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Las fuentes

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El problema de las fuentes 45 que Eliano utilizó para la composición de sus Historias curiosas es irresoluble. Hay tres grandes razones para esta afirmación: la primera, que Eliano evita en la mayor parte de sus pasajes indicar el origen de la noticia; la segunda, que se ha perdido la mayoría de la literatura intermedia entre aquellos textos clásicos que sirven de referencia última y la obra de Eliano; la tercera, la variedad de intereses del escritor que necesariamente conduce a una infinidad inabarcable de fuentes. No obstante, algunas inferencias pueden hacerse, si se opta por procedimientos y métodos modestos, seguros de no resolver la «cuestión de las fuentes», pero conscientes de poder conseguir una percepción cabal del método de trabajo de este y otros escritores eruditos de la época. Las vías propuestas son tres: identificar los autores citados como fuentes y aquellos otros autores utilizados pero silenciados; establecer la comparación con autores coetáneos de misceláneas para intentar descubrir dependencias entre ellos o con otras obras previas del mismo carácter; determinar el proceso, en aquellos casos conocidos, de transformación de la noticia original y conocer así los procedimientos intelectuales de la creación literaria.

Eliano tiene a bien indicar el nombre de unos treinta y dos autores que están en el origen directo de las noticias de más de cincuenta capítulos —aunque esto no significa que Eliano recurriera a ellos; en muchos casos no se trata sino de citas de segunda mano—. Son los siguientes: Alcmán, Anaxarco, Androción, Arquéstrato, Aristófanes, Aristóteles, Calímaco, Caronte de Lámpsaco, Anaxilco, Cratino, Critias, Damón, Dion de Colofón, Éforo de Cumas, Epicuro, Epitímides, Esopo, Éumenes de Cardia, Éupolis, Eurípides, Filípides, Heródoto, Homero, Jenofonte, Mimnermo, Pausanias, Píndaro, Platón, Posidipo de Pela, Teofrasto, Teopompo, Timeo y Tucídides 46 . A estos habría que añadir referencias genéricas a la Comedia 47 y a unas Historias de Síbaris 48 traídas a cuento de las miserias de un pedagogo de la ciudad. Quizás para cualquier otro historiador de la Antigüedad la posibilidad de citar una treintena de autores como fuentes de sus noticias sería un logro inaudito, pero en este caso sólo testimonia la nula trascendencia que para Eliano tenía dar a conocer el origen de sus relatos. La obra, a pesar de lo limitado de su extensión, tiene más de 460 capítulos, repartidos en su catorce libros; y más de un capítulo contiene varias anécdotas que con seguridad podrían remontarse a referencias literarias diversas. La comparación con el número de autoridades citadas hace sospechar que estas eran más un nuevo artificio literario que preocupación por un riguroso método histórico.

Por otra parte, la filología moderna ha sabido establecer la filiación de algunos pasajes aunque Eliano no citara la fuente de inspiración. Algunos ejemplos son manifiestos 49 . En VIII 1 se recuerda a Sócrates hablando de su Genio, cuya voz le impelía a no actuar. Deriva esta noticia, fielmente, del Téages platónico. Otro tanto puede decirse de XIV 5, cuando afirma Eliano la generosidad de los antiguos atenienses, quienes permitían ejercer las magistraturas a aquellos extranjeros que lo merecieran. La dependencia del Ion está fuera de toda duda. Isócrates 50 , Jenofonte 51 y, especialmente, Heródoto 52 , por la variedad de sus intereses, proporcionaron a Eliano materiales para su composición.

