Читать книгу Experiencias y retos en supervisión clínica sistémica - Angie Paola Román Cárdenas - Страница 10

Principales aportes a la supervisión clínica sistémica desde el modelo de investigación/intervención

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El escenario de la supervisión desde una perspectiva compleja se configura como un escenario de investigación/intervención en la formación clínica y, a su vez, para la intervención con sistemas consultantes. Es importante resaltar que el concepto de investigación/intervención en su complejidad debe ser reconocido como una sola palabra. Pensar en este argumento para un espacio de supervisión resulta sugerente, ya que el modelo de investigación/intervención, en escenarios de investigación o de intervención, por separado, parece ser más explícito. Sin embargo, es importante reconocer el modelo de investigación/intervención igualmente en escenarios de supervisión. Si es un modelo que articula el preguntar con el hacer, la supervisión se convierte entonces en un espacio de investigación/intervención. Presentando una distinción que varios autores hacen con respecto a lo que es estudio de caso y caso de estudio, el elemento articulador en este modelo es el de poder pensar en la supervisión clínica un caso como estudio de caso que es lo que clásicamente se enuncia como diseño de investigación, frente a lo que otros autores mencionan caso de estudio, referente a lo que se suele a hacer en el ejercicio profesional. En este juego de la rotación de los dos conceptos, en el estudio de caso va primero estudio en un sentido de saber, de conocer y explicitar los elementos que permitan la comprensión del caso en sí mismo; y en el caso de estudio el caso en sí mismo es el pretexto para saber cómo intervenir, qué hacer y qué estrategias implementar.

Reconociendo entonces el ejercicio de investigación/intervención en el escenario de la supervisión clínica sistémica, se puede pensar en tres momentos fundamentales. El primero reconoce el orden constructivo del conocimiento de la acción, que es lo que hace una supervisión, y por eso se puede entender que es un equipo de supervisión el que construye conocimiento en ese escenario, a partir de la búsqueda de hipótesis comprensivas sobre cómo se entiende el caso en sí mismo, a qué referentes teóricos y epistemológicos se puede acudir para que desde allí sea posible, más allá del mismo fenómeno del caso, trascender a una comprensión conceptual hipotética de una teoría sistémica. Posteriormente, en el segundo momento, en el ejercicio investigativo/ interventivo clínico del terapeuta en formación, se reconoce como producto lo que plasma de sus comprensiones y sus diseños de intervención en la historia clínica. Por último, en el tercer momento, se destaca, por ejemplo, el reconocimiento del protocolo que elabora el estudiante del ejercicio que pasó en la supervisión. Si es una decisión didáctica del docente en ese momento, debe reflejar ese ejercicio de investigación/intervención en el orden del conocimiento y en el de la intervención misma. A veces por los ejercicios mismos de la cotidianidad, si se decide trabajar con dos casos o si la sesión se extiende, el ejercicio de la postsesión resulta muy importante, al ser el momento de articular lo que se comprendió y el cómo se va a construir su plan de intervención. El protocolo en el que la persona se incluye y se da cuenta de eso que se entendió y de lo que se vivió es un excelente medio para construir órdenes colectivos.

La supervisión se presenta, entonces, como un espacio que se complejiza en la medida que es un escenario de investigación/intervención en la formación clínica, que posibilita un trabajo del supervisor con su equipo de terapeutas y psicólogos en formación, quienes a partir del escenario clínico-formativo permiten construcciones reflexivas para la complejización, dada la recursión en la intervención con los sistemas consultantes.

¿Qué acepción tendría el modelo de investigación/intervención en el escenario de la supervisión, diferente al de la investigación misma? El escenario de supervisión clínica sistémica traza unas distinciones importantes, ya que abre la posibilidad de trabajar en el modelo de investigación/intervención en el campo de la formación de terapeutas. Reconoce que en la supervisión clínica sistémica los focos de formación y de pedagogía entran a tener un componente importante como elementos distintivos del escenario investigativo o del escenario interventivo, porque implica hablar del cómo se está mirando la persona del terapeuta, por un lado, y mirando también cómo la persona del terapeuta construye procesos interventivos y da cuenta de sí misma. De igual manera, pensar en cómo se forma y en cómo se establecen escenarios pedagógicos del hacer la terapia en la formación del terapeuta como persona, y en su condición con los otros, configura a la supervisión clínica sistémica más allá de una simple adquisición de herramientas o competencias, sobre la base de aprender a construir y a interactuar con los sistemas consultantes para la movilización del cambio.

