Читать книгу La linfa y su drenaje manual - Dr. Frederic Vinyes - Страница 11

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Antecedentes históricos

El sistema linfático en su estructura y funciones ha sido un gran desconocido en la historia de la medicina hasta no hace muchos años. Los modernos avances tecnológicos como el microscopio electrónico, la tomografía computarizada o el desarrollo de especialidades médicas como la anatomía microscópica, la cirugía y la inmunología han permitido adentrarnos en un conocimiento más profundo del sistema linfático.

Ya en la Antigüedad se conocía parte del sistema linfático, aunque no se sabía cuáles eran sus funciones.

Hipócrates (460-377 a. C.) y más concretamente los escritos de los seguidores de su escuela (Corpus Hipocraticum) citan unos vasitos o conductos que llevaban «sangre blanca». Concretamente se refieren a los vasos linfáticos intestinales (vasos quilíferos), pues la linfa que proviene del intestino delgado, al estar cargada de partículas de grasa (quilomicrones), tiene un aspecto lechoso.


Aristóteles

Aristóteles (384-322 a. C.), el gran filósofo griego discípulo de Platón, médico y profesor de Alejandro Magno, ya citaba en su época la existencia de unos vasos que contenían un líquido incoloro, que es el aspecto habitual de la linfa.

Herófilos, otro médico griego de la famosa Escuela de Alejandría, escribía: «De los intestinos salen unos conductos (vasos) que no van a parar al hígado, sino a una especie de glándulas». Es lo que hoy conocemos como ganglios linfáticos.

Ya Hipócrates citaba en la Antigüedad unos vasos o conductos que llevaban “sangre blanca”, refiriéndose a los vasos linfáticos intestinales.

Del Renacimiento a nuestros días

Después de la apasionante época de la Antigüedad clásica pasaron casi dos mil años en los que en Occidente apenas se progresó en el campo de la medicina por culpa, fundamentalmente, de la iglesia católica, que prohibía las disecciones y estudios anatómicos en cadáveres. Hasta que en el siglo XVII, con los nuevos aires que trajo el Renacimiento, se redescubrió y se volvió a estudiar al sistema vascular linfático gracias a las aportaciones del italiano Gaspare Aselli (1581-1626), que en 1622 descubrió la existencia de unos vasos de aspecto lechoso en el intestino del perro, que apenas se distinguían cuando la vivisección se realizaba con el animal en ayunas, lo que le hizo relacionar el contenido de estos vasos con el proceso digestivo.


Gaspare Aselli

Por otra parte, en 1651 el francés Jean Pecquet (1622-1674) descubrió en un cadáver humano la existencia del conducto torácico (ductus toracicus) y una especie de receptáculo en su inicio, que se denominó cisterna chyli o cisterna de Pecquet, en honor a su descubridor.


Thomas Bartholin

Dos grandes figuras de su tiempo, el sueco Olf Rudbeck (1630-1702) y el danés Thomas Bartholin (1655-1738), fueron los primeros en relacionar todos estos descubrimientos parciales y en considerar al sistema vascular linfático como una unidad funcional. Rudbeck definía los ganglios linfáticos como «Glandulae aquosae», por el líquido claro que hay en su interior, mientras que Bartholin fue el primero en usar la denominación «Vasa lymphatica» (vasos linfáticos) y la de «Lympha» (linfa), para su contenido, por el aspecto limpio (limpidus) o de agua clara que tiene esta.

A finales del siglo pasado un profesor de cirugía austríaco, el doctor A. Winiwarter (1848-1917), desarrolló un método de tratamiento de los grandes edemas de las extremidades basándose en la triple combinación de un suave masaje en sentido proximal, la aplicación de medidas compresivas y la elevación postural de las extremidades afectadas, para favorecer el retorno linfático. No obstante, a pesar de conseguir buenos resultados, este método cayó desgraciadamente en el olvido al cabo de unos años.

El matrimonio Vodder

A principios de los años 1930 el matrimonio danés Emil y Estrid Vodder trabajaban como fisioterapeutas en Cannes, en la Costa Azul francesa. Gran parte de sus pacientes procedían de la húmeda y fría Inglaterra. La mayoría venían aquejados de enfermedades infecciosas crónicas de las vías respiratorias superiores (sinusitis, faringitis, rinitis, amigdalitis, etc.), atraídos por el clima soleado del Mediterráneo.

Lo que más sorprendía a Vodder era que a prácticamente todos ellos se les palpaban unos ganglios linfáticos del cuello hinchados y duros. Intuitivamente se le ocurrió que un suave masaje de estos ganglios mejoraría el estado de salud de aquellos pacientes crónicos, lo cual se confirmó ampliamente en la práctica. El doctor Vodder (1896-1986), a pesar de no ser médico, ya que pese a que había hecho algunos cursos de medicina, en realidad era doctor en filosofía, hizo un descubrimiento genial que ha constituido un gran avance dentro del campo de la medicina y de la estética.

Según él, la idea inicial del drenaje linfático se le ocurrió en sueños. Lo cierto es que atreverse a masajear ganglios cuando la medicina oficial de la época recomendaba no tocarlos merece cuanto menos la admiración de todos nosotros. Realmente masajear los ganglios linfáticos en una infección aguda en la que aparecen hinchados y dolorosos constituye una verdadera contraindicación, pero no así en la mayoría de afecciones de tipo crónico en las que la palpación ganglionar no es dolorosa. También hay que descartar que los glanglios se hallen afectados de ciertos procesos patológicos (tuberculosis, toxoplasmosis, tumores, etc.).

