Читать книгу Detrás de la máscara. Vol II - XPM - Страница 9
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ОглавлениеAsintió, tumbada en el cómodo sillón. Se durmió abrazada a su amigo, cerró los ojos mientras una foto de un hombre y Misha la observaban, le transmitieron felicidad, se relajó cayendo en un profundo sueño…
Despertó sobresaltada, no sentía arder a su amigo. Este se encontraba en la otra parte del sillón recostado y sonriente. Vio cómo Misha le daba la comida con dulzura y una sonrisa dibujada. Comía despacio, era encantadora, Shamsha no podía dejar de observarlos, se alegraba enormemente de haber conocido a aquella mujer.
Había sobrevivido gracias a su enorme inteligencia. Tenía el corazón roto como todos los que habitaban el mundo ahora, pero no dejaba ver más allá de su mirada, anclada tras un muro de hormigón infranqueable. Era una mujer atractiva, numerosas pecas en la cara le daban un toque picaresco y tierno, mientras una larga y castaña melena le aportaba ese aderezo sexy que complementaba sus rasgos.
Los estragos del nuevo mundo habían hecho mella en su aspecto, pero aún conservaba esa dulzura que reconfortaba. Lewis volvió a dormir plácidamente tras comer un poco. La herida había evolucionado satisfactoriamente muy rápido. Lo observó durante un momento, el doctor tenía un rostro bello, las marcas del calvario sufrido le habían quitado algo de esa perfección facial, pero las fatalidades no habían conseguido que su atractivo mermara tanto para ser algo corriente…
—No van a encontrar nada en el hospital.
Todos han sido saqueados muchas veces, lo cogieron todo para revenderlo en el mercado negro.
—Ahhhh, ehhhh —Shamsha sale de su embobamiento—. imagino, voy a ir a buscarlos…
—Por lo que me has contado, creo que ellos saben cuidarse solos, necesitas descansar, no es discutible, has visto que él está bien, ven, te enseñaré dónde puedes dormir tranquilamente…
Shamsha la miró extrañada.
—Ehhh, prefiero esperarlos en el salón…
—Jajaja, vale, desisto, es normal que no te fíes de mí con los tiempos que corren, de todas formas, te enseñaré la habitación donde si quieres, puedes descansar…
—Ok.
Recorrieron la magnífica casa, llegando hasta la habitación del fondo. Era espaciosa, toda blanca, parecía una nave espacial. Tenía una gran cama que invitaba a dormir eternamente, numerosas maquetas de aviones adornaban las paredes. Shamsha observó que había un retrato a lápiz del mismo hombre que había visto en la foto del salón junto a Misha.
—Es la habitación de mi hermano Thimoty. Era piloto de aviones, no sé qué fue de él, cuando vine faltaba mucha de su ropa y una página de mi diario que dejé encima de la mesa del estudio; estaba mojada, no te preocupes, estáis a salvo, yo cuidaré de él y si vienen los demás, te despertaré. Tranquila, puedes no dormir, no voy a comerme a tu amigo ni os voy a matar para haceros nada, hasta ahora no me ha sido necesario, jajaja…
—¿Tú sabes que el humor negro no es bueno si no nos conocemos y…, en este momento de la historia de la humanidad, verdad?
—Puede, pero prefiero seguir conservando quien soy antes que llorar como tú… Descansa o haz lo que quieras, estás en tu casa, no puedo hacer más por vosotros…
Cerró la puerta tras de sí. Shamsha se tumbó sobre la cómoda y enorme cama y observó a su alrededor. Sintió lástima por Thimoty, él ya no volvería a disfrutar de su maravillosa habitación, «quién lo iba a pensar…».
Estaba nerviosa, no dejaba de darle vuelta a todos los acontecimientos sucedidos en los últimos meses, en lo egoísta que era al haber embaucado a sus amigos y a «su niño» en una aventura absurda para saciar su curiosidad. Los ojos se le cerraron con la imagen de una preciosa maqueta de una antiquísimo caza.
Se despertó inquieta, su corazón había decidido volver a practicar para una maratón. En mitad de la noche, una luna enorme la deslumbraba. Se veía a través de las enormes cristaleras e iluminaba toda la estancia. Era como si un potente foco apuntara directamente a su cara. De repente, oyó una respiración y notó calor, se giró de un salto con una rapidez sorprendente.
Ahí estaba él. Se quedó analizándolo un instante y un mechón le caía por la frente; pensó que era infinitamente atractivo, estaba feliz de que estuviera a su lado de nuevo y se sintió mal al pensar que los había dejado solos frente a Misha o más bien la había dejado a ella frente a Callia, parecía que todo había ido bien.
Se levantó despacio para que Charles no despertara. Abrió la puerta del cuarto con sigilo y se dirigió hacia el salón. Quería ver cómo estaba Lewis, pero al pasar por la puerta de la otra habitación vio cómo Callia y el doctor dormían plácidamente en la enorme cama. La princesa griega roncaba como un oso siberiano; avanzó hasta el salón, y allí de pie, observando la luna estaba ella, con una melena castaña que reflejaba el brillo del astro, parecía una diosa, las delicadas formas de su cuerpo se dibujaban en perfecta armonía bajo el manto de la noche y el intenso brillo que emanaba hacia el interior de la estancia a través de las enormes cristaleras.
Llevaba una fina prenda de lino que dejaba ver sus curvas con el contraste de las sombras, fumaba un largo cigarrillo. Era una imagen para no olvidar, pudiera ser de las pocas personas que quedaban en el mundo que a Shamsha le parecieran bellas; pensó que tanto tiempo encerrada podría haber trastocado su sentido del gusto.
—Ehh.
—Solo lo hago de vez en cuando, hoy me apetecía.
—Al ser médico, creía…, además, ¿no dejaron de existir después de su ilegalización?
—Pues ya ves, solo de vez en cuando, además, la esperanza de vida hoy en día es de minutos, así que…
—¿Puedo?
—Ohh, claro, coge… —Coge un cigarro.
—No fumaba desde el instituto…, ehhhh, quería preguntarte…
—No te preocupes, tu amiga me ha apuntado unos minutos con su arma, hasta que han comprobado que estabas en la habitación durmiendo como un osezno y L. les ha convencido para que no me hicieran unos agujeritos…
—Lo siento…, no me di cuent…
—Tranquila, al final hemos hablado de muchas cosas, tu amiga es una leona en toda regla, te quiere mucho, pero es más frágil de lo que creéis, ha sufrido demasiado…
—Creo que te confundes, Callia es…
—Las personas no siempre son lo que su portada pone, Sham…