En el proceso de investigación/intervención frente a los aportes de la supervisión clínica, desde el comienzo en la formación de terapeutas, es importante repasar configuraciones epistemológicas que les permiten entender que al mismo tiempo que se generan lecturas e hipótesis clínicas —es decir, procesos de evaluación sistémica— se construyen posibilidades de intervención. Esta es una metáfora que se ubica en el escenario de supervisión y forma parte del legado que deja la recursión en los procesos de investigación e intervención, y es que a medida que se realiza la evaluación sistémica —lecturas, construcción de hipótesis, entre otros— se crea un proceso de intervención. En ese sentido, el supervisor requiere ciertas disposiciones cognitivas y experienciales que tienen que ver no solo con la construcción del conocimiento a partir de la razón sino también de la intuición. Más allá del lenguaje oral se reconoce también el dominio simbólico del cómo, durante los procesos de atención, los terapeutas necesitan chequear las sensaciones corporales que viven; cómo esto se relaciona también con las emociones, las sensaciones y la corporalidad que se requiere metacomunicar en el escenario de supervisión. Por esta razón se necesitan interlocutores que permitan esos procesos reflexivos, no solamente sobre cómo se comprende la realidad, sino también del cómo se está viviendo, con qué dominios emocionales se conversa, lo que permite asimismo reconocer en el supervisor la persona del terapeuta.

El discurso se complejiza cuando el supervisor, que busca la conversación continua alrededor de la persona del terapeuta, también se invita a pensar reflexivamente en la persona del supervisor, porque ahí también está presente, en un escenario de cuidado, de cura, del sistema de supervisión. Resulta interesante pensar en cómo el supervisor también preserva la vida en el escenario de supervisión, lo que permite espacios de cuidado mutuo, donde se piensa igualmente en la metáfora del cuidado del cuidador. El supervisor se reconoce como una persona que se encuentra con unos dilemas en la formación y en su ejercicio como clínico, que son importantes para ponerse en juego en un escenario de supervisión, pues de lo contrario sería un escenario de primer nivel que solo está dando transmisión de conocimiento, posiblemente con un lenguaje muy fuerte a nivel sistémico, pero con un paradigma no interiorizado como estilo de vida.

En tal sentido, es claro que para llegar a ser supervisor hay que ser primero clínico. El supervisor clínico debe estar ejerciendo la clínica de manera paralela, para poder utilizarse y manejar ese tipo de procesos; tanto así que se entiende que el modelo de supervisión es un modelo clínico ad hoc, y obviamente desde ahí está siendo entendido según la investigación/intervención. Esto permite el mismo posicionamiento en la supervisión clínica en la que se conversa de forma creativa. En la clínica sistémica se busca conversar desde la horizontalidad; sin embargo, se comprende que en algunos momentos es necesario hacerlo desde una posición por debajo del consultante, y, en ocasiones, un poco por encima, para hacer determinada intervención que resulte potente. Esto mismo ocurre en el espacio de la supervisión. Se puede modular de acuerdo con la relación construida con el otro, en donde interesa la emergencia de novedades generativas, sin desconocer que el papel de supervisor está ligado a una responsabilidad y, por ende, como menciona White, a un ejercicio (generativo) de poder.

A modo de síntesis, la investigación/intervención en el saber pedagógico del acompañamiento de clínicos con clínicos permite entender que en el hacer se conoce y en el conocer se hace. El slash —en el concepto de investigación/intervención— se debe saber manejar, dándole la direccionalidad y el bucle que genera, ya que se enmarca en una episteme de la complejidad y en una visión del compromiso con lo social, que busca orientar hipótesis adaptativas para orientar la intervención. Los elementos que se promueven para la coevolución, la coexistencia, el bienestar humano y la salud mental, en últimas, son novedades generativas de la vida, que es lo que se pretende desde la misma supervisión, y son realidades generativas para el supervisor, para los supervisados y para los consultantes.

Experiencias y retos en supervisión clínica sistémica

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