El matrimonio Vodder se dedicó entonces en cuerpo y alma a profundizar en las posibilidades del nuevo tipo de masaje desarrollado por ellos, naciendo así lo que hoy conocemos como DLM, y observaron cómo muchos trastornos de tipo médico y del campo de la estética (hinchazones y sus consecuencias) mejoraban de forma notoria con la práctica del DLM.

En la primavera de 1936 se presentó en París por primera vez el DLM, concretamente en un congreso sobre belleza («Santé et beauté») que se realizó en la capital francesa.

El doctor Vodder, como seguidor que fue de la medicina humoral en su sentido más clásico, le atribuyó a la linfa, en un principio, un papel nutritivo y regenerador de los tejidos del cuerpo que no se ajusta a la realidad, ya que la linfa es un líquido que transporta residuos y proteínas plasmáticas del medio intersticial, pero no tiene funciones nutritivas. No obstante, al activar la salida de linfa y de líquido intersticial encharcado mediante el DLM sí que mejora la «calidad» de los tejidos afectados, pero no porque los nutra mejor, sino, ante todo, porque los «limpia» mejor.

Estas inexactitudes por parte de Vodder y el hecho de no ser médico fueron motivo de prejuicios por gran parte de la clase médica durante muchos años, a pesar de que el DLM se mostraba como un excelente método en la práctica.

Estudios científicos

En un principio solo un grupo, si bien cada vez mayor, de masajistas y esteticistas, siguieron las enseñanzas de Vodder, hasta que no hace muchos años investigadores médicos como los profesores Földi y Kunke, en Alemania, Casley-Smith, en Australia y Collard, en Bélgica, entre otros, comenzaron a interesarse por el sistema vascular linfático y a estudiar los efectos del DLM a un nivel mucho más científico que el desarrollado por Vodder.

Yo tuve la oportunidad de conocer personalmente al doctor Vodder en Alemania a finales de la década de los 70. Realmente era una persona carismática, enormemente atractiva por su bondad y sencillez y, como la mayoría de los grandes personajes, con un excelente sentido del humor.

Si la aportación de Vodder con su DLM resulta interesante en el tratamiento de muchos trastornos, donde resulta verdaderamente insustituible es en el tratamiento de los edemas linfostáticos o linfedemas. Pensemos, por ejemplo, en la gran cantidad de mujeres que desgraciadamente han tenido que ser operadas de cáncer de mama y a las que se ha extirpado un pecho y los ganglios axilares correspondientes. Al cabo de un par de años muchas van a desarrollar un pertinaz edema (hinchazón característica) del brazo al que se quitaron los ganglios. La única forma no cruenta posible para resolver estos casos es justamente aplicar el DLM de forma sistemática. Por dicho motivo, en Alemania, la sanidad pública abona en la actualidad los tratamientos con DLM, siempre que los prescriba un médico y los realice un fisioterapeuta o un masajista profesional.


El autor con el doctor Vodder y esposa en Baden-Baden, en 1984, en el congreso anual de linfología celebrado en dicha ciudad.

La práctica actual

En los últimos años de su vida Vodder cedió la representación de su método a la escuela de Walchsee, en Austria, y al profesor Földi, en Alemania. La gran demanda de aprendizaje del DLM ha dado lugar a que aparecieran otras nuevas escuelas y variantes en la puesta en práctica del método, aclarando ciertos conceptos, simplificando y destacando lo esencial del DLM, haciéndolo más comprensible y facilitando su aprendizaje.

La práctica del DLM le debe mucho al Doctor Vodder, ya que no se entiende sin la figura de su fundador, pero esto no es óbice para que el DLM no pueda evolucionar y se modifiquen aquellos aspectos técnicos susceptibles de mejora. Así, por ejemplo, hay algunas manipulaciones ideadas por Vodder que no ejercen ningún efecto drenante y más bien están de adorno, por lo cual nos hemos decidido a seguir una técnica mucho más lógica y razonable pero, por supuesto, respetando la esencia fundamental de las manipulaciones del DLM. Por este camino conseguimos una mejor comprensión y un más fácil aprendizaje de este particular método de masaje.

Hasta hace relativamente pocos años, en el tratamiento de los grandes edemas solo se utilizaba el DLM. Actualmente el DLM se incluye en un concepto más amplio: el KPE (que, como ya hemos explicado en la «Introducción», son las siglas de Komplexe Physikalische Entstauungstherapie, que podríamos traducir como «tratamiento fisioterápico complejo, o multifactorial, de desestancamiento, o descongestión»), en la que se incluye el DLM complementado con vendajes compresivos, cuidados de la piel, ejercicios de kinesiterapia y tratamiento postural.

El objetivo principal de este libro es facilitar el aprendizaje del DLM separando el grano de la paja, y convertir al practicante de este método en un ser pensante y creativo sin dejarse obsesionar ni tener que aprender de memoria toda una compleja serie de pasos poco inteligibles, como ha sucedido hasta ahora en las escuelas más tradicionales.

El DLM es un excelente método que complementa otras terapias manuales, como el masaje corporal, la reflejoterapia podal y la quiropraxia, ya que su campo de indicaciones abarca trastornos a los que estas otras terapias no llegan. Con su aprendizaje, nuestras posibilidades terapéuticas van a hacerse mucho mayores.

La linfa y su drenaje manual

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