paciente que acordaba crónicamente con sus interpretaciones.

Bion en Buenos Aires

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