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La «Constitución de los atenienses»: autenticidad, época de composición y contenido

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Dentro de esta actividad compiladora sobresalía, ante todo, el gran tratado de las Constituciones (Politeîai), grandiosa colección que pretendía recoger las constituciones de ciento cincuenta y ocho ciudades griegas y bárbaras. Según Filodemo 25 , tan inmenso trabajo fue hecho en colaboración con Teofrasto. Aristóteles, ciertamente, dirigía el trabajo de un gran número de colaboradores y aprobaba y corregía los diversos estudios particulares 26 . Tal proyecto no sabemos si llegó a terminarse. Por las citas de los autores antiguos se conoce el nombre de sesenta y ocho ciudades y pueblos griegos o bárbaros de los que eran descritas sus instituciones políticas 27 . Iban desde Sínope, en la costa del mar Negro, hasta Cirene al Norte de África, y Marsella al Sur de Francia. Según Diógenes Laercio, había cuatro tipos: democráticas, oligárquicas, tiránicas y aristocráticas, y estaban clasificadas por orden alfabético como lo atestigua el fragmento recogido por V. Rose (fr. 417, en la cita de Harpocración): la Constitución de Atenas era la primera y la de Ítaca ocupaba el lugar cuarenta y dos. A juzgar por los fragmentos que nos quedan, Aristóteles se interesaba por cuestiones muy variadas, aunque lo esencial en ellas parece que debían ser los estudios de orden histórico o jurídico y constitucional, como se puede deducir de la lectura del fragmento más amplio y completo de esta serie de monografías, la Constitución de los atenienses. Es bastante seguro que el mismo Aristóteles redactase varias, pues un comentarista griego habla de la claridad de exposición de este autor en las Constituciones auténticas suyas 28 ; y en el libro II de la Política, al hacer la crítica de los escritores anteriores de utopías, entre los que destaca a Platón, entra Aristóteles en una discusión sobre los tres estados ideales que, en el siglo IV , se consideraban como poseedores de constituciones ejemplares y trata de las constituciones de Esparta, Creta y Cartago.

Aubenque 29 cree que el interés de Aristóteles por la investigación sobre las constituciones tiene su origen en estudios del mismo tipo hechos en el seno de la Academia platónica. También Jaeger afirma, al referirse a los tres Estados ideales de Creta, Esparta y Cartago, que si la última redacción parece de poco después de 345 a. C. (basándose en el dato concreto de la huida del capitán focidio, Faleco, a Creta, hecho que se menciona como reciente), el material debió de recogerlo antes de su estancia en Aso, cuando Platón trabajaba en Las leyes, y las instituciones espartanas y cretenses eran tema favorito de discusión en la Academia 30 . Parece razonable situar la enorme empresa de la compilación de tan gran número de constituciones, como plan organizado y dirigido por el Estagirita, en los tiempos en que dispuso de la ayuda de muchos investigadores: cuando era jefe del Liceo en su segunda estancia en Atenas (335-323 a. C.), pero no cabe ninguna duda de que pudo darle comienzo en el período en que trabajó en la Academia y continuarla durante los doce años de su vida que transcurre en diversos lugares (347-335 a. C.), y especialmente en Aso, en la Eólide, donde se encuentra con Erasto y Corisco 31 , que habían sido miembros de la Academia platónica, a quienes se añaden otros discípulos: Jenócrates y, tal vez, también Teofrasto. Aquí Aristóteles encuentra un ambiente adecuado y una situación más segura que en Atenas, donde el partido antimacedónico crecía en importancia. Vive en la corte de Hermías de Atarneo, con cuya hija adoptiva se casa, en contacto directo con los problemas políticos de aquel mundo difícil, disputado por la ambición del rey macedonio y la del rey persa. Por otro lado, dentro del grupo de aquella oligarquía intelectual, recae la dirección en él y, durante los tres años que permanece allí, tiene seguramente comienzo lo que será la escuela científica de Aristóteles albergada en el Liceo. Continúa la labor del primitivo grupo platónico y desarrolla, sin duda ninguna, las posibilidades que le ofrece aquel escenario geográfico (Tróade, Eólide, tracios, persas, macedonios y colonias del mundo griego) de conocer realidades histórico políticas de otras comunidades griegas y bárbaras. Es muy probable que, en un lugar tan propicio, siguiese recopilando material que le sería necesario para componer las Constituciones.

La Constitución de los atenienses, como ya hemos dicho, era el primer libro que engrosaría esa gran colección. Es el ejemplo más acabado que tenemos para deducir el método adoptado en este tipo de investigación, y reconocer el valor que estos estudios tenían y la irreparable pérdida que su desaparición supuso. Es opinión generalizada que fue el mismo Aristóteles quien compuso el tratado que debía servir de modelo para los demás trabajos constitucionales del Liceo. Esto no quiere decir que sea una obra cuidada literariamente, como hemos dicho más arriba de los diálogos, y publicada por el propio autor para el público, sino que más bien sería, a juzgar por las contradicciones que hay en el texto, un manuscrito que el autor iría corrigiendo, añadiendo y cambiando adecuadamente en el tiempo 32 . No obstante, según la oportuna cita de Tovar, «en la ordenación y disposición de la materia reconocemos la mano de un sistematizador y, detrás de los juicios de instituciones y políticos, vemos al científico y al filósofo».

