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1.2.3. Definición de bioprospección y biodiversidad

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La desarticulación se plantea como un conflicto entre dos mundos o formas sociales de vida diferentes, a saber: el de los investigadores y el de las comunidades. Dicho conflicto surge cuando las comunidades toman conciencia del lugar que la ciencia occidental les ha dado: son meros informantes del conocimiento27 sobre la biodiversidad para los proyectos de bioprospección28.

La bioprospección se define como la

temática y trabajo colectivo orientados a la búsqueda, conocimiento y selección de organismos o productos derivados, con uso actual o potencial en salud, alimentación, industria y medio ambiente, entre otros y su aprovechamiento sostenible en procesos productivos a escala industrial o artesanal, con aplicación nacional o internacional de los productos o servicios generados. (Melgarejo, Sánchez, Reyes, Newmark y Santos, 2002, p. 24)

Por medio de la biotecnología como técnica científica (Rifkin, 1999) se han venido transformando los recursos naturales en productos, como lo muestran los proyectos de bioprospección, en los que aparece claramente el interés por proteínas y genes (Chaparro y Carvajal, 2007, p. 22).

Los profesores Chaparro y Carvajal afirman que dicha aproximación le ha dado una nueva valoración a la biodiversidad, basada en la conversión de un recurso natural a un recurso informacional. “En este contexto prima la importancia de la información genética contenida en el organismo sobre el organismo en sí […] en donde los mercados de más rápido crecimiento son el farmacéutico, el agrícola y las industrias de remediación ambiental” (Chaparro y Carvajal, 2007, p. 22).

Pero la nueva valoración de la biodiversidad debe entenderse en el marco del nacimiento del concepto mismo de biodiversidad. Así, el contexto histórico en el que surge el concepto de biodiversidad permite comprender por qué existe un conflicto entre dos mundos, entre la forma social de vida de los investigadores y la forma social de vida de las comunidades.

Desde la interpretación de la ecología política, la biodiversidad es una invención discursiva reciente, es un discurso históricamente producido, y no es un objeto verdadero progresivamente descubierto por la ciencia (Escobar, 1998; 1999, p. 235; Palacio, 2006)29.

Aquí nos encontramos en las dos tendencias generales de los discursos ambientales (invención discursiva u objeto verdadero). En este contexto, la profesora Astrid Ulloa afirma que la biodiversidad es una idea emergente que a su vez ha generado la noción de recurso genético30 (Ulloa, 2004, p. 336).

Fue a finales de los años ochenta que el concepto de biodiversidad nació, junto con la preocupación estratégica y particular de la comunidad científica por conservarla (Toro, 2007).

A inicios del siglo XX, la ecología comenzó a elaborar índices que servían para describir la heterogeneidad interna de los ecosistemas. El término diversidad biológica nació en la década de 1980 para indicar el número de especies presentes en los ecosistemas. También se conoce el concepto de diversidad genética y diversidad ecológica. Para 1986 ya era necesario encuadrar la diversidad biológica en tres niveles: genético (dentro de especies), especies (número de especies) y diversidad ecológica (comunidad) (Norse, 1986; Estrella, Monsalve, Mariaca y Ribadeneira, 2005, pp. 21-22).

Edward Wilson empleó el concepto de biodiversidad en su informe para el Primer Foro Americano sobre Diversidad Biológica. Al parecer fue Walter Rosen31 quien le sugirió a Wilson utilizar dicho término, pues consideraba que era más efectivo desde el punto de vista mediático (Clemente, 2009).

De esta forma, el concepto de biodiversidad surge a manera de síntesis de las palabras bio ‘vida’ y diversidad, y se empezó a utilizar en el ámbito científico a partir de 1986 (Clemente, 2009). Así, podemos comprender la definición que se le da a la biodiversidad, la cual condensa los tres niveles antes mencionados (genético, de especies y ecológica). Por lo tanto, diversidad biológica o biodiversidad es entendida como

la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y aquella de los ecosistemas. (Estrella et al., 2005, p. 21)

Ahora bien, como muchos naturalistas, Wilson, padre de la sociobiología, se convierte en conservacionista y se compromete con la defensa de la naturaleza. Así, la lógica de la conservación de la biodiversidad se articula con la lógica de la sociobiología32, alentada por un amarillismo científico33, como el que promulga el propio Wilson:

Los biólogos que trabajan en temas afines a la biodiversidad concuerdan en decir que, en cuanto a la extinción de especies, estamos al comienzo del mayor cataclismo desde el que sobrevino a fines del periodo cretácico, hace 65 millones de años. En cada una de las cinco catástrofes que sucedieron en los últimos 450 millones de años, antes de que apareciera el hombre, la evolución tardó diez millones de años en restaurar el nivel de biodiversidad que se había perdido. (Wilson, 2006, p. 175)

Por lo tanto, los conservacionistas afirman que hay que restaurar el nivel de biodiversidad perdida (Wilson, 2006). Esto sería posible con la ayuda de ejércitos de investigadores expertos en biodiversidad que trabajen en nombre del desarrollo y de la conservación (Carlsen, 2002).

De esa manera, se crea un lenguaje oficial, producido por los expertos, que crea imaginarios con implicaciones políticas reales (Palacio, 2006). Como lo afirma Eduardo Galeano, “el lenguaje oficial ahoga la realidad para otorgar impunidad a la sociedad de consumo, a quienes la imponen por modelo en nombre del desarrollo y a las empresas que le sacan el jugo” (Galeano, 1998, p. 558).

Así, por medio del lenguaje de los expertos, la forma social de vida que representa el investigador de la biodiversidad se impone sobre la forma social de vida de las comunidades a través del conocimiento científico. No es un secreto que el conocimiento científico se nutre del CST de las comunidades mediante los proyectos de bioprospección que se hacen en países megadiversos34.

Por lo tanto, cuando las comunidades reclaman justamente el reconocimiento del aporte de su CST a los desarrollos científicos de los bioprospectores, no solo para evitar la tendencia de las fuerzas económicas a la concentración excesiva de la propiedad (Rawls, 2002) sino también para evitar el monoculturalismo de los expertos que lleva al destierro de las comunidades (Arocha, 2004), el conflicto se plantea en términos de justicia ambiental.

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