La larga lista de autoridades, explícitas o tácitas, remite, de nuevo, al ambiente cultural griego de época imperial. Los autores más citados son Homero 53 y Platón, este último especialmente por su valor literario y no tanto por sus doctrinas filosóficas. Coincide así con cualquier otro escritor de la época: Elio Aristides, Dion de Prusa y tantos otros mostraban predilección por estos dos pilares de la cultura griega. Lo mismo podría decirse de Isócrates, cuyas ideas impregnaban todo el sistema educativo. Explicación hay para la ausencia de Demóstenes, aunque sea recordado en algunas anécdotas: el carácter de la obra, lejano de los discursos políticos que encontraban su inspiración en el orador ático. La presencia de historiadores, de Heródoto a Jenofonte, pasando por Tucídides, no sólo se debe a la esencia misma de la obra sino a la importante influencia que estos escritores tenían en el ciclo formativo de los oradores de la época. Los ejercicios retóricos, los progymnásmata , se nutrían de las anécdotas y episodios que se encontraban en los clásicos libros de Historia; aquellas noticias servían para componer discursos que los amplificaban, completaban y modificaban todo cuanto fuera necesario para conseguir el efecto perseguido sobre el público 54 . Y el propio Eliano no pudo escapar a su propia formación. Un ejemplo bastará: en II 14 Eliano recuerda la devoción de Jerjes por un plátano al que adorna con artificios impropios de su belleza natural. La pequeña anécdota de Heródoto ha sido transformada retóricamente para otorgarle un sentido moralizante, ofreciendo un ejemplo más de la sinrazón bárbara.

De las tres vías propuestas para acercarse a la cuestión de las fuentes de las Historias queda la más complicada de todas, la relación con otras obras misceláneas de la época. La comparación debe establecerse, al menos, con aquellos autores cuya obra se ha conservado —Plutarco, Pausanias, Ateneo y Diógenes Laercio—, teniendo en cuenta que para los dos primeros las fechas de composición no son un obstáculo, algo que sí puede ocurrir con los otros dos. Pero, lo que es más difícil, debería extenderse también a aquellos otros autores cuya obra se ha perdido pero pudieron ser utilizados por Eliano. Entre estos habrá que destacar especialmente a Favorino de Arlés.

Empezaré con el más sencillo de todos, Pausanias y su Descripción de Grecia. Por algún motivo que no se acierta todavía a comprender bien, la obra de Pausanias no gozó de fama ni notoriedad en el Mundo Antiguo. La literatura del Imperio Romano tardío ignora por completo al periegeta. Hay que esperar a Esteban de Bizancio, ya en el s. VI , para ver su obra aprovechada. En medio de ese vacío, Eliano es el único escritor que se atreve a utilizarlo y citarlo por su nombre 55 . Esta circunstancia llevó a T. Faber a considerar la cita una interpolación bizantina y a extirparla de su edición, parecer que han seguido no pocos de los editores de Eliano 56 . Creo que no hay ninguna razón sólida para este proceder 57 . Más bien, admitida la autenticidad de la cita, debe servir para corroborar la idea de que Eliano usó compiladores de su propio tiempo 58 , aunque no los cite. Éste podría ser el caso de IX 9. Eliano, en esta ocasión, parece querer corregir a Pausanias, quien explicaba el inmediato anuncio en Egina de una victoria olímpica gracias a una aparición fantasmal. Eliano, además de recoger esta versión como obra de terceros, añade una explicación racionalista: el uso de palomas mensajeras.

Muchas de las anécdotas que figuran en la obra de Eliano se corresponden con aquellas que aparecen en los Deipnosophistaí de Ateneo 59 . Algunos indicios podrían conducir a la conclusión de que es Eliano quien utiliza la obra de Ateneo: las noticias de Ateneo suelen ser más prolijas y detalladas que las de Eliano 60 ; Ateneo tiene como norma la mención de las autoridades que soportan la responsabilidad de la noticias (autoridades que no necesariamente han sido leídas de primera mano), mientras que Eliano, como ya se ha visto, concede menos interés a este asunto 61 ; en ocasiones, tanto Ateneo como Eliano ofrecen detalles de los episodios que no figuran en las fuentes de las que dependen 62 ; algunos capítulos de Eliano están dispuestos en el mismo orden que figuran las anécdotas en Ateneo 63 . Todo esto podría llevar a la conclusión del uso de los Deipnosophistaí por parte de Eliano si se salva la dificultad cronológica, puesto que la cercanía temporal podría hacer difícil la copia directa. Además, en algunos casos Eliano discrepa de la versión ofrecida por Ateneo, lo que impide la filiación 64 . Habida cuenta de estas dos últimas consideraciones, es posible que en lugar de beber de la obra de Ateneo, ambos compartieran una o varias fuentes comunes para sus anécdotas, es decir, que hubiesen recurrido a otras misceláneas previas, tan frecuentes en la época. De cuáles pudiera tratarse es cuestión irresoluble, aunque algunas sugerencias pueden hacerse. Es irresoluble porque no han sobrevivido esas colecciones que podrían haber servido de fuente común, de tal manera que las opciones radicales deben rechazarse como verdades y admitirse sólo como sugerencias. Es posible que ambos bebieran de Favorino y de su Pantodapḕ Historía 65 , habida cuenta del renombre de aquel estrafalario sofista y de su portentosa erudición. Y podría ampliarse la propuesta a toda la lista conocida de títulos que sugieren composiciones misceláneas y que no se han conservado.