En cuanto a la forma, la «composición en anillo» está empleada como principal recurso estructural en la parte histórica (caps. 1-41) con habilidad y variedad, para poner énfasis en las principales etapas del desarrollo y evolución de las constituciones. Y también la usa de modo sistemático en la parte segunda, dedicada a exponer la organización del Estado ateniense. Como tal recurso formal alude continuamente al pasado y lo compara con el presente del autor, que es el que trata de reflejar en esta sección de la obra 33 . Existen pasajes que parecen interpolados, a los que hacemos referencia en las notas a la traducción. Pero tales datos fueron introducidos por Aristóteles mismo. El texto que leemos es el mismo, sin duda, que el que leía el último de los Atidógrafos, el historiador Filócoro, quien escribe antes de 306 a. C., menos de veinte años después de la composición de la obra, y la citaba como de Aristóteles 34 . Sobre su autenticidad nadie duda ya.

Si pasamos a establecer la fecha de su composición, dado el carácter del escrito, tiene sólo un valor relativo tratar de situarla en un año concreto: los datos más recientes que encontramos mencionados nos permiten deducir solamente que el autor se ocupó de poner al día su obra y, en todo caso, significarán el momento después y antes del cual hizo los últimos retoques. En este sentido, la revisión última está limitada por las referencias mismas que hay en el texto y parece que tuvo que ser bastante tardía. Existen unos datos que nos lo confirman: por una parte, la mención del magistrado ateniense de Samos (62, 2), que desaparece más tarde, en 322 a. C., y la referencia a la nave Amonia (61, 7), una de las naves sagradas que llevaba este nombre después de 324 35 a. C., permiten situar la redacción entre 324 y 322 36 a. C. Por otra parte, la referencia cronológica del arcontado de Cefisofonte (54, 7), que es en 329/8 a. C., y el no mencionar Aristóteles quinquerremes (46, 1), que se sabe que existen en servicio desde 326 37 a. C., pueden ser términos post quem y ante quem, respectivamente, para pensar en una redacción última entre 328 y 326 a. C. En todo caso, tales fechas ratifican la idea casi unánime de que la composición de las Constituciones tuvo lugar en la etapa en que dirigió el Liceo, es decir, durante su estancia en Atenas (335-323 a. C.). Y por ellas, es razonable pensar que la última revisión de la Constitución de los atenienses fue uno de los trabajos postreros del autor, ya que muere en 322 a. C.

En cuanto al contenido, el tratado está compuesto de dos partes bien diferentes. En la primera parte (1-41) expone la evolución del régimen político de Atenas desde una época anterior a Solón hasta el arcontado de Euclides (403 a. C.), es decir, hasta la restauración de la democracia en ese año. Se puede subdividir en un bosquejo de la sucesión de regímenes que llega hasta 411 a. C. (1-28), y un informe documental de las revoluciones oligárquicas y de la restauración (años 411-403 a. C.; caps. 29-40), con un resumen (41) de la visión histórica dada en los capítulos anteriores.

El plan completo de la primera parte comprende los cambios de régimen siguientes:

1) Los cambios con la entrada de Ión (1).

2) La constitución en tiempo de Teseo (2-3).

3) Reorganización constitucional de Dracón (4).

4) La Constitución de Solón (5-13).

5) La tiranía de Pisístrato y sus hijos (14-19).

6) Reformas de Clístenes (20-22).

7) La supremacía del Areópago (23-24).

8) Reformas de Efialtes y gobierno de Pericles: plena restauración y desarrollo de la democracia (25-28).

9) La revolución de los Cuatrocientos (29-32).

10) Gobierno de los Cinco Mil (33).

11) El gobierno de los Treinta y los Diez (34-38).

12) Restauración de la democracia (38-40).

La constitución establecida en 403 a. C. (con la paz de Euclides) permanecía en vigor en la época en que Aristóteles escribe el tratado, como él mismo dice: «añadiendo continuamente poder a las masas. Pues de todas las cosas el pueblo se ha hecho a sí mismo dueño, y todo lo gobierna mediante votaciones de decretos y por medio de los tribunales, en los que el pueblo es el soberano» (41, 2).

La segunda parte contiene una exposición de la organización del Estado ateniense en tiempo del autor (42-69): nos ofrece un cuadro de las instituciones del derecho positivo de Atenas en el siglo IV . Después de un preámbulo consagrado a la inscripción de los ciudadanos y a la efebía (42), trata de la estructura de las magistraturas, arkhaí, (43-62), primero las que son designadas por la suerte (43-60), y luego las que son elegidas por votación, las magistraturas para la guerra (61) y los sueldos (62). Una última sección de esta parte es la dedicada a la descripción de los tribunales (63-69) con la que finaliza el escrito.

Constitución de los Atenienses. Económicos.

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