La relación con Diógenes Laercio y su Historia de los filósofos es muy parecida a la que existe con Ateneo, aunque con la diferencia de que la obra de Diógenes es posterior a la de Eliano. Así, la existencia de numerosos pasajes paralelos, especialmente aquellos que hacen referencia a los cínicos, debe explicarse por el uso de una fuente común que bien podría ser, de nuevo, Favorino, no ya necesariamente su Pantodapḕ Historía sino, quizás, sus Commentarii sobre filósofos 66 . Algunos indicios permiten pensar así. En III 2 Eliano cuenta la reacción de Anáxagoras a la noticia de la muerte de sus hijos, anécdota que también recoge Diógenes Laercio. La historia aparece asimismo en el Discurso corintio atribuido en falso a Dion de Prusa, pero obra de Favorino 67 . La circunstancia se repite para IX 32, donde se recuerda la estatua que los griegos elevaron a la cortesana Friné 68 . La conexión entre los tres autores se manifiesta en el pasaje que hace referencia al sobrenombre de Demócrito, al que sus conciudadanos llamaban «Sofía» y que Eliano interpreta mal como «Filosofía» —razón por la que quizás, siguiendo a J. Scheffer, habría que corregir el texto. Diógenes Laercio afirma que el origen de su noticia está en Favorino, quizás la fuente común 69 .

La relación con Plutarco es todavía más oscura. Eliano nunca nombra al Beocio aunque numerosos pasajes de las Historias encuentran sus paralelos entre las obras de Plutarco 70 . Las referencias son especialmente numerosas en el Libro XIII , lo que quizás de una pista para el modo de composición usado por Eliano. Algunas diferencias entre ambos pueden explicarse como descuidos de Eliano a la hora de trasladar las historias plutarqueas. Así, en II 15 Eliano narra las consecuencias del comportamiento inconveniente de unos ciudadanos de Clazómenas en Esparta. La misma historia aparece en Plutarco referida a unos quiotas 71 , isla situada enfrente de Clazómenas. En IX 18, Temístocles se comparaba con una encina, mientras que en Plutarco lo hace con un plátano 72 . La equivocación en trasladar la anécdota parece segura en XI 33, donde se afirma que Cíneas se llamaba el médico que propuso a Roma asesinar a Pirro. Plutarco, cuando cuenta el episodio, no dio el nombre del traidor pero sí el de Cíneas como embajador del rey 73 . La confusión tiene una explicación sencilla: el descuido de nuestro autor que parece citar de memoria una de sus principales fuentes.

Pero no deben descartarse otros orígenes para sus noticias, ya provengan de la lectura de las fuentes originales, y no nombradas, o de compiladores posteriores. Entre estos es necesario recordar a Aristófanes de Bizancio y su epítome de las obras zoológicas de Aristóteles, posiblemente utilizado —directa o indirectamente— para los primeros capítulos del Libro I 74 , así como a Pánfilo de Alejandría y a todos aquellos autores de léxicos aticistas, depósitos auténticos de erudición, y de uso común en las escuelas de retórica en las que Eliano se crió y trabajó 75 .

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